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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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Sin embargo los crey<strong>en</strong>tes habían sido tan discretos, que ninguno de los familiares de <strong>la</strong> Inquisición podía<br />

ni siquiera fijar el paradero de ellos.<br />

Fue <strong>en</strong>tonces cuando una serie de circunstancias llevó al descubrimi<strong>en</strong>to de los c<strong>en</strong>tros del<br />

movimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> España, y de muchos crey<strong>en</strong>tes. En 1556 Juan Pérez, que vivía a <strong>la</strong> sazón <strong>en</strong> Ginebra,<br />

terminó su versión castel<strong>la</strong>na del Nuevo Testam<strong>en</strong>to. Esta edición, junto con ejemp<strong>la</strong>res del catecismo<br />

español que preparó el año sigui<strong>en</strong>te y con una traducción de los Salmos, deseaba mandar<strong>la</strong> a España,<br />

pero durante algún tiempo le fué imposible <strong>en</strong>contrar a nadie que estuviese dispuesto a acometer tan<br />

arriesgada empresa. Finalm<strong>en</strong>te, Julián Hernández, el fiel col<strong>por</strong>tor, se ofreció a hacer <strong>la</strong> prueba.<br />

Colocando los libros d<strong>en</strong>tro de dos grandes barriles, logró bur<strong>la</strong>r los esbirros de <strong>la</strong> Inquisición y llegó a<br />

Sevil<strong>la</strong>, desde donde se distribuyeron rápidam<strong>en</strong>te los preciosos volúm<strong>en</strong>es. Esta edición del Nuevo<br />

Testam<strong>en</strong>to fue <strong>la</strong> primera versión protestante que alcanzara circu<strong>la</strong>ción bastante grande <strong>en</strong> España.<br />

“Durante su viaje, Hernández había dado un ejemp<strong>la</strong>r del Nuevo Testam<strong>en</strong>to a un herrero <strong>en</strong><br />

F<strong>la</strong>ndes. El herrero <strong>en</strong>señó el libro a un cura que obtuvo del donante una descripción de <strong>la</strong> persona que se<br />

lo había dado a él, y <strong>la</strong> transmitió inmediatam<strong>en</strong>te a los inquisidores de España. Merced a estas señas, los<br />

esbirros inquisitoriales “le acecharon a su regreso y le pr<strong>en</strong>dieron cerca de <strong>la</strong> ciudad de Palma”. Le<br />

volvieron a conducir a Sevil<strong>la</strong>, y le <strong>en</strong>cerraron <strong>en</strong>tre los muros de <strong>la</strong> Inquisición, donde durante más de<br />

dos años se hizo cuanto fue posible para inducirle a que de<strong>la</strong>tara a sus amigos, pero sin resultado alguno.<br />

Fiel hasta el fin, sufrió vali<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te el martirio de <strong>la</strong> hoguera, gozoso de haber sido honrado con el<br />

privilegio de “introducir <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> verdad divina <strong>en</strong> su descarriado país, “y seguro de que el día del juicio<br />

final, al comparecer ante su Hacedor, oiría <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de aprobación divina que le permitirían vivir para<br />

siempre con su Señor. No obstante, aunque desafortunados <strong>en</strong> sus esfuerzos para conseguir de Hernández<br />

datos que llevaran al descubrimi<strong>en</strong>to de los amigos de este, “al fin llegaron los inquisidores a conocer el<br />

secreto que tanto deseaban saber” (M’Crie, cap. 7). Por aquel <strong>en</strong>tonces, uno de sus ag<strong>en</strong>tes secretos<br />

consiguió informes análogos refer<strong>en</strong>tes a <strong>la</strong> iglesia de Val<strong>la</strong>dolid.<br />

Inmediatam<strong>en</strong>te los que estaban a cargo de <strong>la</strong> Inquisición <strong>en</strong> España “despacharon m<strong>en</strong>sajeros a<br />

los difer<strong>en</strong>tes tribunales inquisitoriales del reino, ord<strong>en</strong>ándoles que hicieran investigaciones con el mayor<br />

sigilo <strong>en</strong> sus respectivas jurisdicciones, y que estuvieran listos para proceder <strong>en</strong> común tan pronto como<br />

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