30.08.2016 Views

America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

probaban que estaban <strong>en</strong> contradicción con <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios. También había expresado su gratitud al<br />

Señor <strong>por</strong> haberle t<strong>en</strong>ido <strong>por</strong> digno de sufrir <strong>por</strong> tan sagrada causa.<br />

El elector t<strong>en</strong>ía escasos conocimi<strong>en</strong>tos de <strong>la</strong>s doctrinas reformadas, pero le impresionaban<br />

profundam<strong>en</strong>te el candor, <strong>la</strong> fuerza y <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ridad de <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de Lutero; y Federico resolvió protegerle<br />

mi<strong>en</strong>tras no le demostras<strong>en</strong> que el reformador estaba <strong>en</strong> error. Contestando <strong>la</strong>s peticiones del pre<strong>la</strong>do,<br />

dijo: “‘En vista de que el doctor Martín Lutero compareció a vuestra pres<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> Augsburgo, debéis estar<br />

satisfecho. No esperábamos que, sin haberlo conv<strong>en</strong>cido, pret<strong>en</strong>dieseis obligarlo a retractarse. Ninguno<br />

de los sabios que se hal<strong>la</strong>n <strong>en</strong> nuestros principados, nos ha dicho que <strong>la</strong> doctrina de Martín fuese impía,<br />

anticristiana y herética’. Y el príncipe rehusó <strong>en</strong>viar a Lutero a Roma y arrojarle de sus estados” (ibíd.,<br />

cap. 10).<br />

El elector notaba un decaimi<strong>en</strong>to g<strong>en</strong>eral <strong>en</strong> el estado moral de <strong>la</strong> sociedad. Se necesitaba una<br />

grande obra de reforma. Las disposiciones tan complicadas y costosas requeridas para refr<strong>en</strong>ar y castigar<br />

los delitos estarían de más si los hombres reconocieran y acataran los mandatos de Dios y los dictados de<br />

una conci<strong>en</strong>cia iluminada. Vio que los trabajos de Lutero t<strong>en</strong>dían a este fin y se regocijó secretam<strong>en</strong>te de<br />

que una influ<strong>en</strong>cia mejor se hiciese s<strong>en</strong>tir <strong>en</strong> <strong>la</strong> iglesia. Vio asimismo que como profesor de <strong>la</strong> universidad<br />

Lutero t<strong>en</strong>ía mucho éxito. Solo había transcurrido un año desde que el reformador fijara sus tesis <strong>en</strong> <strong>la</strong><br />

iglesia del castillo, y ya se notaba una disminución muy grande <strong>en</strong> el número de peregrinos que concurrían<br />

allí <strong>en</strong> <strong>la</strong> fiesta de todos los santos. Roma estaba perdi<strong>en</strong>do adoradores y ofr<strong>en</strong>das; pero al mismo tiempo<br />

había otros que se <strong>en</strong>caminaban a Witt<strong>en</strong>berg; no como peregrinos que iban a adorar reliquias, sino como<br />

estudiantes que invadían <strong>la</strong>s escue<strong>la</strong>s para instruirse. Los escritos de Lutero habían despertado <strong>en</strong> todas<br />

partes nuevo interés <strong>por</strong> el conocimi<strong>en</strong>to de <strong>la</strong>s Sagradas Escrituras, y no solo de todas partes de Alemania<br />

sino que hasta de otros países acudían estudiantes a <strong>la</strong>s au<strong>la</strong>s de <strong>la</strong> universidad. Había jóv<strong>en</strong>es que, al ver<br />

a Witt<strong>en</strong>berg <strong>por</strong> vez primera, “levantaban [...] sus manos al cielo, y a<strong>la</strong>baban a Dios, <strong>por</strong>que hacía bril<strong>la</strong>r<br />

<strong>en</strong> aquel<strong>la</strong> ciudad, como <strong>en</strong> otro tiempo <strong>en</strong> Sión, <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> verdad, y <strong>la</strong> <strong>en</strong>viaba hasta a los países más<br />

remotos” (ibíd).<br />

Lutero no estaba aún convertido del todo de los errores del romanismo. Pero cuando comparaba<br />

los Sagrados Oráculos con los decretos y <strong>la</strong>s constituciones papales, se maravil<strong>la</strong>ba. “Leo— escribió—<br />

106

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!