30.08.2016 Views

America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

misericordia de Dios. Cuando <strong>la</strong> ira de <strong>la</strong>s turbas rugía contra él y parecía no haber ya modo de escapar,<br />

un ángel <strong>en</strong> forma de hombre se le ponía al <strong>la</strong>do, <strong>la</strong> turba retrocedía, y el siervo de Cristo salía ileso del<br />

lugar peligroso.<br />

Hab<strong>la</strong>ndo él de cómo se salvó de uno de estos <strong>la</strong>nces dijo: “Muchos trataron de derribarme<br />

mi<strong>en</strong>tras desc<strong>en</strong>díamos de una montaña <strong>por</strong> una s<strong>en</strong>da resbalosa que conducía a <strong>la</strong> ciudad, <strong>por</strong>que<br />

suponían, y con razón, que una vez caído allí me hubiera sido muy difícil levantarme. Pero no tropecé ni<br />

una vez, ni resbalé <strong>en</strong> <strong>la</strong> p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te, hasta lograr ponerme fuera de sus manos [...]. Muchos quisieron<br />

sujetarme <strong>por</strong> el cuello o tirarme de los faldones para hacerme caer, pero no lo pudieron, si bi<strong>en</strong> hubo uno<br />

que alcanzó a asirse de uno de los faldones de mi chaleco, el cual se le quedó <strong>en</strong> <strong>la</strong> mano, mi<strong>en</strong>tras que el<br />

otro faldón, <strong>en</strong> cuyo bolsillo guardaba yo un billete de banco, no fue desgarrado más que a medias [...].<br />

Un sujeto fornido que v<strong>en</strong>ía detrás de mí me dirigió repetidos golpes con un garrote de <strong>en</strong>cina. Si hubiera<br />

logrado pegarme una so<strong>la</strong> vez <strong>en</strong> <strong>la</strong> nuca, se habría ahorrado otros esfuerzos. Pero siempre se le desviaba<br />

el golpe, y no puedo explicar el <strong>por</strong>qué, pues me era imposible moverme hacia <strong>la</strong> derecha ni hacia <strong>la</strong><br />

izquierda [...]. Otro vino corri<strong>en</strong>do <strong>en</strong>tre el tumulto y levantó el brazo para descargar un golpe sobre mí,<br />

se detuvo de pronto y solo me acarició <strong>la</strong> cabeza, dici<strong>en</strong>do: ‘¡Qué cabello tan suave ti<strong>en</strong>e!’ [...]”<br />

Los primeros que se convirtieron fueron los héroes del pueblo, los que <strong>en</strong> todas <strong>la</strong>s ocasiones<br />

capitanean a <strong>la</strong> canal<strong>la</strong>, uno de los cuales había ganado un premio peleando <strong>en</strong> el patio de los osos [...].<br />

“¡Cuán suave y gradualm<strong>en</strong>te nos prepara Dios para hacer su voluntad! Dos años ha, pasó rozándome el<br />

hombro un pedazo de <strong>la</strong>drillo. Un año después recibí una pedrada <strong>en</strong> <strong>la</strong> fr<strong>en</strong>te. Hace un mes que me<br />

asestaron un golpe y hoy <strong>por</strong> <strong>la</strong> tarde, dos; uno antes de que <strong>en</strong>trara <strong>en</strong> el pueblo y otro después de haber<br />

salido de él; pero fue como si no me hubieran tocado; pues si bi<strong>en</strong> un desconocido me dio un golpe <strong>en</strong> el<br />

pecho con todas sus fuerzas y el otro <strong>en</strong> <strong>la</strong> boca con tanta furia que <strong>la</strong> sangre brotó inmediatam<strong>en</strong>te, no<br />

s<strong>en</strong>tí más dolor que si me hubieran dado con una paja”. John Wesley, Works 3:297, 298.<br />

Los metodistas de aquellos días—tanto el pueblo como los predicadores—eran b<strong>la</strong>nco de escarnios<br />

y persecuciones, tanto <strong>por</strong> parte de los miembros de <strong>la</strong> iglesia establecida como de g<strong>en</strong>te irreligiosa<br />

excitada <strong>por</strong> <strong>la</strong>s calumnias inv<strong>en</strong>tadas <strong>por</strong> esos miembros. Se les arrastraba ante los tribunales de justicia,<br />

que lo eran solo de nombre, pues <strong>la</strong> justicia <strong>en</strong> aquellos días era rara <strong>en</strong> <strong>la</strong>s cortes. Con frecu<strong>en</strong>cia eran<br />

225

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!