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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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solo a leer <strong>la</strong> profecía de Daniel sino también a compr<strong>en</strong>der<strong>la</strong>? Y es precisam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> Daniel donde se<br />

dice que <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras serían sel<strong>la</strong>das hasta el tiempo del fin (lo que era el caso <strong>en</strong> su tiempo), y que<br />

‘muchos correrán de aquí para allá’ (expresión hebraica que significa observar y p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> el tiempo),<br />

y ‘<strong>la</strong> ci<strong>en</strong>cia’ respecto a ese tiempo será aum<strong>en</strong>tada. Daniel 12:4.<br />

Además, nuestro Señor no dice que <strong>la</strong> proximidad del tiempo no será conocida, sino que nadie<br />

sabe con exactitud el ‘día’ ni <strong>la</strong> ‘hora’. Dice que se sabrá bastante <strong>por</strong> <strong>la</strong>s señales de los tiempos, para<br />

inducirnos a que nos preparemos para su v<strong>en</strong>ida, así como Noé preparó el arca”. Wolff, Researches<br />

and Missionary Labors, 404, 405. Respecto al sistema popu<strong>la</strong>r de interpretar, o mejor dicho de torcer<br />

<strong>la</strong>s Sagradas Escrituras, Wolff escribió: “La mayoría de <strong>la</strong>s iglesias cristianas se ha apartado del c<strong>la</strong>ro<br />

s<strong>en</strong>tido de <strong>la</strong>s Escrituras, para adoptar el sistema fantástico de los budistas; cre<strong>en</strong> que <strong>la</strong> dicha futura<br />

de <strong>la</strong> humanidad consistirá <strong>en</strong> cernerse <strong>en</strong> el aire, y supon<strong>en</strong> que cuando se lee judíos, debe <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derse<br />

g<strong>en</strong>tiles; y cuando se lee Jerusalén, debe <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derse <strong>la</strong> iglesia; y que si se hab<strong>la</strong> de <strong>la</strong> tierra, es <strong>por</strong> decir<br />

cielo; que <strong>por</strong> <strong>la</strong> v<strong>en</strong>ida del Señor debe <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derse el progreso de <strong>la</strong>s sociedades de misiones; y que<br />

subir a <strong>la</strong> montaña de <strong>la</strong> casa del Señor significa una gran asamblea de los metodistas”. Journal of the<br />

Rev. Joseph Wolff, 96.<br />

Durante los veinticuatro años que transcurrieron de 1821 a 1845, Wolff hizo muchísimos viajes:<br />

recorrió <strong>en</strong> África, Egipto y Abisinia; <strong>en</strong> Asia, Palestina, Siria, Persia, Bokara y <strong>la</strong> India. Visitó también<br />

los Estados Unidos de Norteamérica, y de paso para aquel país predicó <strong>en</strong> <strong>la</strong> is<strong>la</strong> de Santa El<strong>en</strong>a. Llegó<br />

a Nueva York <strong>en</strong> agosto de 1837, y después de haber hab<strong>la</strong>do <strong>en</strong> aquel<strong>la</strong> ciudad, predicó <strong>en</strong> Fi<strong>la</strong>delfia<br />

y Baltimore, y finalm<strong>en</strong>te se dirigió a Washington. Allí, dice, “debido a una proposición hecha <strong>por</strong> el<br />

ex presid<strong>en</strong>te John Quincy Adams, <strong>en</strong> una de <strong>la</strong>s cámaras del congreso, se me concedió <strong>por</strong> unanimidad<br />

el uso del salón del congreso para una confer<strong>en</strong>cia que di un sábado, y que fue honrada con <strong>la</strong> pres<strong>en</strong>cia<br />

de todos los miembros del congreso, como también del obispo de Virginia, y del clero y de los vecinos<br />

de Washington. El mismo honor me fue conferido <strong>por</strong> los miembros del gobierno de Nueva Jersey y<br />

de P<strong>en</strong>silvania, <strong>en</strong> cuya pres<strong>en</strong>cia di confer<strong>en</strong>cias sobre mis investigaciones <strong>en</strong> el Asia, como también<br />

sobre el reinado personal de Jesucristo”. Ibíd., 398, 399.<br />

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