30.08.2016 Views

America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

de <strong>la</strong> persuasión, pues sabía muy bi<strong>en</strong> que emplear <strong>la</strong> fuerza contra semejantes hombres no t<strong>en</strong>dría otro<br />

resultado que confirmarlos más <strong>en</strong> sus resoluciones. “Suplicó a los príncipes que aceptas<strong>en</strong> el decreto,<br />

asegurándoles que este acto ll<strong>en</strong>aría de regocijo al emperador”. Pero estos hombres leales reconocían una<br />

autoridad superior a todos los gobernantes de <strong>la</strong> tierra, y contestaron con toda calma: “Nosotros<br />

obedeceremos al emperador <strong>en</strong> todo aquello que contribuya a mant<strong>en</strong>er <strong>la</strong> paz y <strong>la</strong> gloria de Dios” (ibíd.).<br />

Finalm<strong>en</strong>te manifestó el rey al elector y a sus amigos <strong>en</strong> pres<strong>en</strong>cia de <strong>la</strong> dieta que el edicto “iba a<br />

ser promulgado como decreto imperial”, y que “lo único que les quedaba era someterse a <strong>la</strong> decisión de<br />

<strong>la</strong> mayoría”. Y habiéndose expresado así, salió de <strong>la</strong> asamblea, sin dar o<strong>por</strong>tunidad a los reformadores<br />

para discutir o replicar. “En vano estos le mandaron m<strong>en</strong>sajeros para instarle a que volviera”. A <strong>la</strong>s<br />

súplicas de ellos, solo contestó: “Es asunto concluido; no queda más que <strong>la</strong> sumisión” (ibíd.).<br />

El partido imperial estaba conv<strong>en</strong>cido de que los príncipes cristianos se aferrarían a <strong>la</strong>s Santas<br />

Escrituras como a algo superior a <strong>la</strong>s doctrinas y a los mandatos de los hombres; sabía también que allí<br />

donde se adoptara esta actitud, el papado sería finalm<strong>en</strong>te derrotado. Pero, como lo han hecho mil<strong>la</strong>res<br />

desde <strong>en</strong>tonces, mirando “<strong>la</strong>s cosas que se v<strong>en</strong>”, se lisonjeó de que <strong>la</strong> causa del emperador y del papa<br />

quedaba firme, y muy débil <strong>la</strong> de los reformadores. Si estos solo hubieran dep<strong>en</strong>dido del auxilio humano,<br />

habrían resultado tan impot<strong>en</strong>tes como los suponían los papistas. Pero aunque débiles <strong>en</strong> número, y <strong>en</strong><br />

desacuerdo con Roma, t<strong>en</strong>ían fuerza. Ape<strong>la</strong>ban “de <strong>la</strong>s decisiones de <strong>la</strong> dieta a <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios, y del<br />

emperador Carlos a Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores” (ibíd., cap. 6).<br />

Como Fernando se negara a t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>la</strong>s convicciones de los príncipes, decidieron estos no<br />

hacer caso de su aus<strong>en</strong>cia, sino pres<strong>en</strong>tar sin demora su protesta ante el concilio nacional. Formu<strong>la</strong>ron <strong>en</strong><br />

consecu<strong>en</strong>cia <strong>la</strong> sigui<strong>en</strong>te dec<strong>la</strong>ración que fue pres<strong>en</strong>tada a <strong>la</strong> dieta: “Protestamos <strong>por</strong> medio de este<br />

manifiesto, ante Dios, nuestro único Creador, Conservador, Red<strong>en</strong>tor y Salvador, y que un día será nuestro<br />

Juez, como también ante todos los hombres y todas <strong>la</strong>s criaturas, y hacemos pres<strong>en</strong>te, que nosotros, <strong>en</strong><br />

nuestro nombre, y <strong>por</strong> nuestro pueblo, no daremos nuestro cons<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to ni nuestra adhesión de manera<br />

alguna al propuesto decreto, <strong>en</strong> todo aquello que sea contrario a Dios, a su santa Pa<strong>la</strong>bra, a los derechos<br />

de nuestra conci<strong>en</strong>cia, y a <strong>la</strong> salvación de nuestras almas”.<br />

158

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!