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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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años, les tocaban especialm<strong>en</strong>te a los judíos. Al fin del período, <strong>la</strong> nación selló su rechazami<strong>en</strong>to de<br />

Cristo con <strong>la</strong> persecución de sus discípulos, y los apóstoles se volvieron hacia los g<strong>en</strong>tiles <strong>en</strong> el año 34<br />

de nuestra era. Habi<strong>en</strong>do terminado <strong>en</strong>tonces los 490 primeros años de los 2.300, quedaban aún 1.810<br />

años. Contando desde el año 34, 1.810 años llegan a 1844. “Entonces—había dicho el ángel—será<br />

purificado el santuario”. Era indudable que todas <strong>la</strong>s anteriores predicciones de <strong>la</strong> profecía se habían<br />

cumplido <strong>en</strong> el tiempo seña<strong>la</strong>do.<br />

En ese cálculo, todo era c<strong>la</strong>ro y armonioso, m<strong>en</strong>os <strong>la</strong> circunstancia de que <strong>en</strong> 1844 no se veía<br />

acontecimi<strong>en</strong>to alguno que correspondiese a <strong>la</strong> purificación del santuario. Negar que los días<br />

terminaban <strong>en</strong> esa fecha equivalía a confundir todo el asunto y a abandonar cre<strong>en</strong>cias fundadas <strong>en</strong> el<br />

cumplimi<strong>en</strong>to indudable de <strong>la</strong>s profecías. Pero Dios había dirigido a su pueblo <strong>en</strong> el gran movimi<strong>en</strong>to<br />

adv<strong>en</strong>tista; su poder y su gloria habían acompañado <strong>la</strong> obra, y él no permitiría que esta terminase <strong>en</strong> <strong>la</strong><br />

oscuridad y <strong>en</strong> un chasco, para que se <strong>la</strong> cubriese de oprobio como si fuese una mera excitación mórbida<br />

y producto del fanatismo. No iba a dejar su Pa<strong>la</strong>bra <strong>en</strong>vuelta <strong>en</strong> dudas e incertidumbres.<br />

Aunque muchos abandonaron sus primeros cálculos de los períodos proféticos, y negaron <strong>la</strong><br />

exactitud del movimi<strong>en</strong>to basado <strong>en</strong> ellos, otros no estaban dispuestos a negar puntos de fe y de<br />

experi<strong>en</strong>cia que estaban sost<strong>en</strong>idos <strong>por</strong> <strong>la</strong>s Sagradas Escrituras y <strong>por</strong> el testimonio del Espíritu de Dios.<br />

Creían haber adoptado <strong>en</strong> sus estudios de <strong>la</strong>s profecías sanos principios de interpretación, y que era su<br />

deber at<strong>en</strong>erse firmem<strong>en</strong>te a <strong>la</strong>s verdades ya adquiridas, y seguir <strong>en</strong> el mismo camino de <strong>la</strong><br />

investigación bíblica. Orando con fervor, volvieron a considerar su situación, y estudiaron <strong>la</strong>s Santas<br />

Escrituras para descubrir su error. Como no <strong>en</strong>contraran ninguno <strong>en</strong> sus cálculos de los períodos<br />

proféticos, fueron inducidos a examinar más de cerca <strong>la</strong> cuestión del santuario.<br />

En sus investigaciones vieron que <strong>en</strong> <strong>la</strong>s Santas Escrituras no hay prueba alguna <strong>en</strong> apoyo de<br />

<strong>la</strong> cre<strong>en</strong>cia g<strong>en</strong>eral de que <strong>la</strong> tierra es el santuario; pero <strong>en</strong>contraron <strong>en</strong> <strong>la</strong> Biblia una explicación<br />

completa de <strong>la</strong> cuestión del santuario, su naturaleza, su situación y sus servicios; pues el testimonio de<br />

los escritores sagrados era tan c<strong>la</strong>ro y tan amplio que despejaba este asunto de toda duda. El apóstol<br />

Pablo dice <strong>en</strong> su Epísto<strong>la</strong> a los Hebreos: “En verdad el primer pacto también t<strong>en</strong>ía reg<strong>la</strong>m<strong>en</strong>tos del<br />

culto, y su santuario que lo era de este mundo. Porque un tabernáculo fue preparado, el primero, <strong>en</strong> que<br />

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