RevistaDestiempos N ° 49
Revista de divulgación académica y cultural
índice de artículos y reseñas
LA CONSTRUCCIÓN DE EL PRÍNCIPE CONSTANTE A
TRAVÉS DE SUS DIDASCALIAS Kahira Itzel Gordillo Plancarte
SENS-YEMAYÁ
Gabino Rocha Pérez
DERIVAS ANTIPOÉTICAS
(La antipoesía en la era digital)
David Ochoa Ávila
CUENTOS ARGENTINOS. LA SENSIBILIDAD Y LA POBREZA
Susana Villanueva Eguía Lis
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LA CONSTRUCCIÓN DE EL PRÍNCIPE CONSTANTE A
TRAVÉS DE SUS DIDASCALIAS Kahira Itzel Gordillo Plancarte
SENS-YEMAYÁ
Gabino Rocha Pérez
DERIVAS ANTIPOÉTICAS
(La antipoesía en la era digital)
David Ochoa Ávila
CUENTOS ARGENTINOS. LA SENSIBILIDAD Y LA POBREZA
Susana Villanueva Eguía Lis
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Revista destiempos<br />
Revista de curiosidad Cultural<br />
destiempos.com Año 10 N<strong>°</strong><strong>49</strong> Febrero-<br />
Marzo de 2016. Es una publicación<br />
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actualización de este número: Mariel<br />
Reinoso I. Av. Insurgentes 1863 301B<br />
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Fecha de la última actualización: Febrero<br />
de 2015 -ISSN: 2007-7483<br />
Foto- portada: Mariel Reinoso Ingliso<br />
Las opiniones expresadas por los autores<br />
no necesariamente reflejan la postura de<br />
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Febrero-Marzo 2016 ISSN: 2007-7483<br />
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ÍNDICE<br />
ARTÍCULOS Y RESEÑAS<br />
LA CONSTRUCCIÓN DE EL PRÍNCIPE CONSTANTE A<br />
TRAVÉS DE SUS DIDASCALIAS<br />
Kahira Itzel Gordillo Plancarte<br />
SENS-YEMAYÁ<br />
Gabino Rocha Pérez<br />
DERIVAS ANTIPOÉTICAS<br />
(La antipoesía en la era digital)<br />
David Ochoa Ávila<br />
CUENTOS ARGENTINOS. LA SENSIBILIDAD Y LA POBREZA<br />
Susana Villanueva Eguía Lis<br />
7<br />
18<br />
27<br />
52<br />
CREACIÓN LITERARIA<br />
LA OSCURIDAD<br />
Gabriel Desmar<br />
UNA REVERENCIA CERVICAL<br />
Álvaro Alfonso Acevedo Merlano<br />
55<br />
57<br />
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ARTÍCULOS Y RESEÑAS<br />
Nueva época ISSN: 2007-7483<br />
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LA CONSTRUCCIÓN DE EL PRÍNCIPE CONSTANTE A<br />
TRAVÉS DE SUS DIDASCALIAS<br />
Kahira Itzel Gordillo Plancarte<br />
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa<br />
<br />
<br />
<br />
El objetivo del presente trabajo es demostrar que las<br />
didascalias implícitas y explícitas en El príncipe constante,<br />
de Pedro Calderón de la Barca, además de<br />
controles autorales para la puesta en escena, fungen<br />
como potentes mecanismos de significación visual, ya<br />
que su construcción no sólo está encaminada al simple<br />
apoyo en la escena, sino que los escenogramas creados<br />
con base en ellas, generan imágenes impactantes al<br />
espectador al tener una función abstracta a la vez que<br />
pragmática; de este modo, las acotaciones tienen una<br />
doble importancia en el texto dramático: la de literalidad<br />
y la de teatralidad; también me interesa hacer un<br />
breve análisis de la estrategia compositiva calderoniana<br />
para comprender mejor la operación de algunas imágenes<br />
significativas en la obra: el túmulo del rey príncipe<br />
santo y tálamo de la hermosa Fénix.<br />
Como asegura Juan Pablo García, “es indispensable<br />
señalar que una obra de teatro se constituye por<br />
la relación dialéctica entre un texto dramático y un texto<br />
espectacular, una interacción que permite la conexión<br />
y la correspondencia de elementos que funcionan en<br />
dos discursos, pero en una sola representación. Por<br />
tanto, el hecho teatral deriva de una serie de indicaciones<br />
que el autor establece a partir de la palabra y que<br />
se concreta con la puesta en escena 1 .” De este modo,<br />
mediante una especie de écfrasis, una construcción<br />
verbal se transforma en una representación visual por<br />
medio de la interpretación de un director de teatro,<br />
1 Juan Pablo García Álvarez, “Gestualidad del figurón y su puesta en<br />
escena en tres comedias: El marqués del Cigarral de Catillo Solórzano,<br />
Guárdate del agua mansa de Calderón de la Barca y El lindo don Diego de<br />
Moreto”, Destiempos, 38, 2014, p. 28.<br />
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quien adapta los controles autorales para la representación.<br />
Por otro lado, según Hermenegildo, “las didascalias<br />
controlan la doble enunciación existente en el<br />
hecho teatral, la enunciación escénica y el contexto<br />
ficticio de la enunciación propia del circuito interno de<br />
la pieza representada. Pero la didascálica va más lejos<br />
de lo que suponen las condiciones concretas del uso de<br />
la palabra, ya que el teatro es palaba y acción, palabra<br />
y no-palabra, conjunto de signos verbales y no-verbales.<br />
El espacio teatral y sus componentes se convierten en<br />
un lugar escénico que es necesario construir y sin el<br />
cual el texto no puede realizarse 2 .” En este sentido, las<br />
acotaciones significan no sólo la designación determinada<br />
de un espacio, del decorado o indumentaria, sino<br />
que se encuentran intrínsecamente ligadas a la representación<br />
para formar una significación completa que<br />
fusione la idea de la palabra-acción-gestualidad de la<br />
que habla Hermenegildo.<br />
En cuanto a la clasificación de las didascalias,<br />
para Fernando Cantalapiedra existen dos tipos: “las<br />
acotaciones directas las que se presentan como tales<br />
y cuyo destinatario principal es el autor de comedias o<br />
director de escena o indirectas aquellas que se<br />
obtienen del discurso de los actores, de las relaciones<br />
de fiestas o de las memorias para su escenificación 3 .”<br />
Esta idea está en concordancia con lo que apunta<br />
Hermenegildo en uno de sus artículos sobre el teatro<br />
primitivo castellano: “La noción de didascálica, más<br />
amplia que la de acotación escénica, abarca las marcas<br />
presentes en todos los estratos textuales 4 .” En el caso<br />
de Calderón, combina a ambas de una forma magistral<br />
2 Alfredo, Hermenegildo, Teatro de palabras. Didascalias en la escena<br />
española del siglo XVI, Lleida: Universitat de Lleida, 2001, p. 20.<br />
3 Fernando Cantalapiedra, Semiótica teatral del Siglo de Oro, ed. Roswitha<br />
Reichenberger y Kurt Schrirmer, prol. José Romera Castillo, Edition<br />
Reichenberger, Erfurt, 1995 (Teatro del Siglo de Oro. Estudios de<br />
literatura, 26), p. 143-144.<br />
4 Alfredo Hermenegildo, “Acercamiento al estudio de las didascalias del<br />
teatro castellano primitivo: Lucas Fernández”, A. David Kossoff, Ruth H.<br />
Kossoff, Geoffrey Ribbans, José Amor y Vázquez (coords.), Actas del VIII<br />
Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas: Tomo I, Madrid,<br />
Istmo, 1986, p. 710.<br />
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para generar la representación misma; en este sentido,<br />
las acotaciones y las didacalias implícitas tienen una<br />
función de literalidad y teatralidad, pues cumplen con<br />
los criterios de una doble significación: utilitaria y vital<br />
para la representación de la puesta en escena.<br />
La acotaciones iconográficas generan escenografías,<br />
sin embargo, como apunta Enrica Cancelliere<br />
en el estudio introductorio de El príncipe constante: “no<br />
se puede hablar en el corral de una verdadera escenografía,<br />
seguramente a causa de la reducida profundidad<br />
del escenario. Se usaban fundamentalmente las apariencias,<br />
la tramoya y la canal, también llamada<br />
pescante o elevación, ambas maquinarias de madera de<br />
origen medieval y finalmente el bofetón 5 .” Este espacio<br />
debió condicionar el tratamiento de las historias por los<br />
dramaturgos, ya que el espacio delimita muchas pautas<br />
de la puesta en escena; sin embargo, también genera<br />
significación dramática, pues las didascalias, como ya<br />
se ha mencionado, son teatralmente funcionales más<br />
que meramente utilitarias.<br />
La primera acotación muestra la importancia de<br />
la significación de la indumentaria y el decorado en la<br />
obra, pues recrea un ambiente matutino en el que la<br />
princesa Fénix va a lavarse: “Salen Zara y dos o tres<br />
cautivos con instrumentos. Está un espejo en una<br />
fuente encima de un bufete y una toalla y un jarro de<br />
plata 6 .” Esta didascalia icónica y a la vez motriz es<br />
bastante íntima ya que da acceso al espacio privado de<br />
la princesa, además, el momento del aseo personales<br />
denota y connota bastante sensualidad; por otro lado,<br />
está en contraposición con la última imagen del difunto<br />
inocente Fernando, primero: la juventud, hermosura y<br />
jovialidad de la infanta, y segundo: el príncipe muerto<br />
por su fe, todo ejemplifica el contraste del cuerpo del<br />
alma.<br />
5 Renata Cancelliere, “Estudio introductorio a El príncipe constante”,<br />
Biblioteca nueva, Madrid, 2000 (Clásicos de Biblioteca Nueva, 31). p. 44.<br />
6 Todas las citas de la obra de Calderón han sido tomadas de la siguiente<br />
edición y solamente se indicará el número de versos: Pedro Calderón de la<br />
Barca, El príncipe constante, ed. Fernando Cantalapiedra y Alfredo<br />
Rodríguez López-Vázquez, Cátedra, Madrid, 1996 (Letras Hispánicas,<br />
415), (acot. v.1)<br />
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Zara comienza su parlamento con una fórmula de<br />
la épica juglaresca, ya que apela a la atención del<br />
público, al incitar a los músicos a que canten para<br />
Fénix, aquí se encuentra una didascalia implícita connotativa<br />
que funciona para acabar de captar la atención<br />
de los observantes, pues hace gala de la desnudez de la<br />
infanta cuando dice que su ama está por vestirse. Todo<br />
ello convive en sistema dinámico con el cuadro que ya<br />
se creó previamente mediante las acotaciones, es pues,<br />
seguir con el decoro: si la imagen icónica da una<br />
sensación de intimidad, lo mismo debe suceder con la<br />
actuación.<br />
La siguiente didascalia dice que los cautivos<br />
cantan, pero con base en el contexto, se supone que<br />
hacen un canto triste en alusión a la guerra de Fez<br />
contra Portugal desarrollada en la obra y que los<br />
personajes sufren, de modo que ejemplifica el estado<br />
anímico que atraviesan debido a que se encuentra del<br />
otro lado del mar algo que cada uno ama profusamente:<br />
la religión, la fe y el amado.<br />
La acotación siguiente, explícita y motriz, señala<br />
que Fénix debe vestirse, esto en contraposición de<br />
Fernando, quien se desnuda; es decir, de nuevo tenemos<br />
el contraste de una imagen que choca con otra: por<br />
un lado, la infanta se atavía con sus mejores galas, cuyo<br />
probable color era el rojo para estar en concordancia<br />
con la simbología del personaje, dichas galas deben<br />
lucir bastante ante los ojos de los sectadores, y por otro,<br />
está la humildad de Fernando, quien en lugar de vanagloriarse,<br />
se despoja de lo que posee en un acto de<br />
extrema humildad que también podría representar el<br />
desapego del alma por las cosas materiales.<br />
Una de las acotaciones más icónicas es la siguiente:<br />
“Disparan dentro y luego sale Zelín.” (acot. v. 117),<br />
ya que las salvas funcionaban muy bien como ambientación,<br />
pero en El príncipe constante, la temática bélica<br />
estructura la trama, pues, en primer lugar, desata todo<br />
el conflicto y, en segundo, se representan todas las<br />
consecuencias de tener un conflicto armado, en este<br />
caso hay dos secuestros, tortura, vejación y muerte de<br />
un príncipe y el futuro rapto de Fénix por las huestes<br />
cristianas. Cuando Muley llega con su rey, lleva un<br />
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bastón consigo, lo que es una didascalia implícita, ya<br />
que era del dominio popular lo que simbolizaba poseer<br />
un objeto de esa clase. En esta acotación, el rey se<br />
muestra muy amigo a Muley. hecho que contraste con<br />
la actitud que toma el rey para con Fernando, a quien<br />
humilla tirándolo al suelo y poniéndole los pies encima.<br />
Otras acotación significativa las tenemos a partir<br />
de verso 380, en el que se conjugan muchas acciones,<br />
pues para empezar, está en concordancia con la acotación<br />
“levantarse” (acot. v. 358), la cual permite el cierre<br />
de las cortinas de fondo si es que se utilizaron. Por otro<br />
lado, “Vase y Zelín con él” (acot. v. 383) debe estar<br />
acompañada de desplazamiento en escena de las doncellas<br />
Zara y Rosa, mediante una didascalia motriz<br />
implícita.<br />
En la acotación en la que se separan afectivamente<br />
Fénix y Fernando, también se simboliza una<br />
ruptura con la secuencia anterior con el toque a<br />
desembarcar. Ambos escanogramas están conectados<br />
entre sí por la música militar. Como se había señalado<br />
antes, la trama bélica está bastante desarrollada por<br />
Calderón, en la acotación del verso 861, se hace un<br />
introito de lo que refiere a una batalla, la cual posteriormente<br />
se divide en cuatro fases y durante ella, los<br />
niveles testamentarios son muy notorios.<br />
Es muy iconográfica la acotación que explica<br />
implícitamente el escenograma de la derrota de las<br />
huestes cristianas: “Saca a Cutiño maniatado Zelín a<br />
empujones” (acot. v. 916). Para empezar, el gracioso<br />
recibe el mismo trato que tendrá Fernando después y al<br />
encontrarse los protagonistas desarmados, impotentes,<br />
indefensos y finalmente, cautivos. Esta acotación está<br />
en concordancia con la del verso 911, en la cual aparece<br />
don Enrique con la espalda desnuda y con franca<br />
desesperación.<br />
En la segunda jornada, al igual que en la primera,<br />
hay diferentes acotaciones que significan mucho más<br />
que una función utilitaria. Estos usos metafóricos están<br />
insertos en la cultura de los pueblos y sus usos eran<br />
ampliamente reconocidos en la época, esto queda de<br />
manifiesto en la acotación del verso 1052, en la cual:<br />
“Vase Fénix y queda Muley. Salen tres cautivos y el<br />
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infante don Fernando.”, ya que la didascalia implícita<br />
sugiere que los cautivos, vasallos del príncipe de<br />
Portugal, se muestran fieles a su señor, lo que también<br />
mantiene el decoro en relación con la actitud estamental.<br />
El uso metafórico las didascalias también se<br />
encuentra en el verso 1206, en el cual se hace una clara<br />
alusión simbólica al sol que nace y muere, como lo que<br />
le sucederá a Fernando, pues para estas alturas, se<br />
tiene el conocimiento general de que la fatalidad sellará<br />
el destino de los protagonistas.<br />
La acotación simple de “Saca unos papeles” (acot.<br />
v. 1304) debería estar completada con ‘y se las entrega<br />
al rey de Fez’; sin embargo, es bastante efectiva, tal vez<br />
se podría englobar dentro del lance patético, ya que no<br />
sólo representa unos simples papeles, sino que simboliza<br />
la entrega de la Ciudad de Ceuta de manos cristianas<br />
a dominio moro, lo cual sugiere que Calderón juega<br />
con la reacción del público y queda de manifiesto su<br />
habilidad dramatúrgica para generar efectos en sus<br />
receptores.<br />
La acotación motriz, icónica y sumamente gráfica<br />
que le sucede a la del verso 1304 es fortísima: “Quítale<br />
el pliego al Rey y rómpelos y arrójalos, luego los coge y<br />
se los come.” Lo cual demuestra claramente que Fernando<br />
no está dispuesto a renunciar a su fe cristiana,<br />
ni a ceder la ciudad a los moros aunque se le vaya la<br />
vida en ello. Como decía Aristóteles, el carácter de los<br />
personajes se define mediante sus decisiones 7 , en este<br />
sentido, esta elección, además de todas las características<br />
estamentales, históricas y otras virtudes, Calderón<br />
dota a Fernando de una personalidad de santo capaz de<br />
llegar al más alto sacrificio en aras de su fe. En la<br />
siguiente acotación Fernando se desviste, lo cual no<br />
sólo representa el acto de despojarse de su ropa, lo cual<br />
era insólito para la época y es uno de los aportes de<br />
Calderón, sino que connota humildad extrema en<br />
contraste con la didascalia en la que Fénix se atavía con<br />
sus mejores ropajes. Por otro lado, otra de las significaciones<br />
es la de la fe: Fernando sabe que va a morir y por<br />
7 Para más información revísese: Aristóteles, Poética, ed. trilingüe Valentín<br />
García Yebra. Gredos, Madrid, 1974.<br />
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eso se deshace de su ropa, es decir, de los apegos<br />
materiales y a su mortalidad. A este escenograma se le<br />
agrega: “Sale don Fernando vestido de esclavo y Zelín.”<br />
(acot. v. 1578), la imagen termina de sellar el destino<br />
del santo cristiano, su contraste con la hermosura de la<br />
infanta mora y el inicio para la perfección cristiana de<br />
hacer todo dados los principios morales de su fe. Quizá<br />
la parte más significativa de la segunda jornada recaiga<br />
en esta transformación al estilo del bíblico Job. Es<br />
impresionante cómo se transforma Fernando de estar<br />
en la cúspide de la bienaventuranza a estar oprimido<br />
por la más cruel desdicha, pero que, paradójicamente,<br />
esos sufrimientos le tienen asegurada la trascendencia<br />
de su fe y de su imperio.<br />
Finalmente, en el acto tercero, la sublimación de<br />
las acotaciones icónicas se representa en el contraste<br />
del tálamo y el túmulo. Calderón finaliza de una forma<br />
muy intensa su obra, pues al representar en escena dos<br />
momentos de la vida que están diametralmente opuestos<br />
consigue varios efectos, uno de ellos es el contraste<br />
entre la juventud lozana y febril contra la mesura y la<br />
tranquilidad del reposo. Dos imágenes espectaculares<br />
que significan entre sí también la contrariedad de la<br />
vida. La obra termina con dos cortejos: por un lado,<br />
Fénix, que por fin puede unir su vida a la de su amado<br />
Mulay y Fernando, quien consigue el punto más alto de<br />
sublimación de la fe. En el cortejo nupcial, Mulay se<br />
confiesa esclavo por su esposa, lo que está en paralelismo<br />
con Fernando, esclavo de su propia fe. En este<br />
sentido, El moro y el cristiano comparten un rasgo<br />
importante: cada uno es víctima de un mismo ardor:<br />
Mulay el amoroso y Fernando el más elevado estado de<br />
fe profunda por su dios y su nación.<br />
Quizá la acotación más impresionante de todas<br />
sea la del verso 2931, en la que se abre el ataúd y se ve<br />
el cuerpo del príncipe. En ningún momento se especifica<br />
que el féretro deba cerrarse así, que es impactante<br />
tener a la vista al difunto envuelto con su blanco velo<br />
capitular, por lo menos antes de que lo saquen en<br />
hombros. El fin de la obra no se alcanza con la última<br />
réplica, sino que los cortejos siguen su camino y la<br />
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modulación del sonido da la impresión de que se van<br />
alejando. Como describe Cancelliere:<br />
Don Fernando, el héroe calderoniano, que<br />
muestra su cuerpo progresivamente consunto<br />
y llagado sobre una mísera estera, es<br />
precisamente por esto al mismo tiempo un<br />
cuerpo glorioso, como quien, gracias al<br />
agotamiento del cuerpo llega a ser transparente<br />
y adamantino a la luz del espíritu.<br />
Pertenece por ello a la serie icónica de los<br />
descendimientos que representan al Cristo<br />
erguido del Cristo Ecce Homo 8 (…)”<br />
Lo cual está en concordancia con toda la tradición<br />
de los santos que lograron esta característica por<br />
medio de la penitencia y la desfiguración de su cuerpo,<br />
tal como María egipciaca.<br />
Como ya se ha precisado, el teatro es un sistema<br />
dinámico en el que intervienen diferentes factores, pero<br />
que todos deben coordinarse en completa armonía para<br />
lograr su correcta operación, en este sentido, el contraste<br />
parece ser una de las estrategias calderonianas para<br />
incidir en el pathos, pues está presente en todo universo<br />
compositivo del dramaturgo, desde los personajes: Fénix,<br />
hermosa infanta traidora, pues es partidaria del<br />
enemigo de su padre, el rey moro, y Mulay, general del<br />
padre de Fénix, pero cuya lealtad, al igual que la de<br />
princesa, apela a que se le salve la vida al enemigo<br />
cristiano. Esta actitud es contraria para lo que se podría<br />
esperar de personas con su origen estamental, sin embargo,<br />
los acontecimientos que llevan a la toma de estas<br />
posturas es extraordinaria.<br />
El ejemplo más claro se presenta en la contraposición<br />
de escenogramas esenciales: Fénix y su opulencia<br />
en contraste con Fernando y su humildad, y la imagen<br />
contrapuesta de los cortejos nupciales y funerarios de<br />
los protagonistas. Sin embargo, dicha construcción en<br />
contraste no sólo está representada por las didascalias,<br />
sino por las características opuestas de los personajes:<br />
Fénix en la cumbre de su belleza y bienaventuranza en<br />
8 Cancelliere, est. cit, p. 58.<br />
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la vida y Fernando que lo logra en la muerte. Dichos<br />
personajes están en igual estamento social y los dos<br />
sirven a los intereses de sus respectivos reinos, sin<br />
embargo uno se consume en el amor carnal y el otro en<br />
su fe. En este sentido, Mulay también está en contraste<br />
con Fernando debido a este mismo hecho: el del amor.<br />
El moro arde de amor por una mujer y el cristiano por<br />
sus creencias. Este comportamiento antitético en los<br />
dos jóvenes debió ser importante para los espectadores<br />
católicos, pues Fernando es un ejemplo de buen comportamiento<br />
y apego por la religión. En estos tres<br />
personajes se centra toda la historia y, al final de la<br />
obra, como lo explica Alberto Porqueras: “se unifica la<br />
intriga secundaria (los amores de Fénix y Muley) con el<br />
destino del protagonista Fernando a través del canje del<br />
cadáver del príncipe santo, que tiene poder suficiente<br />
para otorgar a Fénix una doble libertad: de los<br />
portugueses y de Tarudante 9 .”<br />
Finalmente, como conclusión, las didascalias implícitas<br />
y explícitas en esta obra de Pedro Calderón de<br />
la Barca tienen una doble función: utilitarias y de<br />
significación metafórica que está estrechamente ligada<br />
con la a la que pertenece esta puesta escena, pues<br />
además de controles autorales para la representación,<br />
las acotaciones fungen como potentes mecanismos de<br />
significación visual, ya que su construcción no sólo está<br />
encaminada al simple apoyo pragmático; sino que los<br />
escenogramas creados con base en ellas generan imágenes<br />
impactantes al espectador, de este modo, las<br />
didiascalias implícitas e implícitas tienen una doble<br />
importancia en el texto dramático: la de literalidad y<br />
teatralidad. Por otra parte, la estrategia compositiva<br />
calderoniana se basa en menor o en mayor grado en los<br />
contrastes, desde la construcción de los personajes, su<br />
desenvolvimiento en la obra, sus decisiones y su indumentaria,<br />
hasta llegar a la contraposición de las<br />
imágenes espectaculares de la boda y el funeral juntos.<br />
Dichas características antitéticas juegan con las emo-<br />
9 Alberto Porqueras Mayo, “En torno al príncipe constante. La relación<br />
Fénix Fernando” coord. François López, Joseph Pérez, Noël Salomon,<br />
Maxime Chevalier, Actas del Quinto Congreso Internacional de Hispanistas,<br />
Vol. 2, Illinois, 1975. pp. 688-698.<br />
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ciones del espectador a lo largo de toda la obra y<br />
demuestran así el talento de Calderón para incidir en el<br />
pathos.<br />
BIBLIOGRAFÍA<br />
ARISTÓTELES, Poética, ed. trilingüe Valentín García Yebra, BRH,<br />
Textos 8, Gredos, Madrid, 1974.<br />
CALDERÓN DE LA BARCA, PEDRO, El príncipe constante, ed. Fernando<br />
Catalapiedra y Alfredo Rodríguez López-Vázquez, Cátedra,<br />
Madrid, 1996 (Letras Hispánicas, 415).<br />
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Cancelliere, Biblioteca Nueva, Madrid, 2000 (Clásicos de<br />
Biblioteca Nueva, 31).<br />
CANTALAPIEDRA, FERNANDO, Semiótica teatral del Siglo de Oro, ed.<br />
Roswitha Reichenberger y Kurt Schrirmer, prl. José Romera<br />
Castillo, Edition Reichenberger, Erfurt, 1995 (Teatro del<br />
Siglo de Oro. Estudios de literatura, 26).<br />
GARCÍA ÁLVAREZ, JUAN PABLO, “Gestualidad del figurón y su puesta<br />
en escena en tres comedias: El marqués del Cigarral de<br />
Catillo Solórzano, Guárdate del agua mansa de Calderón de<br />
la Barca y El lindo don Diego de Moreto”, Destiempos, 38,<br />
2014, pp. 26-44.<br />
HERMENEGILDO, ALFREDO, “Acercamiento al estudio de las<br />
didascalias del teatro castellano primitivo: Lucas<br />
Fernández”, A. David Kossoff, Ruth H. Kossoff, Geoffrey<br />
Ribbans, José Amor y Vázquez (coords.), Actas del VIII<br />
Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas:<br />
Tomo I, Madrid, Istmo, 1986, pp. 709-727.<br />
HERMENEGILDO, ALFREDO, Teatro de palabras. Didascalias en la<br />
escena española del siglo XVI, Lleida: Universitat de Lleida,<br />
2001.<br />
________________________, Teatro de palabras. Didascalias en la<br />
escena española del siglo XVI, Lleida: Universitat de Lleida,<br />
2001.<br />
________________________,“Acercamiento al estudio de las<br />
didascalias del teatro castellano primitivo: Lucas Fernández”,<br />
A. David Kossoff, Ruth H. Kossoff, Geoffrey Ribbans,<br />
José Amor y Vázquez (coords.), Actas del VIII Congreso de la<br />
Asociación Internacional de Hispanistas: Tomo I, Madrid,<br />
Istmo, 1986, pp. 709-727.<br />
PORQUERAS MAYO, ALBERTO, “En torno al Príncipe constante. La<br />
relación Fénix-Fernando”. François López, Joseph Pérez,<br />
Noël Salomon, Maxime Chevalier, coords., Actas del Quinto<br />
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Congreso Internacional de Hispanistas, Vol. 2, Illinois, 1975.<br />
pp. 688-698.<br />
PORQUERAS MAYO, ALBERTO, “En torno al Príncipe constante. La<br />
relación Fénix-Fernando”. François López, Joseph Pérez,<br />
Noël Salomon, Maxime Chevalier, coords., Actas del Quinto<br />
Congreso Internacional de Hispanistas, Vol. 2, Illinois, 1975.<br />
pp. 688-698.<br />
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SENS-YEMAYÁ<br />
Gabino Rocha Pérez<br />
Universidad Nacional Autónoma de México<br />
<br />
<br />
<br />
INTRODUCCIÓN<br />
El ritmo africano nos envuelve con su aliento cálido, ancho, que ondula<br />
igual que una boa.<br />
Nicolás Guillén<br />
El “Sensemayá” (1934) de Nicolás Guillén (Camagüey,<br />
1902-La Habana, 1989) ha sido leído de múltiples<br />
formas, más allá del plano literal y de su musicalidad.<br />
Se ha visto en la serpiente aquella representación<br />
simbólica de una potencia maligna que es derrotada por<br />
las fuerzas del bien: el enemigo, lo terrenal, lo oscuro.<br />
También se piensa que la culebra representa otra<br />
potencia más concreta, aquella que a principios del siglo<br />
XX oprimía al pueblo cubano, sobre todo mediante la<br />
explotación de la caña de azúcar en los ingenios azuca-<br />
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reros. No obstante, es posible también darle un giro a<br />
esta última interpretación. Tal vez nos alejemos de la<br />
intención original del autor, aunque puede que nos<br />
acerquemos a ella por otro flanco.<br />
He aquí, sin más preámbulos, mi (re)interpretación<br />
hipotética: la culebra aludida en “Sensemayá”<br />
representa, por metonimia, al pueblo cubano de los años<br />
treinta, y el sujeto a quien se dirige la voz lírica, el cual<br />
estaría a punto de matarla con un hacha, es el<br />
imperialismo yankee, todo lo cual constituye, más o<br />
menos, lo mismo que se ha dicho que quiere decir el<br />
poema, pero al revés.<br />
En aras de arrojar verosimilitud sobre esta<br />
hipótesis, me valdré de un análisis temático y formal del<br />
texto, considerando una parte fundamental del contexto<br />
socio-cultural en que se inscribe, esto es, la<br />
incidencia de elementos provenientes de las religiones<br />
afrocubanas gestadas en la Isla a raíz de la importación<br />
de esclavos africanos durante la época colonial y cuya<br />
revalorización inició a mediados del siglo XX, así como<br />
un breve examen del contexto político-económico de<br />
Cuba durante la misma época.<br />
I.VIDRIO ANTÁRTICO<br />
A primera vista, pareciera que los versos iniciales del<br />
poema no fuesen sino un juego sonoro, rítmico y<br />
cadencioso basado en una palabra tal vez carente de<br />
significado:<br />
¡Mayombe-bombe-mayombé!<br />
¡Mayombe-bombe-mayombé!<br />
¡Mayombe-bombe-mayombé!<br />
Sin embargo, esta invocación nos da una primera pista<br />
para arribar a la interpretación que nos hemos fijado<br />
por meta. A nivel fónico, un cambio en la acentuación<br />
de la palabra «mayombe» y su redoble que repercute<br />
como un eco, «bombe», están unificados por el recurso<br />
poético de la aliteración de dos consonantes oclusivas<br />
bilabiales, /b/ y /m/, lo cual representaría el sonido<br />
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producido por ciertos tambores rituales afroamericanos.<br />
Ángel Augier, imprescindible estudioso de la obra<br />
—y gran amigo— del poeta camagüeyano, considera que<br />
el canto así preludiado constituye<br />
una especie de ritual de reminiscencias<br />
totémicas, donde el canto acompañado de<br />
ceremonias convencionales parece tener un<br />
poder mágico sobre un animal —la culebra—<br />
que simboliza un enemigo o una potencia<br />
maligna para el que quiere destruirla,<br />
tradición originada posiblemente en rivalidades<br />
tribales africanas (157).<br />
No será ocioso subrayar que la culebra o<br />
serpiente, mundana en tanto que repta, ha sido<br />
interpretada así mismo, como una potencia maligna por<br />
lo menos dentro de nuestra tradición judeo-cristianocatólica,<br />
donde lo terrenal posee una carga negativa en<br />
contraposición a lo divino. Mas retengamos en la<br />
memoria, por ahora, la precisión que hace el autor con<br />
respecto a la maldad de la culebra: así lo es “para el que<br />
quiere destruirla” —más adelante se verá el porqué de<br />
tal precisión—.<br />
Se hace necesario ahora bajar el foco de nuestra<br />
mirada, desde el trascendente plano anagógico develado<br />
por Augier, hacia un plano más alegórico, y preguntarnos:<br />
¿qué o a quién podría representar, en concreto,<br />
esta culebra?<br />
La culebra tiene los ojos de vidrio;<br />
La culebra viene y se enreda en un palo;<br />
Con sus ojos de vidrio, en un palo,<br />
con sus ojos de vidrio.<br />
Una interpretación bien conocida, sostenida por<br />
Keith Ellis, del “Canto para matar a una culebra” dice<br />
que se trata de una alegoría del imperialismo norteamericano,<br />
el cual impidió desde los primeros años del siglo<br />
XX el desarrollo, no sólo en lo económico, de la Isla, por<br />
ejemplo, mediante la Enmienda Platt. Cuba se había<br />
sacudido entonces el yugo español para caer ahora bajo<br />
la “protección” de los EE. UU: “It seems that the snake<br />
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in ‘Sensemayá’ is a simbol of imperialism, and the poem<br />
an allegory of the need for, and means of, definitive<br />
liberation” (Ellis cit. en Hoag, 173). Aunque para<br />
entender esta lectura es necesario revisar brevemente el<br />
contexto histórico de la Isla.<br />
En 1925, cuando el general Gerardo Machado<br />
tomó la presidencia de la República de Cuba, se adoptó<br />
una política arancelaria que favorecía, además de a los<br />
intereses privados del gobernante, a los inversionistas<br />
extranjeros: “Machado hipotecó la República por varias<br />
décadas mediante un fabuloso plan de obras públicas<br />
que implicó un empréstito de ochenta millones de pesos<br />
con un consorcio bancario de los Estados Unidos, y<br />
cuya administración resultó una escandalosa orgía de<br />
malversación y peculado” (Augier, 141-142).<br />
La situación se agravó tanto luego de la crisis del<br />
29, que Cuba se agitó en una serie de luchas revolúcionarias<br />
que no se consumarían realmente sino hasta<br />
1959, pasando, luego del derrocamiento del machadato<br />
en 1933, por un efímero gobierno nacionalista y popular<br />
en que se llegó incluso a constituir un soviet —en el<br />
centro azucarero de Mabay—. Esta ventana fue<br />
interrumpida en septiembre del mismo año por un<br />
nuevo Golpe de Estado a favor del imperialismo, realizado<br />
por el entonces futuro dictador Fulgencio Batista<br />
(142-144).<br />
Volviendo a la obra en cuestión, luego de esta<br />
somera reseña histórica, cabe recordar que<br />
“Sensemayá” fue escrito al año siguiente de la frustración<br />
del aludido intersticio nacionalista y popular, es<br />
decir, en 1934, año en que, por lo demás, el poeta<br />
camagüeyano comenzó a adentrarse en el partido<br />
Cubano Comunista (Hoag, 174).<br />
Desde esta perspectiva, los “ojos de vidrio” de la<br />
culebra constituirían una metáfora de los írises claros<br />
característicos del hombre blanco, el yankee, y todo el<br />
Canto se dirige al pueblo cubano, con la intención de<br />
infundirle el coraje necesario para sacudirse el yugo.<br />
Guillén ha utilizado esta misma figura en otro poema de<br />
West indies, LTD., la “Balada de los dos abuelos”, donde<br />
uno de éstos es caracterizado por sus “pupilas de vidrio<br />
antártico”; sin embargo, es posible, a nuestro parecer y<br />
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en virtud de la ambigüedad del lenguaje poético, que<br />
quepa en los mismos ojos cristalinos una interpretación<br />
distinta, más acuosa…<br />
II.<br />
VIDRIO ACUÁTICO<br />
¡Mayombe-bombe-mayombé!<br />
¡Mayombe-bombe-mayombé!<br />
¡Mayombe-bombe-mayombé!<br />
Vamos a contrariar ahora la idea insinuada<br />
anteriormente en torno a la insignificancia de estas<br />
palabras mágicas: «Mayombe» es el nombre propio de<br />
una rama, la más extendida por el territorio cubano, de<br />
la denominada «Regla de Palo Monte». Esta religión o<br />
sistema de creencias, cuyos practicantes son conocidos<br />
como «paleros», “surge en Cuba como resultado de la<br />
transculturación y el sincretismo que sufren algunas<br />
etnias de origen bantú introducidas en la Isla por la<br />
trata esclavista durante el régimen colonial español”<br />
(Fuentes cit. en Fuentes y Schwegler, 30). El mayombero<br />
es, pues, un oficiante de la religión palera, un<br />
hechicero.<br />
En los rituales paleros, es indispensable la<br />
presencia de un receptáculo mágico, conocido como la<br />
nganga —comúnmente un caldero o una cazuela—, que<br />
es el sitio-objeto en donde se alojará el alma del difunto<br />
o algún espíritu invocado con un propósito mágico<br />
específico (Fuentes y Schwegler, 39). El practicante<br />
puede tener en su haber dos o más ngangas, consagradas<br />
cada una a cierta deidad de su panteón, y la<br />
invocación ritual puede obedecer tanto a fines benignos<br />
como para procurar algún daño (40-41).<br />
La culebra tiene los ojos de vidrio,<br />
la culebra viene y se enreda en un palo,<br />
con sus ojos de vidrio, en un palo,<br />
con sus ojos de vidrio<br />
La culebra camina sin patas;<br />
la culebra se esconde en la yerba.<br />
Caminando se esconde en la yerba,<br />
caminando sin patas.<br />
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El mayombero ha iniciado un Canto ritual… ya<br />
vemos cómo llega la culebra y se enreda en el<br />
receptáculo mágico, un palo, en la yerba.<br />
Si bien las ngangas aludidas arriba suelen ser<br />
calderos o cazuelas, en este caso, el propio palo podría<br />
constituir una metonimia alusiva a toda la praxis palera<br />
de la Isla, en la cual se rinde culto a los espíritus tanto<br />
de los muertos como a los de la naturaleza, “los<br />
animales, las aguas, los minerales, las tierras, los palos<br />
y las hierbas” (Bolívar y González cit. en Fuentes y<br />
Schwegler, 46). Mas ahora caemos en la cuenta de que<br />
aún desconocemos la identidad espiritual de nuestra<br />
culebra, así como el porqué de su visita —¿vendrá para<br />
realizar algún mal?—. La clave para resolver este<br />
enigma, pensamos, está en otra palabra que, si bien<br />
importante, pareciera no tener un significado expreso<br />
en nuestro texto: «Sensemayá».<br />
En el culto mayombero actual existen múltiples<br />
deidades que poseen características similares a las de<br />
cierta deidad de origen yoruba-lucumí denominada<br />
«Yemayá», la cual pertenece al panteón de la Regla de<br />
Ocha —o santería— pero que es “muy común en todas<br />
las sectas congas, muy venerada y presente en el mapa<br />
hagiográfico cubano como pocas fuerzas sobrenaturales.<br />
Simboliza la unidad del mundo, lo que fluye y la<br />
maternidad universal” (Barnet cit. en Fuentes y<br />
Schwegler, 138).<br />
Entre los númenes de la Regla Mayombe que<br />
suelen ser asimilados a esta Diosa-madre, deidad acuática<br />
en tanto que el agua es el elemento que da vida, se<br />
encuentran, por ejemplo, «Baluande», «Mama Kalunga»,<br />
«Kisimbi Masa» y «Mama Umba» (passim). Por nuestra<br />
parte, enfocaremos dos casos de especial interés:<br />
«Mboma» y «Mbumba Mamba».<br />
El primero de estos espíritus, Mboma, habita en<br />
el agua y se le atribuye la condición de ser un “animal<br />
guardián”: adopta la forma de una serpiente —majá o<br />
pitón—; además, de acuerdo con Díaz Fabelo, una de<br />
sus variantes en el culto palero es precisamente la<br />
deidad «Yaya Lago», que es la misma «Madre de agua»<br />
aludida, o bien, Yemayá (151-152). En cuanto a<br />
Mbumba Mamba, se trata, según Bittremieux, de “la<br />
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principal deidad del panteón yombe, representada bajo<br />
la forma de una gran serpiente acuática, poderosa y<br />
temida. Controla la lluvia y el cielo y se manifiesta de<br />
una forma visible cuando sale el arco-iris” (cit. en 156).<br />
Si bien estos espíritus mayomberos son distintos,<br />
ciertas similitudes entre ellos, así como sus correspondencias<br />
con aquella otra deidad acuática ‒aunado todo<br />
a las pistas que hemos visto hasta ahora en el texto‒,<br />
nos permiten encontrar en la culebra de “Sensemayá”<br />
una metáfora en que se asocia la claridad de sus ojos<br />
con la claridad del agua —vidrio acuático—. Esto<br />
apunta hacia la siguiente conclusión: el espíritu<br />
invocado es nada menos que Yemayá, y ella constituiría<br />
a su vez, si queremos verlo así, la representación<br />
metonímica de las religiones afroamericanas de la Isla,<br />
factores determinantes en el proceso de conformación<br />
de la “identidad cubana” ‒mulata, diría Guillén, con un<br />
abuelo blanco y otro negro‒. A ello nos remite también<br />
el parecido fonético del nombre de la diosa con el título<br />
del poema:<br />
Sensemayá, la culebra,<br />
sensemayá.<br />
Sensemayá, con sus ojos,<br />
sensemayá.<br />
Sensemayá, con su lengua,<br />
sensemayá.<br />
Sensemayá, con su boca,<br />
sensemayá.<br />
Sens-yemayá, la culebra. La prótesis que así se<br />
injerta al inicio del nombre propio conlleva además una<br />
aliteración de la fricativa alveolar /s/, lo cual produce<br />
una onomatopeya del sonido que la serpiente hace al<br />
reptar, al ir “caminando sin patas”.<br />
Ahora bien, suponiendo que nuestro reptil posee<br />
la identidad develada y que puede aludir a todo el<br />
pueblo cubano en virtud del papel desempeñado por las<br />
religiones afrocubanas en la conformación de la identidad<br />
nacional, deducimos lo siguiente: el sujeto que<br />
está a punto de matarla es precisamente aquel imperialismo<br />
opresor.<br />
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Tú le das con el hacha y se muere:<br />
¡dale ya!<br />
¡No le des con el pie, que te muerde,<br />
no le des con el pie, que se va!<br />
La culebra es segada —como caña de azúcar en<br />
un ingenio azucarero— mas ya no tiene las connotaciones<br />
negativas que inconscientemente le atribuimos<br />
desde la perspectiva de nuestra tradición judeocristiano-católica,<br />
pues todo el poema constituye, más<br />
bien, una suerte de ironía: Guillén aboga por lo<br />
contrario de lo que desearía que pasara.<br />
Recordando aquella precisión que hiciera Augier<br />
a propósito de la maldad de la serpiente, nos percatamos<br />
ahora de que no la voz lírica del poema, sino el<br />
sujeto poseedor del hacha interpelado en él vería en la<br />
culebra a un “enemigo”; mas a pesar de todo, no le sería<br />
posible enfrentar a la culebra en igualdad de condiciones:<br />
ella está en su elemento natural, la yerba, y si<br />
le diera con el pie —una parte de su propia naturaleza—<br />
, lo mordería. Es preciso valerse de un arma. El hacha,<br />
herramienta en principio, es a fin de cuentas un<br />
producto de la técnica, y quien poseía, en general, los<br />
medios para implementarla a mediados del siglo XX ‒y<br />
aún después‒ eran los norteamericanos, y no la incipiente<br />
nación cubana.<br />
Esta consideración refuerza la hipótesis que nos<br />
propusimos defender hasta aquí, idéntica a la interpretación<br />
alegórica aludida al inicio, solo que con los<br />
sujetos cambiados.<br />
¡Mayombe-bombe-mayombé!<br />
Sensemayá, la culebra…<br />
¡Mayombe-bombe-mayombé!<br />
Sensemayá, no se mueve…<br />
¡Mayombe-bombe-mayombé!<br />
Sensemayá, la culebra…<br />
¡Mayombe-bombe-mayombé!<br />
Sensemayá, se murió.<br />
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III.<br />
CONSIDERACIONES FINALES<br />
Antes de dar por concluido este ensayo, quisiera reiterar<br />
algo: soy consciente de la inusitada cabriola mental que<br />
fue necesaria para llegar a dar otro enfoque a la lectura<br />
más convencional, aún más lógica, de la obra en<br />
cuestión. Lectura que es, huelga decirlo, más que<br />
verosímil. La culebra que se exhorta matar representa<br />
aquí al oprimido y no al opresor.<br />
Mi móvil inicial fue realizar un ejercicio en el que<br />
jugara con las posibilidades y los límites de la interpretación<br />
y el análisis de textos, o mejor dicho, con mis<br />
propias posibilidades y limitaciones en la interpretación<br />
y en el análisis de textos. Por lo demás, si existe un<br />
modo en que mi interpretación ostente cierta validez,<br />
tendría que considerársele desde el cristal de la ironía,<br />
pues presumiría que Guillén dijo lo contrario de lo que<br />
quiso expresar con su “Canto para matar a una<br />
culebra”.<br />
Por lo pronto, me sostiene la creencia de que una<br />
de las más bellas características del lenguaje poético es<br />
su ambigüedad… y ¿quién sabe?, tal vez ni el propio<br />
Guillén tendría la última palabra en torno al significado<br />
de su poesía.<br />
BIBLIOGRAFÍA<br />
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Cristina Eduardo Vázquez. La Habana: Unión, 2005.<br />
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.<br />
HOAG, CHARLES K. “Sensemayá: A Chant for Killing a Snake”. Latin<br />
American Music Review 8. 2 (1987): 172-184. Jstor. Web. 29<br />
sep. 2015. .<br />
Video: Orquesta Filarmónica de Odessa. Sensemayá. Fuente: YouTube<br />
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Revista destiempos N<strong>°</strong><strong>49</strong><br />
DERIVAS ANTIPOÉTICAS<br />
(La antipoesía en la era digital)<br />
David Ochoa Ávila<br />
Universidad Nacional Autónoma de México<br />
<br />
<br />
1.<br />
En abril del año 2009 el poeta chileno Nicanor Parra<br />
recibió en Las Cruces, el pueblo costero donde habita,<br />
la visita de la editora española Carmen Balcells. Entre<br />
los autores que esta mujer tiene en su catálogo es<br />
posible encontrar a autores como Gabriel García<br />
Márquez, por mencionar al más importante: «Llegó en<br />
su silla de ruedas y muy tranquila me dijo: “¿Tú te<br />
opones a que te haga multimillonario?”. Fue un balazo<br />
a quemarropa. Y una oferta que no pude rechazar» 1 ,<br />
afirma el propio Parra. Lo anecdótico continúa y como<br />
todo encuentro de este tipo, crea sus instantes míticos.<br />
Carmen Balcells quedó encantada con Parra y lo invitó<br />
a Barcelona, pero el antipoeta ya no viajaba o subía a<br />
los aviones. «El avión es el medio de transporte más<br />
seguro, me decía ella. Después de la silla de ruedas, le<br />
dije yo». Un año después la sociedad con Balcells da su<br />
primer fruto, es editado el libro Parranda larga, una<br />
monumental antología que el sello Alfaguara edita en<br />
toda Hispanoamérica. Seleccionada por el escritor y<br />
crítico argentino Elvio Gandolfo, la edición recorre toda<br />
su obra, desde sus primeros poemas a los Discursos de<br />
sobremesa. El volumen de casi quinientas páginas<br />
marca un nuevo lanzamiento internacional para Parra<br />
y se suma a la reciente traducción de sus discursos en<br />
Estados Unidos. Ese éxito no es gratuito, es posible<br />
recuperar el antecedente que lo origina. Las palabras<br />
son del propio autor: «Esto se lo debo a Bolaño. La<br />
1 (Gómez Bravo, 2015: publicación electrónica).<br />
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Carmen Balcells vino por él. Roberto me puso en órbita<br />
de nuevo», dice, y recuerda la mansa frase que le dedicó<br />
el autor de Los detectives salvajes: «El que sea valiente<br />
que siga a Parra. Sólo los jóvenes son valientes, sólo los<br />
jóvenes tienen el espíritu puro entre los puros. Parra<br />
escribe como si al día siguiente fuera a ser electrocutado»<br />
2 . Hasta entonces, continua Nicanor Parra esta<br />
historia: «yo era uno de los 20 poetas chilenos. Pero<br />
Roberto me puso en la cabecera de la mesa».<br />
Esta anécdota aumenta el número de los acontecimientos<br />
que han suscitado escritores para promover<br />
las obras de otros colegas. El oficio y la práctica literaria<br />
procrean redes y dinámicas de difusión. Aun así, cualquier<br />
autor y su obra, ajenos a los proyectores de la<br />
publicidad, no son tópicos que consigan posicionarse<br />
como elemento de moda, estos trámites son lentos y necesitan<br />
añejarse bajo sus propios ritmos. En este caso,<br />
la difusión de la obra parriana a través de un autor que<br />
se consideraba su discípulo tomó tiempo, pero se concretó<br />
en hechos tangibles. El crítico español Ignacio<br />
Echevarría también estaba al tanto de la infatigable<br />
promoción de Bolaño para con Parra. En una entrevista<br />
para la publicación argentina Ñ. Revista de Cultura,<br />
comentó:<br />
«—¿Podemos decir que si Bolaño no hubiera<br />
entrado en escena, Parra jamás hubiera<br />
recibido el Premio Cervantes? […] —Es muy<br />
aventurado decir eso. Basta con señalar una<br />
cierta relación de causa-efecto entre la<br />
fortuna internacional de Bolaño y la creciente<br />
atención que en los últimos años ha<br />
suscitado la figura de Parra. Si bien esto<br />
último puede atribuirse, sin más, a la<br />
prolongada y profunda onda expansiva de la<br />
antipoesía, muy afín al espíritu de los<br />
tiempos. Ha sido el propio Parra, en cualquier<br />
caso, quien ha dicho, con motivo de<br />
haber obtenido el Cervantes, que fue Bolaño<br />
quien volvió a ponerlo en onda. Y algo hay de<br />
verdad en ello. Sin ir más lejos, las Obras<br />
2 (Bolaño Roberto, Revista Ñ, 2005, 69).<br />
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completas de Parra no se hubieran emprendido<br />
sin el acicate de Bolaño» 3 .<br />
De esta exposición hay que destacar sólo un<br />
elemento que es rudimento para este trabajo: Nicanor<br />
Parra ya se consideraba como uno de los veinte poetas<br />
de chile. No pormenoriza con exactitud cuál es su<br />
escalafón. Para él existen veinte poetas en Chile que son<br />
importantes o no, no se detiene a dispensar criterios de<br />
calidad, de gusto o de valor estético. No menciona ningún<br />
nombre. Deja una incógnita abierta para que<br />
cualquier curioso se empecine en resolverla, aunque, al<br />
parecer, la provocación continuó abierta hasta arraigar<br />
en el olvido. Entonces ¿por qué ocurre esta reinserción<br />
en los ámbitos editoriales si Nicanor Parra era un poeta<br />
con casi noventa años y con varias décadas de obra<br />
publicada cuando conoció a Roberto Bolaño y su prestigio<br />
era indudable? La respuesta es sencilla: porque la<br />
antipoesía es antipoética (y esta respuesta es un gran<br />
lugar común); y esa índole que le otorga el prefijo anti<br />
también es una exposición política que no permitió que<br />
la obra de Parra o su persona se consagraran en el<br />
Olimpo de los bardos.<br />
La antipoesía genera una peculiaridad que excede<br />
las normas convencionales de los hechos poéticos: son<br />
provisoriamente definitivos 4 , es decir, no terminan a<br />
pesar de existir como hecho tangible. Otro aspecto que<br />
hay que observar tiene relación con la aplicación del<br />
modelo edípico freudiano que Harold Bloom postula en<br />
el ensayo Poetic Origins and Final Phases 5 donde<br />
describe las cuatro etapas que caracterizan el proceso<br />
de formación del sujeto poeta, entendiendo una primera<br />
etapa donde el joven en el principio de su carrera se<br />
3(Rojas Carolina, 2012: publicación electrónica).<br />
4 Término acuñado por el grupo francés Oulipo, acrónimo de «Ouvroir de<br />
littérature potentielle», que se traduce como "Taller de literatura potencial".<br />
Es un grupo de principalmente de escritores en francés y matemáticos que<br />
busca crear obras usando técnicas de escritura limitada: “Littérature à<br />
contraintes”. Fue fundado en noviembre de 1960 por Raymond Queneau<br />
y François Le Lionnais. Éstos refundan el Seminario de Literatura<br />
Experimental (Sélitex), en torno al cual se había reunido un grupo de<br />
creadores no convencionales, y pasan a denominarlo Ouvroir de littérature<br />
potentielle, o Taller de literatura potencial. (Fernàndez Folgueiras E.,<br />
2012: 79).<br />
5(Bloom Harold, 1975).<br />
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sumerge en el mar de la poesía avanzando a una segúnda<br />
instancia caracterizada por la identificación de un<br />
precursor para luego, en una tercera etapa, deshacerse<br />
de éste y llegar a él mismo, encontrándose en la cuarta<br />
etapa ya en posesión de su persona y con una obra<br />
realizada y constituida, madura, instalándose así en un<br />
lugar dentro del ámbito de la poesía. No hay que<br />
desperdiciar la oportunidad de pronunciarlo: el modelo<br />
propuesto por Harlod Bloom es ineficaz frente a la<br />
antipoesía de Parra. Pero no sólo es posible encontrar<br />
en Parra una reacción contra estas etapas de concreción<br />
artística. Contra la poesía y contra los poetas. En<br />
1951 el escritor polaco radicado en argentina Witold<br />
Gombrowicz escribió un artículo que acusaba de conservadurismo,<br />
frivolidad y charlatanería al mundo que<br />
rodea a la poesía y a los poetas:<br />
«Ataco la Poesía por la misma razón que<br />
ataco la Nación o ataco el mito de la<br />
madurez: en nombre de la percepción inmediata<br />
de las cosas, en nombre de la<br />
espontánea humanidad. Ataco todas esas<br />
formas que dejan de ser para el hombre un<br />
cómodo abrigo y se convierten en rígido y<br />
pesado caparazón. Ataco todo aquello que,<br />
contra nosotros, crece por sí sólo, y para<br />
comprometernos» 6 .<br />
La inmadurez sería para Gombrowicz lo maleable,<br />
lo que aún no tiene forma, pero también la individualidad,<br />
la juventud, la libertad, la energía que puede<br />
llegar a ser cualquier forma. En cambio, la madurez<br />
sería la forma conclusa, una forma que, sobre todo,<br />
viene del conformarse en las convenciones, en la cultura<br />
dada, en los estereotipos, en lo gregario y lo adocenado.<br />
La madurez es el retrato, la máscara social de una<br />
inmadurez individual que renuncia a alcanzar su propia<br />
forma y se somete a toda forma que se pretende superior<br />
e infantiliza lo que no se adapta a su órbita. Lo que<br />
detenta algún valor para la tensión entre el individuo y<br />
la sociedad incluye también la relación entre lo emergente<br />
contra lo consagrado.<br />
6(Gombrowicz Witold, 2006: 6).<br />
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La invectiva de Gombrowicz dirigida contra la<br />
poesía está muy alejada del ataque de Platón que<br />
encontraba en los poetas particularidades inmorales y<br />
subversivas. Para el novelista polaco es un altercado<br />
que atraviesa por la idea básica de forma: «El problema<br />
de la Forma, el hombre como productor de Forma, como<br />
esclavo de las formas, la idea de la Forma Interhumana<br />
como soberana fuerza creadora, el hombre no auténtico,<br />
son cuestiones que vengo tratando y sobre las que<br />
he procurado siempre llamar la atención» 7 . La disyuntiva<br />
brota cuando el individuo se somete pero no<br />
armoniza con las formas sociales, ya sea porque no le<br />
gustan, porque no alcanza a entenderlas o porque las<br />
tiene por hueras mistificaciones. Entonces sobreviene<br />
que, por un lado, juega a lo inauténtico, a las modalidades<br />
de la interacción humana y por otro: «la persona<br />
torturada por su máscara se construye en secreto, para<br />
su uso privado, una especie de subcultura; un mundo<br />
hecho con los desperdicios del mundo cultural superior,<br />
un dominio de la ratería, de los mitos informes, de las<br />
pasiones inconfesadas... un secundario dominio de la<br />
compensación».<br />
En caso contrario, cuando no hay sometimiento,<br />
es posible, como pretendió el propio Gombrowicz, luchar<br />
para dar con la forma que sea propia, construir<br />
una madurez no prestada y auténtica. Emprender esa<br />
tarea y saber si el resultado no es simple pacotilla o una<br />
particular formalización de la inmadurez implica<br />
cuestiones urgentes. Hay que elaborar argumentos para<br />
afrontar las situaciones en las que el sometimiento a<br />
Formas imperantes no sea el resultado habitual o la<br />
consecuencia natural por la carencia de formación<br />
previa. El propio Gombrowicz sintetiza:<br />
«Por más que se diga que el arte es una<br />
especie de clave, que el arte de la poesía<br />
consiste precisamente en lograr una infinidad<br />
de matices con pocos elementos, tales y<br />
parecidos argumentos no ocultarán el primordial<br />
fenómeno de que con la máquina del<br />
verbo poético ha ocurrido lo mismo que con<br />
7(Gombrowicz, 2006: 8).<br />
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todas las demás máquinas, pues en vez de<br />
servir a su dueño se han convertido en un fin<br />
en sí; y, francamente, una reacción contra<br />
ese estado de cosas parece aún más justificada<br />
aquí que en otros campos porque aquí<br />
estamos en el terreno del humanismo par<br />
excellence. Existen dos formas de humanismo<br />
básicas y diametralmente opuestas:<br />
una que podríamos llamar religiosa y coloca<br />
al hombre de rodillas ante la obra cultural de<br />
la humanidad, y otra, laica, que trata de<br />
recuperar la soberanía del hombre ante sus<br />
dioses y musas. El abuso de cualquiera de<br />
estas formas tiene que provocar una reacción<br />
y es cierto que una reacción así contra<br />
la poesía sería totalmente justificada porque,<br />
de vez en cuando, hay que parar por un<br />
momento la producción cultural para ver si<br />
lo que producimos tiene todavía alguna<br />
vinculación con nosotros» 8 .<br />
Atendiendo las palabras de Gombrowicz es posible<br />
afirmar que Nicanor Parra ha encontrado, creado y<br />
patentado su propia Forma sin quedar atrapado en la<br />
inmadurez. Aunque más justo es decir que esta forma<br />
es la de la antipoesía. Y un antipoema no es otra cosa<br />
que un poema. Por definición debería tratarse de una<br />
producción dirigida contra los preceptos de la poética<br />
(en la acepción general de arte de componer versos),<br />
pero lo cierto es que cada antipoema sólo persevera en<br />
la intención de engrosar su amplio catálogo. La distinción<br />
o el carácter de réplica le llegan porque parte desde<br />
la negación de ciertas posturas, o formas de hacer<br />
poesía. En este sentido, la antipoesía con todos sus<br />
disfraces y envolturas (antipoemas, artefactos, chistes,<br />
prédicas, ecopoemas) puede ser tachada de proyecto<br />
literario menor por el hecho de construirse como<br />
contradiscurso o contratexto, y por haber surgido a raíz<br />
de otros movimientos a los cuales parodia. Sin embargo,<br />
desde el momento en que Nicanor Parra abraza la denominación<br />
anti, y empieza a crear a partir de ese<br />
reconocimiento, la identidad paródica fortalece y no<br />
debilita al proyecto. Porque la antipoesía nace a partir<br />
8 (Gombrowicz, 2006: 15-16).<br />
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de la consciencia de ser parodia, paráfrasis o sátira, y<br />
funcionar como tal. No es sólo que el texto antipoético<br />
este predispuesto a ironizar, o ironice sobre algo, sino<br />
que se origina sobre la misma operación que conlleva la<br />
propia ironía. Este elemento, no ya como simple figura<br />
literaria, sino como efecto que aglutina a todos los<br />
elementos retóricos antes mencionados, funciona en el<br />
proyecto de Parra como estrategia renovante del proceso<br />
de comunicación en la trilogía autor-texto-lector. En<br />
una explicación superficial e introductoria, podríamos<br />
decir que la ironía actúa distanciando al antipoeta para<br />
que se mantenga afín a la poesía (formas puras, sentímientos<br />
sublimes) mientras escribe libre de tales dominaciones<br />
(siendo así antipoeta) un texto que sólo el<br />
lector puede resolver, y como consecuencia producir el<br />
antipoema: «Parra parece hacerse a diario la reflexión<br />
que ya expresó Hölderlin ¿para qué ser poeta en tiempos<br />
de penuria? Su posición y su forma de expresarla es<br />
necesariamente dinámica, pero bajo una férrea ética de<br />
trabajo. Desde la insobornable lucidez antipoética, y el<br />
continuo proceso de separación que acarrea. La identidad<br />
paródica inherente a su obra, y la consciencia de<br />
crisis entre el mundo poético al que aspira (creencia) y<br />
el que ha de afrontar» 9 . Otro rasgo principal de la<br />
antipoesía es el diálogo textual que establece con otros<br />
discursos, ya sean literarios (propios o autorreferenciales<br />
y ajenos), o bien procedentes de ámbitos externos<br />
a los temas, por decirlo de alguna manera, clásicos de<br />
la poesía. El tema que Parra decide infectar puede<br />
derivarse de procedencias iconoclastas que logran el<br />
interés y la adhesión del supuesto público lector. Entre<br />
otros: iglesia católica, deficiencias sociales latinoamericanas,<br />
influencia de las relaciones políticas de su época,<br />
situación de la poesía. O, dicho de otra forma, de<br />
historias conocidas. Parra articula tramas distintas que<br />
sólo se completan cuando el lector las integra en su<br />
sistema de conocimiento. Pero como se ha mencionado<br />
anteriormente, esta sólo es una introducción limitada a<br />
la antipoesía.<br />
9 Ibáñez Langlois M., 2003: 18).<br />
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2.<br />
¿Cómo es que la antipoesía tiene una presencia en<br />
ámbitos y soportes para los que no estaba destinada, ya<br />
que no existían, pero que, al manifestarse y desarrollar<br />
sus propias pautas y normativas la incorporan y ésta se<br />
ajusta al grado de parecer que se ha naturalizado?;<br />
específicamente en la red social Facebook donde, a<br />
través del nombre Acción Poética, se maniobra con la<br />
antipoesía y su “aparente simpleza” hasta naturalizarla<br />
por derecho propio como una marca insignia. No hace<br />
falta responder a esta pregunta inmediatamente.<br />
Primero es necesario dejar en claro cómo se inserta,<br />
congrega y afianza la antipoesía como la obra poética de<br />
un poeta que se niega a ser definido como tal; que,<br />
contrariamente, rechaza su condición primordial de<br />
poeta, para reinventarse a través de una escritura<br />
novedosa y revolucionaria.<br />
En 1977 el novelista y crítico argentino Héctor<br />
Libertella publicó el ensayo Nueva escritura latinoamericana.<br />
En este libro aborda el trabajo de algunos<br />
escritores latinoamericanos que no eran espectaculares<br />
y que carecían de difusión más allá de la que sus<br />
limitadas editoriales podían conseguir localmente debido<br />
a que su obra no era difundida por las editoriales<br />
españolas que impulsaban y apoyaban a los conocidos<br />
autores del Boom latinoamericano con base en una<br />
lógica de carácter mercantil. La indagación que se propuso<br />
el autor de este libro está precedida por reflexiones<br />
teóricas sobre lo que él consideraba el nuevo quehacer<br />
literario en América Latina. Aunque Héctor Libertella<br />
nació en 1945 y Nicanor Parra en 1914, —agregando el<br />
hecho que en 1977, fecha de publicación de Nueva<br />
escritura latinoamericana, la obra parriana ya existía y<br />
era difundida en su país y en el extranjero— considerar<br />
y detenerse en las reflexiones libertellianas no carece de<br />
utilidad o provecho para encuadrar la antipoesía dentro<br />
de una galería teórica.<br />
Para Libertella existe cierta producción literaria<br />
en América Latina que se explica por certezas métodológicas<br />
y que él considera, ensombrecen esta narrativa<br />
como tal, generando una ideologización teórica y dogmas<br />
de labor. El autor piensa que sólo la vanguardia o<br />
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La nueva escritura difieren del modo táctico en boga por<br />
esos años para crear otro tipo de literatura. En contraparte<br />
con los postulados del boom la nueva escritura<br />
tiene apenas como referencia una manera de escribir<br />
basada sobre una lectura específica y activa de la<br />
tradición, asociada a un proyecto donde la crítica convive<br />
estrechamente con la productividad y parte de la<br />
ficción tiene su negativo fotográfico en otro tipo de<br />
revelado que se muestra por la pesquisa teórica. No es<br />
una relación que defina lo típico de Latinoamérica por<br />
los temas de su literatura. Sólo es una recopilación de<br />
productos que fabrican cierto espacio, y que en vez de<br />
explicarse por hábitos del grupo de escritores o por<br />
mitologías personales “encarnadas” en los textos, se<br />
revelan en la inscripción: el continente como piedra que<br />
se escribe, la geografía como suma de inscripciones.<br />
Una vez expuestos los efectos del determinismo<br />
geográfico la “vanguardia” evita verse como un “fenómeno”,<br />
el resultado o el tema de un continente, y<br />
comienza a concebirse críticamente como latinoamericana<br />
en una operación persistente y continua que<br />
reconoce una masa de signos históricos como propios<br />
mientras se deja transformar, leyéndolos, en una zona<br />
de silencio. Esta nueva práctica vacía los significados y<br />
antecedentes de residuos históricos y culturales,<br />
recuperándolos en un nivel de intensidad que fluye para<br />
crear las nervaduras de una lengua común. La vanguardia<br />
patentiza una operación de lecturas y<br />
reescrituras. La propuesta de Libertella es que la<br />
vanguardia recuerda la ilusión de universalidad que<br />
emiten todas las ideologías para hacerse dominantes.<br />
En tal acto, la aceptación de preocupaciones y temas<br />
propios de la vanguardia aparecen replanteados,<br />
cualquier elemento de género o temática se tritura en la<br />
mirada crítica de la nueva escritura, toda vez que ésta<br />
busca rozar con la propuesta de universalidad que se<br />
propuso trabajar para replantearla en los términos de<br />
su accionar:<br />
«Las vanguardias cuestionan una antigua<br />
función autónoma de la literatura y desechan<br />
típicas oposiciones (arte liberal, arte<br />
para el pueblo) allí donde se dejan devorar<br />
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alternativamente por modas sociales programadas<br />
o por sistemas que las necesitan<br />
estratégicamente… Ideologizada, la nueva<br />
escritura empieza por comprenderse operativamente:<br />
asume su propia ideología en el<br />
momento más descarnado y mercantil cuando<br />
los sistemas de ideas (todos) se generan<br />
en función de intereses específicos… El<br />
escritor deja de lado batallas románticas y<br />
organiza un sistema e relaciones entre su<br />
producción y el mercado que la distribuye y<br />
transforma ese espacio en un espacio crítico<br />
que puede defender y sostener el conjunto de<br />
sus textos. Realizan estrategias para desocultar<br />
su trabajo en el espacio del mercado a<br />
través de complejas operaciones que las<br />
hacen distinguirse, agruparse y diferir dentro<br />
de las reglas del mercado […] Lo que la<br />
vanguardia se propone es obrar su red sobre<br />
toda una red ya establecida, sobre el<br />
mecanismo política/cultura en sus vicisitudes<br />
históricas, relacionadas con un tipo de<br />
mercado, con múltiples especies de hábitos<br />
literarios y con los distintos dibujos de una<br />
tradición que lee con ojo cómplice» 10 .<br />
Es claro que para Libertella las vanguardias<br />
hacen un movimiento de autoprotección que empieza<br />
(en una variante espontanea) apoderándose de los<br />
autores de su tradición para definirlos en el propio<br />
espacio actual, para hacerlos eficaces. O, simultáneamente,<br />
organizan una estrategia teórica que procede<br />
a la defensa de algún nombre, pero allí donde los<br />
intereses indiquen que los nombres y que ciertas firmas<br />
habrán de certificar la potencia de una nueva matriz por<br />
ahora ilegible, “ingustable”. El mismo paso codificado<br />
de una gruesa novela de la tierra a una sofisticada<br />
novela urbana y a una floreciente novela del lenguaje<br />
puede reconocerse como lo que es: un mecanismo falaz<br />
que sólo pretendió crear el efecto de una evolución para<br />
apoderarse de toda la práctica anterior.<br />
Los escritores que Libertella toma en cuenta son<br />
Severo Sarduy, Luis Britto García, Jorge Aguilar Mora,<br />
10 (Libertella Héctor, 1977: 26-27).<br />
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José Balza, Reynaldo Arenas, Enrique Lihn, Germán L.<br />
García, Manuel Puig, Luis Gusmán, Salvador Elizondo<br />
y Osvaldo Lamborghini (no deja de tener en cuenta las<br />
obras de Macedonio Fernández, Guimaraes Rosa,<br />
Lezama Lima o Jorge Luis Borges como precursores de<br />
la propuesta.) Esta lista de autores deja entrever la<br />
astucia y sagacidad de Libertella para encontrar y<br />
realizar, entre sus contemporáneos, una lectura de<br />
actualidad y premonitoria de lo que se convertiría en el<br />
canon literario latinoamericano algunas décadas después,<br />
sin embargo, y esto también contribuye a la<br />
lectura del libro como parergon, no proponía más que<br />
una lista tentativa de escritores que no pretendía ser<br />
exhaustiva ni definitiva sino permanentemente actualizada,<br />
en caso de tener algún éxito su propuesta. La<br />
intención explícita de Libertella de no pensar una<br />
relación determinante entre el continente y la escritura<br />
sino más bien en un relación sostenida por los propios<br />
escritores donde lo latinoamericano puede darse o no,<br />
en tanto sea asumido como posición diferencial respecto<br />
de Europa y Estados Unidos. El escritor de<br />
vanguardia realiza un ejercicio de producción general:<br />
leer y trizar en una napa subterránea y sobre una masa<br />
de libros elementos alcanzados de la biblioteca universal.<br />
Picotea, desgaja, arranca privilegios, toma pedazos<br />
de cierta tradición culta y los reprocesa en un complejo<br />
producto, una máquina de triturar especies universales<br />
como telón de fondo para marcar deliberadamente el<br />
primer plano de una manufactura latinoamericana, en<br />
un sitio, doméstica, de puro uso.<br />
Como se vio en los párrafos anteriores, el libro de<br />
Libertella pone en tela de juicio los saberes tradicionales<br />
sobre la literatura y propone una práctica sumamente<br />
subversiva de los límites entre teoría, crítica y literatura.<br />
Se podría decir que la propuesta de Libertella es<br />
más humilde y, al mismo tiempo, más atrevida porque,<br />
sin pretender una renovación total de la crítica de la<br />
novela latinoamericana, abre un espacio para una<br />
crítica que no recurra a un método preexistente para la<br />
lectura y mucho menos que sostenga lecturas monolíticas.<br />
La propuesta que construye, el cuerpo de<br />
autores que Libertella inventa para dar vida a su teoría<br />
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es innovador y causó polémica en su tiempo 11 . Sin<br />
embargo, se olvidó de un elemento importante, algo que<br />
ya estaba vivo y que confirma muchos de los postulados<br />
que propone. Los motivos de esta omisión no interesan<br />
en este trabajo, sólo basta con mencionarlo: la antipoesía<br />
no está presente.<br />
3.<br />
PADRE NUESTRO<br />
que estás en el cielO santificado<br />
sea tu noMbre<br />
E<br />
……………………………hágase señor tu voluntad<br />
así en la tierra Como en el<br />
cielo<br />
el pan nuestrO de<br />
Cada<br />
díA dánoslo<br />
hoy<br />
no nos dejes caer en tentaCión<br />
más líbranos señOr<br />
de todo maL<br />
Amen 12<br />
El padre nuestro de Nicanor Parra es un mensaje<br />
publicitario evidente. La oración religiosa más popular<br />
de occidente asociada con la bebida más popular de<br />
occidente. Una declaración de principios artera. La antipoesía<br />
y los artefactos parrianos hablan a los gritos. No<br />
11 En 1978 el crítico uruguayo Emir Rodríguez Monegal publicó una reseña<br />
en la revista Vuelta, que entonces dirigía Octavio Paz, a Nueva escritura<br />
latinoamericana: «Si me he detenido un poco en este libro no es por sus<br />
méritos. Pero como ha sido publicado por una editorial que se especializa<br />
en crítica literaria y que entre otros autores ha publicado a Adorno y a<br />
Benjamin, a Frye y a Barthes, a Guillermo Sucre y a Julio Ortega, cabe<br />
sospechar que alguien creyó realmente que la propuesta de este libro<br />
merecía ser atendida. Es lástima, porque el discurso crítico sobre la nueva<br />
narrativa latinoamericana no puede adelantar con trabajos de este tipo:<br />
malinformados, tendenciosos, ingeniosos, acríticos. Si los cavernícolas<br />
quieren participar en el diálogo que está instaurado hace años deben<br />
abonarse a alguna biblioteca circulante para saber qué pasa en el mundo.<br />
fuera de sus cuevas. Entonces, y sólo entonces, podrán salir de las<br />
cavernas armados de algo más que los groseros garrotes de antaño».<br />
(Rodríguez Monegal Emir, 1978: 36-38).<br />
12 (Parra, 2006-2011: 328).<br />
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es necesario un decodificador o un hermeneuta para<br />
dar cuenta de nada. Cada evento poético es una<br />
declaración de guerra contra la forma, contra las instituciones.<br />
La oración fundamento del catolicismo como<br />
escaparate mercantil para la bebida más celebre en el<br />
mundo. Ninguna interpretación es obligatoria porque<br />
las nociones que reutiliza son habituales y están al<br />
alcance de todos. Parece un chiste, y lo es. Pero, sin<br />
abusar de la complejidad, avanza e incluye series de<br />
significado que merecen atención. Y esa atención no se<br />
detiene en el poema que abre este apartado, está<br />
dirigida principalmente a la Antipoesía, a la aparentemente<br />
anárquica antipoesía.<br />
Existe en Nicanor Parra una atención principal<br />
por el habla y la lengua común y vulgar, aliada al interés<br />
por el folklore. Sin embargo, hay que destacar que la<br />
idea que Parra desarrolla sobre el folclore tiene un cierto<br />
desfase para el momento en el que comienza a escribir<br />
sus primeros antipoemas. Para él el folklore no era un<br />
estudio de las reminiscencias de las viejas culturas, de<br />
elementos muertos que inconscientemente arrastra el<br />
alma del pueblo en su lengua, en sus prácticas o en sus<br />
costumbres. Por el contrario, era un caudal vivo de<br />
inspiración y gracia. La idea principal es que la verdadera<br />
poesía brota y se manifiesta primeramente en los<br />
estratos de las capas sociales populares. Es decir: esta<br />
poesía la crea o inventa alguien desconocido, una<br />
entidad anónima y de la que no es necesario conocer su<br />
identidad o paradero ya que esta información no<br />
interviene en la valoración de la poesía. En pleno siglo<br />
XX, un siglo marcado por la intensificación del Yo y por<br />
la extrema necesidad de escindirse a través de la<br />
originalidad y la autoría individual la poesía impersonal,<br />
lo que proviene de no se sabe dónde es proclive a<br />
ser evaluada con desconfianza, cuando no con aberración<br />
y descrédito. Si no veamos la respuesta que da el<br />
propio Parra cuando es interpelado sobre ese tópico:<br />
« —De ahí tu interés por la palabra hablada<br />
y también por el lenguaje de la poesía<br />
popular chilena, como zonas menos contaminadas<br />
por la falsificación […] N. P: Bueno,<br />
en las primeras etapas no queda otra cosa<br />
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que aferrarse a esas formas populares,<br />
separarlas, limpiarlas, pulirlas, hacerlas brillar.<br />
Pero a continuación se ve que estas<br />
imágenes populares corresponden en primer<br />
lugar a etapas históricas anteriores. Por eso<br />
lo que hay que hace es buscar las correspondientes<br />
en nuestro mundo actual, que<br />
tiene que estar en alguna parte: están en la<br />
conversación habitual. De esa manera se<br />
llega al lenguaje hablado. Uno anda buscando<br />
formas modernas que tengan la misma<br />
legitimidad que las formas de la poesía<br />
popular. Pero la poesía popular es una poesía<br />
ya de museo. No puede quedarse uno ahí<br />
sin falsificarse a sí mismo. Lo que hay que<br />
hacer es seguir la línea de la poesía popular<br />
[…] La expresión literaria ha sido reemplazada<br />
por la expresión hablada, y parece<br />
que lo que buscan los poetas como los<br />
prosistas hoy día es el espíritu de la cultura<br />
de cada país en lo que podría llamarse “el<br />
genio del idioma”. Este es el camino correcto.<br />
Nosotros ya no nos interesamos en la<br />
literatura por la literatura, sino que en la<br />
literatura por el hombre. Nos andamos<br />
buscando a nosotros mismos, si esta expresión<br />
tiene algún sentido, y parece que uno de<br />
los métodos posibles es el de la palabra<br />
hablada y que por otro camino no llegamos a<br />
ninguna parte. En los comienzos de lo que<br />
podría llamarse “Mein Kampf”, mi lucha, yo<br />
me puse a este lado de la trinchera: lenguaje<br />
hablado y nada más que lenguaje hablado en<br />
la poesía. Para mí una línea o una formulación<br />
estaban bien cuando podían ser usadas<br />
en un diálogo. Sino, si una expresión no<br />
podía ser parte de un diálogo, me parecía que<br />
tampoco podía ser parte de un poema. Claro<br />
que a continuación viene un paso que considero<br />
bastante importante. En realidad, la<br />
poesía tiene que ver con la experiencia humana<br />
en su totalidad, con la totalidad del<br />
hombre, y resulta que la literatura también<br />
es una experiencia humana. De manera que<br />
la literatura debe tener también su rincóncito<br />
en alguna parte del parlamento del<br />
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poeta. También debe ser incorporada, pero<br />
como un antecedente, nada más, como un<br />
elemento de juicio. No puede ser descartada<br />
porque, parafraseando, nada de lo que es<br />
humano puede serle extraño al poeta» 13 .<br />
La antipoesía, importa subrayarlo, es consecuente<br />
con el estado de cosas que contribuye a incorporar<br />
lúdicamente al bagaje crítico del hombre contemporáneo<br />
tratando de refundar para él una lírica adecuada<br />
a los tiempos, susceptible de re-adueñarlo de su<br />
propio lenguaje. La antipoesía es un arte esencialmente<br />
lingüístico y en la medida en que el lenguaje es un<br />
hecho social, la antipoesía también lo es, ya que<br />
refuerza los lazos de la comunidad por cuanto ha surgido<br />
en el seno de la misma como un precipitado de<br />
experiencias repetidas y compartidas. La tarea del antipoeta<br />
no ha consistido nunca en inventar imágenes,<br />
palabras, conceptos. La antipoesía abomina el creacionismo.<br />
Rescata frases hechas.<br />
De aquí se deduce que la antipoesía se basta a sí<br />
misma, es autosuficiente y se sostiene a través de una<br />
configuración muy breve de palabras creando un contacto<br />
con algo que está más allá, algo que el lector<br />
necesita y que además está buscando por diferentes<br />
medios. Se trata de tocar puntos sensibles del lector con<br />
la punta de una aguja, de galvanizarlo ya que se alude<br />
a una realidad que existe con anterioridad. Es un gesto<br />
indicativo, una interjección, una penetración en el lector<br />
para sacarlo de su modorra y pincharlo. Al respecto<br />
el propio Parra declara:<br />
«Desde el comienzo de los antipoemas yo<br />
traté de construir ese hombre por un método<br />
de regresión histórica. Lo que me pasaba a<br />
mí era más o menos lo siguiente: el pensamiento<br />
actual, el pensamiento del año 38,<br />
me parecía que olía a pescado podrido. Algo<br />
no marchaba, estaba mal eso. Entonces<br />
había que retroceder para ver en qué mo-<br />
13 (Morales Leónidas, 2014: 79).<br />
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mento estuvo fresco ese pescado. Yo retrocedí<br />
hasta donde pude» 14 .<br />
Así pues, el antipoema es un momento del orbe<br />
cultural, una maqueta, la proyección de una imagen<br />
que —no está de más decirlo— demuestra un mundo<br />
inexistente. Por ejemplo, en la poesía llamada tradicional,<br />
la poesía lírica por lo menos, el que habla siempre<br />
es el poeta, que se supone es un héroe, un pequeño<br />
dios, un sujeto positivo con inteligencia y sentimientos<br />
sublimes. No es el caso de la antipoesía donde el héroe<br />
también es anti, es decir, es un antihéroe víctima del<br />
universo cultural que lo rodea y abarca, guiñapo de las<br />
circunstancias. El antihéroe de la antipoesía, su enunciador,<br />
es un personaje pasivo, incapaz de representar<br />
al héroe moderno que es activo y despliega grandes<br />
cantidades de energía para lograr el carácter inédito que<br />
requiere la modernidad. Es un personaje disociado que<br />
no se presenta con un solo rostro, sino que es una<br />
especie de camaleón, de sujeto múltiple, sin unidad<br />
sicológica, que está fuera de sí. Una vez más es el propio<br />
Parra el único capaz de definirlo acertadamente:<br />
«No hay que olvidarse que esta es una poesía<br />
de raíces oníricas, y en el sueño lo que se<br />
hace fundamentalmente es ver. Además, el<br />
arte moderno fundamentalmente es un arte<br />
de imágenes visuales […] Para mí resulta que<br />
las imágenes visuales son las imágenes por<br />
excelencia, y sinceramente a mí no me interesa<br />
una poesía auditiva, no me interesa<br />
para nada, al extremo de que en la actualidad<br />
yo he dejado de leer mis poemas, si no<br />
es por obligación. Antes cuando era muchacho,<br />
yo prefería leerlos y transmitir entonces<br />
el poema a través de la voz. Ahora no. Ahora<br />
quiero que se vean los poemas […] O sea, por<br />
el camino de la poesía he llegado prácticamente<br />
a una encrucijada en que me encuentro<br />
con signos puramente de carácter<br />
visual. No digo plásticos ni pictóricos porque<br />
eso lo pongo completamente entre paréntesis:<br />
no entiendo la pintura y el desarrollo<br />
14 (Morales Leonidas, 2014: 82).<br />
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mío es completamente distinto. Lo que me<br />
interesa a mí son realmente los esquemas.<br />
En este trabajo de retroceso he llegado<br />
prácticamente a esa época en que el hombre<br />
no sabía escribir. La desintegración ha llegado<br />
hasta más allá de la propia escritura, del<br />
alfabeto […] Una de las ideas que yo he<br />
tenido siempre presente en mi evolución literaria<br />
ha sido la siguiente: que la poesía debe<br />
ser una expresión integral del hombre. O<br />
sea, que lo onírico tiene que estar presente<br />
ahí, pero no tiene que ser lo único. También<br />
tiene que estar la conciencia. Así es que, en<br />
este sentido, es una poesía integralista, muy<br />
ambiciosa: se propone expresar la totalidad<br />
del ser humano, tanto del día como de la<br />
noche. Una poesía diurna, pero simultáneamente<br />
nocturna» 15 .<br />
4.<br />
Mucho se ha especulado sobre la vocación utópica y<br />
social que los artefactos y la antipoesía tienen como una<br />
de sus principales encomiendas; de sus intentos por<br />
restaurar a los individuos en una comunidad utópica a<br />
través del lenguaje. Esta es la iniciativa en la que la<br />
antipoesía no ha dejado de trabajar y de experimentar.<br />
Y lo ha hecho incorporando al campo de la poesía<br />
aquellas situaciones lingüísticas, viejas o nuevas, en<br />
que se produce una trasposición del receptor en<br />
usuario. Por lo tanto, y en esto hay un riesgo indeterminado<br />
de incoherencia, pero que es importante<br />
señalizar, el horizonte efectivo en el que se despliega la<br />
antipoesía, la cual no cesa de reciclar materiales que la<br />
alta cultura se ha resistido y sigue resistiéndose a<br />
homologar, está actualmente en las nuevas tecnologías<br />
electrónicas y encuentra su respaldo contemporáneo en<br />
las redes sociales. Sin embargo, antes de afirmar esta<br />
línea es necesario exponer otra arista de la antipoesía.<br />
El crítico español Ignacio Echevarría piensa que:<br />
15 (Morales Leonidas, 2014: 89-90).<br />
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«Llegados aquí, conviene alejar los espejismos<br />
que presenta la antipoesía como un<br />
género mixto. Que insisten en el concepto de<br />
poesía visual, que asimilan con facilidad los<br />
artefactos visuales a los ready-mades, que<br />
hablan, a propósito de la antipoesía, de un<br />
arte postverbal o transverbal, sugiriendo que<br />
se trata de una poética que presupone el<br />
saldo o la liquidación de la palabra. Lejos de<br />
eso la antipoesía es un arte esencialmente<br />
lingüístico, y en la medida que el lenguaje es<br />
un hecho social, la antipoesía también lo es.<br />
Conviene ahora insistir en la utopía sociabilizadora<br />
que sostiene el empeño entero de<br />
la antipoesía. Su búsqueda de un lenguaje<br />
de todos y para todos. “Poesía de la plaza<br />
pública”, como se dice en “Manifiesto”. Por<br />
este camino la antipoesía corteja peligrosamente<br />
el lugar común por cuanto el lugar<br />
común posee una acepción netamente<br />
peyorativa, de la que en más de una ocasión<br />
se ha hecho eco en la antipoesía. Son<br />
abundantes los antipoemas que ponen en<br />
evidencia, paródicamente, el efecto enajenador<br />
del juicio propio que tantos lugares<br />
comunes tiene en cuanto “ideas recibidas”:<br />
prejuicios establecidos por la ideología dominante.<br />
Dicho sea esto último en un sentido<br />
amplio. Pero luego está el lugar común<br />
entendido en su sentido literal de lugar<br />
compartido, es decir, de palabra que, lejos de<br />
profundizar la individualidad, refuerza los<br />
lazos de la comunidad, por cuanto ha<br />
surgido en el seno de la misma como un<br />
precipitado de experiencias repetidas y compartidas.<br />
Algo parecido cabría decir, quizás<br />
más esclarecedoramente, de la frase hecha,<br />
obsesión creciente de la antipoesía, que trabaja<br />
con ella en tanto que construcción<br />
lingüística forjada por la comunidad a lo<br />
largo del tiempo, en un largo proceso de<br />
sedimentación» 16 .<br />
16 (Echavarría Ignacio, 2007: 208-209).<br />
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Finalmente, se revela que la trayectoria de la<br />
antipoesía como un intento reiterado y siempre insatisfactorio<br />
de reificar el sentimiento de comunidad, o al<br />
menos su utopía, a través de la palabra poética,<br />
entendida como la cristalización de una lengua verdaderamente<br />
común, que sobrevive en la contundente<br />
materialidad que el lenguaje conserva en ciertos<br />
ámbitos de la creación popular y, sobre todo, de la<br />
conversación, del habla. Por otro lado, está la agresividad<br />
con la que el sujeto de la antipoesía reacciona<br />
contra sí mismo, contra su sentimiento de individualidad<br />
y, más ampliamente, contra la institución en lo<br />
que cabe entender como yo poético. Los sucesivos<br />
disfraces o máscaras que el sujeto de la antipoesía ha<br />
venido adoptando en el transcurso de medio siglo: el<br />
juglar, el flaneur, el energúmeno, el gamberro, el<br />
predicador, el bufón, el charlatán, el saboteador, el<br />
discursero, el rey mendigo, son otras tantas estrategias<br />
de deconstrucción del yo que sostiene o justifica el<br />
sujeto poético de la modernidad, esa poesía “adjetiva”,<br />
esa poesía nasal y gutural, esa “poesía arbitraria”, esa<br />
“poesía copiada de los libros”, esa “poesía de las nubes”,<br />
esa “poesía de café”, esa “poesía de salón”, esa poesía<br />
de pequeño dios, de vaca sagrada, de toro furioso contra<br />
la que arremete Parra. Frente a todo ello, Parra decreta<br />
en otro de sus poemas, “Felicitaciones”, recogido en<br />
Emergency poems: «Ustedes están asistiendo a los<br />
funerales del yo poético / que reventó por exceso de<br />
delicadeza» 17 . Lo cierto es que la antipoesía no es una<br />
negación tanto como una búsqueda; es la búsqueda<br />
positiva, por mucho que resulte desesperada, de ese<br />
calor que se conserva en el seno de la materialidad del<br />
lenguaje comunal, no desfigurado por las retóricas del<br />
poder ni lastrado tampoco por las del sujeto singular,<br />
encasillado en su yo. La antipoesía propone como<br />
proyecto principal un lenguaje que reinstaure al sujeto<br />
en su comunidad.<br />
La experiencia demuestra que la literatura es tan<br />
ancha como para acoger obras que algún día eran<br />
puramente orales y radicalmente ajenas a la alta cultura;<br />
y tan estrecha como para rechazar otras que en el<br />
17 (Echevarría Ignacio, 2007: 203).<br />
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presente tienen exactamente el mismo carácter y<br />
cumplen justamente la misma función. En este horizonte<br />
se despliega la antipoesía que no cesa de reciclar<br />
materiales que la alta cultura rechaza y se resiste a<br />
homologar, aún después de las atrevidas incursiones<br />
practicadas por el dadismo o el surrealismo. Es el caso<br />
de las Acciones poéticas y la asimilación que ha hecho<br />
de la forma antipoética, sobre todo en plataformas<br />
cibernéticas. Es decir, en las redes sociales, cuyo uso es<br />
abrumador y total en la cultura contemporánea, éstas<br />
gozan de un fervor democrático inusual: no son menospreciadas<br />
o están extra valoradas. El acceso es amplio<br />
y los usuarios tienen diversas procedencias económicas<br />
y culturales. Parece ser que la antipoesía encontró el<br />
soporte perfecto para desplegarse perpetuamente. En el<br />
artículo de Echavarría, mencionado previamente, el<br />
crítico español retoma a Ángel Rama y rememora cómo<br />
el autor uruguayo hizo mención de la Historia verdadera<br />
de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del<br />
Castillo. Echevarría cita:<br />
«Y como Cortés estaba en Coyoacán y<br />
posaba en unos palacios que tenían las<br />
paredes blanqueadas y encaladas, donde<br />
buenamente se podía escribir en ellas<br />
con carbones y otras tintas, amanecían<br />
cada mañana muchos motes, algunos en<br />
prosa y otros en metro […] y aún decían<br />
palabras que no son para poner en esta<br />
relación» 18 .<br />
Echevarría, con reservas, aventura que estos<br />
grafitis son el primer precedente de la antipoesía ya que<br />
el propio Nicanor Parra afirmó que en muchas ocasiones<br />
se inspiró en los grafitis que había visto y copiado<br />
en su viaje por Estados Unidos a mediados del siglo<br />
pasado. Lo cierto es que el grafiti se enfrascó en una<br />
batalla secular entre alta y la baja cultura durante el<br />
siglo XX, según escribió Ángel Rama: entre la lengua<br />
popular hablada y la lengua escrita impresa. Sin<br />
embargo, los grafitis son escritura, escritura que en<br />
18(Echevarría Ignacio, 2007:210).<br />
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muchas ocasiones se criminalizó y sus autores,<br />
anónimos la mayoría, pagaban con prisión sus<br />
aventuras. Como Rama señala: «desafiar o vencer la<br />
imposición de la escritura pasa obligadamente por ella<br />
hasta el punto de que podría decirse que la escritura<br />
concluye absorbiendo toda la libertad humana» 19 . Las<br />
derivas visuales de la antipoesía se subordinan al hecho<br />
de que es una expresión lingüística que, a pesar de<br />
aducir a la oralidad, se trata de un arte esencialmente<br />
escritural. El capital primordial de la antipoesía es su<br />
suficiencia para absorber la vitalidad del habla y<br />
transformarla en escritura. Regresando a Echeverría<br />
éste apunta:<br />
«Pero se trata de una operación de sabotaje,<br />
primero, al anquilosamiento de la lengua<br />
escrita, y de conquista, a continuación, de la<br />
escritura misma para el pueblo, para la<br />
comunidad forjadora del lenguaje: conquista<br />
del poder que la escritura tiene de conservar<br />
vivo el lenguaje. Socialización de la escritura<br />
y, a través de ella, democratización de la<br />
experiencia de la lectura, convertida en<br />
pantalla sobre la que se refleja es resplandor<br />
del habla, que reclama para la lengua la<br />
vitalidad sin la cual se convierte fácilmente<br />
en instrumento de alineación y opresión» 20 .<br />
Conclusión.<br />
En arte y literatura nada es más violento y atropellado<br />
que el arte y la literatura. El antropólogo colombiano<br />
Carlos Granés en su libro El puño invisible. Arte,<br />
revolución y un siglo de cambios culturales plantea que<br />
las vanguardias artísticas del siglo XX y algunas del XIX<br />
además de volatizar la filosofía, la poesía, el arte, la<br />
música y la cultura occidentales con una sevicia y<br />
encono delirantes estaban preñadas de un férreo conservadurismo<br />
que engendró un arte torpe, tarado e<br />
intrascendente a finales del siglo XX y albores del siglo<br />
XXI. Dadaísmo, futurismo, surrealismo, movimientos<br />
19 (Echevarría Ignacio, 2007: 210).<br />
20 (Echevarría Ignacio, 2007: 212).<br />
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de vanguardia a punto de llegar al centenario que se<br />
muestran demasiado actuales cuando su intención<br />
primordial incluía arrasar constantemente con todo. Lo<br />
que estos movimientos olvidaron fue que el aniquilamiento<br />
los implicaba también a ellos. Esta<br />
perpetuidad y reiteración eternas establecen una aporía<br />
que se rodea de movimientos políticos como el fascismo<br />
o exalta la barbarie en su estado más pleno. El sueño<br />
de André Bretón, subir a un edificio con un rifle y<br />
disparar a la multitud es un hábito contemporáneo y<br />
constatable en cualquier lugar del planeta. El escritor<br />
Paul da Man piensa que lo actual es más receptivo a los<br />
manierismos y lugares comunes de la época, especialmente<br />
a los que la posteridad rechazará con más<br />
energía. Oyendo este razonamiento se puede entender<br />
por qué el arte de vanguardia no es meritorio de<br />
seriedad y su potencialidad viral sólo estimula un<br />
mercado de valores especulativo donde el arte es una<br />
mercancía y no el animador del cataclismo de occidente<br />
que revolucionaria la vida hasta ocuparla únicamente<br />
en la expresión de las energías creativas, en la totalidad<br />
de una vida consagrada sin distracciones al arte. Las<br />
vanguardias el día de hoy son un manierismo y un lugar<br />
común de época, es decir, consiguieron su objetivo:<br />
establecer revoluciones que no mudan nada.<br />
Esta situación fue conjeturada por Walter<br />
Benjamin en las primeras décadas del siglo XX cuando<br />
recurre a la “situación histórica de la literatura” para<br />
ilustrar la dirección de este fenómeno:<br />
«Durante siglos las cosas estaban así en la<br />
literatura: a un escaso número de escritores<br />
se enfrentaba un número de lectores cada<br />
vez mayor. Pero a fines del siglo pasado se<br />
introdujo un cambio. Con la creciente expansión<br />
de la prensa, que proporcionaba al<br />
público lector nuevos órganos políticos,<br />
religiosos, científicos, profesionales y locales,<br />
una parte cada vez mayor de esos lectores<br />
pasó, por de pronto ocasionalmente, del lado<br />
de los que escriben. La cuestión empezó al<br />
abrirles su buzón de la prensa diaria: hoy<br />
ocurre que apenas exista alguien<br />
medianamente culto que no haya encon-<br />
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trado alguna vez ocasión para publicar una<br />
experiencia laboral, una queja, un reportaje,<br />
o algo parecido. La distinción entre autor y<br />
público está a punto de perder su carácter<br />
sistemático. Se convierte en funcional y<br />
discurre de distintas maneras en distintas<br />
circunstancias. El lector está siempre dispuesto<br />
a ser un escritor. En cuanto perito,<br />
alcanza acceso al estado de autor» 21 .<br />
Si bien puede parecer una actitud corporativa que<br />
anula cualquier expresión escrita hecha por alguien que<br />
no sea artista tiene un interés singular, lo que Benjamin<br />
hizo explícito con la disquisición anterior fue exponer la<br />
obligación de seriedad con que se debe procurar cometer<br />
cualquier intento artístico. No importa si es una obra<br />
dramática, la crítica de un libro, la escritura de una<br />
partitura, la seriedad y la solvencia son ingredientes<br />
sustanciales para obtener criterios de valor sólidos. De<br />
manera paradójica o en forma de mentís, incautar y<br />
apoderarse de una de las voces críticas con mayor<br />
arraigo y solvencia de la modernidad puede ser un<br />
catalejo blindado para divisar los accesos a posibilidades<br />
artísticas y narrativas hasta ahora no pensadas<br />
o puestas en práctica ¿Cómo lograrlo? No hay que ir<br />
muy lejos, es necesario abusar de aquello que la vanguardia<br />
tanto cacareó: el talento, el atrevimiento, la<br />
originalidad. Un buen ejemplo de este tipo trabajo lo<br />
aporta el poeta Nicanor Parra y su original manera de<br />
asumir el reto poético a través de lo que él dio en llamar<br />
la anti-poesía.<br />
Como se expuso a lo largo de las páginas que dan<br />
cuerpo a este trabajo, la idea parriana de antipoesía no<br />
rechaza ningún medio para asentarse. En los primeros<br />
pasos de la antipoesía, allá por la mitad del siglo<br />
pasado, Parra utilizó el medio impreso por excelencia:<br />
los libros. Sin embargo, el tiempo de la cultura editorial<br />
ha perdido la supremacía y en el presente tiene que<br />
convivir con otros formatos. No es el tema de este<br />
artículo debatir o exponer este fenómeno, sólo es necesario<br />
resaltar que esta convivencia está generando<br />
nuevas formas de interacción entre los diversos medios<br />
21 (Benjamin Walter, 2003: 61).<br />
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impresos, electrónicos y audiovisuales, lo que está<br />
creando diversas maneras de exponer y presentar obras<br />
artísticas. Este es el caso de la antipoesía. El anhelo<br />
parriano está realizándose en las redes sociales. Si en<br />
algún momento se mencionó que una de las propuestas<br />
fundamentales de la antipoesía radica en lograr que el<br />
autor desaparezca (no como individuo, si no como ente<br />
genuino, original y único) y que sea una voz autónoma<br />
pero multitudinaria, donde nadie es dueño o propietario<br />
de lo que se expresa, sino una voz congregada en el<br />
hecho tumultuario de la comunidad, entonces se puede<br />
decir que las Acciones Poéticas y el uso que han hecho<br />
de las redes sociales para dejar constancia de su<br />
presencia son los descendientes de la antipoesía. La<br />
dicotomía entre alta y baja cultura se revoca y el uso es<br />
de cualquiera. La antipoesía tiene más de medio siglo y<br />
ha visto los ojos de los lectores a través de los libros y<br />
en los muros de las ciudades. Hoy también existe en<br />
diferentes redes sociales. Su vigencia es innegable, su<br />
persistencia, cuestión de todos los involucrados.<br />
Bibliografìa<br />
ÁVILA ZESATTI, C, “Acción poética: el amor anda suelto por las<br />
calles”, en Corresponsal de Paz. España,2012 (fecha de<br />
consulta para este trabajo: 10 de febrero de 2015). En línea:<br />
http://www.corresponsaldepaz.org/es/Archivo/Reportajes<br />
/AccionPoetica/accion-poetica-el-amor-anda-suelto.html.<br />
BENJAMIN,WALTER, La obra de arte en la época de su<br />
reproductibilidad técnica, trad. De Andrès E. Weikert.<br />
México D.F., Itaca, 2003<br />
BOLAÑO, ROBERTO, Entre paréntesis, Barcelona, Anagrama, 2005<br />
BLOOM, HAROLD, Poetic Origins and Final Phases. EE.UU., Oxford<br />
University Press, 1975<br />
ECHAVARRÍA, IGNACIO, Desvíos. Santiago de Chile, Universidad<br />
Diego Portales, 2007<br />
FERNÁNDEZ FOLGUEIRAS, EREA, Poética del fragmento: aproximación<br />
a la experiencia del sentido en “la vie mode d´emploi de<br />
Georges Perec, Madrid, Editorial Complutense, 2012<br />
GÓMEZ BRAVO, A, “Nicanor Parra: «Bolaño me puso en órbita de<br />
nuevo»”, La Tercer, Chile, 2010 (fecha de consulta para este<br />
trabajo: 25 de febrero 2015). En línea:<br />
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http://www.latercera.com/noticia/cultura/2010/03/1453-<br />
325970-9-nicanor-parra-bolano-me-puso-en-orbita-denuevo.shtml<br />
GOMBROWICZ, WITOLD, Contra los poetas. Buenos Aires- Madrid:<br />
Sequitur, Asmara, 2006<br />
IBÁÑEZ LANGLOIS, MIGUEL, Para leer a Parra. Santiago de Chile,<br />
Ediciones El Mercurio-Aguilar, 2003<br />
LIBERTELLA, HÉCTOR, Nueva escritura latinoamericana, Caracas,<br />
Monte Ávila,1977<br />
MORALES, LEÓNIDAS, Conversaciones con Nicanor Parra, Santiago de<br />
Chile, Universidad Diego portales,2014<br />
PARRA, NICANOR, Obras completas & algo +. Barcelona, Círculo de<br />
Lectores, Galaxia Gutenberg, 2006-2011<br />
RODRÍGUEZ, MONEGAL, E, “Nueva escritura latinoamericana de<br />
Héctor Libertella”, en Vuelta, n<strong>°</strong> 15, 1978, pp.36-38.<br />
ROJAS CAROLINA, “Bolaño y Parra: amigos en el pasillo sin salida<br />
aparente”, Ñ. Revista de Cultura, Buenos Aires, Argentina,<br />
2012 (fecha de consulta para este trabajo: 03-marzo- 2105).<br />
En línea:<br />
http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Bolano-y-<br />
Parra-amigos-en-el-pasillo-sin-salidaaparente_0_679132309.html.<br />
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CUENTOS ARGENTINOS. LA SENSIBILIDAD Y LA POBREZA<br />
Susana Villanueva Eguía Lis<br />
Texas Tech University<br />
<br />
Cuentos argentinos. La sensibilidad y la pobreza<br />
Alberto Julián Pérez<br />
Lubbock: Ediciones Riseñor, 2015<br />
<br />
En este libro temático de cuentos, su autor, Alberto<br />
Julián Pérez muestra a la sociedad argentina desde<br />
perspectivas diversas. La primera parte, a la que titula<br />
“La nueva argentina”, incluye cuatro cuentos cuyos<br />
personajes son los argentinos de clase media y alta de<br />
hoy: un financista casado con una modelo, frustrado<br />
por la personalidad narcisista de su mujer; un guionista<br />
que se enfrenta a peligrosas situaciones para escribir el<br />
guión de un documental sobre la inmigración y la<br />
pobreza; un profesor de secundaria que visita a un<br />
profesor universitario amigo en Estados Unidos y se ve<br />
envuelto en una situación sentimental peligrosa que no<br />
puede manejar; un viejo empresario, admirador del<br />
Marqués de Sade, que se casa con una joven de vida<br />
más que liberal y termina siendo víctima de sus propios<br />
deseos. El autor trata de entender, a través de sus<br />
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personajes y sus tramas, que atrapan al lector, las limitaciones<br />
y sueños de su sociedad.<br />
En la segunda parte del libro, Alberto Julián Pérez<br />
proyecta su mirada sobre un sector social ignorado por<br />
nuestras literaturas: los niños y adolescentes de los<br />
barrios pobres y carenciados de Argentina. Los protagonistas<br />
de los cinco cuentos de este segmento son niños<br />
de las villas miserias, que tienen los mismos sueños y<br />
la misma inocencia que todos los niños de su edad, a<br />
los que la pobreza y la violencia condena al sufrimiento<br />
y al fracaso. En uno de estos relatos, “El pintor del Dock<br />
Sud”, el autor cuenta con gran maestría la vida de un<br />
pintor adolescente de un barrio carenciado. Esta sección<br />
logra meterse dentro del mundo cruel de la<br />
pobreza de una manera verosímil y conmovedora.<br />
En la tercera parte del libro, Pérez toma por tema<br />
las luchas políticas de su país durante las décadas del<br />
sesenta y del setenta del siglo pasado. Presenta personajes<br />
conmovedores que defienden a los suyos en<br />
situaciones extremas, como el padre que va a reclamar<br />
por su hija, una guerrillera detenida por el Ejército en<br />
la Escuela Mecánica de la Armada, sabiendo lo que<br />
seguramente va a pasarle, o los jóvenes soldados que en<br />
el conflicto armado entre Chile y Argentina en 1978<br />
inician una insurrección contra sus jefes y sabotean la<br />
guerra.<br />
La cuarta parte presenta la vida de varios santos<br />
populares argentinos y tiene un gran valor testimonial.<br />
Se trata de santos celebrados por los sectores más pobres<br />
del pueblo argentino, y cuyo culto se ha vuelto<br />
multitudinario durante los últimos años. Son estos el<br />
Gauchito Gil, la Difunta Correa y el Angelito milagroso<br />
Miguel Ángel Gaitán. El cuento “El angelito milagroso”<br />
es uno de los más logrados de la colección.<br />
Alberto Julián Pérez analiza en este libro a su<br />
sociedad desde una perspectiva social múltiple y amplia.<br />
Su mirada realista señala sus carencias y limitaciones.<br />
Tiene un excelente manejo de la forma. Sus<br />
textos están cargados de ricas alusiones intertextuales.<br />
Asocia su cuentística con la tradición de Arlt, Walsh y<br />
Borges. Logra interesar al lector y mantenerlo motivado<br />
y en suspenso durante toda la lectura.<br />
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CREACIÓN LITERARIA<br />
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LA OSCURIDAD<br />
Gabriel Desmar<br />
♣<br />
Una profunda oscuridad circula,<br />
internándose en todas las cosas,<br />
las manos se difuman en ella,<br />
la luz se ha retraído esta tarde.<br />
Una revocación de la vida,<br />
un camino sinuoso en el día,<br />
un peso que aplasta la mirada,<br />
se posa en todos los pensamientos.<br />
La soledad se precipita,<br />
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los caminos están silentes,<br />
una gota de amargura cae,<br />
se desliza por el filo del día.<br />
El silencio acompaña la tarde,<br />
el gran vacío se profundiza,<br />
se camina solo en la grava,<br />
se escucha el sonido del ocaso.<br />
El sol brilla sobre los ojos,<br />
pero una oscuridad llega igual,<br />
se instala en los recodos del alma,<br />
se interna en las fibras del ser.<br />
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UNA REVERENCIA CERVICAL<br />
Álvaro Alfonso Acevedo Merlano<br />
♣<br />
Aunque muera por gritar palabras necias<br />
no debo decir lo que lees en mis ojos;<br />
sé que conoces mis sentimientos<br />
y sólo con eso me debe bastar.<br />
Tal vez nuestro destino ha sido condenado<br />
por los caprichos del azar<br />
pero hoy deseo que aquel dios<br />
al que nunca abandonaste<br />
guíe tus designios<br />
mientras ruego por tu felicidad.<br />
Un día pretendí con soberbia cuestionar esa fe<br />
pero ahora deseo que te acompañe por siempre<br />
un día pretendí quitarte a tu dios<br />
pero me di cuenta que fui egoísta y ególatra.<br />
Al final maldije esa soberbia<br />
mientras me ahogaba en lágrimas<br />
pensando en que al huir<br />
mi ausencia sería la causa de tu dolor.<br />
Iba a dejarte sin mi amor y sin tu dios;<br />
soy un miserable y eso me hiere<br />
esa será mi condena<br />
ese será mi karma<br />
al recordar cada instante<br />
todo lo que cobardemente<br />
he abandonado.<br />
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