30.08.2016 Views

America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

cambiaba los corazones, pues sus b<strong>en</strong>diciones eran disp<strong>en</strong>sadas abundantem<strong>en</strong>te sobre los fieles<br />

crey<strong>en</strong>tes.<br />

Los que recibieron el m<strong>en</strong>saje llegaron cuidadosa y solemnem<strong>en</strong>te al tiempo <strong>en</strong> que esperaban<br />

<strong>en</strong>contrarse con su Señor. Cada mañana s<strong>en</strong>tían que su primer deber consistía <strong>en</strong> asegurar su aceptación<br />

para con Dios. Sus corazones estaban estrecham<strong>en</strong>te unidos, y oraban mucho unos con otros y unos<br />

<strong>por</strong> otros. A m<strong>en</strong>udo se reunían <strong>en</strong> sitios apartados para ponerse <strong>en</strong> comunión con Dios, y se oían voces<br />

de intercesión que desde los campos y <strong>la</strong>s arboledas asc<strong>en</strong>dían al cielo. La seguridad de que el Señor<br />

les daba su aprobación era para ellos más necesaria que su alim<strong>en</strong>to diario, y si alguna nube oscurecía<br />

sus espíritus, no descansaban hasta que se hubiera desvanecido Como s<strong>en</strong>tían el testimonio de <strong>la</strong> gracia<br />

que les perdonaba anhe<strong>la</strong>ban contemp<strong>la</strong>r a Aquel a qui<strong>en</strong> amaban sus almas.<br />

Pero un des<strong>en</strong>gaño más les estaba reservado. El tiempo de espera pasó, y su Salvador no<br />

apareció. Con confianza inquebrantable habían esperado su v<strong>en</strong>ida, y ahora s<strong>en</strong>tían lo que María,<br />

cuando, al ir al sepulcro del Salvador y <strong>en</strong>contrándolo vacío, exc<strong>la</strong>mó llorando:<br />

“Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto”. Juan 20:13.<br />

Un s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de pavor, el temor de que el m<strong>en</strong>saje fuese verdad, había servido durante algún<br />

tiempo para refr<strong>en</strong>ar al mundo incrédulo. Cumplido el p<strong>la</strong>zo, ese s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to no desapareció del todo;<br />

al principio no se atrevieron a celebrar su triunfo sobre los que habían quedado chasqueados; pero<br />

como no se vieran señales de <strong>la</strong> ira de Dios, se olvidaron de sus temores y nuevam<strong>en</strong>te profirieron<br />

insultos y bur<strong>la</strong>s. Un número notable de los que habían profesado creer <strong>en</strong> <strong>la</strong> próxima v<strong>en</strong>ida del Señor,<br />

abandonaron su fe. Algunos que habían t<strong>en</strong>ido mucha confianza, quedaron tan hondam<strong>en</strong>te heridos <strong>en</strong><br />

su orgullo, que hubies<strong>en</strong> querido huir del mundo. Como Jonás, se quejaban de Dios, y habrían preferido<br />

<strong>la</strong> muerte a <strong>la</strong> vida. Los que habían fundado su fe <strong>en</strong> opiniones aj<strong>en</strong>as y no <strong>en</strong> <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios,<br />

estaban listos para cambiar otra vez de parecer. Los bur<strong>la</strong>dores atrajeron a sus fi<strong>la</strong>s a los débiles y<br />

cobardes, y todos estos convinieron <strong>en</strong> dec<strong>la</strong>rar que ya no podía haber temor ni expectación. El tiempo<br />

había pasado, el Señor no había v<strong>en</strong>ido, y el mundo podría subsistir como antes, miles de años.<br />

Los crey<strong>en</strong>tes fervi<strong>en</strong>tes y sinceros lo habían abandonado todo <strong>por</strong> Cristo, y habían gozado de<br />

su pres<strong>en</strong>cia como nunca antes. Creían haber dado su último aviso al mundo, y, esperando ser recibidos<br />

350

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!