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Edición No.10 Junio 2016

En nuestra edición No.10 tenemos a Lucia Pastor que nos cuenta sobre la asociación rincón poétco del valle del Vinalopó

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odillas como hacía años<br />

que no podía, con una agilidad<br />

inapropiada para la artritis<br />

y los muchos años que<br />

tenía. Agarró el zarcillo, escondiéndolo<br />

rápidamente en<br />

el bolsillo de una desvencijada<br />

chaqueta azulina, y una<br />

vez oculto el botín, curvó de<br />

nuevo el cuerpo y volvió a<br />

recuperar la posición de ancianidad<br />

natural en él, y de<br />

un golpe de bastón se encaminó<br />

en dirección contraria<br />

a la escena del drama.<br />

“Coño, esto ya no lo necesita.<br />

Para que se lo lleve<br />

la policía…..” –se dijo así<br />

mismo, convenciéndose de<br />

la justicia del acto mientras<br />

se alejaba de mí-.<br />

Y en realidad, yo no tenía<br />

motivos para enfadarme,<br />

ya que, evidentemente, los<br />

muertos no necesitábamos<br />

de oropeles, así que, decidí<br />

mirar cómo se alejaba sin<br />

disgustarme, aunque se<br />

/www.visionuniversal-magazine.com.mx<br />

hubiera adelantado a mi<br />

intención de recuperar el<br />

zarcillo. Lo miraba alejarse<br />

situada frente al grupo de<br />

curiosos. Yo estaba junto<br />

a la policía que mantenía<br />

acordonado el espacio donde<br />

había caído aquel cuerpo<br />

que ya no era mío, y junto<br />

al juez que había mandado<br />

levantar la manta que cubría<br />

mis restos. En aquellos momentos<br />

yo ignoraba todavía<br />

mi nuevo estado de espíritu,<br />

y no llegaba a comprender<br />

cómo mi cuerpo yacía desecho<br />

debajo de una manta. Yo<br />

no comprendía por qué me<br />

tocaba a mí misma y no hallaba<br />

ninguna herida ni nada<br />

anormal: mis orejas estaban<br />

intactas, sin señas de aplastamiento,<br />

y no había nada<br />

que me sangrara. Nada. Toda<br />

yo en perfectas condiciones.<br />

Ni siquiera tenía un simple<br />

dolor de cabeza.<br />

30<br />

Hasta los tacones de los<br />

zapatos estaban intactos.<br />

En vista de que todo parecía<br />

estar correctamente, a<br />

pesar del revuelo de gente<br />

que había alrededor de la<br />

manta que cubría el cuerpo,<br />

me peiné los cabellos, que<br />

esos sí estaban muy revueltos,<br />

mientras era testigo<br />

de cómo, nuevamente,<br />

cubrían los restos tendidos<br />

en el suelo. Seguía sin ser<br />

consciente de que aquellos<br />

restos habían sido míos, y<br />

de que aquella mujer había<br />

sido yo. Quizás, porque el<br />

plaff de mi cuerpo contra el<br />

suelo fue rápido y sin dolor<br />

y no tuve tiempo de centrarme<br />

en la nueva situación.<br />

Me alejé espantada y<br />

el perro abandonado apareció<br />

a mi lado, lamiéndome<br />

las manos, feliz y agradecido<br />

de haber encontrado<br />

dueña.<br />

Carmen Torronteras De la Cuadra

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