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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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al vilip<strong>en</strong>dio de los impíos, y derramemos nuestra sangre <strong>por</strong> él, para que no triunf<strong>en</strong>. ¿Será acaso mi vida<br />

o mi muerte <strong>la</strong> que más contribuirá a <strong>la</strong> salvación de todos? [...] Esperadlo todo de mí, m<strong>en</strong>os <strong>la</strong> fuga y <strong>la</strong><br />

retractación. Huir, no puedo; y retractarme, mucho m<strong>en</strong>os” (ibíd., lib. 7, cap. 1).<br />

La noticia de que Lutero comparecería ante <strong>la</strong> dieta circuló <strong>en</strong> Worms y despertó una agitación<br />

g<strong>en</strong>eral. Aleandro a qui<strong>en</strong>, como legado del papa, se le había confiado el asunto de una manera especial,<br />

se a<strong>la</strong>rmó y <strong>en</strong>fureció. Preveía que el resultado sería desastroso para <strong>la</strong> causa del papado. Hacer<br />

investigaciones <strong>en</strong> un caso sobre el cual el papa había dictado ya s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia cond<strong>en</strong>atoria, era tanto como<br />

discutir <strong>la</strong> autoridad del soberano pontífice. Además de esto, temía que los elocu<strong>en</strong>tes y poderosos<br />

argum<strong>en</strong>tos de este hombre apartas<strong>en</strong> de <strong>la</strong> causa del papa a muchos de los príncipes. En consecu<strong>en</strong>cia,<br />

insistió mucho cerca de Carlos <strong>en</strong> que Lutero no compareciese <strong>en</strong> Worms. Por este mismo tiempo se<br />

publicó <strong>la</strong> bu<strong>la</strong> de excomunión contra Lutero, y esto, unido a <strong>la</strong>s gestiones del legado, hizo ceder al<br />

emperador, qui<strong>en</strong> escribió al elector diciéndole que si Lutero no quería retractarse debía quedarse <strong>en</strong><br />

Witt<strong>en</strong>berg.<br />

No bastaba este triunfo para Aleandro, el cual siguió intrigando para conseguir también <strong>la</strong><br />

cond<strong>en</strong>ación de Lutero. Con una t<strong>en</strong>acidad digna de mejor causa, insistía <strong>en</strong> pres<strong>en</strong>tar al reformador a los<br />

príncipes, a los pre<strong>la</strong>dos y a varios miembros de <strong>la</strong> dieta, “como sedicioso, rebelde, impío y b<strong>la</strong>sfemo”.<br />

Pero <strong>la</strong> vehem<strong>en</strong>cia y <strong>la</strong> pasión de que daba pruebas el legado reve<strong>la</strong>ban a <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ras el espíritu de que<br />

estaba animado. “Es <strong>la</strong> ira y el deseo de v<strong>en</strong>ganza lo que le excita—decían—, y no el celo y <strong>la</strong> piedad”<br />

(ibíd.). La mayoría de los miembros de <strong>la</strong> dieta estaban más dispuestos que nunca a ver con b<strong>en</strong>evol<strong>en</strong>cia<br />

<strong>la</strong> causa del reformador y a inclinarse <strong>en</strong> su favor.<br />

Con redob<strong>la</strong>do celo insistió Aleandro cerca del emperador para que cumpliese su deber de ejecutar<br />

los edictos papales. Esto empero, según <strong>la</strong>s leyes de Alemania, no podía hacerse sin el cons<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de<br />

los príncipes, y Carlos V, no pudi<strong>en</strong>do resistir a <strong>la</strong>s instancias del nuncio, le concedió que llevara el caso<br />

ante <strong>la</strong> dieta. “Fue este un día de orgullo para el nuncio. La asamblea era grande y el negocio era aún<br />

mayor. Aleandro iba a alegar <strong>en</strong> favor de Roma, [...] madre y señora de todas <strong>la</strong>s iglesias”. Iba a def<strong>en</strong>der<br />

al primado de San Pedro ante los principados de <strong>la</strong> cristiandad. “T<strong>en</strong>ía el don de <strong>la</strong> elocu<strong>en</strong>cia, y esta vez<br />

se elevó a <strong>la</strong> altura de <strong>la</strong> situación. Quiso <strong>la</strong> Provid<strong>en</strong>cia que ante el tribunal más augusto Roma fuese<br />

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