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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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lágrimas de sobre todas <strong>la</strong>s caras, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda <strong>la</strong> tierra! <strong>por</strong>que<br />

Jehová así lo ha dicho. Y se dirá <strong>en</strong> aquel día: ¡He aquí, este es nuestro Dios; le hemos esperado, y él<br />

nos salvará! ¡este es Jehová, le hemos esperado; estaremos alegres, y nos regocijaremos <strong>en</strong> su<br />

salvación!” Isaías 26:19; 25:8, 9 (VM).<br />

Habacuc también, arrobado <strong>en</strong> santa visión, vio <strong>la</strong> v<strong>en</strong>ida de Cristo. “¡Vi<strong>en</strong>e Dios desde Temán,<br />

y el Santo desde el monte Parán: su gloria cubre los cielos, y <strong>la</strong> tierra se ll<strong>en</strong>a de su a<strong>la</strong>banza! También<br />

su resp<strong>la</strong>ndor es como el fuego”. “¡Se para y mide <strong>la</strong> tierra! ¡echa una mirada, y hace estremecer a <strong>la</strong>s<br />

naciones! se esparc<strong>en</strong> también como polvo <strong>la</strong>s montañas sempiternas, se hund<strong>en</strong> los col<strong>la</strong>dos eternos;<br />

¡suyos son los s<strong>en</strong>deros de <strong>la</strong> eternidad!” “Para que cabalgues sobre tus caballos, sobre tus carros de<br />

salvación”. “¡Te v<strong>en</strong> <strong>la</strong>s montañas, y se retuerc<strong>en</strong> <strong>en</strong> angustia: [...] el abismo da su voz y levanta <strong>en</strong><br />

alto sus manos! ¡El sol y <strong>la</strong> luna se paran <strong>en</strong> sus moradas! a <strong>la</strong> luz de sus flechas pasan ade<strong>la</strong>nte, al<br />

brillo de su relumbrante <strong>la</strong>nza”. “Sales para <strong>la</strong> salvación de tu pueblo, para <strong>la</strong> salvación de tu ungido”.<br />

Habacuc 3:3-13 (VM).<br />

Cuando el Señor estuvo a punto de separarse de sus discípulos, los consoló <strong>en</strong> su aflicción<br />

asegurándoles que volvería: “¡No se turbe vuestro corazón! [...] En <strong>la</strong> casa de mi Padre muchas moradas<br />

hay; [...] voy a prepararos el lugar. Y si yo fuere y os preparare el lugar, v<strong>en</strong>dré otra vez, y os recibiré<br />

conmigo”. “Cuando el Hijo del hombre v<strong>en</strong>drá <strong>en</strong> su gloria, y todos los ángeles con él, <strong>en</strong>tonces se<br />

s<strong>en</strong>tará sobre el trono de su gloria; y de<strong>la</strong>nte de él serán juntadas todas <strong>la</strong>s naciones”. Juan 14:1-3;<br />

Mateo 25:31, 32 (VM).<br />

Los ángeles que estuvieron <strong>en</strong> el Monte de los Olivos después de <strong>la</strong> asc<strong>en</strong>sión de Cristo,<br />

repitieron a los discípulos <strong>la</strong> promesa de volver que él les hiciera: “Este mismo Jesús que ha sido<br />

tomado de vosotros arriba al cielo, así v<strong>en</strong>drá del mismo modo que le habéis visto ir al cielo”. Y el<br />

apóstol Pablo, hab<strong>la</strong>ndo <strong>por</strong> inspiración, asegura: “El Señor mismo desc<strong>en</strong>derá del cielo con mandato<br />

soberano, con <strong>la</strong> voz del arcángel y con trompeta de Dios”. El profeta de Patmos dice: “¡He aquí que<br />

vi<strong>en</strong>e con <strong>la</strong>s nubes, y todo ojo le verá!” Hechos 1:11; 1 Tesalonic<strong>en</strong>ses 4:16; Apocalipsis 1:7 (VM).<br />

En torno de su v<strong>en</strong>ida se agrupan <strong>la</strong>s glorias de “<strong>la</strong> restauración de todas <strong>la</strong>s cosas, de <strong>la</strong> cual<br />

habló Dios <strong>por</strong> boca de sus santos profetas, que ha habido desde <strong>la</strong> antigüedad”. Entonces será<br />

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