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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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Gryneo’”. Durante el día, Gryneo se había escandalizado al oír un sermón de Faber, emin<strong>en</strong>te doctor<br />

papista, y al fin de él le reconvino <strong>por</strong> haber def<strong>en</strong>dido “ciertos errores detestables”. ‘Faber disimuló su<br />

<strong>en</strong>ojo, pero inmediatam<strong>en</strong>te se dirigió al rey y obtuvo de él una ord<strong>en</strong> de arresto contra el im<strong>por</strong>tuno<br />

profesor de Heidelberg. A Me<strong>la</strong>nchton no le cabía duda de que Dios había salvado a su amigo <strong>en</strong>viando<br />

a uno de los santos ángeles para avisarle del peligro.<br />

Me<strong>la</strong>nchton permaneció <strong>en</strong> <strong>la</strong> ribera del río hasta que <strong>la</strong>s aguas mediaran <strong>en</strong>tre su amado amigo y<br />

aquellos que le buscaban para quitarle <strong>la</strong> vida. Así que le vio a salvo, <strong>en</strong> <strong>la</strong> ribera opuesta, exc<strong>la</strong>mó: ‘Ya<br />

está fuera del alcance de <strong>la</strong>s garras de los que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> sed de sangre inoc<strong>en</strong>te’. De regreso <strong>en</strong> su casa, se le<br />

dijo a Me<strong>la</strong>nchton que unos emisarios habían estado buscando a Gryneo y registrándolo todo de arriba<br />

abajo” (ibíd.).<br />

La Reforma debía alcanzar mayor preemin<strong>en</strong>cia ante los poderosos de <strong>la</strong> tierra. El rey Fernando<br />

se había negado a oír a los príncipes evangélicos, pero iban a t<strong>en</strong>er estos <strong>la</strong> o<strong>por</strong>tunidad de pres<strong>en</strong>tar su<br />

causa ante el emperador y ante <strong>la</strong> asamblea de los dignatarios del estado y de <strong>la</strong> iglesia. Para calmar <strong>la</strong>s<br />

dis<strong>en</strong>siones que perturbaban al imperio, Carlos V, un año después de <strong>la</strong> protesta de Spira, convocó una<br />

dieta <strong>en</strong> Augsburgo, manifestando que él mismo <strong>la</strong> presidiría <strong>en</strong> persona. Y a el<strong>la</strong> fueron convocados los<br />

jefes de <strong>la</strong> causa protestante.<br />

Grandes peligros am<strong>en</strong>azaban a <strong>la</strong> Reforma; pero sus def<strong>en</strong>sores confiaron su causa a Dios, y se<br />

comprometieron a permanecer firmes y fieles al evangelio. Los consejeros del elector de Sajonia le<br />

instaron a que no compareciera ante <strong>la</strong> dieta. Decían ellos que el emperador pedía <strong>la</strong> pres<strong>en</strong>cia de los<br />

príncipes para atraerlos a una trampa. “¿No era arriesgarlo todo, eso de <strong>en</strong>cerrarse d<strong>en</strong>tro de los muros de<br />

una ciudad, a merced de un poderoso <strong>en</strong>emigo?” Otros <strong>en</strong> cambio decían: “Si los príncipes se <strong>por</strong>tan con<br />

valor, <strong>la</strong> causa de Dios está salvada”. “Fiel es Dios y nunca nos abandonará”, decía Lutero (ibíd., lib. 14,<br />

cap. 2). El elector y su comitiva se <strong>en</strong>caminaron a Augsburgo. Todos conocían el peligro que les<br />

am<strong>en</strong>azaba, y muchos seguían ade<strong>la</strong>nte con triste semb<strong>la</strong>nte y corazón turbado. Pero Lutero, que los<br />

acompañara hasta Coburgo, reanimó su débil fe cantando el himno escrito <strong>en</strong> el curso de aquel viaje:<br />

“Castillo fuerte es nuestro Dios”. Muchos lúgubres pres<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos se desvanecieron y muchos corazones<br />

apesadumbrados sintieron alivio, al oír <strong>la</strong>s inspiradas estrofas.<br />

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