Nueva Regulación Aduanera

EL NUEVO RÉGIMEN
SANCIONATORIO Y
PROCEDIMENTAL
ADUANERO
- ENTRE SOFISMAS, PLEONASMOS Y FICCIONES -
12
El Ministerio de Hacienda y Crédito Público, mediante el
Decreto 390 de 2016, quiso bautizar al compendio que
sustituyó al Decreto 2685 de 1999, como nueva Regulación
A­duanera, sofisma que, sin embargo, ha resultado fallido
en el derecho vivo entre los diferentes agentes aduaneros
(entendido en sentido amplio: usuarios, intermediarios,
académicos, funcionarios y jueces), que hablan, y seguirán
hablando, del Nuevo Estatuto Aduanero.
En éste, dentro del articulado referido al tema sancionatorio
y procedimental, se extraña, de entrada, una carta de
derechos del usuario aduanero o un catálogo de garantías
o derechos en materia sancionatoria, que hubiese seguido
el buen (aunque no por bueno, carente de críticas) ejemplo
de la Ley 1607 de 2012, que los implantó para el espectro
tributario.
En el nuevo Estatuto sí se aprecia un giro copernicano en
materia sancionatoria, en donde se abandona el anterior
paradigma para reflejar la intención de plasmar un esquema
en donde prime la gestión del riesgo sobre un autómata
control policivo. Un ejemplo de esto es la configuración del
proceso destinado a producir una amonestación escrita, lo
que, bajo el imaginario colectivo anterior, podría ser apenas
una anécdota, pero que, en el nuevo orden, es un elemento
de juicio para calificar el riesgo de los diferentes usuarios,
que están obligados a procurar tener valoraciones positivas.
Dentro del esqueleto o flujograma del proceso, se aprecia
también que se mantienen los vertiginosos tiempos para
contestar, recurrir o decidir recursos, tasados en días o
poquísimos meses.
Se privilegia nuevamente la rapidez y eficiencia (al contrario
de otros procesos que pueden tardar casi dos años en sede
administrativa), referente procesal idealista bajo las pautas
de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico - OCDE y otros organismos internacionales, pero
que, bajo un análisis más reposado, al tenor de los textos del
profesor de Harvard Jorge Esquirol, se evidencia como una
ficción.