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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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París, adorando <strong>en</strong> sus altares y adornando con ofr<strong>en</strong>das los santos relicarios. Pero estas observancias no<br />

podían infundir paz a su alma. Todos los actos de p<strong>en</strong>it<strong>en</strong>cia que practicaba no podían borrar <strong>la</strong> profunda<br />

convicción de pecado que pesaba sobre él. Oyó como una voz del cielo <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras del reformador: “La<br />

salvación es <strong>por</strong> gracia”. “El Inoc<strong>en</strong>te es cond<strong>en</strong>ado, y el culpable queda libre”. “Es únicam<strong>en</strong>te <strong>la</strong> cruz<br />

de Cristo <strong>la</strong> que abre <strong>la</strong>s puertas del cielo, y <strong>la</strong> que cierra <strong>la</strong>s del infierno” (ibíd.).<br />

Farel aceptó gozoso <strong>la</strong> verdad. Por medio de una conversión parecida a <strong>la</strong> de Pablo, salió de <strong>la</strong><br />

esc<strong>la</strong>vitud de <strong>la</strong> tradición y llegó a <strong>la</strong> libertad de los hijos de Dios. “En vez del sanguinario corazón de<br />

lobo hambri<strong>en</strong>to”, tuvo, al convertirse, dice él, “<strong>la</strong> mansedumbre de un humilde e inof<strong>en</strong>sivo cordero, libre<br />

ya el corazón de toda influ<strong>en</strong>cia papista, y <strong>en</strong>tregado a Jesucristo” (D’Aubigné, lib. 12, cap. 3). Entretanto<br />

que Lefevre continuaba esparci<strong>en</strong>do <strong>en</strong>tre los estudiantes <strong>la</strong> luz divina, Farel, tan celoso <strong>en</strong> <strong>la</strong> causa de<br />

Cristo como lo había sido <strong>en</strong> <strong>la</strong> del papa, se dispuso a predicar <strong>la</strong> verdad <strong>en</strong> público. Un dignatario de <strong>la</strong><br />

iglesia, el obispo de Meaux, no tardó <strong>en</strong> unirse con ellos. Otros maestros que descol<strong>la</strong>ban <strong>por</strong> su capacidad<br />

y tal<strong>en</strong>to, se adhirieron a su propagación del evangelio, y este ganó adher<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>tre todas <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses<br />

sociales, desde los humildes hogares de los artesanos y campesinos hasta el mismo pa<strong>la</strong>cio del rey. La<br />

hermana de Francisco I, que era <strong>en</strong>tonces el monarca reinante, abrazó <strong>la</strong> fe reformada. El mismo rey y <strong>la</strong><br />

reina madre parecieron <strong>por</strong> algún tiempo considerar<strong>la</strong> con simpatía, y los reformadores miraban con<br />

esperanza hacia lo <strong>por</strong>v<strong>en</strong>ir y veían ya a Francia ganada para el evangelio.<br />

Pero sus esperanzas no iban a realizarse. Pruebas y persecuciones aguardaban a los discípulos de<br />

Cristo, si bi<strong>en</strong> <strong>la</strong> misericordia divina se <strong>la</strong>s ocultaba, pues hubo un período de paz muy o<strong>por</strong>tuno para<br />

permitirles acopiar fuerzas para hacer fr<strong>en</strong>te a <strong>la</strong>s tempestades, y <strong>la</strong> Reforma se ext<strong>en</strong>dió con rapidez. El<br />

obispo de Meaux trabajó con empeño <strong>en</strong> su propia diócesis para instruir tanto a los sacerdotes como al<br />

pueblo. Los curas inmorales e ignorantes fueron removidos de sus puestos, y <strong>en</strong> cuanto fue posible,se los<br />

reemp<strong>la</strong>zó <strong>por</strong> hombres instruidos y piadosos. El obispo se afanaba <strong>por</strong>que su pueblo tuviera libre acceso<br />

a <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios y esto pronto se verificó. Lefevre se <strong>en</strong>cargó de traducir el Nuevo Testam<strong>en</strong>to y al<br />

mismo tiempo que <strong>la</strong> Biblia alemana de Lutero salía de <strong>la</strong> impr<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> Witt<strong>en</strong>berg, el Nuevo Testam<strong>en</strong>to<br />

francés se publicaba <strong>en</strong> Meaux. El obispo no omitió esfuerzo ni gasto alguno para hacerlo circu<strong>la</strong>r <strong>en</strong>tre<br />

sus feligreses, y muy pronto el pueblo de Meaux se vio <strong>en</strong> posesión de <strong>la</strong>s Santas Escrituras.<br />

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