Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>#0</strong>
<strong>Lascivo</strong><br />
<strong>Fanzine</strong><br />
Francisco Reyes Trejo (@Warsawx)<br />
Gerson Guerrero Lozano (@Dospalabrass)<br />
Ilustraciones<br />
Francisco Reyes Trejo<br />
Gerson Guerrero Lozano<br />
Diseño<br />
Gerson Guerrero Lozano<br />
Diseño de portada<br />
Francisco Reyes Trejo<br />
Gerson Guerrero Lozano<br />
Corrección de textos<br />
Francisco Reyes Trejo
3
Víctimas y vicios<br />
Gerson Lozano<br />
4<br />
Solo quedábamos cinco personas en ese cuarto. Solo<br />
tres de nosotros seguíamos despiertos y ninguno estaba<br />
consciente de lo que en verdad pasaba.<br />
Con las únicas dos camas de esa habitación ocupadas,<br />
estaba recostado sobre el suelo áspero de una alfombra<br />
sucia; siempre pendiente de la puerta principal, vigilante<br />
que nadie se acercara a ella. Tenía conversaciones que no<br />
recuerdo con las otras dos personas. Risas eufóricas se<br />
apoderaban de mí, siempre contenidas por el miedo de<br />
que alguien en el exterior me escuchara. Así pasaron<br />
un par de horas. Caminado silenciosamente por la<br />
habitación me encontré con alguien tirado en el suelo<br />
del balcón, con la playera manchada de sangre y los<br />
labios de un color inusual; lo único que podía hacer en<br />
ese momento era taparlo con un cobertor y esperar que<br />
todo estuvieras bien, lo cual parecía poco probable.<br />
Pasaron horas que parecían minutos. Tenía que detener<br />
esa desesperación angustiante que me hacía escuchar<br />
pasos regularmente fuera de la habitación. Decidí tomar<br />
un baño, tal vez de esa forma me tranquilizaría. Salí de<br />
bañarme pero algo no estaba bien. Caminé unos pasos<br />
hacia la habitación y me percaté de que algo andaba<br />
mal. No encontraba mis pantalones y no los encontraría<br />
hasta el amanecer. Busqué exhaustivamente hasta que<br />
me rendí; tuve que andar en calzoncillos el resto de la<br />
noche. Después de un par de horas de hacer algo que<br />
no recuerdo, decidí que era momento de bañarme otra<br />
vez. Tal vez esta ocasión sí daría resultado mi plan y<br />
me sentiría mejor al salir de bañarme. ¿Pero cuál fue mi<br />
sorpresa? Que al salir aún me sentía con una paranoia<br />
constante, donde la puerta se había convertido en un<br />
lugar que odiaba y evitaría a toda costa.<br />
Se escucharon los gallos cantar y los primeros rayos de<br />
sol entraron por la ventana, bañando la habitación de<br />
un color rojizo. Decidí que era momento de vestirme<br />
y usar mis pantalones de nuevo, ¿pero cuál era el orden<br />
correcto para vestirme? Cinturón, pantalón y después<br />
mi calzoncillo. O tal vez me pondría primero mi pijama,<br />
después mi cinturón y mi playera. Tuve que recibir<br />
ayuda de un amigo. Ya con todo en orden era momento<br />
de cruzar esa puerta y encontrarme con aquello que<br />
había vigilado toda la noche. Quité el seguro, giré la<br />
manija y abrí la puerta. Me asomé lentamente al pasillo<br />
exterior, pero no se encontraba ahí. Decidí recorrer el<br />
pasillo y bajar las escalares de manera cautelosa. Llegué<br />
al exterior del edificio, donde había pasado la noche, y<br />
aún temeroso caminé hacia una avenida donde encontré<br />
muchas caras conocidas. Le temía a todos, pero sobre<br />
todo a un individuo en particular.<br />
Después de unos minutos llegó el camión que me llevaría<br />
lejos de ese lugar. Lo abordé y nunca más regresé a esa<br />
habitación donde las drogas me habían hecho perder<br />
mis pantalones.
5<br />
Derriba mi razón<br />
Francisco Reyes<br />
Mientras caminábamos al siguiente punto de descanso<br />
en nuestra travesía por entregar este jodido paquete, yo<br />
sólo podía pensar en tener de nuevo a Fortunato frente<br />
a mí; de bañarlo de leche y así sucumbir a sus extrañas y<br />
excitantes perversiones una vez más.<br />
Tras instalarnos en esta cabaña abandonada, maloliente,<br />
llena de polvo y suciedad, decidimos que era hora de<br />
rendirnos a nuestros deseos carnales que comenzaban a<br />
volverse rutinarios; primero me daría una mamada, luego<br />
me pediría que yo se lo hiciera y, como ya era costumbre,<br />
yo me rehusaría; pero esto no le importaría, ya que lo<br />
único que a él le importaba era que yo lo penetrara y lo<br />
bañara del precioso líquido blanco que cargábamos con<br />
nosotros siempre, lo que provocaría un intenso orgasmo<br />
en Fortunato, aunque lamentablemente no en mí.<br />
Después de transcurridos unos minutos, escucho las<br />
palabras mágicas “Modesto, báñame todo”, mientras me<br />
entrega la jarra de leche y acerca su culo a mí. Nuestro<br />
aseo en estas semanas de travesía ha sido nulo, por lo que<br />
el olor a mierda y semen seco provenientes de Fortunato<br />
se han vuelto insoportables, lo que me provoca nauseas.<br />
Mientras penetro a Fortunato y observo la leche llover<br />
sobre su cabeza, resbalar por su espalda y escurrirse<br />
entre sus nalgas y mi pene, comienzo a percibir que el<br />
olor a lácteos se mezcla con la mierda y los fluidos que<br />
ahora compartimos los dos. Decido tratar de ignorarlo<br />
pero se ha vuelto imposible, no hay escapatoria, así que<br />
decido alcanzar mi cuchillo militar y atravesar la nuca<br />
de Fortunato, poniendo fin a la situación y la rutina.<br />
Ahora siento como su ano se contrae y estrangula mi<br />
pene, acercándome al orgasmo. Por fin, cuando me<br />
encuentro a punto de tocar el cielo y darle una gran<br />
bofetada a dios, la puerta de la cabaña se abre de golpe,<br />
revelando la figura de dos oficiales del ejército de Franco,<br />
acabando con mi placer como muy seguramente harán<br />
ellos con mi vida.
El mundo se ve muy dif<br />
6<br />
Francisco Reyes<br />
Caminaba por las calles en la fría madrugada. Los efectos<br />
del alcohol, la cocaína y el éxtasis seguían brillando y yo<br />
me sentía en la cima del mundo. Todos estaban a mi<br />
disposición y podía conquistar a cualquier mujer.<br />
La actividad de la colonia era casi nula, a excepción de<br />
unas cuantas personas que abandonaban los distintos<br />
antros y bares que me encontraba en el camino, de los<br />
cuales la música agonizante escapaba por las puertas<br />
abiertas. Los sobrevivientes de la noche intentaban<br />
pedir un taxi o llegar a sus automóviles, con poco éxito.<br />
Yo los miraba con desprecio. No podía creer que<br />
terminaran la noche de tan mala manera mientras yo<br />
caminaba con un paso firme y veloz. De vez en cuando<br />
miraba mis tenis que lucían manchados de tierra y<br />
salpicados de cerveza o probablemente orina.<br />
Algunas almas miserables se comenzaban a juntar en<br />
las paradas de camiones y otras tantas caminaban hacia<br />
la entrada del metro, donde esperarían por algunos<br />
minutos a que iniciara el servicio y pudieran llegar a<br />
sus inmundos trabajos. Yo decidí esperar junto a ellos,<br />
ya que mi energía seguía por las nubes y quería tomar el<br />
camino más largo a casa.<br />
Mientras observaba mi celular y hacía un recuento del<br />
dinero que había sobrevivido a mi noche, tropecé con<br />
un zapato sucio. Un zapato color negro, viejo y roto, con<br />
manchas marrones, no sé si de lodo o mierda. El grito<br />
de “¡fíjate cabrón!” me hizo darme cuenta de que este<br />
zapato estaba unido a una pierna y que pertenecía a un<br />
vagabundo que dormía a media acera.<br />
“Disculpe, no lo vi”.<br />
Es lo que debí decirle.<br />
“¡Chinga tu madre, pinche apestoso, este no es lugar<br />
para estar durmiendo!”<br />
Le respondí realmente. Es fácil empoderarse cuando<br />
dejas que otras substancias hablen por ti.<br />
“¡Repite eso cabrón! ¡Acércate y te rompo toda tu puta<br />
madre!” Me decía mientras intentaba incorporarse,<br />
apoyado por un bastón improvisado con un pedazo de<br />
madera y un montón de cinta adhesiva.<br />
Noté que le faltaba una pierna.<br />
“No me estés chingando, pinche cojo”. Le respondí<br />
mientras continuaba mi camino con una pequeña<br />
sonrisa burlona.<br />
Decidí no esperar en ese lugar a que abriera el metro,<br />
para evitar armar una “escena”. Aún cargaba drogas<br />
entre mis pertenencias y me sentía con un pie dentro<br />
de la cárcel.<br />
Avancé algunas cuadras hasta que los insultos del<br />
vagabundo se escuchaban distantes. Hasta que por fin<br />
se apagaron y otra voz rasposa con un tono seductor<br />
llamó mi atención.<br />
“¿Quieres una mamadita?”<br />
Volteé y me encontré con el rostro de una mujer llena<br />
de arrugas, con un exagerado maquillaje que comenzaba<br />
a despintarse y que sólo permanecía sobre unos labios<br />
gruesos y grandes llenos de cuarteaduras. Un cabello<br />
largo y negro, con algunas canas visibles, caía sobre<br />
sus hombros y llegaba hasta unas tetas enormes que se<br />
posaban sobre una barriga gigante a medio descubrir.
7<br />
erente desde la cima<br />
Una verdadera belleza.<br />
“¿Cuánto?” le pregunté. “Sólo $150. Anímate, las hago<br />
bien ricas”. Yo traía ese dinero de sobra. No estaría mal<br />
para comenzar el día, antes de buscarme a una modelo<br />
con cara de ángel que seguramente estaría a mi alcance.<br />
Le pagué y caminamos hasta un lugar obscuro de la<br />
calle donde unas jardineras nos cubrían a medias. Nos<br />
detuvimos y de inmediato me desabrochó el pantalón,<br />
sacando mi pene flácido para tratar de reanimarlo.<br />
En ese momento yo tenía las energías suficientes para<br />
cogerme a todo un equipo entero de porristas. Las<br />
energías suficientes para grabar una película porno<br />
completa en una sola toma. La energía suficiente para<br />
comenzar a coger con el suelo y cavar un agujero directo<br />
a China… Aunque mi miembro dijera lo contrario.<br />
“Estás muy nervioso. Déjate querer y disfrutar”. Decía<br />
la mujer mientras me masturbaba con esperanzas de<br />
que mi pene mostrara alguna señal de vida. Me lo<br />
habían contado en muchas ocasiones; el viejo mito<br />
urbano de que puedes meterte tanta cocaína que tu pito<br />
deja de funcionar para otra cosa más que para orinar.<br />
Por supuesto que esto no era verdad y no era lo que me<br />
sucedía.<br />
Todo esto es culpa de la mala técnica de la prostituta.<br />
No podía pensar en otra cosa. Era lo único que estaba<br />
en mi mente. Mi completa concentración estaba en<br />
tratar de hacer reaccionar a mi compañero. Por lo tanto<br />
no pude prevenirme del evento que se aproximaba.<br />
El olor a orina y sudor rancio comenzaron a llenar el<br />
ambiente y volverse cada vez más penetrantes. Yo no<br />
pude percibirlo. Hasta que fue demasiado tarde.<br />
Un golpe contundente y seco me impactó en la espalda<br />
y me hizo arrodillarme, poniéndome frente a frente<br />
con el aterrado rostro de la prostituta, quien decidió<br />
emprender una veloz huida.<br />
Un golpe en el costado de la cabeza provocó que<br />
me recostara sobre un charco hediondo y tratara de<br />
protegerme del resto de golpes que, apoyado de la<br />
jardinera, el vagabundo cojo propinaba con su bastón<br />
en todo mi cuerpo. No sé cuánto tiempo estuve así, pero<br />
pareció una eternidad.<br />
No sé qué sucedió primero, si el vagabundo se cansó o<br />
se compadeció de mí y mis súplicas, pero de pronto se<br />
detuvo. Saqué el resto de billetes de mi bolsillo, se los<br />
arrojé y, mientras se alejaba a recogerlos, me puse en pie<br />
y emprendí mi huida al metro, que para mi fortuna ya<br />
se encontraba abierto.<br />
Mientras abordaba el vagón, podía sentir la mirada del<br />
resto de pasajeros sobre mí. Sin embargo, esto no me<br />
preocupaba. Tampoco me preocupaba mi olor a drenaje,<br />
mi ropa manchada o mis drogas húmedas en el bolsillo.<br />
Ni siquiera me preocupaba mi ceja sangrante o mis<br />
costillas adoloridas. Tampoco mi pene inservible y mis<br />
bolas azules, adoloridas y frustradas. Lo único en lo que<br />
podía pensar, era en cómo le iba a explicar todo esto a<br />
mi mamá.
Las delicias de la vida<br />
Gerson Lozano<br />
8<br />
Por la noche, Nicole intentó escapar.<br />
Nicole era una pequeña de 11 años, ella no tenía<br />
amigos o una familia. Solía vivir en la calle con<br />
algunas personas, hasta que un día un hombre llamado<br />
Timothy decidió llevarla a vivir a su casa para así<br />
cuidarla y quererla justo como ella lo merecía.<br />
¿Crees que puedes escaparte de mí, maldita? –Nicole<br />
no podía verlo a los ojos- esta vez te daré un castigo<br />
que te haga escarmentar por haber huido.<br />
Timothy comenzó a azotar a Nicole contra la pared.<br />
Ella no dejó de llorar durante toda la golpiza que le<br />
dio Timothy.<br />
Timothy era un extranjero que había llegado a vivir<br />
a la ciudad hace un par de años. Nadie sabía a qué se<br />
dedicaba, pero siempre salía alrededor de las 12 del día<br />
y regresaba a las 11 o 12 de la noche. Era un hombre<br />
alto y robusto, usaba bigote y patillas con un cabello<br />
corto. Él vivía solamente con Nicole en un pequeño<br />
departamento.<br />
Esa mañana en la que Timothy había golpeado a<br />
Nicole, la amarró a un ropero enorme con cadenas<br />
alrededor de su cuello, justo en la habitación donde<br />
dormía Timothy. Nicole no podría escapar esta vez<br />
debido a la golpiza que había recibido. Apenas y podía<br />
moverse.<br />
Timothy salió a su trabajo esa tarde y regresó en la<br />
noche algo alcoholizado. Nicole no había comido nada<br />
en todo el día. Timothy la obligo a beber su cerveza,<br />
ella intentó resistirse pero fue en vano, entonces<br />
Timothy le quitó la cadena y la subió a su cama y sin<br />
el menor tacto comenzó a tocar a Nicole. Con una<br />
mano la tomó por el cuello y con la otra comenzó a<br />
introducir sus dedos dentro de su pequeña vagina;<br />
estaba tan apretada y húmeda, justo como a Timothy<br />
le gustaba. Él desabrochó su pantalón y comenzó a<br />
violarla. Apretaba los pezones de Nicole con su boca;<br />
Nicole estaba tan cansada y adolorida que no hizo el<br />
mínimo esfuerzo por resistirse y esperó a que Timothy<br />
terminara.<br />
La mejor cogida de mi vida –dijo Timothy<br />
entusiasmado-.<br />
Al terminar, Timothy arrojó al suelo a Nicole y se fue a<br />
dormir. Nicole se quedo ahí y esperó a que amaneciera.<br />
Al despertarse, Timothy escuchó a Nicole llorando;<br />
Timothy se levantó de su cama y la pateó en el cuello.<br />
Cállate y deja de llorar puta, si no fuera por mí no tendrías<br />
donde vivir –Timothy fue a la cocina por un vaso con<br />
agua y regresó al cuarto- Toma esta agua, maldita perra,<br />
tengo que trabajar para que sigas viviendo aquí, así que<br />
déjate de lloriqueos.<br />
Así continuó la vida de Nicole, atada con una cadena<br />
para que no escapara; era violada casi a diario por<br />
Timothy. A pesar de ser tan pequeña aguantaba las<br />
golpizas y violaciones como una campeona.<br />
Una mañana Timothy se levantó de la cama.<br />
Hoy tengo una erección tan grande que te hará sonreír<br />
como nunca –dijo Timothy entre risas-.<br />
Se levantó de su cama y tomó a Nicole; la aventó hacia<br />
su cama y la comenzó a acariciar. Se dio cuenta de que<br />
Nicole no se movía. Otras veces se oían los quejidos de<br />
Nicole pero esta vez su cuerpo no reaccionaba. Timothy<br />
se dio cuenta que Nicole había muerto.<br />
No me arruinarás este día, maldita perra -dijo Timothy<br />
bastante molesto-.<br />
Timothy comenzó a violar el cadáver de Nicole. La<br />
penetró un par de veces y comenzó a hacerle un oral a<br />
una vagina ya inerte y seca.<br />
Vaya delicia –Dijo Timothy sonriendo-.<br />
Al terminar se quitó un par de pelos que quedaron en<br />
su boca y tomó una bolsa de basura. Metió el cuerpo<br />
de Nicole y salió de su apartamento cargando dicha<br />
bolsa. Llegó al contenedor de basura y, sin más, aventó<br />
el cuerpo ya muerto de la hermosa Nicole al contenedor<br />
de basura.<br />
La mañana siguiente, los recolectores de basura se<br />
dieron cuenta que esa bolsa de basura tenía algo raro,<br />
pues pesaba demasiado; al abrirla se dieron cuenta de lo<br />
que había adentro.<br />
Odio que pasen estas cosas –dijo uno de los recolectores<br />
molesto- no es la primera vez que tiran perros muertos<br />
dentro de la basura.<br />
Y esa mañana, la dulce Nicole logró escapar de Timothy.
9<br />
Silencio<br />
Francisco Reyes<br />
La vela se sigue consumiendo, de la misma forma que lo hace esta botella de whisky que tiene un asqueroso sabor<br />
pero un efecto potente. Mi mano está cansada de tanto escribir, pero sé que no me queda tanto tiempo antes<br />
de que los antidepresivos y sedantes surtan efecto. Con suerte será un verdadero efecto esta vez. Tantos errores<br />
cometidos me han alejado de mi antigua visión del futuro. Un futuro que no pintaba para nada como el que ahora<br />
se aproxima. Era un futuro donde tenía sueños; ambos teníamos sueños. Planes ambiciosos que no tenían forma<br />
alguna de realizarse, aunque eso no importaba mientras nos mantuviéramos juntos y aprendiéramos de los errores.<br />
Algo que yo nunca pude hacer. Lástima que fuera muy tarde para reconocerlo. Tuvieron que pasar unos muy largos<br />
meses antes de que lograra saber que yo no era el único en tu vida. Que los planes construidos no eran un tú y yo.<br />
Pudiste sobrellevarlo y actuar muy bien, asegurándote de que, a pesar de todo, yo me mantuviera a tu lado. Total,<br />
¿qué más podía hacer yo? Siempre tuve una dependencia, ya sea a las personas o a las substancias, por lo cual me era<br />
imposible escapar de ti. En el momento en que comprendiste esto, fui completamente tuyo. Podías actuar como tú<br />
quisieras sin obtener una respuesta de mi parte. Yo no podía ir a ningún lado. Fue en este punto cuando los cortes<br />
en mi cuerpo y las pastillas se volvieron una constante en mi día a día. Me era imposible concebir una existencia<br />
sin medicamentos y sin ti. El alcohol era algo cotidiano; lo necesitaba para funcionar. Ser algo más que un muerto<br />
viviente. Alguien que deambulaba sin rumbo alguno por las habitaciones de esta casa, en la cual compartimos<br />
tantos momentos alegres, aunque me comencé a cuestionar si esos sentimientos fueron reales alguna vez. ¿Eras tú<br />
la que fingía muy bien o era yo el que no podía sentir? Aún no lo sé, aunque los cortes en mis piernas y estómago<br />
me recordaban que, al menos, físicamente no estaba muerto. Por supuesto que tú nunca notaste estas marcas, ya que<br />
el sexo y la intimidad entre nosotros había desaparecido. Incluso cualquier forma de contacto físico se había vuelto<br />
algo inusual. Esto no me importaba tanto, ya que al menos aún compartía el mismo espacio contigo, te escuchaba<br />
y te admiraba. Cuando esto dejó de ser frecuente, supe que estaba perdido. No soportaba pasar los días sólo en esta<br />
casa, sabiendo que tú estabas viviendo afuera, donde las personas son tan distintas; distintas intenciones y distintas<br />
fachadas. El tiempo que compartíamos era insignificante, algo casi simbólico. El tiempo que me sobraba ahora lo<br />
repartía entre embriagarme y dormir. Algo que creo que estoy a punto de hacer. Mis párpados se sienten pesados<br />
y mis dedos han perdido rapidez. Espero haber expresado lo que quería, ya que mis pensamientos han comenzado<br />
a funcionar más lentamente y parecen ser un poco inconexos. La vela está por consumirse y el whisky ha perdido<br />
el sabor.
Fantástico día de reyes<br />
Era algún día de enero antes del día de Reyes. Mi hermano,<br />
que es tres años más grande que yo, ya me había contado<br />
el secreto de los reyes magos y yo para ese entonces tenía<br />
tal vez 6 o 7 años. Un día estábamos jugando cerca de<br />
un carro que tenían mis papás en el patio de mi casa.<br />
El carro lo utilizaban como bodega y tenía infinidad de<br />
baratijas dentro; mi hermano y yo buscábamos dentro del<br />
carro una bomba de aire para inflar un balón. Hurgando<br />
dentro del carro nos encontramos una bolsa negra de<br />
aspecto sospechoso, pues nunca la habíamos visto antes.<br />
Al abrirla, recuerdo con mucha claridad haber visto una<br />
gorra de Mickey Mouse y otros juguetes; en ese momento,<br />
mi hermano y yo supimos que eran nuestros juguetes del<br />
día de reyes. Yo creí que la gorra sería para mi hermana<br />
mayor, ya que a ella le gusta Mickey Mouse.<br />
Cabe mencionar que mi hermano y yo cada año pedíamos<br />
a los reyes magos alguna consola de videojuegos, pero<br />
nunca nos la traían.<br />
Llegó el día en que los reyes magos llegarían y, para<br />
ser honesto, no recuerdo qué tan feliz fui esa vez, pero<br />
recuerdo tristemente 3 sucesos: el primero fue recibir una<br />
gorra madreadísima de Mickey Mouse, y lo único que<br />
pensé fue ¿porque a mí me habían traído una gorra? Era<br />
lo que menos me interesaba en la vida; el segundo fue<br />
cuando recibí la figura de Duo de Mega Man, pues apenas<br />
lo saqué de su empaque lo rompí por la mitad intentando<br />
darle la vuelta a su cuerpo. Días después intenté pegarlo<br />
con Kola Loka… No funcionó; por último, recuerdo haber<br />
visto una caja gris entre los regalos de mi hermano. La<br />
caja decía PS1. Emocionados, mi hermano y yo abrimos<br />
la caja, sacamos todo y lo conectamos a la televisión. Al<br />
abrir la tapa donde van los discos, nos encontramos con<br />
un orificio rectangular justo como la entrada que tenían<br />
los SNES. Habíamos recibido un PolyStation. Era de<br />
esperarse, después de ver que los controles no tenían los<br />
botones de R y L.<br />
Gerson Lozano<br />
10<br />
Después de algunos años me enteré que ese PolyStation<br />
era mío, pero mi hermano lo cambió de lugar para tenerlo<br />
entre sus juguetes.
Francisco Reyes (@warsawx)<br />
Gerson Guerrero (@dospalabrass)<br />
Contacto<br />
El objetivo de este fanzine es dar a conocer literatura e ilustraciones<br />
diferentes. Consideramos que el talento existe y está ahí afuera.<br />
Si crees que tu trabajo es diferente, interesante, una basura o<br />
“transgresor”, entonces nos gustaría conocerlo.<br />
Puedes mandar tu trabajo y tus datos al siguiente correo y colaborar<br />
con nosotros:<br />
lascivofanzine@gmail.com<br />
www.facebook.com/lascivofanzine