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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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de canas. Nobles y campesinos, viejos y jóv<strong>en</strong>es, madres y niños, sucumbían juntos. La matanza siguió<br />

<strong>en</strong> Francia <strong>por</strong> espacio de dos meses. Perecieron <strong>en</strong> el<strong>la</strong> set<strong>en</strong>ta mil personas de <strong>la</strong> flor y nata de <strong>la</strong> nación.<br />

“Cuando <strong>la</strong> noticia de <strong>la</strong> matanza llegó a Roma, el regocijo del clero no tuvo límites. El card<strong>en</strong>al<br />

de Lor<strong>en</strong>a premió al m<strong>en</strong>sajero con mil duros; el cañón de San Angelo tronó <strong>en</strong> alegres salvas; se oyeron<br />

<strong>la</strong>s campanas de todas <strong>la</strong>s torres; innumerables fogatas convirtieron <strong>la</strong> noche <strong>en</strong> día; y Gregorio XIII<br />

acompañado de los card<strong>en</strong>ales y otros dignatarios eclesiásticos, se <strong>en</strong>caminó <strong>en</strong> <strong>la</strong>rga procesión hacia <strong>la</strong><br />

iglesia de San Luis, donde el card<strong>en</strong>al de Lor<strong>en</strong>a cantó el Te Deum [...]. Se acuñó una medal<strong>la</strong> para<br />

conmemorar <strong>la</strong> matanza, y aun pued<strong>en</strong> verse <strong>en</strong> el Vaticano tres frescos de Vasari, repres<strong>en</strong>tando <strong>la</strong><br />

agresión contra el almirante, al rey <strong>en</strong> el concilio maquínando <strong>la</strong> matanza, y <strong>la</strong> matanza misma. Gregorio<br />

<strong>en</strong>vió a Carlos <strong>la</strong> Rosa de Oro; y a los cuatro meses de <strong>la</strong> matanza, [...] escuchó comp<strong>la</strong>cido el sermón de<br />

un sacerdote francés, [...] que habló de ‘ese día tan ll<strong>en</strong>o de dicha y alegría, cuando el santísimo padre<br />

recibió <strong>la</strong> noticia y se <strong>en</strong>caminó hacia San Luis <strong>en</strong> solemne comitiva para dar gracias a Dios’” (H. <strong>White</strong>,<br />

The Massacre of St. Bartholomew, cap. 14).<br />

El mismo espíritu maestro que impulsó <strong>la</strong> matanza de San Bartolomé fue también el que dirigió<br />

<strong>la</strong>s esc<strong>en</strong>as de <strong>la</strong> Revolución. Jesucristo fue dec<strong>la</strong>rado impostor, y el grito de unión de los incrédulos<br />

franceses era: “Ap<strong>la</strong>stad al infame”, lo cual decían refiriéndose a Cristo. Las b<strong>la</strong>sfemias contra el cielo y<br />

<strong>la</strong>s iniquidades más abominables se daban <strong>la</strong> mano, y eran exaltados a los mejores puestos los hombres<br />

más degradados y los más <strong>en</strong>tregados al vicio y a <strong>la</strong> crueldad. En todo esto no se hacía más que tributar<br />

hom<strong>en</strong>aje supremo a Satanás, mi<strong>en</strong>tras que se crucificaba a Cristo <strong>en</strong> sus rasgos característicos de verdad,<br />

pureza y amor abnegado.<br />

“La bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y prevalecerá contra ellos y los matará”.<br />

El poder ateo que gobernó a Francia durante <strong>la</strong> Revolución y el reinado del terror, hizo a Dios y a <strong>la</strong> Biblia<br />

una guerra como nunca <strong>la</strong> pres<strong>en</strong>ciara el mundo. El culto de <strong>la</strong> Deidad fue abolido <strong>por</strong> <strong>la</strong> asamblea<br />

nacional. Se recogían Biblias para quemar<strong>la</strong>s <strong>en</strong> <strong>la</strong>s calles haci<strong>en</strong>do cuanta bur<strong>la</strong> de el<strong>la</strong>s se podía. La ley<br />

de Dios fue pisoteada; <strong>la</strong>s instituciones de <strong>la</strong> Biblia abolidas; el día del descanso semanal fue abandonado<br />

y <strong>en</strong> su lugar se consagraba un día de cada diez a <strong>la</strong> orgía y a <strong>la</strong> b<strong>la</strong>sfemia. El bautismo y <strong>la</strong> comunión<br />

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