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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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estaban el cande<strong>la</strong>bro y <strong>la</strong> mesa y los panes de <strong>la</strong> proposición; el cual se l<strong>la</strong>ma el lugar santo. Y después<br />

del segundo velo, el tabernáculo que se l<strong>la</strong>ma el lugar santísimo: que cont<strong>en</strong>ía el inc<strong>en</strong>sario de oro y el<br />

arca del pacto, cubierta toda <strong>en</strong> derredor de oro, <strong>en</strong> <strong>la</strong> cual estaba el vaso de oro que cont<strong>en</strong>ía el maná,<br />

y <strong>la</strong> vara de Aarón que floreció, y <strong>la</strong>s tab<strong>la</strong>s del pacto; y sobre el<strong>la</strong>, los querubines de gloria, que hacían<br />

sombra al propiciatorio”. Hebreos 9:1-5 (VM).<br />

El santuario al cual se refiere aquí San Pablo era el tabernáculo construído <strong>por</strong> Moisés a <strong>la</strong> ord<strong>en</strong><br />

de Dios como morada terr<strong>en</strong>al del Altísimo. “Me harán un santuario, para que yo habite <strong>en</strong> medio de<br />

ellos” (Éxodo 25:8, VM), había sido <strong>la</strong> ord<strong>en</strong> dada a Moisés mi<strong>en</strong>tras estaba <strong>en</strong> el monte con Dios. Los<br />

israelitas estaban peregrinando <strong>por</strong> el desierto, y el tabernáculo se preparó de modo que pudiese ser<br />

llevado de un lugar a otro; no obstante era una construcción de gran magnific<strong>en</strong>cia. Sus paredes<br />

consistían <strong>en</strong> tablones ricam<strong>en</strong>te revestidos de oro y asegurados <strong>en</strong> basas de p<strong>la</strong>ta, mi<strong>en</strong>tras que el techo<br />

se componía de una serie de cortinas o cubiertas, <strong>la</strong>s de fuera de pieles, y <strong>la</strong>s interiores de lino fino<br />

magníficam<strong>en</strong>te recamado con figuras de querubines. A más del atrio exterior, donde se <strong>en</strong>contraba el<br />

altar del holocausto, el tabernáculo propiam<strong>en</strong>te dicho consistía <strong>en</strong> dos departam<strong>en</strong>tos l<strong>la</strong>mados el lugar<br />

santo y el lugar santísimo, separados <strong>por</strong> rica y magnífica cortina, o velo; otro velo semejante cerraba<br />

<strong>la</strong> <strong>en</strong>trada que conducía al primer departam<strong>en</strong>to.<br />

En el lugar santo se <strong>en</strong>contraba hacia el sur el cande<strong>la</strong>bro, con sus siete lámparas que<br />

alumbraban el santuario día y noche; hacia el norte estaba <strong>la</strong> mesa de los panes de <strong>la</strong> proposición; y<br />

ante el velo que separaba el lugar santo del santísimo estaba el altar de oro para el inci<strong>en</strong>so, del cual<br />

asc<strong>en</strong>día diariam<strong>en</strong>te a Dios una nube de sahumerio junto con <strong>la</strong>s oraciones de Israel. En el lugar<br />

santísimo se <strong>en</strong>contraba el arca, cofre de madera preciosa cubierta de oro, depósito de <strong>la</strong>s dos tab<strong>la</strong>s de<br />

piedra sobre <strong>la</strong>s cuales Dios había grabado <strong>la</strong> ley de los Diez Mandami<strong>en</strong>tos. Sobre el arca, a guisa de<br />

cubierta del sagrado cofre, estaba el propiciatorio, verdadera maravil<strong>la</strong> artística, coronada <strong>por</strong> dos<br />

querubines, uno <strong>en</strong> cada extremo y todo de oro macizo. En este departam<strong>en</strong>to era donde se manifestaba<br />

<strong>la</strong> pres<strong>en</strong>cia divina <strong>en</strong> <strong>la</strong> nube de gloria <strong>en</strong>tre los querubines. Después que los israelitas se hubieron<br />

establecido <strong>en</strong> Canaán el tabernáculo fue reemp<strong>la</strong>zado <strong>por</strong> el templo de Salomón, el cual, aunque<br />

edificio perman<strong>en</strong>te y de mayores dim<strong>en</strong>siones, conservaba <strong>la</strong>s mismas pro<strong>por</strong>ciones y el mismo<br />

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