30.08.2016 Views

America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

ec<strong>la</strong>maba pagos atrasados, los parisi<strong>en</strong>ses se morían de hambre, <strong>la</strong>s provincias habían sido puestas a saco<br />

<strong>por</strong> los bandidos y <strong>la</strong> civilización casi había desaparecido <strong>en</strong> <strong>la</strong> anarquía y <strong>la</strong> lic<strong>en</strong>cia”.<br />

Harto bi<strong>en</strong> había apr<strong>en</strong>dido el pueblo <strong>la</strong>s lecciones de crueldad y de torm<strong>en</strong>to que con tanta<br />

dilig<strong>en</strong>cia Roma le <strong>en</strong>señara. Al fin había llegado el día de <strong>la</strong> retribución. Ya no eran los discípulos de<br />

Jesús los que eran arrojados a <strong>la</strong>s mazmorras o a <strong>la</strong> hoguera. Tiempo hacía ya que estos habían perecido<br />

o que se hal<strong>la</strong>ban <strong>en</strong> el destierro; <strong>la</strong> desapiadada Roma s<strong>en</strong>tía ya el poder mortífero de aquellos a qui<strong>en</strong>es<br />

el<strong>la</strong> había <strong>en</strong>señado a deleitarse <strong>en</strong> <strong>la</strong> perpetración de crím<strong>en</strong>es sangri<strong>en</strong>tos. “El ejemplo de persecución<br />

que había dado el clero de Francia durante varios siglos se volvía contra él con seña<strong>la</strong>do vigor. Los<br />

cadalsos se teñían con <strong>la</strong> sangre de los sacerdotes. Las galeras y <strong>la</strong>s prisiones <strong>en</strong> donde antes se confinaba<br />

a los hugonotes, se hal<strong>la</strong>ban ahora ll<strong>en</strong>as de los perseguidores de ellos. Sujetos con cad<strong>en</strong>as al banquillo<br />

del buque y trabajando duram<strong>en</strong>te con los remos, el clero católico romano experim<strong>en</strong>taba los torm<strong>en</strong>tos<br />

que antes con tanta prodigalidad infligiera su iglesia a los mansos herejes” (véase el Apéndice).<br />

“Llegó <strong>en</strong>tonces el día <strong>en</strong> que el código más bárbaro que jamás se haya conocido fue puesto <strong>en</strong><br />

vigor <strong>por</strong> el tribunal más bárbaro que se hubiera visto hasta <strong>en</strong>tonces; día aquel <strong>en</strong> que nadie podía saludar<br />

a sus vecinos, ni a nadie se le permitía que hiciese oración [...] so p<strong>en</strong>a de incurrir <strong>en</strong> el peligro de cometer<br />

un crim<strong>en</strong> digno de muerte; <strong>en</strong> que los espías acechaban <strong>en</strong> cada esquina; <strong>en</strong> que <strong>la</strong> guillotina no cesaba<br />

<strong>en</strong> su tarea día tras día; <strong>en</strong> que <strong>la</strong>s cárceles estaban tan ll<strong>en</strong>as de presos que más parecían galeras de<br />

esc<strong>la</strong>vos; y <strong>en</strong> que <strong>la</strong>s acequias corrían al S<strong>en</strong>a llevando <strong>en</strong> sus raudales <strong>la</strong> sangre de <strong>la</strong>s víctimas [...].<br />

Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> París se llevaban cada día al suplicio carros repletos de s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ciados a muerte, los<br />

procónsules que eran <strong>en</strong>viados <strong>por</strong> el comité supremo a los departam<strong>en</strong>tos desplegaban tan espantosa<br />

crueldad que ni aun <strong>en</strong> <strong>la</strong> misma capital se veía cosa semejante. La cuchil<strong>la</strong> de <strong>la</strong> máquina infernal no<br />

daba abasto a <strong>la</strong> tarea de matar g<strong>en</strong>te. Largas fi<strong>la</strong>s de cautivos sucumbían bajo descargas graneadas de<br />

fusilería. Se abrían int<strong>en</strong>cionalm<strong>en</strong>te boquetes <strong>en</strong> <strong>la</strong>s barcazas sobrecargadas de cautivos. Lyon se había<br />

convertido <strong>en</strong> desierto. En Arrás ni aun se concedía a los presos <strong>la</strong> cruel misericordia de una muerte rápida.<br />

Por toda <strong>la</strong> ribera del Loira, río abajo desde Saumur al mar, se veían grandes bandadas de cuervos y<br />

mi<strong>la</strong>nos que devoraban los cadáveres desnudos que yacían unidos <strong>en</strong> abrazos horr<strong>en</strong>dos y repugnantes.<br />

No se hacía cuartel ni a sexo ni a edad. El número de muchachos y doncel<strong>la</strong>s m<strong>en</strong>ores de diecisiete años<br />

246

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!