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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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<strong>en</strong> que Hus, seña<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong>s cad<strong>en</strong>as que le aherrojaban, le recordó al monarca su pa<strong>la</strong>bra que había sido<br />

quebrantada, y contestó: “Yo no quiero sonrojarme como Segismundo”. L<strong>en</strong>fant 1:422.<br />

Carlos empero había rechazado deliberadam<strong>en</strong>te <strong>la</strong>s verdades expuestas <strong>por</strong> Lutero. El emperador<br />

había dec<strong>la</strong>rado: “Estoy firmem<strong>en</strong>te resuelto a seguir el ejemplo de mis antepasados” (D’Aubigné, lib. 7,<br />

cap. 9). Estaba decidido a no salirse del s<strong>en</strong>dero de <strong>la</strong> costumbre, ni siquiera para ir <strong>por</strong> el camino de <strong>la</strong><br />

verdad y de <strong>la</strong> rectitud. Por <strong>la</strong> razón de que sus padres lo habían sost<strong>en</strong>ido, él también sost<strong>en</strong>dría al papado<br />

y toda su crueldad y corrupción. De modo que se dispuso a no aceptar más luz que <strong>la</strong> que habían recibido<br />

sus padres y a no hacer cosa que ellos no hubies<strong>en</strong> hecho.<br />

Son muchos los que <strong>en</strong> <strong>la</strong> actualidad se aferran a <strong>la</strong>s costumbres y tradiciones de sus padres.<br />

Cuando el Señor les <strong>en</strong>vía alguna nueva luz se niegan a aceptar<strong>la</strong> <strong>por</strong>que sus padres, no habiéndo<strong>la</strong><br />

conocido, no <strong>la</strong> recibieron. No estamos <strong>en</strong> <strong>la</strong> misma situación que nuestros padres, y <strong>por</strong> consigui<strong>en</strong>te<br />

nuestros deberes y responsabilidades no son los mismos tampoco. No nos aprobará Dios si miramos el<br />

ejemplo de nuestros padres para determinar lo que es nuestro deber, <strong>en</strong> vez de escudriñar <strong>la</strong> Biblia <strong>por</strong><br />

nosotros mismos. Nuestra responsabilidad es más grande que <strong>la</strong> de nuestros antepasados. Somos deudores<br />

<strong>por</strong> <strong>la</strong> luz que recibieron ellos y que nos <strong>en</strong>tregaron como her<strong>en</strong>cia, y deudores <strong>por</strong> <strong>la</strong> mayor luz que nos<br />

alumbra hoy proced<strong>en</strong>te de <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios.<br />

Cristo dijo a los incrédulos judíos: “Si yo no hubiera v<strong>en</strong>ido y les hubiera hab<strong>la</strong>do, no hubieran<br />

t<strong>en</strong>ido pecado; mas ahora no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> excusa <strong>por</strong> su pecado”. Juan 15:22 (VM). El mismo poder divino<br />

habló <strong>por</strong> boca de Lutero al emperador y a los príncipes de Alemania. Y mi<strong>en</strong>tras <strong>la</strong> luz resp<strong>la</strong>ndecía<br />

proced<strong>en</strong>te de <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios, su Espíritu alegó <strong>por</strong> última vez con muchos de los que se hal<strong>la</strong>ban <strong>en</strong><br />

aquel<strong>la</strong> asamblea. Así como Pi<strong>la</strong>to, siglos antes, permitiera que el orgullo y <strong>la</strong> popu<strong>la</strong>ridad le cerraran el<br />

corazón para que no recibiera al Red<strong>en</strong>tor del mundo; y así como el cobarde Félix rechazara el m<strong>en</strong>saje<br />

de verdad, dici<strong>en</strong>do: “Ahora vete; mas <strong>en</strong> t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do o<strong>por</strong>tunidad te l<strong>la</strong>maré”, y así como el orgulloso Agripa<br />

confesara: “Por poco me persuades a ser cristiano” (Hechos 24:25; 26:28), pero rechazó el m<strong>en</strong>saje que<br />

le era <strong>en</strong>viado del cielo, así también Carlos V, cedi<strong>en</strong>do a <strong>la</strong>s instancias del orgullo y de <strong>la</strong> política del<br />

mundo, decidió rechazar <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> verdad.<br />

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