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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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(VM). Y el Señor les reveló los grandes asuntos del reino. “El secreto de Jehová es para los que le<br />

tem<strong>en</strong>; y a ellos hará conocer su alianza”. Salmos 25:14.<br />

Los que llegaron a compr<strong>en</strong>der esta verdad y se dedicaron a proc<strong>la</strong>mar<strong>la</strong> no fueron los teólogos<br />

eruditos. Si estos hubies<strong>en</strong> sido c<strong>en</strong>tine<strong>la</strong>s fieles y hubieran escudriñado <strong>la</strong>s Santas Escrituras con<br />

dilig<strong>en</strong>cia y oración, habrían sabido qué hora era de <strong>la</strong> noche; <strong>la</strong>s profecías les habrían reve<strong>la</strong>do los<br />

acontecimi<strong>en</strong>tos que estaban <strong>por</strong> realizarse. Pero tal no fue su actitud, y fueron hombres más humildes<br />

los que proc<strong>la</strong>maron el m<strong>en</strong>saje. Jesús había dicho: “Andad <strong>en</strong>tre tanto que t<strong>en</strong>éis luz, para que no os<br />

sorpr<strong>en</strong>dan <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s” Juan 12:35. Los que se apartan de <strong>la</strong> luz que Dios les ha dado, o no <strong>la</strong> procuran<br />

cuando está a su alcance, son dejados <strong>en</strong> <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s. Pero el Salvador dice también: “El que me sigue<br />

no andará <strong>en</strong> tinieb<strong>la</strong>s, sino que t<strong>en</strong>drá <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> vida”. Juan 8:12 (VM). Cualquiera que con rectitud<br />

de corazón trate de hacer <strong>la</strong> voluntad de Dios sigui<strong>en</strong>do at<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te <strong>la</strong> luz que ya le ha sido dada,<br />

recibirá aun más luz; a esa alma le será <strong>en</strong>viada alguna estrel<strong>la</strong> de celestial resp<strong>la</strong>ndor para guiar<strong>la</strong> a <strong>la</strong><br />

pl<strong>en</strong>itud de <strong>la</strong> verdad.<br />

Cuando se produjo el primer adv<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to de Cristo, los sacerdotes y los fariseos de <strong>la</strong> ciudad<br />

santa, a qui<strong>en</strong>es fueran confiados los oráculos de Dios, habrían podido discernir <strong>la</strong>s señales de los<br />

tiempos y proc<strong>la</strong>mar <strong>la</strong> v<strong>en</strong>ida del Mesías prometido. La profecía de Miqueas seña<strong>la</strong>ba el lugar de su<br />

nacimi<strong>en</strong>to. Miqueas 5:2. Daniel especificaba el tiempo de su adv<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to. Daniel 9:25. Dios había<br />

<strong>en</strong>com<strong>en</strong>dado estas profecías a los caudillos de Israel; no t<strong>en</strong>ían pues excusa <strong>por</strong> no saber que el Mesías<br />

estaba a punto de llegar y <strong>por</strong> no habérselo dicho al pueblo. Su ignorancia era resultado de culpable<br />

descuido. Los judíos estaban levantando monum<strong>en</strong>tos a los profetas de Dios que habían sido muertos,<br />

mi<strong>en</strong>tras que con <strong>la</strong> defer<strong>en</strong>cia con que trataban a los grandes de <strong>la</strong> tierra estaban rindi<strong>en</strong>do hom<strong>en</strong>aje<br />

a los siervos de Satanás. Absortos <strong>en</strong> sus luchas ambiciosas <strong>por</strong> los honores mundanos y el poder,<br />

perdieron de vista los honores divinos que el Rey de los cielos les había ofrecido.<br />

Los ancianos de Israel deberían haber estudiado con profundo y rever<strong>en</strong>te interés el lugar, el<br />

tiempo, <strong>la</strong>s circunstancias del mayor acontecimi<strong>en</strong>to de <strong>la</strong> historia del mundo: <strong>la</strong> v<strong>en</strong>ida del Hijo de<br />

Dios para realizar <strong>la</strong> red<strong>en</strong>ción del hombre. Todo el pueblo debería haber estado ve<strong>la</strong>ndo y esperando<br />

para hal<strong>la</strong>rse <strong>en</strong>tre los primeros <strong>en</strong> saludar al Red<strong>en</strong>tor del mundo. En vez de todo esto, vemos, <strong>en</strong><br />

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