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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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ofrecimi<strong>en</strong>tos de salvación gratuita, así como a <strong>la</strong>s b<strong>en</strong>diciones del evangelio, de modo que constituye<br />

una solemne y terrible advert<strong>en</strong>cia del peligro que se corre al rechazar <strong>la</strong> luz del cielo.<br />

Dondequiera que esta causa exista, seguirán los mismos resultados. Qui<strong>en</strong> deliberadam<strong>en</strong>te<br />

muti<strong>la</strong> su conci<strong>en</strong>cia del deber <strong>por</strong>que el<strong>la</strong> está <strong>en</strong> pugna con sus inclinaciones, acabará <strong>por</strong> perder <strong>la</strong><br />

facultad de distinguir <strong>en</strong>tre <strong>la</strong> verdad y el error. La intelig<strong>en</strong>cia se <strong>en</strong>t<strong>en</strong>ebrece, <strong>la</strong> conci<strong>en</strong>cia se<br />

ins<strong>en</strong>sibiliza, el corazón se <strong>en</strong>durece, y el alma se aparta de Dios. Donde se desdeña o se desprecia <strong>la</strong><br />

verdad divina, <strong>la</strong> iglesia se verá <strong>en</strong>vuelta <strong>en</strong> tinieb<strong>la</strong>s; <strong>la</strong> fe y el amor se <strong>en</strong>friarán, y <strong>en</strong>trarán el desvío<br />

y <strong>la</strong> dis<strong>en</strong>sión. Los miembros de <strong>la</strong>s iglesias conc<strong>en</strong>tran <strong>en</strong>tonces sus intereses y <strong>en</strong>ergías <strong>en</strong> asuntos<br />

mundanos, y los pecadores se <strong>en</strong>durec<strong>en</strong> <strong>en</strong> su imp<strong>en</strong>it<strong>en</strong>cia.<br />

El m<strong>en</strong>saje del primer ángel <strong>en</strong> el capítulo 14 del Apocalipsis, que anuncia <strong>la</strong> hora del juicio de<br />

Dios y que exhorta a los hombres a que le teman y ador<strong>en</strong>, t<strong>en</strong>ía <strong>por</strong> objeto separar de <strong>la</strong>s influ<strong>en</strong>cias<br />

corruptoras del mundo al pueblo que profesaba ser de Dios y despertarlo para que viera su verdadero<br />

estado de mundanalidad y apostasía. Con este m<strong>en</strong>saje Dios había <strong>en</strong>viado a <strong>la</strong> iglesia un aviso que, de<br />

ser aceptado, habría curado los males que <strong>la</strong> t<strong>en</strong>ían apartada de él. Si los cristianos hubies<strong>en</strong> recibido<br />

el m<strong>en</strong>saje del cielo, humillándose ante el Señor y tratando sinceram<strong>en</strong>te de prepararse para comparecer<br />

ante su pres<strong>en</strong>cia, el Espíritu y el poder de Dios se habrían manifestado <strong>en</strong>tre ellos. La iglesia habría<br />

vuelto a alcanzar aquel b<strong>en</strong>dito estado de unidad, fe y amor que existía <strong>en</strong> tiempos apostólicos, cuando<br />

“<strong>la</strong> muchedumbre de los crey<strong>en</strong>tes era de un mismo corazón y de una misma alma”, y “hab<strong>la</strong>ron <strong>la</strong><br />

Pa<strong>la</strong>bra de Dios con d<strong>en</strong>uedo”, cuando “el Señor añadía a <strong>la</strong> iglesia los salvados, de día <strong>en</strong> día”. Hechos<br />

4:32, 31; 2:47 (VM).<br />

Si los que profesan pert<strong>en</strong>ecer a Dios recibies<strong>en</strong> <strong>la</strong> luz tal cual bril<strong>la</strong> sobre ellos al dimanar de<br />

su Pa<strong>la</strong>bra, alcanzarían esa unidad <strong>por</strong> <strong>la</strong> cual oró Cristo y que el apóstol describe como “<strong>la</strong> unidad del<br />

Espíritu <strong>en</strong> el vínculo de <strong>la</strong> paz”. “Hay—dice—un mismo cuerpo, y un mismo espíritu, así como fuisteis<br />

l<strong>la</strong>mados <strong>en</strong> una misma esperanza de vuestra vocación; un mismo Señor, una misma fe, un mismo<br />

bautismo”. Efesios 4:3-5 (VM). Tales fueron los resultados b<strong>en</strong>ditos experim<strong>en</strong>tados <strong>por</strong> los que<br />

aceptaron el m<strong>en</strong>saje del adv<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to. Prov<strong>en</strong>ían de difer<strong>en</strong>tes d<strong>en</strong>ominaciones, y sus barreras<br />

confesionales cayeron al suelo; los credos opuestos se hicieron añicos; <strong>la</strong> esperanza antibíblica de un<br />

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