30.08.2016 Views

America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Si se aplicaba este edicto, “<strong>la</strong> Reforma no podría ext<strong>en</strong>derse [...] <strong>en</strong> los puntos adonde no había llegado<br />

todavía, ni podría siquiera afirmarse [...] <strong>en</strong> los países <strong>en</strong> que se había ext<strong>en</strong>dido” (ibíd.). Quedaría<br />

suprimida <strong>la</strong> libertad de pa<strong>la</strong>bra y no se tolerarían más conversiones. Y se exigía a los amigos de <strong>la</strong><br />

Reforma que se sometieran inmediatam<strong>en</strong>te a estas restricciones y prohibiciones. Las esperanzas del<br />

mundo parecían estar a punto de extinguirse. “El restablecimi<strong>en</strong>to de <strong>la</strong> jerarquía papal [...] volvería a<br />

despertar inevitablem<strong>en</strong>te los antiguos abusos”, y sería fácil hal<strong>la</strong>r ocasión de “acabar con una obra que<br />

ya había sido atacada tan viol<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te” <strong>por</strong> el fanatismo y <strong>la</strong> dis<strong>en</strong>sión (ibíd).<br />

Cuando el partido evangélico se reunió para confer<strong>en</strong>ciar, los miembros se miraban unos a otros<br />

con manifiesto desali<strong>en</strong>to. Todos se preguntaban unos a otros: “¿Qué hacer?” Estaban <strong>en</strong> juego grandes<br />

consecu<strong>en</strong>cias para el <strong>por</strong>v<strong>en</strong>ir del mundo. “¿Debían someterse los jefes de <strong>la</strong> Reforma y acatar el edicto?<br />

¡Cuán fácil hubiera sido para los reformadores <strong>en</strong> aquel<strong>la</strong> hora, angustiosa <strong>en</strong> extremo, tomar <strong>por</strong> un<br />

s<strong>en</strong>dero errado! ¡Cuántos excel<strong>en</strong>tes pretextos y hermosas razones no hubieran podido alegar para<br />

pres<strong>en</strong>tar como necesaria <strong>la</strong> sumisión! A los príncipes luteranos se les garantizaba el libre ejercicio de su<br />

culto. El mismo favor se hacía ext<strong>en</strong>sivo a sus súbditos que con anterioridad al edicto hubies<strong>en</strong> abrazado<br />

<strong>la</strong> fe reformada. ¿No podían cont<strong>en</strong>tarse con esto? ¡De cuántos peligros no les libraría su sumisión! ¡A<br />

cuántos sinsabores y conflictos no les iba a exponer su oposición! ¿Quién sabía qué o<strong>por</strong>tunidades no les<br />

traería el <strong>por</strong>v<strong>en</strong>ir? Abracemos <strong>la</strong> paz; aceptemos el ramo de olivo que nos brinda Roma, y restañemos<br />

<strong>la</strong>s heridas de Alemania. Con argum<strong>en</strong>tos como estos hubieran podido los reformadores cohonestar su<br />

sumisión y <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>dero que infaliblem<strong>en</strong>te y <strong>en</strong> tiempo no lejano, hubiera dado al traste con <strong>la</strong><br />

Reforma.<br />

“Afortunadam<strong>en</strong>te, consideraron el principio sobre el cual estaba basado el acuerdo, y obraron <strong>por</strong><br />

fe. ¿Cuál era ese principio? Era el derecho de Roma de coartar <strong>la</strong> libertad de conci<strong>en</strong>cia y prohibir <strong>la</strong> libre<br />

investigación. Pero, ¿no había quedado estipu<strong>la</strong>do que ellos y sus súbditos protestantes gozarían libertad<br />

religiosa? Sí, pero como un favor, consignado <strong>en</strong> el acuerdo, y no como un derecho. En cuanto a aquellos<br />

a qui<strong>en</strong>es no alcanzaba <strong>la</strong> disposición, los había de regir el gran principio de autoridad; <strong>la</strong> conci<strong>en</strong>cia no<br />

contaba para nada; Roma era el juez infalible a qui<strong>en</strong> habría que obedecer. Aceptar semejante conv<strong>en</strong>io<br />

hubiera equivalido a admitir que <strong>la</strong> libertad religiosa debía limitarse a <strong>la</strong> Sajonia reformada; y <strong>en</strong> el resto<br />

156

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!