RevistaDestiemposn39
Revista Destiempos n39 Revista de divulgación académica y cultural www.destiempos.com
Revista Destiempos n39 Revista de divulgación académica y cultural www.destiempos.com
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
39<br />
Junio-julio 2014 I Publicación bimestral de la Editorial Grupo Destiempos I<br />
ISSN: 2007-7483 I Reservas de Derechos al Uso Exlusivo: 04-2013-101814413100-1021 I
Revista destiempos N°39<br />
Revista destiempos<br />
Revista de curiosidad Cultural<br />
destiempos.com Año 8 N°39 Junio-julio de<br />
2014. Es una publicación bimestral<br />
gratuita editada por Grupo Destiempos S.<br />
R. L. de C.V.<br />
Av. Insurgentes 1863 301B - C.P. (01020)<br />
Col. Guadalupe Inn, México, Distrito<br />
Federal. www.editorialdestiempos.com<br />
Directora y editora responsable: Mariel<br />
Reinoso I. Reservan de derecho al Uso<br />
Exclusivo: N° 04-2013-101814413100-102<br />
otorgado por el Instituto Nacional del<br />
Derecho de Autor. Responsable de la<br />
última actualización de este número:<br />
Mariel Reinoso I. Av. Insurgentes 1863<br />
301B C.P. (01020) Col. Guadalupe Inn,<br />
Del. Álvaro Obregón, México, D.F.<br />
Fecha de la última actualización:<br />
Junio de 2014<br />
ISSN: 2007-7483<br />
Las opiniones expresadas por los autores<br />
no necesariamente reflejan la postura de<br />
la editorial de la publicación.<br />
Queda estrictamente prohibida la<br />
reproducción total o parcial de los<br />
contenidos e imágenes de la publicación<br />
sin previa autorización de Grupo<br />
Destiempos S.R.L. de CV<br />
©Todos los derechos reservados.<br />
Título de Registro de Marca: 1424503<br />
www.revistadestiempos.com<br />
Consejo Editorial<br />
Directora General:<br />
Mariel Reinoso I.<br />
Comité Editorial:<br />
Axayácatl Campos García-Rojas<br />
(Universidad Nacional Autónoma de México)<br />
Graciela Cándano Fierro<br />
(Universidad Nacional Autónoma de México)<br />
Alicia de Colombí-Monguió<br />
(State University of New York, Albany)<br />
Aralia López González<br />
(Universidad Autónoma Metropolitana)<br />
Ana Rosa Domenella<br />
(Universidad Autónoma Metropolitana)<br />
Sandra Lorenzano<br />
(Universidad Claustro de Sor Juana)<br />
Mariana Masera<br />
(Universidad Nacional Autónoma de México)<br />
Pilar Máynez<br />
(Universidad Nacional Autónoma de México)<br />
Antonio Rubial<br />
(Universidad Nacional Autónoma de México)<br />
Lillian von der Walde M.<br />
(Universidad Autónoma Metropolitana)<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Revista indexada en:<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados
Revista destiempos N°39<br />
ART ÍCULOS Y RESEÑAS<br />
EN TORNO AL GOLEM. CAVILACIONES<br />
Silvana Rabinovich<br />
MESTIZAJE ALIMENTICIO DE GUANAJUATO<br />
DURANTE EL VIRREINATO<br />
Graciela Velázquez Delgado Javier Ayala Calderón<br />
MEMORIA, HISTORIA Y NOVELA: BALUN-CANAN DE ROSARIO CASTELLANOS<br />
Aralia López González<br />
EL INFINITO PODER DEL AMOR, EN LA NOVELA SAYONARA, MIO DE TAKUJI<br />
ICHIKAWA<br />
Orlando Betancor<br />
Reseña: WHY THIS WORLD. A BIOGRAPHY OF CLARICE LISPECTOR DE<br />
BENJAMIN MOSER<br />
Michel Torres<br />
Reseña: JOSÉ MANUEL LUCÍA MEGÍAS, ELOGIO DEL TEXTO DIGITAL, CLAVES<br />
PARA INTERPRETAR EL CAMBIO DE PARADIGMA<br />
Emanuel Aguilar<br />
6<br />
13<br />
26<br />
59<br />
67<br />
73<br />
LA PELOTA<br />
Juventino Sevilla Pineda<br />
AGAMENÓN<br />
Belén Nassini<br />
VERBUM<br />
Rossy Lima<br />
CREACIÓN LIT ERARIA<br />
79<br />
82<br />
85<br />
ÁGUILA DEL SOL<br />
Washington Daniel Gorosito Pérez<br />
FIDEOS PARA OTRO ANOCHECER<br />
Leonardo Alezones Lau<br />
86<br />
88<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
ARTÍCULOS Y RESEÑAS<br />
Nueva época ISSN: 2007-7483<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Silvana Rabinovich 1<br />
Universidad Nacional Autónoma de México<br />
<br />
Es conocida la intimidad con las letras que mantienen esos osados lectores<br />
conocidos como cabalistas. Capaces de leer las partes blancas del Libro,<br />
aquellos hombres escuchan las negras letras como voces, y al deslizar el<br />
dedo de plata entre las coronas, auscultan en ellas el pulso de la palabra<br />
divina. Los místicos se detienen en un hemistiquio y cavilan, aguzan los<br />
sentidos y perciben el aliento divino:<br />
Isaías 14:14 “sobre las alturas de las nubes subiré, y seré<br />
semejante al Altísimo”<br />
.אֶ עֱלֶה עַל בָּ מֳתֵ י עָּב אֶ דַּ מֶ ה לְ עֶלְ יֹון<br />
La apuesta es tentadora y ambiciosa: ¿cómo entender el segundo<br />
verbo (seré semejante)? Tal vez no sólo de manera moral y metafórica…<br />
Para los cabalistas las letras son cuerpos vivientes. El texto original, tallado<br />
en el rollo, carece de vocales: el verbo se desata, atravesado por una<br />
ráfaga de alientos.<br />
edaméh, seré semejante :אֶ דַּ מֶ ה<br />
adamáh, tierra :אֲדָ מָ ה<br />
Adám, 2 hombre :אָ דָ ם<br />
En clave de Génesis 2:7: elevarse a las alturas podría entenderse<br />
(a través de la grafía consonántica) como asemejarse al Altísimo haciendo<br />
un hombre de tierra…<br />
El procedimiento es narrado por Scholem 3 , traductor de los<br />
mundos cabalísticos hasta entonces vedados al mundo académico. Refiere<br />
1<br />
Investigadora del Seminario de Hermenéutica del Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional<br />
Autónoma de México.<br />
2<br />
La letra cuadrada al final de la palabra Adám es la misma letra mem cuya grafía se modifica al final de una<br />
palabra (semejante a la A mayúscula del nombre transliterado que en nuestras lenguas es la misma letra que<br />
se escribe de esta manera al inicio de un nombre propio).<br />
3<br />
Scholem, Gershom, “La idea del Gólem en sus relaciones telúricas y mágicas”, en La Cábala y su simbolismo,<br />
Milá Editor, Buenos Aires, 1988, pp. 173-222<br />
6<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
al procedimiento para construir un Golem siguiendo al Sefer Yetsiráh (Libro<br />
de la Creación) 4 , que en su capítulo II dice:<br />
1- Veintidós letras fundamentales[…]<br />
2- Veintidós letras [fundamentales]:<br />
Trázalas, diséñalas,<br />
Combínalas, permútalas<br />
Y forma con ellas el alma de toda creatura<br />
Y de todo lo que será creado en el futuro.<br />
3- Veintidós letras<br />
Trazadas por la voz,<br />
Diseñadas en el aire,<br />
Fijadas [en la boca]<br />
[…]<br />
4- Veintidós letras fundamentales:<br />
Fijadas en la esfera por doscientas treinta y una puertas.<br />
La esfera gira adelante y atrás. […]<br />
5- ¿Cómo? Pésalas y combínalas.<br />
Álef con todas y todas con álef.<br />
Bet con todas y todas con bet.<br />
Y así todas se repiten en un ciclo.<br />
He aquí que resultan doscientas treinta y una puertas.<br />
He aquí que cada creatura<br />
Y cada palabra<br />
Emanó de un mismo Nombre.<br />
6- Forma de la nada lo que es,<br />
y haz que exista lo que no existe.<br />
Esculpe grandes columnas<br />
A partir del aire que no puede ser asido.<br />
Él prevé y transpone,<br />
Forma toda creatura<br />
Y todas las palabras en un solo Nombre.<br />
Y un signo de esto:<br />
Veintidós propósitos en un solo cuerpo.<br />
El historiador narra que hacia finales del siglo XII, hasidim 5 de las regiones<br />
que actualmente son Alemania y Francia, practicaban la creación por<br />
medio del poder mágico de una figura hominoide llamada Golem (primero<br />
como narración apócrifa, luego como iniciación mística hasta caer más<br />
4<br />
Obra de autor desconocido que podría datar aproximadamente de los siglos II al IV de nuestra era. Libro de<br />
la Creación. Edición y traducción del hebreo de Manuel Forcano, Fragmenta, Barcelona, 2013. Pp. 63-67 de la<br />
recensión corta.<br />
5<br />
Movimiento místico judío que puede traducirse por “piadosos” que hacía frente al intelectualismo imperante<br />
en la tradición judía. Poniendo el acento en la “intención”, los hasidim consideran que es posible acercarse a<br />
Dios por otras vías que no se reducen a la lectura de los textos. El papel del cuerpo (por la danza, la música)<br />
pasa a un primer plano. La transmisión se da por leyendas que señalan la piedad en gestos no rituales.<br />
7<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
tarde en mito telúrico). 6 La palabra hebrea Golem designa a la materia sin<br />
forma (guélem ,(גלם cuerpo sin alma ni entendimiento. Las connotaciones<br />
aristotélicas, platónicas y kantianas del relato brillan en el poema<br />
homónimo de Jorge Luis Borges que se anexa. El poeta considera al<br />
Golem un simulacro en el sentido platónico de ser copia redoblada, que<br />
carece de categorías para “ordenar formas y colores”.<br />
Las instrucciones para construir un Golem (según el comentario al<br />
Séfer Yetsirá de Eleazar de Worms) 7 consistían en amasar tierra virgen<br />
con agua corriente hasta formar la figura hominoide. Luego se debían<br />
permutar las veintidós letras del alfabeto hebreo (fijadas en 231 “puertas”<br />
o combinaciones, o 221 según este<br />
comentarista). El Pseudo-Saadia lee<br />
literalmente la línea de II-4 del Libro<br />
de la Creación que indica: “La esfera<br />
gira adelante y atrás”. Así, las<br />
combinaciones de letras se producen<br />
en un círculo que se traza 442 o<br />
462 veces en torno a la figura de<br />
barro: “Al marchar hacia adelante, la<br />
criatura se incorpora con vida, a<br />
causa de la fuerza inherente a la<br />
recitación de las letras. Pero si quiere<br />
destruir lo creado, ha de marchar<br />
hacia atrás, recitando los mismos<br />
alfabetos del final al principio.<br />
Entonces la criatura se hunde en el<br />
suelo y muere”. 8 La figura creada<br />
despierta a la vida tras la correcta<br />
pronunciación del tetra-grama lograda<br />
luego de las permutaciones de<br />
letras. Hasta aquí, el reto de Isaías 14:14 parece logrado: a semejanza del<br />
Altísimo, el hombre logra hacer un hombre de tierra. Sin embargo, la<br />
criatura hace honor a su nombre: materia sin forma, hylé aristotélica,<br />
cuerpo sin alma insuflada por Dios, al Golem le están vedados el entendimiento<br />
y la palabra; sin embargo, es capaz de obedecer y ejecutar las<br />
tareas domésticas (criado mágico o famulus). 9 Tiene otro defecto: crece sin<br />
cesar, al cabo de un tiempo el tamaño de la creatura supera a la de su<br />
creador (hay distintas versiones, pero el número bíblico de 40 días, como<br />
los que tomó el diluvio luego de que el Creador se arrepintiera de haberle<br />
6<br />
Cf. Scholem, op. cit., pp. 189 y ss.<br />
7<br />
Cf. Scholem, op. cit., pp. 202 y ss-<br />
8<br />
Íbid. p.207<br />
9<br />
‘Ibid. p. 201<br />
8<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
dado vida al hombre, es el más conocido). La advertencia se graba en la<br />
frente: allí lleva escrita la palabra emét ,אמת que significa “verdad”. La<br />
verdad de que la semejanza del hombre a Dios no es pensable en<br />
categorías humanas hace recordar al humano su deber de destruir el<br />
ensayo. El dominio del hombre sobre la criatura reside en la posibilidad de<br />
borrar la álef א inicial de la palabra .אמת Esa letra, que semeja a un hombre<br />
inclinado que con una mano señala el cielo y con la otra el suelo, indica el<br />
infinito. Borrarla deja al descubierto la palabra met ,מת que significa<br />
“muerto”. La performatividad de la escritura es implacable: el Golem de<br />
desmorona y habrá que construir otro si así se desea.<br />
Ahora bien: si se trata de preservar la vida de la especie, no hay<br />
manera de evitar la destrucción de la humana creación cuando es golémica<br />
(mímica del acto creador de Dios), hay narraciones acerca de la inexorable<br />
limitación humana en comparación con la omnipotencia divina y el castigo<br />
a quien pretende transgredirla, Scholem relata varios casos de criaturas<br />
golémicas que superaron la fuerza de sus creadores. La tecnología, en<br />
cuanto afán de dominio del hombre sobre la naturaleza y de superación de<br />
las propias limitaciones humanas, necesita de la caducidad… la techné<br />
tiene un componente sisífico.<br />
Esta última parte que narra las amenazas del Golem sobre su<br />
creador es la más importante y constituye una vez más la misma enseñanza<br />
del relato de Babel que reconoce el inevitable afán tecnológico del<br />
hombre que es tan inexorable como su limitación para dominarlo. Borges<br />
lo condensó magistralmente en unas líneas de su poema: “los artificios y<br />
el candor del hombre/ no tienen fin”. El final, ironía borgeana alusiva al<br />
relato del Rabí Judá León de Praga, es un tributo a la Enseñanza de la<br />
humildad humana (y un llamado a recordar aquel momento previo al diluvio,<br />
en Génesis 6:5-6, cuando el Dios de corazón doliente se arrepintió de<br />
haber creado al hombre).<br />
El rabí lo miraba con ternura<br />
y con algún horror. '¿Cómo' (se dijo)<br />
'pude engendrar este penoso hijo<br />
y la inacción dejé, que es la cordura?'<br />
'¿Por qué di en agregar a la infinita<br />
serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana<br />
madeja que en lo eterno se devana,<br />
di otra causa, otro efecto y otra cuita?'<br />
En la hora de angustia y de luz vaga,<br />
en su Golem los ojos detenía.<br />
¿Quién nos dirá las cosas que sentía<br />
Dios, al mirar a su rabino en Praga?<br />
9<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
“En torno al Golem” titulé estas cavilaciones, porque parece que seguimos<br />
girando a su alrededor: hacia adelante con nuestros avances tecnológicos<br />
(que se obstinan en afirmar el poderío humano); pero cuando olvidamos<br />
borrar la infinita alef de la palabra “verdad” (porque creemos poseerla), la<br />
criatura destruye a su creador. Entonces, como aquellos místicos, es<br />
necesario desandar de espaldas lo combinado, retroceder girando para<br />
deshacer la amenaza. Porque el conocimiento tecnológico y su correspondiente<br />
ambición son tan grandes como el candor, que es la fragilidad<br />
humana: saber y perplejidad, poder e impotencia, siempre son ―y<br />
serán―directamente proporcionales.<br />
El Golem – Jorge Luis Borges.<br />
Si (como afirma el griego en el Cratilo)<br />
el nombre es arquetipo de la cosa<br />
en las letras de 'rosa' está la rosa<br />
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.<br />
Y, hecho de consonantes y vocales,<br />
habrá un terrible Nombre, que la esencia<br />
cifre de Dios y que la Omnipotencia<br />
guarde en letras y sílabas cabales.<br />
Adán y las estrellas lo supieron<br />
en el Jardín. La herrumbre del pecado<br />
(dicen los cabalistas) lo ha borrado<br />
y las generaciones lo perdieron.<br />
Los artificios y el candor del hombre<br />
no tienen fin. Sabemos que hubo un día<br />
en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre<br />
en las vigilias de la judería.<br />
No a la manera de otras que una vaga<br />
sombra insinúan en la vaga historia,<br />
aún está verde y viva la memoria<br />
de Judá León, que era rabino en Praga.<br />
Sediento de saber lo que Dios sabe,<br />
10<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Judá León se dio a permutaciones<br />
de letras y a complejas variaciones<br />
y al fin pronunció el Nombre que es la Clave,<br />
la Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,<br />
sobre un muñeco que con torpes manos<br />
labró, para enseñarle los arcanos<br />
de las Letras, del Tiempo y del Espacio.<br />
El simulacro alzó los soñolientos<br />
párpados y vio formas y colores<br />
que no entendió, perdidos en rumores<br />
y ensayó temerosos movimientos.<br />
Gradualmente se vio (como nosotros)<br />
aprisionado en esta red sonora<br />
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,<br />
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.<br />
(El cabalista que ofició de numen<br />
a la vasta criatura apodó Golem;<br />
estas verdades las refiere Scholem<br />
en un docto lugar de su volumen.)<br />
El rabí le explicaba el universo<br />
"esto es mi pie; esto el tuyo, esto la soga."<br />
y logró, al cabo de años, que el perverso<br />
barriera bien o mal la sinagoga.<br />
Tal vez hubo un error en la grafía<br />
o en la articulación del Sacro Nombre;<br />
a pesar de tan alta hechicería,<br />
no aprendió a hablar el aprendiz de hombre.<br />
Sus ojos, menos de hombre que de perro<br />
y harto menos de perro que de cosa,<br />
seguían al rabí por la dudosa<br />
penumbra de las piezas del encierro.<br />
Algo anormal y tosco hubo en el Golem,<br />
ya que a su paso el gato del rabino<br />
se escondía. (Ese gato no está en Scholem<br />
11<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
pero, a través del tiempo, lo adivino.)<br />
Elevando a su Dios manos filiales,<br />
las devociones de su Dios copiaba<br />
o, estúpido y sonriente, se ahuecaba<br />
en cóncavas zalemas orientales.<br />
El rabí lo miraba con ternura<br />
y con algún horror. '¿Cómo' (se dijo)<br />
'pude engendrar este penoso hijo<br />
y la inacción dejé, que es la cordura?'<br />
'¿Por qué di en agregar a la infinita<br />
serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana<br />
madeja que en lo eterno se devana,<br />
di otra causa, otro efecto y otra cuita?'<br />
En la hora de angustia y de luz vaga,<br />
en su Golem los ojos detenía.<br />
¿Quién nos dirá las cosas que sentía<br />
Dios, al mirar a su rabino en Praga?<br />
12<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Graciela Velázquez Delgado<br />
Javier Ayala Calderón<br />
Universidad de Guanajuato, México<br />
CONQUIST A Y EXPANSIÓN<br />
<br />
<br />
Las primeras incursiones españolas hacia el norte del río Lerma en la zona<br />
que conocemos actualmente como Guanajuato se iniciaron poco después<br />
de la caída de Tenochtitlan durante las exploraciones dispuestas por<br />
Hernán Cortés para conocer las posibilidades económicas de las tierras<br />
que hasta ese momento se encontraban bajo el dominio de grupos humanos<br />
conocidos en la época con el término genérico de chichimecas debido<br />
a su vida nómada y supuestamente incivilizada. El término “chichimeca”,<br />
que podría traducirse como linaje de perros o perro que lleva arrastrando<br />
la cuerda (del náhuatl chichi-perro y mecatl-cuerda) era utilizado para<br />
referirse despectivamente a ellos por parte de los grupos de habla nahua<br />
presentándolos como animales vagos y cubiertos de pieles por la cos -<br />
tumbre de contar éstas como una de sus formas de vestir al no practicar el<br />
tejido de telas.<br />
No obstante estas primeras incursiones, que dieron como resultado<br />
el control de las zonas más sureñas como eran los pueblos de<br />
Yuririapúndaro y Acámbaro, inmediatamente al sur del río, en 1522, 1 no<br />
sería sino hasta el periodo de gobierno de la primera Audiencia que se<br />
realizaría una penetración lo suficientemente amplia a cargo de su pre -<br />
sidente, Nuño de Guzmán, con miras a conquistar nuevas zonas de aquel<br />
territorio. El avance hacia el norte quedaría posteriormente en manos de<br />
los ganaderos que, buscando nuevos pastos lejos de las zonas agrícolas<br />
del valle de México, deseaban criar su ganado en la frontera de las tierras<br />
chichimecas lejos de los conflictos con los indios del altiplano central por<br />
las milpas o sementeras devoradas por sus animales. El mismo virrey<br />
Antonio de Mendoza promovió durante su mandato la penetración en dicho<br />
territorio mediante concesiones de tierras para cría en las fronteras, donde<br />
1 Relaciones geográficas del siglo XVI, Acámbaro y Yurirapúndaro, pp. 59 y 68.<br />
13<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
las reses se reprodujeron a un ritmo sorprendente gracias a los pastos<br />
vírgenes del mismo. 2<br />
Entre 1543 y 1544 gran cantidad de tierras fueron concedidas ya<br />
en la región de chichimecas, y en el obispado de Michoacán, como zona<br />
colindante con aquella, se crearon estancias con el fin de atraer a los<br />
indígenas para intentar convertirlos a la fe católica y ponerlos a trabajar en<br />
las estancias. 3<br />
Los indios, ignorantes de las intenciones colonizadoras de los<br />
españoles, se mostraron “conversadores y afables” en tanto éstos no<br />
representaron una amenaza para su forma de vida dependiente de la<br />
producción silvestre de la tierra, permitiéndoles el libre paso por ella. Esta<br />
paz, sin embargo, no iba a durar mucho, pues cuando los europeos vieron<br />
que la tierra estaba sin sembrar decidieron que no pertenecía a nadie<br />
negándose a aceptar una posesión tácita delatada por la presencia de<br />
grupos humanos en ella 4 .<br />
Así pues, con el argumento de que los chichimecas no utilizaban<br />
las tierras donde habitaban, los españoles decidieron tomarlas sin el<br />
consentimiento de sus ocupantes.<br />
ALIMENT ACIÓN CHICHIMECA<br />
De los chichimecas que habitaban la zona del actual Guanajuato en el siglo<br />
XVI, los españoles afirmaban que, pese a tener sus rancherías arrimadas<br />
a peñascos y sobre barrancos, estos preferían vivir apartados unos de los<br />
otros para mejor encontrar sus alimentos puesto que se trataba de grupos<br />
nómadas que no cultivaban ningún género de legumbre ni árbol. De<br />
acuerdo con el agustino fray Guillermo de Santamaría en el texto mayor de<br />
la Guerra de los chichimecos, la comida típica de los chichimecas consistía<br />
en frutas silvestres y raíces aunque también contaran para ello con los<br />
productos de la caza e incluso a veces de la pesca.<br />
Viviendo en el territorio árido que caracterizaba el norte de<br />
Mesoamérica es lógico que entre los alimentos consumidos por los chichimecas<br />
se contaran las tunas de todo tipo que tan grandemente se daban<br />
en él, y que lo mismo ocurriera con las pencas tiernas de nopal, ya fuera<br />
que se comieran cocidas o asadas al fuego, con o sin sal. Tampoco faltaban<br />
en la comida las vainillas de mezquite, de las cuales hacían un pan<br />
oloroso y dulce que, gracias a su sequedad, podían guardar durante largos<br />
2<br />
María de los Ángeles Romero, “La agricultura en la época colonial”, p. 189.<br />
3<br />
Philip W. Pow ell, La guerra chichimeca (1550-1600), p. 23<br />
4<br />
“Las Siete Partidas, el código castellano que constituyó la base de las leyes ibéricas y tuvo un mayor impacto<br />
incluso sobre modernos códigos legales, argüía que toda la tierra debería tener un propietario y que si la tierra<br />
no era poseída por personas particulares, debía ser poseída por el estado. [...] Partiendo de lo anterior, la idea<br />
de una tierra que no fuera una propiedad privada era inconcebible” (Traducción libre sobre John Thornton, Africa<br />
and Africans in the Making of the Atlantic World, 1400-1680, pp. 76-77).<br />
14<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
periodos y comer cuando ya no quedaban frutas frescas en el monte. Por<br />
su parte, las raíces mencionadas en los documentos de la época son<br />
variedades de los tubérculos que ahora conocemos como camotes (del<br />
náhuatl camohtli), un alimento de gran importancia que debía cocinarse<br />
previamente en un horno rudimentario y subterráneo para suavizarlo y<br />
permitir su consumo humano.<br />
Otro de los alimentos de los chichimecas era el mezcal, que consistía<br />
en el corazón del maguey asado bajo tierra y que podía ser masticado<br />
para extraerle el jugo. Su proceso de elaboración no podía ser más simple,<br />
pues consistía en que la “piña” (el tallo desprovisto de pencas) de ciertos<br />
tipos de maguey se enterraba alrededor de tres días en un hoyo sobre un<br />
lecho de piedras de río previamente calentadas al rojo blanco a base de<br />
leña, y luego se cubría, probablemente con bagazo de la misma planta y<br />
con tierra, hasta que se reblandecía con la cocción adecuada y adquiría un<br />
sabor dulce y agradable.<br />
No obstante la riqueza de plantas de que podían echar mano para<br />
su alimentación y que mayoritariamente era aportada por las mujeres, los<br />
hombres también participaban en la obtención de comida recurriendo a la<br />
cacería, que tenía un prestigio y un nivel especial por encima de la<br />
recolección:<br />
… lo más común es mantenerse de caza, porque todos los<br />
días la suelen buscar. Matan liebres, que aún corriendo las<br />
enclavan con los arcos, y venados, y aves, y otras churcherías<br />
que andan por el campo, que hasta los ratones no<br />
perdonan… Si acaece matar algún venado, ha de ir la m ujer<br />
por él, que [el varón] no le ha de traer a cuestas. 5<br />
Las “chucherías” de las que nos habla fray Guillermo podían incluir tanto<br />
los ratones y las ratas de campo, como las serpientes y las lagartijas, que<br />
por su pequeño tamaño bien podían ser consideradas como golosinas.<br />
Todos estos productos de caza eran comidos en guisos, pero principalmente<br />
asados, los cuales eran preparados por las mujeres para tener lista<br />
la comida cuando los varones lo requirieran. 6<br />
Aunque por su fama de belicosos uno pudiera esperar lo contrario,<br />
en el momento de la conquista la frontera chichimeca con los tarascos y<br />
los otomíes parece más bien haber sido de tipo blando, 7 en donde se<br />
realizaban intercambios de productos obtenidos por medio de la cacería y<br />
la recolección a cambio de los productos agrícolas de estos pueblos<br />
5<br />
Guillermo de Santa María, Guerra de los chichimecas (México 1575-Zirosto 1580) pp. 105-106.<br />
6<br />
Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España, lib. X, cap. XXIX, § 2, p. 600.<br />
7<br />
A diferencia de la frontera dura, v alorizada y separadora, la frontera blanda presenta un límite flácido y<br />
dev aluado, y tiene una función transitiv a, es decir, de intercambio entre ambos lados de la misma (Kaldone G.<br />
Nw eihed, Frontera y límite en su marco mundial: una aproximación a la "fronterología", p. 66.<br />
15<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
sedentarios, que ya tenían una larga tradición mesoamericana en el cultivo<br />
de maíz, frijol, calabaza, chile y otras plantas alimenticias.<br />
Confirmando la observación de fray Guillermo de Santa María<br />
acerca de que hasta ese día no se conocía nación alguna que se contentara<br />
con beber sólo agua, al igual que los indios mesoamericanos, los<br />
chichimecas utilizaban el pulque derivado del maguey, pero aparte de éste<br />
habían aprendido a fermentar el jugo de tunas p ara fabricar el licor dulce<br />
que ahora denominamos colonche, y gustaban asimismo de fermentar<br />
mezquites con la misma finalidad. 8<br />
Conocido en todo Mesoamérica, el pulque es un licor lechoso<br />
producido por la fermentación de la savia del maguey. Para obtenerla era<br />
necesario eliminar el quiote o brote floral que sale del centro de la planta y<br />
hacer enseguida una cavidad en el corazón del maguey para que en ella<br />
se acumulara este líquido en cantidades que pueden llegar a seis litros<br />
diarios durante tres meses. Esta savia o aguamiel podía consumirse<br />
directamente, cruda o hervida, pues se trata de una bebida de sabor agradable<br />
y azucarada, pero el pulque propiamente dicho se obtenía sólo<br />
después de que se dejaba reposar durante un día completo en un<br />
recipiente donde se lleva a cabo la fermentación provocada por la flora<br />
natural del aguamiel. 9<br />
Por su parte, el colonche (tal vez del náhuatl tolontsin ―de tolontic,<br />
redondo― por el girar de los borrachos) 10 era un licor dulce que se obtenía<br />
a partir de la fermentación de tunas de diversos nopales, especialmente la<br />
tuna cardona. Es una bebida antigua y autóctona de las zonas áridas y su<br />
elaboración ha estado siempre sujeta a la época del año en que los nopales<br />
producen frutos. El procedimiento para su elaboración era también<br />
esencialmente una labor femenina y consistía en la fermentación del jugo<br />
de tuna, ya cocido y frío, la cual se lleva a cabo de manera espontánea o<br />
bien es facilitada mediante la adición de colonche viejo o cáscaras de<br />
tuna. 11<br />
Dependiendo de manera tan estrecha de su entorno natural, con<br />
el paso del tiempo, las estancias ganaderas perjudicaron grandemente a<br />
los grupos nómadas, que de pronto vieron a las reses invadir el hábitat en<br />
el que se desenvolvían compitiendo con los animales de los que solían<br />
alimentarse y arrasar las plantas de las que recolectaban algún producto<br />
para su manutención. Y lo que era peor: los indios comenzaron a ser<br />
considerados por los recién llegados como invasores en las tierras que<br />
habían sido suyas desde tiempos inmemoriales. Naturalmente que al ver<br />
8<br />
Guillermo de Santa María, Guerra de los chichimecas (México 1575-Zirosto 1580), p. 106.<br />
9<br />
Alfonso Romo,Química, universo, tierra y vida, edición electrónica consultada el 25 de noviembre de 2009 en:<br />
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx /sites/ciencia/v olumen1/ciencia2/51/htm/quimica.htm .<br />
10<br />
Elisabeth Beniers Jacobs, “Algunas observaciones sobre creación léxica en el español de México”, p. 70-71.<br />
11<br />
Thelma Alcántara A., Bebidas fermentadas, consultada el 25 de nov iembre de 2009 en:<br />
http://sepiensa.org.mx /contenidos/fermentaciones/bebidas/fermenta3.htm<br />
16<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
la vegetación diezmada al grado de no poder sustentarse adecuadamente<br />
por culpa del ganado y los cultivos de los estancieros, varios grupos de<br />
chichimecas optaron por flechar reses para alimentarse de ellas, con el<br />
consiguiente disgusto de los ganaderos. Es en ese momento que se realizan<br />
varias ilustraciones en donde aparecen los indios desnudos por los<br />
montes matando vacas y amenazando los caminos al asalto de los grupos<br />
españoles en su afán por sacarlos de sus territorios.<br />
Guillermo de Santa María, en una carta dirigida hacia 1580 al prior<br />
de Yuriria, Alonso de Alvarado, a pesar de reconocer que el ganado destruía<br />
las rancherías, tunas y mezquitales de los indígenas, ase guraba que<br />
aquellos habían comenzado la guerra antes de que los españoles los<br />
agredieran, si bien estaba consciente de que la quema de haciendas y la<br />
matanza de ganados no era para lastimar al estanciero, sino para obligarlo<br />
a salir de la tierra. 12<br />
Si antes de aquel momento los informes coincidían al hablar de un<br />
indígena “inculto” pero humano, a partir de entonces la necesidad de<br />
desprestigiar al enemigo abarcó prácticamente todas las facetas de su vida<br />
en discursos que pretendían justificar el ataque del q ue fueron objeto para<br />
apropiarse de sus dominios y de su mano de obra.<br />
ALIMENT ACIÓN PURÉPECHA<br />
Al sur del territorio chichimeca, el reino de Michoacán tenía una porción<br />
dentro de lo que actualmente es el estado de Guanajuato, la cual estaba<br />
constituida por lo que ahora se conoce como zona de lagos y ciénegas.<br />
Exploradas por los españoles al mismo tiempo que los territorios<br />
chichimecas, estas regiones ya habían sido “descubiertas y conquistadas”<br />
desde 1522, fecha en la que las Relaciones Geográficas del siglo XVI<br />
manejan la llegada de las huestes de Hernán Cortes a la provincia de<br />
Michoacán después de la rendición de la ciudad de México.<br />
De acuerdo con estas mismas Relaciones, la alimentación de la<br />
zona consistía, como entre los chichimecas, en la recolección de<br />
mezquites, 13 tunas, pitahayas, xoconoxtles, etc., así como la pesca y la<br />
caza. Estas actividades eran posibles gracias a que el clima permitía la<br />
existencia de grandes tunales y bosques xerófitos entre los que pululaba<br />
la vida animal desde los venados, las liebres y los conejos, hasta las<br />
gallinas de la tierra, gallinas de castilla, codornices y una gran diversidad<br />
de otros pequeños animales comestibles. 14 Por su parte, en el río Grande<br />
(el Lerma) y en las lagunas de la zona había grandes cantidades de ranas<br />
12<br />
Carta de fray Guillermo de Santa María en Relaciones geográficas del siglo XVI: Tiripitío: pp. 372-373.<br />
13<br />
Relaciones geográficas del siglo XVI, Acámbaro, pp. 66.<br />
14<br />
Ibid., p. 67. Junto con los otros animales, los conejos aparecen también en la Relación de Yurirapúndiro,<br />
Relaciones geográficas del siglo XVI, Yurirapúndiro, p. 71.<br />
17<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
y, sobre todo, del pescado que le daba nombre al reino en lengua náhuatl<br />
(Michoacán, lugar donde abunda el pescado), entre bagres, charales y<br />
sardinas que se comerciaban entre los pueblos tanto hacia adentro como<br />
hacia fuera del reino.<br />
Sin embargo, lo cual marcaba una gran diferencia en la<br />
alimentación, aparte de esto, los purépecha eran ya sedentarios y<br />
practicaban una agricultura que ―con un poco de suerte― les permitía una<br />
subsistencia más segura sin tener que depender exclusivamente de las<br />
plantas y los animales silvestres. Como resultado de ello, contaban con<br />
cultivos de frijol, calabaza, jitomates, “pimienta de las indias” (chile), y<br />
particularmente de maíz, con el que elaboraban tamales triangulares,<br />
cónicos o piramidales que constituían la comida típica de la región 15<br />
aderezados con salsas de jitomate y chile. Estos tamales, hechos de maíz<br />
hervido con ceniza en lugar de cal, recibían el nombre de corundas, eran<br />
más pequeños que los tamales comunes del altiplano central, y en lugar de<br />
ser envueltos en la hoja de la mazorca de maíz se envolvían en las hojas<br />
de esta misma planta o bien en hojas de carrizo.<br />
Aparte de esto, los purépechas también cultivaban el maguey, del<br />
que sacaban “muchos provechos”, 16 es decir, por lo menos mezcal para<br />
masticar, aguamiel, pulque y fibras textiles, y utilizaban recursos menores<br />
como podían ser algunos insectos y gusanillos que se criaban en el agua<br />
o debajo de las piedras, los cuales se consumían de maneras diversas.<br />
LA COMIDA MEST IZA EN GUANAJUAT O DURANT E LA COLONIA<br />
Consumadas las tres conquistas políticas de la Nueva España (lviolenta la<br />
de México Tenochtitlan, pacífica la del reino purépecha, y a base de<br />
dádivas la de los chichimecas) para finales del siglo XVI, y durante toda la<br />
colonia, el territorio que luego constituiría el Guanajuato del siglo XIX<br />
formaba parte del Obispado de Michoacán, el cual tenía su sede en la<br />
ciudad de Valladolid.<br />
Al dejar de lado la explotación del mundo silvestre, la mayor parte<br />
de las poblaciones de la zona del actual Guanajuato se dedicaban principalmente<br />
al cultivo de cereales y a la ganadería. Por consiguiente, los<br />
productos de estas actividades eran lo que constituía el fundamento de su<br />
alimentación, si bien en algunos puntos se daba también gran importancia<br />
al cultivo de frutales y, como ya hemos mencionado, hasta existían las<br />
condiciones adecuadas para realizar un cierto tipo de pesca de<br />
subsistencia.<br />
15<br />
Ibid., p. 70.<br />
16<br />
Relaciones geográficas del siglo XVI, Acámbaro, pp. 59 y 63.<br />
18<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Joseph Antonio de Villaseñor y Sánchez en el Theatro americano.<br />
Descripción general de los reynos y provincias de la Nueva España y sus<br />
jurisdicciones, publicado en 1745, menciona algunos de los productos de<br />
lo que posteriormente sería la intendencia de Guanajuato, con lo que<br />
puede notarse no sólo el auge económico de esta tierra, sino también la<br />
variedad alimenticia en la que vivían quienes tuvieran acceso a estas<br />
viandas. De esta manera, anotaba, en la ciudad de Celaya y su jurisdicción,<br />
se daba mucha uva y los olivos producían aceitunas de todos los tamaños<br />
con los que se hacía un aceite generoso. De la misma forma, mientras en<br />
Celaya las aceitunas terminaban convertidas en aceite, en San Luis de la<br />
Paz, las magníficas viñas eran aprovechadas para hacer vinos y aguardientes.<br />
En Salvatierra, por su parte, continuaba el orgulloso comentarista,<br />
se comerciaban semillas y frutas como melones y sandías, en tanto que en<br />
otros lugares del bajío lo que podía verse eran grandes cantidades de<br />
haciendas de labor con todo tipo de granos, como en Acámbaro, pese a lo<br />
salitroso de su tierra, o Irapuato, en donde las haciendas y ranchos<br />
cultivaban el maíz, el trigo, el frijol y el chile con que se abastecían los<br />
reales de minas. Finalmente, el asunto de la carne no era tampoco<br />
despreciable, y grandes haciendas ganaderas como las de la villa de San<br />
Miguel el Grande y su jurisdicción se encargaban de aportar este elemento<br />
a la dieta regional. 17<br />
Como era de esperarse, dada la necesidad de alimentos y materia<br />
prima para la industria, en la zona de Guanajuato había una tendencia a<br />
que los asentamientos humanos más grandes y de economía diversificada<br />
absorbieran la producción de los más pequeños, dedicados casi exclusivamente<br />
a la agricultura y la ganadería.<br />
Por lo que toca a los productos alimenticios de consumo<br />
generalizado, en general las ciudades podían abastecerse<br />
de ellos desde su propio entorno productivo; ese motivo<br />
limitó su radio de comercialización. Esto estimuló, en primer<br />
término, el establecimiento y desarrollo de relaciones de<br />
producción, distribución y consumo dentro de un área más<br />
o menos limitada ―cercana a los centros urbanos―lo que<br />
permitió la conformación de economías regionales relativamente<br />
autosuficientes.<br />
Para alimentarse y procurarse los medios materiales<br />
necesarios para subsistir, las ciudades tuvieron que recurrir<br />
al campo que las circundaba. Estos cinturones de abastecimiento<br />
satisfacían la demanda inmediata de la población.<br />
Desde el entorno vital eran suministrados artículos alimenticios<br />
tales como maíz, frijol y chile, lo mismo que productos<br />
17<br />
Joseph Antonio de Villaseñor y Sánchez, Theatro americano.<br />
19<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
perecederos y manufacturados. 18<br />
El principal abastecimiento de alimentos de las ciudades se<br />
organizó en dos circuitos: el de los cereales y el de la carne, los cuales<br />
abarcaban una mayor o menor extensión territorial dependiendo de las<br />
necesidades de las poblaciones principales.<br />
En el circuito de los cereales se ubicaban de manera sobresaliente<br />
el trigo y el maíz, si bien el destino de uno y otro eran muy distintos pues<br />
mientras el trigo se cultivaba principalmente para su comercialización en<br />
las ciudades y ser consumido por españoles, mestizos y mulatos, el maíz<br />
era un producto de consumo más local para las zonas rurales indias y<br />
mestizas donde se producía, y con él se mantenía a los animales de carga<br />
y se sustentaba la ganadería.<br />
En las épocas de carestía, tan frecuentes a finales del siglo XVIII<br />
debido a las sequías y heladas, el maíz era codiciado en to das las regiones.<br />
La reducción de las cosechas provocada por las alteraciones climáticas<br />
repercutía gravemente en las reservas alimenticias de los centros urbanos.<br />
Cuando eso ocurría, grupos de compradores recorrían las regiones aledañas<br />
en busca de alimentos que les permitieran abastecer sus<br />
hambrientos mercados. En algunos momentos la situación fue tan<br />
alarmante y la alimentación se tornaba precaria a grado tal, que la gente<br />
se veía en la necesidad de consumir alimentos “bajos” tales como pan o<br />
tamales de mezquite de los que todavía en 1801 nos habla fray Juan<br />
Navarro como alimento típico de los indios en el Bajío. 19<br />
Precisamente para evitar o al menos mitigar estos malos<br />
momentos había instituciones urbanas que controlaban el abastecimiento<br />
y la venta de cereales y harinas, las cuales eran las alhóndigas y los<br />
pósitos. La diferencia entre ellos era que mientras las alhóndigas tenían<br />
como propósito asegurar el abastecimiento y control del precio de los<br />
granos, los pósitos proveían de semillas a los grupos económicamente más<br />
débiles de las ciudades sin participar en el abastecimiento del comercio. 20<br />
El circuito de la carne se daba en gran medida en función del<br />
abasto de las ciudades y por consecuencia requería de una organización<br />
particular para mantener constante el aprovisionamiento y estables los<br />
precios del producto. Con esta finalidad los cabildos concedían un contrato<br />
de abasto o “asiento” que era puesto en subasta y se concedía a quien<br />
ofreciera la mayor cantidad de carne (principalmente de res y de carnero)<br />
a un precio razonable.<br />
18<br />
Antonio Armando Alv arado Gómez, Comercio interno en la Nueva España: el abasto en la ciudad de<br />
Guanajuato, 1777-1810, p. 46.<br />
19<br />
Fray Juan Nav arro, Historia natural o Jardín americano, p. 80.<br />
20<br />
Rosalía Aguilar Zamora y Rosa Ma. Sánchez de Tagle, De vetas, valles y veredas, La región económica<br />
guanajuatense entre 1730 y 1918, p. 117.<br />
20<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Como puede verse en los libros de cocina de finales del siglo XVIII<br />
como el de Dominga de Guzmán, la mayor parte de los alimentos de<br />
españoles y del resto de la población incluían la carne en altas<br />
proporciones entre carneros, capones y gallinas, mientras que Luis L.<br />
Rodríguez menciona que se incluían en ella frutas que fueron introducidas<br />
a la región de Silao en el último tercio del siglo XVIII por iniciativa de don<br />
Juan Mariano de Sardaneta y Llorente, segundo marqués de San J uan de<br />
Rayas, tales como papas, habas, olivos, alfalfa, alcachofas, tunas de<br />
alfayucan y otras, además de algunas frutas como fresas, aguacates, peras<br />
y ciruelas, que hasta ese momento no se conocían por esos rumbos. 21<br />
Una mezcla equilibrada de estos alimentos animales y vegetales<br />
puede advertirse en el consumo que se hacía en el Colegio de la<br />
Enseñanza de Irapuato, en donde a las colegialas se les prometía…<br />
… una comida abundante y de buena calidad […] fuera de<br />
los casos de enfermedad; dividida en desayuno o almuerzo<br />
como chocolate y otro alimento sano. La comida compuesta<br />
de buenas sopas, buen cocido, un principio de ave o<br />
carnero, dulce o fruta del tiempo; merienda en la misma<br />
forma que el desayuno, y cena, consistente en ensalada, un<br />
asado de ave o carnero, y el plato de frijoles, que se<br />
acostumbra en el Reino... 22<br />
No obstante, en las malas épocas esta alimentación peligraba y mucha<br />
gente se veía obligada a recurrir a dietas de vegetales como las acelgas,<br />
mezquites, tunas, nopales sancochados y tortillas mezcladas con biznaga<br />
con tal de sobrevivir. 23 Los desastres naturales modificaban significativamente<br />
el patrón de consumo de alimentos, y esto pudo notarse<br />
perfectamente durante las sequías y heladas que acabaron con las cosechas<br />
de la Nueva España en 1785 y 1786 causando una horrible hambruna<br />
que dejó a su paso un sinnúmero de muertes, enfermedades y un<br />
“retroceso” notable en la alimentación hacia los modelos indígenas previos.<br />
América Molina del Villar comenta que en aquellos años las<br />
heladas afectaron severamente a la zona del Bajío y que aunque en<br />
Salvatierra se cosecharon y consumieron cultivos como cacahuate, camote<br />
jícama, hortalizas, cebada y legumbres, en el caso de Pénjamo, para evitar<br />
una tragedia aun mayor, el párroco tuvo que recomendar a sus feligreses<br />
21<br />
Luis L. Rodríguez, Lumbre brava de mi pueblo, pp. 55-65.<br />
22<br />
Carta al v irrey de Nueva España aprobando las constituciones formadas por el obispo de Michoacán, Fray<br />
Antonio de San Miguel, para el colegio de niñas educandas de Irapuato, con las modificaciones que se expresan.<br />
Aranjuez 22 de Febrero de 1806. Archiv o Histórico de la Compañía de María, Mex. D.F.: Serie 1F: 3. en José<br />
Alejandro Valadez Fernández, La Compañía de María en el Bajío: el convento colegio de Nuestra Señora de la<br />
Soledad y Enseñanza en Irapuato 1760-1860, s/p.<br />
23<br />
Lucio Marmolejo, Efemérides guanajuatenses, t. II, pp. 22 y 249.<br />
21<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
hacer tortillas con dos terceras partes de olote amasado con sal 24 y<br />
consumir mezquites frescos. La receta del mezquite era simple: las vainas<br />
secadas al sol se hervían con agua para obtener una pasta que se<br />
sazonaba al gusto, y una vez que ésta era triturada en el metate servía<br />
para preparar un aceptable atole. 25<br />
En otros tiempos, una dieta basada en las vainas de mezquites,<br />
los nopales, los cactus, los xoconostles, las tunas, los quelites, las acelgas<br />
y las verdolagas hubiera sido satisfactoria para los indios de la región, pero<br />
para finales del siglo XVIII, y en medio de una tradición alimenticia diferente<br />
centrada ya en la carne, el retorno a la flora comestible local era vista con<br />
desprecio por una gran porción de los habitantes de la intendencia: los<br />
mezquites eran un alimento consumido por los animales silvestres y el<br />
ganado, los nopales eran parte del paisaje, y las acelgas eran plantas<br />
nocivas para los cultivos civilizados: no era comida para seres humanos.<br />
Fuera de estos desastrosos periodos, es necesario decir que a<br />
pesar de la agregación de tradiciones culinarias, en la alimentación se dio<br />
un consumo diferenciado por razones sociales y económicas. Esto no<br />
implica necesariamente una separación cultural entre la comida de los ricos<br />
y los pobres, pues finalmente era conocida por todos los grupos, pero sí<br />
había diferencias en los modos de prepararla y esferas dentro de las cuales<br />
se consumía en función de sus variantes. 26 Valga para ilustrarlo la siguiente<br />
décima citada por el capuchino Francisco de Ajofrín (ya en el siglo XVIII)<br />
para mostrar que –aunque no de manera absoluta- había algunas<br />
diferencias en lo que consumían los distintos grupos sociales<br />
novohispanos:<br />
Pan, gallinas, buen carnero,<br />
queso, vino y aguardiente,<br />
hallará aquí prontamente<br />
el que trajese dinero;<br />
bien sazonado el puchero<br />
tendrá en aquesta posada,<br />
con más la paja y cebada;<br />
para sus mozos atole,<br />
pulque, tortillas, clemole.<br />
Sí señor ¡Ay, que no es nada! 27<br />
24<br />
Virginia García Acosta, Juan Manuel Pérez Cevallos y América Molina del Villar, Desastres agrícolas en<br />
México, t. 1, p. 327.<br />
25<br />
AGI, Audiencia de Quito, leg. 589, ff. 595v-596 según notación de América Molina del Villar, “Remedios contra<br />
la enfermedad y el hambre”, p. 199.<br />
26<br />
María del Carmen León García, El libro de Dominga de Guzmán, p. 23.<br />
27<br />
Francisco de Ajofrín, Diario del viaje a la Nueva España, p. 137.<br />
22<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Esta décima la copió el incansable fraile de la pared de un mesón en Tepeji<br />
(en Querétaro) al volver de su viaje a la zona de Guanajuato. En ella se<br />
reflejan las expectativas de que el español o el patrón independientemente<br />
de su calidad consumiera alimentos caros y europeos de acuerdo con su<br />
estatus, mientras que sus servidores debían conformarse con alimentos<br />
americanos económicos y localmente populares.<br />
Aunque los pueblos indígenas del sur y el este de la intendencia de<br />
Guanajuato para finales del siglo XVIII y principios del XIX siguie ran<br />
consumiendo sus alimentos tradicionales, la flora y fauna silvestres ya no<br />
eran vistas con los mismos ojos. La misma vegetación que antes despertaba<br />
apetitos ya no pasaba de ser muchas veces sino alimento de segunda<br />
para el indio ladino, y apenas algo más que parte del paisaje para las<br />
castas, no acostumbradas a un consumo de esa naturaleza; los mismos<br />
animalillos como los conejos, ardillas, lagartijas y chapulines que se consumían<br />
siglos antes continuaban disponibles para quien pudiera tomarlos,<br />
sólo que la gente del campo no los veía ya tanto como alimentos cotidianos,<br />
sino como complementos esporádicos y no pocas veces incluso más bien<br />
como plagas que atentaban en contra de sus sementeras y competían con<br />
sus animales de corral.<br />
CONCLUSIONES<br />
Si como afirma Guy Rozat “la coexistencia de la república de españoles y<br />
la república de indios escondía la confrontación de dos sistemas culturales”<br />
bajo la forma de una guerra de baja intensidad entre dos sistemas de<br />
referencias gastronómicas, 28 la zona de Guanajuato, sin una gran exuberancia<br />
originaria de pueblos de indios que conservaran tradiciones locales,<br />
ni recién llegados con pasados y culturas uniformes que se impusieran<br />
sobre ellas, constituyó un escaparate en donde con el paso del tiempo se<br />
vincularon todas las tendencias. Aportes diversos de culturas contrastantes<br />
dieron como resultado una enorme riqueza de sabores, aromas y colores<br />
en los alimentos pero no una síntesis donde todas ellas dieran lugar a algo<br />
distinto y original.<br />
A lo largo de la colonia, la alimentación en la zona del actual<br />
Guanajuato fue cambiando y enriqueciéndose con la llegada de nuevas<br />
plantas, animales y formas de preparar lo previamente existente. De esta<br />
forma, a la dieta mesoamericana basada en cultivos como el maíz, el frijol<br />
y el chile, se fueron agregando elementos de la antigua comida española<br />
basada en trigo, vino, carnes y lácteos, así como la comida de raíces<br />
africanas centrada en plátanos, arroz y legumbres. Sin embargo, no podríamos<br />
decir que con ello se diera lugar al surgimiento de recetas mestizas<br />
28<br />
Guy Rozat, prólogo en María del Carmen León García, El libro de Dominga de Guzmán, p. 18<br />
23<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
locales, sino más bien a usos alimenticios creados por agregación de<br />
tradiciones previas provenientes de distintos lugares y culturas dentro y<br />
fuera de la Nueva España.<br />
Con la llegada de los españoles, la dieta de este territorio se había<br />
transformado notoriamente, pero si bien es cierto que la manera de<br />
preparar y consumir la nueva comida adquirió características particulares<br />
con el hecho de incluir chiles, ir acompañada de frijoles, comerse con<br />
tortillas y ser generosamente regada con pulque, estos cambios no eran<br />
específicos de la zona de Guanajuato, sino generales con respecto a los<br />
alimentos cotidianos de Mesoamérica que ya habían comenzado su<br />
mestizaje con los alimentos españoles y africanos desde los primeros años<br />
de la conquista en el altiplano central y se habían expandido por medio de<br />
los movimientos de poblamiento del bajío y hacia el norte a lo largo del<br />
camino de la plata.<br />
BIBLIOGRAFÍA<br />
AGUILAR ZAMORA, Rosalía y Rosa Ma. Sánchez de Tagle, De vetas, valles y veredas, La<br />
región económica guanajuatense entre 1730 y 1918, Guanajuato, Serie Nuestra<br />
Cultura, 58. Ediciones La Rana, 2002,<br />
AJOFRÍN, Francisco de, Diario del viaje a la Nueva España, introducción, selección y notas<br />
de Heriberto Moreno, México, Secretaría de Educación Pública, 1986, Cien de<br />
México.<br />
ALCÁNTARA A. Thelma, Bebidas fermentadas, consultada el 25 de noviembre de 2009 en<br />
http://sepiensa.org.mx/contenidos/fer mentaciones/bebidas/fer menta3.htm<br />
ALVARADO GÓMEZ, Antonio Armando, Comercio interno en la Nueva España: el abasto en<br />
la ciudad de Guanajuato, 1777-1810, México, Instituto Nacional de Antropología<br />
e Historia, 1995, (Colección Biblioteca del INAH).<br />
BENIERS JACOBS, Elisabeth, “Algunas observaciones sobre creación léxica en el español<br />
de México”, en Gloria Estela Báez y Elizabeth Luna Traill (coordinadoras),<br />
Disquisiciones sobre filología hispánica: in memoriam Juan M. Lope Blanch,<br />
México, UNAM, 2004, pp. 65-72.<br />
GARCÍA ACOSTA, Virginia, Juan Manuel Pérez Zevallos y América Molina del Villar,<br />
Desastres agrícolas en México, catálogo histórico, T. 1. Épocas prehispánica y<br />
colonial, México, Fondo de Cultura Económica / CIESAS, 2003.<br />
KALDONE G. Nweihed, Frontera y límite en su marco mundial: una aproximación a la<br />
"fronterología", 2ª ed. revisada y actualizada (1ª ed., 1990), Caracas, Instituto<br />
de Altos Estudios de América Latina /Equinoccio / Ediciones de la Universidad<br />
Simón Bolívar, 1992.<br />
LEÓN GARCÍA, María del Carmen, El libro de Dominga de Guzmán. Un documento personal<br />
del siglo XVIII, México, CONACULTA / Dirección General de Culturas Populares,<br />
1997.<br />
MARMOLEJO, Lucio, Efemérides guanajuatenses, Guanajuato, Universidad de Guanajuato,<br />
1971, 4 tomos.<br />
24<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
MOLINA DEL VILLAR, América, “Remedios contra la enfermedad y el hambre”, en Pilar<br />
Gonzalbo Aizpuru (coord.), Historia de la vida cotidiana en México, t. III, México,<br />
Fondo de Cultura Económica / El Colegio de México, 2005, pp. 179-212.<br />
POWELL, Philip W., La guerra chichimeca (1550-1600), México, Fondo de Cultura<br />
Económica, 1984, (Lecturas mexicanas, 52).<br />
RELACIONES GEOGRÁFICAS DEL SIGLO XVI: MICHOACÁN, René Acuña (ed.), México, UNAM,<br />
1987.<br />
RODRÍGUEZ, Luis L., Lumbre brava de mi pueblo, México, Ed. Arana, 1961, (Biblioteca de<br />
historia mexicana).<br />
ROMERO, María de los Ángeles, “La agricultura en la época colonial” en Teresa Rojas<br />
(coord.), La agricultura en tierras mexicanas desde sus orígenes hasta nuestros<br />
días, México, CONACULTA / Grijalbo, 1991 (Los noventa, 71), pp. 239-254<br />
ROMO, Alfonso, Química, universo, tierra y vida, México, Fondo de Cultura Económica,<br />
1996, (La ciencia desde México), edición electrónica consultada en<br />
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen1/ciencia2/51/htm/quimi<br />
ca.htm el 25 de noviembre de 2012.<br />
SAHAGÚN, Bernardino de, Historia general de las cosas de la Nueva España, numeración,<br />
anotación y apéndices de Ángel María Garibay K., México, Ed. Porrúa, 1999<br />
(“Sepan cuantos…”, 300).<br />
SANTA MARÍA, Guillermo de, Guerra de los chichimecas (México 1575-Zirosto 1580),<br />
edición crítica, estudio introductorio, paleografía y notas de Alberto Carrillo<br />
Cázares, El Colegio de Michoacán / Universidad de Guanajuato, 1999.<br />
THORNTON, John, Africa and Africans in the Making of the Atlantic World, 1400-1680,<br />
Cambridge, Cambridge University Press, 1995.<br />
VALADEZ FERNÁNDEZ, José Alejandro, La Compañía de María en el Bajío: el convento<br />
colegio de Nuestra Señora de la Soledad y Enseñanza en Irapuato 1760-1860,<br />
Tesis de licenciatura en historia en proceso de elaboración, Guanajuato,<br />
Universidad de Guanajuato, 2010.<br />
VILLASEÑOR Y SÁNCHEZ, Joseph Antonio de, Theatro americano, introducción de Isauro<br />
Rionda Arreguín, Guanajuato, Gobierno del Estado de Guanajuato, 1989.<br />
25<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Aralia López González<br />
Universidad Autónoma Metropolitana<br />
<br />
<br />
La nana pasa un pañuelo humedecido<br />
sobre mi frente. Es inútil. No logrará<br />
borrar lo que he visto. Quedará aquí<br />
adentro, como si lo hubieran grabado<br />
sobre una lápida. No hay olvido.<br />
Castellanos. Balún-Canán (p. 31).<br />
Se puede estar consciente de que no se<br />
posee la verdad y sin embargo no<br />
renunciar a buscarla. Puede ser un<br />
horizonte común…<br />
Tzvetan Todorov. Crítica de la crítica (p. 169).<br />
CONSIDERACIONES INTRODUCTORIAS<br />
Si observamos en conjunto la producción literaria de Rosario Castellanos<br />
(1925-1974), tanto la poesía como la narrativa, el teatro, el ensayo y la<br />
crítica literaria, es fácil advertir dos preocupaciones mayores: la condición<br />
social y existencial de la mujer y la del indígena en la sociedad mexicana;<br />
enlazados ambos sujetos sociales por su condición de subalternidad<br />
―incluso de servidumbre― en los espacios rurales y urbanos; localidad,<br />
región y nación. Con Balún-Canán (1957), 1 su primera novela, se inicia su<br />
producción narrativa que, junto con el volumen de cuentos Ciudad Real<br />
(1960) y su segunda novela Oficio de tinieblas (1962), forman parte de lo<br />
que se llamó Ciclo de Chiapas, en el que los escritores incluidos trataron<br />
la agraviada situación social de los indios, descendientes mayas, en<br />
Chiapas. 2 Por lo mismo a esta parte de su producción se la calificó como<br />
1<br />
México: Fondo de Cultura Económica, 1957 (Letras Mexicanas). Citaré de esta primera edición con páginas de<br />
referencia entre paréntesis.<br />
2<br />
Entre los narradores incluidos en el ciclo, contemporáneos a Castellanos, que recrearon la circunstancia<br />
indígena en Chiapas, están Antonio Castro con su primera novela Los hombres verdaderos (1959): el título<br />
corresponde al modo en que se autonombran los indígenas tzotziles y tzeltales; Eraclio Zepeda con el libro de<br />
cuentos Benzulul (1959); María Lombardo de Caso y su breve novela La culebra tapó el río (1962); aunque no<br />
26<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
indigenista, aun sin la aprobación de la autora, quien en una conocida<br />
entrevista se expresó así de esa suposición crítica:<br />
Si me atengo a lo que he leído dentro de esta corriente que<br />
por otra parte no me interesa, mis novelas y cuentos no<br />
encajan en ella. Uno de sus defectos reside en considerar el<br />
mundo indígena como exótico en el que los personajes, por<br />
ser las víctimas, son poéticos y buenos. (…) Los indios no<br />
me parecen misteriosos ni poéticos. Lo que ocurre es que<br />
viven en una miseria atroz. 3<br />
Lo que la escritora rechaza es el maniqueísmo reivindicativo del indigenismo<br />
tradicional de las primeras décadas del siglo XX, tanto en América<br />
Latina como en México, impulsado en este último por el indigenismo oficial<br />
de la Revolución Mexicana. Sin embargo, a propósito de Balún-Canán, en<br />
la misma entrevista parece aceptar lo “poético” del indio, referido al<br />
animismo o pensamiento mágico recreado en la novela, cuando justifica<br />
así el lirismo en la expresión de la niña protagonista y narradora de la<br />
primera y tercera partes de la obra:<br />
… el mundo en el que se mueve es lo suficientemente<br />
fantástico como para que en él funcionen imágenes poéticas.<br />
Este mundo infantil es muy semejante al mundo de los<br />
indígenas, en el cual se sitúa la acción de la novela. (...) Así<br />
en estas dos partes la niña y los indios se ceden la palabra<br />
y las diferencias de tono no son mayúsculas. 4<br />
Argumento que no resuelve en sí el problema de la voz narrativa infantil al<br />
que se refiere aquí Castellanos, y que trataremos más adelante. A partir de<br />
Oficio de Tinieblas la autora abandona el asunto indígena y se concentra<br />
en el de la condición de la mujer provinciana en los cuentos de Convidados<br />
de agosto (1964); y en Álbum de familia (1971), libro también de cuentos,<br />
continúa con su peculiar “feminismo” pero ya en el ambiente de la clase<br />
pertenece estrictamente al campo literario, Ricardo Pozas con su muy influyente relato testimonial etnográfico,<br />
Juan Pérez Jolote (1948); Ramón Rubín con El callado dolor de los tzotziles (1949). Por parecerme interesante,<br />
aunque no pertenecen al ciclo, enumero la participación de algunas escritoras que, por la época, elaboraron<br />
novelas indigenistas. Entre ellas Magdalena Mondragón que en Más allá existe la tierra (1947), trata la situación<br />
de los indios yaquis en Sonora; Concha de Villarreal, quien en Tierra de Dios (1954) relata los despojos de tierras<br />
a campesinos mayas en Yucatán; y Rosa de Castaño con Fruto de sangre (1958), donde se refiere a la enorme<br />
pobreza de un pueblo indígena cercano a la Ciudad de México.<br />
3<br />
Emmanuel Carballo. “Rosario Castellanos” en Protagonistas de la literatura mexicana (1965), México:<br />
Ediciones del Ermitaño y SEP, 1986 (Lecturas Mexicanas 48), p. 531. Sin embargo, cuatro años después, acepta<br />
el calificativo de indigenista: “Yo he hecho hasta ahora un tipo de literatura que se llama indigenista. Este es un<br />
título que no me gusta, pero que tengo que aceptar, porque es el que le corresponde”. Luis Adolfo Domínguez,<br />
entrevista en Revista de Bellas Artes, abril de 1969, fragmento reproducido en Rosario Castellanos. Obras I<br />
Narrativa, México: Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 9.<br />
4<br />
Carballo. “Castellanos” en Op. cit., p. 528.<br />
27<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
media del espacio urbano de la Ciudad de México. Sin duda la autora no<br />
había agotado todavía su interés literario en este tema, como puede<br />
apreciarse en la publicación póstuma de su pieza teatral El eterno femenino<br />
(1975), ambientada igualmente en la Ciudad de México. De cualquier<br />
manera, vale comentar que la situación de marginalidad de la mujer la<br />
había abordado, sin exclusividad, en el anterior ciclo “indigenista”. Sin<br />
olvidar que su tesis de Maestría en Filosofía Sobre cultura femenina (1950)<br />
la dedicó, mucho antes que en la ficción, al tratamiento pionero del<br />
problema de género.<br />
En el sistema de producción de la escritora chiapaneca, se aprecia<br />
una continua profundización y ampliación de situaciones y temas recurrentes,<br />
un tanto obsesivos, hasta que parece lograr expresarlos según su<br />
deseo. Ella misma explicó su quehacer escritural: “Lo que pasa es que yo<br />
escribo para mí. (...) Hay una serie de fenómenos en el mundo que no<br />
entiendo si no los expreso… y me interesa entenderlos. En la medida en<br />
que yo tengo una serie de semejanzas y de problemas que comparto con<br />
otro, se puede establecer la comunicación”. 5 Así en el expresar (escribir),<br />
está implicado el entender. Nada extraño, pues la escritura literaria permite<br />
organizar la propia experiencia de la realidad, que se vive confusamente:<br />
especialmente en las experiencias difíciles o traumáticas. Considerando la<br />
persistencia de ciertas preocupaciones y su desarrollo en la poesía, el<br />
teatro, la narrativa y la ensayística de la escritora, es que me atrevo a<br />
proponer sin negarle individualidad a Balún-Canán, que esta novela tiene<br />
mucho de ejercicio preparatorio para acometer literariamente, con mayor<br />
comprensión y madurez, el problema estructural de carácter multiétnico y<br />
multicultural que, desde la independencia, se manifestó ideológica y<br />
políticamente como lucha por el poder entre liberales y conservadores. Lo<br />
mismo se proyecta al presente, aunque en otras circunstancias y versiones<br />
partidarias más actuales. Ejercicio preparatorio, que asimismo, vino a ser<br />
el cuento “Primera revelación” con respecto a su primera novela: “Escribí<br />
dos cuentos: uno de ellos “Primera Revelación”, es el germen de<br />
Balún-Canán”. 6<br />
La nación, en cuanto marco referencial y preocupación supraregional<br />
en sus novelas, no ha sido percibida por la crítica como relevante,<br />
pero late embrionariamente en Balún-Canán y se plasma, con énfasis en<br />
lo intercultural y lingüístico (lo comunicacional), en Oficio de Tinieblas. En<br />
esta novela, además, se incorporan personajes y situaciones semejantes<br />
a los de Balún-Canán, 7 pero con más desarrollo narrativo, densidad<br />
5<br />
Domínguez. “entrevista de 1969”, en Castellanos. Obras -I- Narrativa, Op. cit, p. 9. Antes, en la entrevista con<br />
Carballo consignada en la nota 3, también había planteado que escribir era para ella explicarse las cosas que<br />
no entendía, pero no agregaba que también intentaba compartirlas y comunicarse con los demás. (Cfr. P. 530).<br />
6<br />
Carballo. “Castellanos”, op. cit., p.527-<br />
7<br />
El esquema de relación entre la niña y la nana en Balún-Canán se repite en Oficio de Tinieblas, en el de la<br />
joven Idolina y su nana Teresa, aunque ahora más activa en el desarrollo de la historia en su totalidad. De la<br />
28<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
histórica, y ya no se ambienta en Comitán, sino que se va ampliando a<br />
otros espacios de Chiapas como son Ciudad Real (San Cristóbal de las<br />
Casas) y el paraje de San Juan Chamula. En Oficio de Tinieblas, de modo<br />
más categórico que en Balún-Canán, el elemento “extraño” que dispara el<br />
conflicto y su trágico desenlace, viene de afuera (Ciudad de México) en la<br />
figura de un funcionario del gobierno central, Fernando Ulloa, agente en la<br />
novela del cambio social investido de la representación nacional. 8<br />
Por lo anterior, Castellanos no se reconocía en la etiqueta<br />
indigenista ―como tampoco en la de feminista―, porque su perspectiva<br />
socio-histórica y cultural implicaba un mayor horizonte de comprensión,<br />
destacando la “nación” excluida en los diversos proyectos nacionales: los<br />
indígenas y las mujeres de cualquier etnia o sector social. Para comprobarlo,<br />
vale acudir al siguiente comentario de la autora en 1966, publicado<br />
recientemente, a propósito de Los ríos profundos (1958) y de Todas las<br />
sangres (1964) del escritor peruano José María Arguedas:<br />
Un día pude, al fin, leer Los ríos profundos, y confieso que<br />
me decepcioné un poco. El problema indígena (si es que se<br />
le puede llamar así) había sido tratado de una manera muy<br />
similar a como yo lo intenté en otra novela de cuyo nombre<br />
no quiero acordarme. Es decir, desde la infancia, desde<br />
antes de tener acceso a la razón. Que se describían con más<br />
lirismo que verdad ciertas condiciones de vida y que ante el<br />
horror que resultaba de todos esos elementos que se<br />
quisieron, en vano, embellecer, no se encontraba más salida<br />
que una compasión tan desgarradora como estéril. Pero<br />
ahora [refiriéndose a Todas las sangres] José María Arguedas<br />
ha tomado conciencia plena no del problema indígena,<br />
que es apenas un factor, sino de lo que es su patria: el Perú.”<br />
(El énfasis es mío). 9<br />
misma forma, sucede con Felipe Carranza Pech y Pedro González Winiktón en cada una de las novelas. Ambos<br />
son líderes de la rebelión de los indígenas en contra de los terratenientes; ambos también tuvieron que salir de<br />
sus comunidades y trabajaron en Tapachula, donde adquirieron el idioma español como segunda lengua y<br />
escucharon a Lázaro Cárdenas, lo que los motivó a abanderar las acciones reivindicativas de los trabajadores<br />
indígenas en su comunidad. Sus esposas, en el primer caso Juana, es estéril y antagoniza a Felipe; en el<br />
segundo, Catalina, también es estéril y antagoniza a Pedro más radicalmente, convirtiéndose en dirigente<br />
religiosa (ILOL) de la comunidad y protagonista de los acontecimientos al interior de la misma. El funcionario que<br />
llegó de México para instrumentar la Reforma Agraria, está esbozado en Balún-Canán, Utrillo, germen del<br />
Fernando Ulloa de Oficio de Tinieblas. En esta última la pareja de terratenientes, padrastro y madre de Idolina<br />
(Leonardo Cifuentes e Isabel Zebadúa), es un desarrollo de la de César Argüello y Zoraida Solís en Balún-<br />
Canán. Existen otras concurrencias, pero baste con las mencionadas.<br />
8<br />
En ocasiones se alude a él como “extranjero”, haciendo referencia al separatismo prevaleciente todavía en el<br />
Estado chiapaneco; ya que éste había pertenecido a Guatemala, con cierto carácter independiente, antes de<br />
que su gobierno local eligiera, al principio del siglo XIX, constituirse en parte de México. Caso semejante fue el<br />
de Yucatán.<br />
9<br />
Rosario Castellanos. “La novela como historia: Perú ante Arguedas”, en Andrea Reyes (comp.).Mujer de<br />
palabras. Artículos rescatados de Rosario Castellanos, Vol. I, México: Conaculta, 2004 (Lecturas Mexicanas), p.<br />
578.<br />
29<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Lo citado confirma también lo que he venido planteando en anteriores<br />
trabajos. 10 En ellos, entre otras cosas, sugerí la filiación neoindigenista<br />
para sus dos novelas, considerando que sus obras superaban la corriente<br />
indigenista por ampliar su reflexión al espacio y a la historia nacional.<br />
Superación que se evidencia, además, en el tratamiento no ideologizado<br />
de indios y blancos; tanto como en las desviaciones de la orientación<br />
estética realista mediante manejos discursivos ambiguos o poco transparentes,<br />
que apelan a la desautomatización interpretativa del lector(a), lo<br />
que trataré posteriormente.<br />
Pero, independientemente de la asignación indigenista o neoindigenista<br />
que sólo permite distinguir a estas novelas, razonablemente, de<br />
las del indigenismo tradicional, Rosario Castellanos y José María Arguedas<br />
coincidieron en el uso de algunos elementos narrativos y, finalmente, en la<br />
concepción del “problema indígena” como un problema de la nación. Lo<br />
que merece, en rigor, un estudio comparativo entre los dos escritores<br />
latinoamericanos. Sobre todo si tenemos en cuenta que la escritora<br />
chiapaneca se adelantó al Arguedas de Los ríos profundos (1958) un año<br />
antes en Balún-Canán (1957); y, especialmente, dos años antes al de<br />
Todas las sangres (1964) en Oficio de Tinieblas (1962).<br />
Aunque las etiquetas clasificatorias y las anticipaciones cronológicas<br />
no son los criterios determinantes para juzgar los valores literarios,<br />
esto viene a cuento porque la crítica mexicana mantuvo a Castellanos en<br />
entredicho ―aun reconocida con premios significativos―, en comparación<br />
con la valoración concedida en América Latina a Arguedas; 11 y, en México,<br />
con la concedida al Carlos Fuentes de La región más transparente (1958)<br />
y al de La muerte de Artemio Cruz (1962), novelas inmediatamente<br />
contemporáneas a las de la escritora. No desconozco la deslumbrante<br />
creación verbal de Arguedas. Tampoco la de Fuentes y sus innovadoras<br />
contribuciones a la novela mexicana, por lo que fue saludado merecidamente<br />
como el novelista nacional de la época. Sin embargo, no me parecen<br />
equitativos los siguientes comentarios de Emmanuel Carballo con respecto<br />
a Fuentes y a Castellanos en su ya citado libro de entrevistas. El crítico dijo<br />
del primero: “Arreola y Rulfo son nuestro pasado inmediato; Fuentes, el<br />
profeta de la nueva literatura”. 12 En contraste, calificando como el mejor<br />
libro de la segunda a Convidados de agosto (1964), juzgó de esta manera<br />
al texto y a la autora:<br />
10<br />
Aralia López González. La espiral parece un círculo: narrativa de Rosario Castellanos, México: Universidad<br />
Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 1991 (Texto y Contexto, 3), y “Oficio de Tinieblas: novela de la nación<br />
mexicana” en Revista La Palabra y el Hombre, México: Universidad Veracruzana, enero-marzo, 2000 (No. 113),<br />
pp. 119 a 126.<br />
11<br />
Aunque es bueno recordar la poca importancia que en la década de los años sesenta, le dieron a su obra<br />
importantes críticos como Emir Rodríguez Monegal y Luis Harss, igual por su regionalismo e indigenismo. Más<br />
que nada, también, por su adhesión a una literatura “comprometida” lo que ya tenía mala reputación en las<br />
proximidades del boom, con su despliegue de innovaciones formales y experimentaciones con el lenguaje.<br />
12<br />
Carballo, “Fuentes”, Op. cit., p. 539.<br />
30<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
… aún no arrincona en el olvido una de nuestras mayores<br />
deficiencias narrativas: el propósito didáctico. Hasta ahora<br />
Rosario Castellanos ha sido en cuentos y novelas una<br />
ensayista más que una narradora. Su inteligencia la ha<br />
traicionado: comenta y juzga con tanta pasión lo que está<br />
narrando que se olvida del lector, (...) A los tres cuentos y a<br />
la novela corta que recoge en este volumen les sobra<br />
univocidad y les falta, en igual medida, la equivocidad de las<br />
auténticas obras de arte”. 13 (El énfasis es mío)<br />
Y con respecto a su prosa narrativa en general, en la misma entrevista<br />
comentó lo que sigue:<br />
Entre la prosa de sus compañeros de promoción, la de<br />
Rosario Castellanos es la mejor construida e ideológicamente<br />
la mejor orientada. (No puede decirse, en cambio,<br />
que sea la más hermosa, la más significativa ni la más<br />
innovadora.) El ensayo y la crítica de libros (actividades que<br />
ejerce en forma esporádica) le permiten reafirmar dones que<br />
todos le reconocemos: la sagacidad y la ironía… 14 (El<br />
énfasis es mío)<br />
Quizás el proyecto narrativo mismo de Castellanos, planteado<br />
como el de escribir para entender y hacer entender los fenómenos que la<br />
rodeaban, sin tomarlo literalmente pero sí admitiendo dentro de su actitud<br />
estética otras en íntima relación de tipo epistemológico y ético ―tal como<br />
ella entendía su propia práctica literaria y la función de la literatura―, se<br />
percibió como un rezago en contraste con el ímpetu experimental que<br />
surgía en las Letras del país y en las de Latinoamérica. Sin dejar de<br />
destacar el peso crítico de Carballo en ese periodo. Por eso no puedo pasar<br />
por alto algunas de sus valoraciones sobre Castellanos: 1) Es “más<br />
ensayista que narradora”, ignorando los extensos pasajes ensayísticos de<br />
Fuentes en La región más transparente. 2) “Su inteligencia la ha<br />
traicionado”, refiriéndose a lo valorativo y conceptual de su narrativa, pero<br />
creo que es bastante obvio que eso no se diría de un hombre. Es evidente<br />
que las irremediables actitudes patriarcales y sexistas, ponen su huella en<br />
la apreciación crítica de Carballo, ya que como lo trató Castellanos en<br />
Sobre cultura femenina, la cultura masculina juzgaba la inteligencia en la<br />
mujer como anomalía (¿traición?) y proclividad al error. 3) [a sus obras<br />
narrativas] “les sobra univocidad y (...) le falta la equivocidad” del arte y,<br />
además, son didácticas. Afirmar esto implica no haber leído con atención<br />
13<br />
Carballo, “Castellanos”, Ibid., p. 533.<br />
14<br />
Ibid., pp. 519-520.<br />
31<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
a la autora, como se verá posteriormente, porque si algo no le falta a su<br />
discurso narrativo es equivocidad o ambigüedad artística. 4) Cuando dice,<br />
“El ensayo y la crítica de libros (… que ejerce esporádicamente)”, “lo<br />
esporádico” resulta discrepante ―aun considerando que la entrevista está<br />
fechada en 1962―, porque para 1965, año de publicación del libro de<br />
Carballo, la escritora tenía a su haber Sobre cultura femenina (1950),<br />
Novela picaresca española (1962), los ensayos literarios que se reunieron<br />
en Juicios Sumarios (1966) ―libro de 434 páginas―, y muchos de los<br />
comentarios periodísticos que recopiló Andrea Reyes en la reciente edición<br />
de Mujer de palabras (2004).<br />
Por otra parte, poco favorecía a la misma Castellanos la severa<br />
autocrítica que ejerció sobre su obra. En el comentario con respecto a<br />
Arguedas, se refiere implícitamente a Balún-Canán como “una novela de<br />
cuyo nombre no quiero acordarme”. Y en la entrevista con Carballo, años<br />
antes, además de que se dedica a enumerar los defectos de sus<br />
poemarios, también la juzga fallida por su estructuración; por la disonancia<br />
lógica entre el discurso en primera persona y la edad de quien supuestamente<br />
lo emite; y por la ruptura en el estilo debido a la discursividad<br />
repartida entre dos narradores con puntos de vista distintos. Tal parece que<br />
no consideró la legitimidad del procedimiento en función de que en la<br />
novela se cuentan dos historias con propósitos distintos, aunque se<br />
relacionan y se explican entre sí:<br />
Está dividida en tres partes. La primera y la tercera, escritas<br />
en primera persona, contadas desde el punto de vista de<br />
una niña de siete años. Este hecho trajo consigo dificultades<br />
insuperables. Una niña de esos años es incapaz de observar<br />
muchas cosas y sobre todo expresarlas. (...) El núcleo de la<br />
acción, que por objetivo corresponde al punto de vista de los<br />
adultos, está contado por el autor en tercera persona. La<br />
estructura desconcierta a los lectores. Hay una ruptura en el<br />
estilo, en la manera de ver y pensar. Esa es, supongo, la<br />
falla principal del libro. Lo confieso: no pude estructurar la<br />
novela de otra manera. 15<br />
En el contexto literario de la época, y desde la exigencia de rigor<br />
de la filósofa y la docente académica que convivían en Castellanos, es<br />
posible que por una concepción no despegada del todo de la normatividad<br />
de los géneros, la estructura de Balún-Canán pareciera desconcertante.<br />
En la actualidad no creo que así lo parezca. En cuanto al problema de la<br />
focalización en una niña-personaje en quien se deposita, proyectivamente,<br />
la voz y la memoria de una narradora que se identifica con ella como medio<br />
15<br />
Ibid., pp. 527-528.<br />
32<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
para evocar la infancia (de ahí el tono lírico propio del recuerdo),<br />
Castellanos reprueba el recurso tanto en su novela como en la de<br />
Arguedas: quien funde también al narrador y al personaje, apenas<br />
adolescente, en Los ríos profundos. Sin embargo, que yo sepa, en el caso<br />
del escritor peruano los críticos no manifestaron extrañeza alguna. Al<br />
contrario, Arguedas se convirtió en un escritor canónico gracias a esa<br />
novela. En el discurso lírico del narrador-protagonista, no se subrayó la<br />
discrepancia lógica o inverosimilitud entre la edad del personaje y el<br />
discurso narrativo, seguramente se entendió como licencia “poética” de la<br />
ficción. Asimismo, se apreció como lograda síntesis lingüística y cultural de<br />
lo quechua y de lo español, con base en la biografía de Arguedas y su<br />
adhesión cultural identitaria al mundo indígena. No ignoro las diferencias<br />
entre ambos escritores, pero a los efectos de este trabajo, sólo intento<br />
destacar las coincidencias en comparación con la autocrítica de<br />
Castellanos, y con el tratamiento crítico –todavía influyente– de sus<br />
contemporáneos.<br />
Lo extraño para mí es que Castellanos no advirtiera, con más<br />
atención, su relativa afinidad con el escritor peruano y mucho menos su<br />
anticipación a él. Tampoco advirtió la innovación que representaba<br />
entonces su abordaje multiétnico, multicultural y de género (perspectiva<br />
multirreferencial) en la visión de lo nacional y en la narrativa mexicana en<br />
particular. Desde luego, no podía suponer que se había anticipado también<br />
a lo que muchos años después ―dentro de la llamada posmodernidad―,<br />
iban a ser los estudios culturales, los de la subalternidad, los postcoloniales<br />
y los de género. Debido a esta lucidez “profética” del horizonte conceptual<br />
de la chiapaneca, sus novelas “regionales” se redescubren actualmente y<br />
reciben una especial atención de la crítica, en particular de la femenina y<br />
feminista. Tal vez esta concepción multirreferencial, incluso transdisciplinaria,<br />
explica el antimaniqueísmo y la distancia crítica en el tratamiento de<br />
los sujetos y conflictos sociales representados en sus obras. 16<br />
ORIENTACIÓN REALISTA: DIVERSAS LECTURAS<br />
En general, la narrativa de Castellanos ha sido ubicada dentro de la<br />
estética realista sin más diferenciaciones. Ella misma sólo especificó que<br />
se trataba de realismo crítico. Sin duda, Balún-Canán y Oficio de Tinieblas<br />
tienen vocación realista, por lo mismo admiten diversas lecturas extralite-<br />
16<br />
Es cierto que Castellanos no se identificó, como Arguedas, con la sociedad indígena; pero tampoco se<br />
reconoció en su clase criolla. Como la niña de Balún-Canán, se instaló en un desarraigo desde donde observaba<br />
crítica y existencialmente. Pero trató al “indio vivo” en interacción con el todo social en presente. En cambio, en<br />
La región más transparente, Fuentes abordó lo indígena desde una distancia mítica: son los casos de los<br />
personajes Teódula Moctezuma e Ixca Cienfuegos.<br />
33<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
rarias con base en aproximaciones críticas de carácter sociológico,<br />
antropológico y cultural, histórico, político y económico, comunicacional,<br />
feminista o psicoanalítico. Pero en el caso de Balún-Canán, considerando<br />
especialmente las partes primera y tercera, también se puede hacer una<br />
lectura en términos de novela de aprendizaje, con evidentes contenidos<br />
autobiográficos. 17 Igualmente, admite un enfoque comunicacional, de<br />
acuerdo a la importancia que adquiere en la novela la incomunicación<br />
lingüística y cultural entre la comunidad indígena y la sociedad criolla<br />
(ladina). Estas formas de lecturas son las que privilegio, porque permiten<br />
hacer relevante la relación afectiva y comunicativa entre la nana y la niña,<br />
mediante la cual ésta tiene la oportunidad de reconocer al otro ―los<br />
otros―, posibilitando el desarrollo de su conciencia social e histórica. En<br />
contraste, la niña-personaje va advirtiendo la incomunicación que divide en<br />
dos a la sociedad comiteca (por extensión a la regional y a la nacional):<br />
escisión entre lo que podríamos llamar una nación imaginaria proyectada<br />
a la europea, y la nación real, predominantemente indígena y mestiza, cuya<br />
mitad es femenina, excluida de los beneficios y derechos de la primera.<br />
Esta disociación entre lo que se desea e imagina, y lo que es realmente,<br />
se ha interiorizado en lo individual y colectivo con efectos desastrosos para<br />
el logro de una nación democrática capaz de asumir creativamente, su<br />
historia y sus diferencias étnicas como “capital” humano y cultural.<br />
En cuanto al tratamiento realista de Balún-Canán, éste se ve<br />
intervenido por variables simbólicas en sus tres partes. Tales son los<br />
sueños, los presagios, la imaginería cristiana e indígena que se entrecruza,<br />
animales totémicos como el venado (Cfr., pp. 68 y 69), y seres legendarios<br />
como el tzulúm: su nombre significa ansia de morir y se mueve sólo por<br />
voluntad de mando (Cfr. pp. 19 y 21); elementos naturales como el viento<br />
y el río que se personifican y adquieren matices simbólicos. Pero sólo me<br />
ocuparé más adelante de tres objetos comunes que operan como claves<br />
17<br />
Tales son, en lo doméstico, la relación de la niña Castellanos con la nana Rufina, quien le contaba relatos en<br />
los que mezclaba contenidos míticos e históricos. Su cercanía con la servidumbre indígena. En la constitución<br />
familiar, el padre –César Castellanos– era finquero y descendiente de apellido de abolengo social en Comitán.<br />
Otros apellidos de este tipo que aparecen en la novela, son Arguello, Rovelo y Mazariego. La madre, Adriana<br />
Figueroa –en la narración Zoraida Solís–, pertenecía a una familia sin bienes ni linaje. Para ella, el matrimonio<br />
con Castellanos casi veinte años mayor, supuso un ascenso social; y, en efecto, su hijo predilecto era el varón<br />
porque aseguraba la continuación del apellido y de la propiedad.<br />
El hermano –Mario Benjamín– era un año menor que Castellanos –hija primogénita también en la novela– poco<br />
apreciada por los padres en comparación con Mario. Este hermano murió a los 7 años, posiblemente de<br />
apendicitis. Su muerte provocó una gran alteración emocional en la madre quien llegó a desear la muerte de la<br />
hija y no la del hijo varón. En la novela, sin embargo, se alteran las edades reales en los niños personajes: la<br />
niña tiene 7 años y, cuando muere Mario, tiene 6, lo que se explicará más adelante.<br />
Las leyes de Reforma Agraria, por otra parte, afectaron la extensión de tierras que poseía el padre y, por tanto,<br />
el poder económico y social de la familia. Esto indujo a los padres a trasladarse a la Ciudad de México, lo que<br />
permitió a la joven Castellanos hacer estudios superiores. Existen otros elementos autobiográficos incluso en<br />
cuanto a las reacciones íntimas de la niña Castellanos frente a su situación familiar, pero baste con las<br />
mencionadas. V. “Rosario Castellanos” en Emmanuel Carballo. Los narradores ante el público, México: Mortiz,<br />
1966. Samuel Gordon. “El pasado y la ira”, Revista Cultura Sur, México, núm.13, 1991. Rosario Castellanos.<br />
Cartas a Ricardo. México: CNCA, 1996 (Memorias Mexicanas).<br />
34<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
simbólicas en el relato: el cofre de la nana, las piedritas de Chactajal que<br />
la niña le regala a la nana y la llave que ésta roba del oratorio. Asimismo,<br />
en el discurso de disposición realista se intercalan otras formas discursivas<br />
de la cultura oral como canciones y cuentos populares; la versión libre del<br />
Popol Vuh y del Génesis en el relato cosmogónico de la nana (Cfr., pp. 28<br />
a 30); el cuaderno escrito en español por un indio castellanizado<br />
―memoria de la tribu―, que ¿prueba? la propiedad ¿legítima? de los<br />
Argüellos con respecto a Chactajal. (Cfr., pp. 56 a 60); la oración tutelar<br />
con la que la nana despide a la niña antes de su viaje a Chactajal: ¿viaje<br />
de iniciación? (Cfr., pp. 62 a 64); soliloquios en la segunda parte; las cartas<br />
del padre ―César Argüello―, en la tercera, etcétera. Todo lo anterior<br />
enriquece y amplía la realidad a la que se refiere el discurso, y rebasa su<br />
filiación realista otorgándole opacidad y ambigüedad semánticas.<br />
ORGANIZACIÓN DEL DISCURSO: NUMERACIÓN Y NUMEROLOGÍA<br />
Balún-Canán está organizada en tres partes: número perfecto de<br />
completamiento según Pitágoras, ya que indica principio, medio y fin.<br />
Número de la tríada familiar: padre, madre e hijo; y símbolo cristiano del<br />
uno ―Dios― en tres personas: padre, hijo y espíritu santo: la Trinidad.<br />
Pero en las culturas amerindias, también corresponde a la tríada<br />
rayo-trueno-relámpago, como símbolo de un Dios de las tormentas, huracanes<br />
y meteoros. 18 En los presagios de la nana, se advierte sobre futuras<br />
tormentas: “No es tiempo de diversiones, niña. Siente: en el aire se huele<br />
la tempestad.” (p. 19); la niña privilegia el viento y la palabra meteoro: “yo<br />
escogí, desde el principio, la palabra meteoro. Y desde entonces la tengo<br />
sobre la frente, pesando, triste de haber caído del cielo.”(p. 13).<br />
En la primera y tercera partes se cuenta, en primera persona, la<br />
historia de la niña protagonista, dentro de su núcleo familia, una historia<br />
infantil en la que va asumiendo la destrucción de su mundo y también el<br />
acabamiento de su infancia ―inconciencia―, para acceder a la conciencia<br />
existencial e histórica en un proceso de individuación que pasa por el<br />
enfrentamiento con la muerte, el sentimiento de culpa y la soledad (Cfr., p.<br />
292 y fin de la novela). Se acabaría, pues, una etapa de la vida y se iniciaría<br />
otra que lleva a la adultez. Esta narración está distribuida discursivamente<br />
en cada una de sus dos partes, en 24 capítulos, que en total agrupan 48<br />
capítulos. En la primera edición ―la que utilizo―, ambas partes suman<br />
139 páginas.<br />
La segunda parte se hace cargo de una historia colectiva de<br />
carácter épico, en cuanto se representa el conflicto y el desenlace de la<br />
18<br />
Cfr. Jean Chevalier/Alain Gheerbrant. “Trinidad”, Diccionario de Los Símbolos, Barcelona: Editorial HERDER,<br />
1993, pp. 1025 y 1026.<br />
35<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
lucha social entre la “casa grande” del patrón terrateniente de Chactajal y<br />
los “siervos” indígenas. El desenlace apunta a la derrota del régimen<br />
señorial, que debe dar paso a un nuevo orden social. También implica la<br />
terminación de una etapa histórica en la región y en el país. Intercaladas,<br />
por medio de soliloquios, se relatan brevemente las historias personales y<br />
los pensamientos de César Arguello, Zoraida y Ernesto (el falso maestro).<br />
Asimismo se narra la relación de éste último (hijo “bastardo” del hermano<br />
difunto de César) con Matilde (prima “solterona” de Argüello), historia de<br />
incomunicación, desencuentro, malos entendidos y sadomasoquismo<br />
entre hombre y mujer, que culmina con la muerte de ambos. Lo narrado en<br />
la segunda parte, se distribuye en 18 capítulos a lo largo de 142 páginas.<br />
Casi las mismas que ocupan en total las partes primera y tercera ―la<br />
historia individual de la niña en el contexto familiar―, que enmarcan a la<br />
segunda ―la historia del conflicto colectivo entre su familia y la comunidad<br />
indígena. Aquí se trata de un tema nacional: el de la lucha por la tierra,<br />
núcleo de la acción revolucionaria bajo el liderazgo de Emiliano Zapata; y<br />
motivo recurrente de las muchas rebeliones indígenas en Chiapas desde<br />
el siglo XVIII. 19<br />
Sorprende el cuidadoso y equilibrado diseño distributivo que, por<br />
lo menos en su paginación, evidencia el mismo rango de importancia que<br />
le otorga la autora implícita a ambas historias. Pero, lo más sorprendente<br />
es la investidura simbólica que en términos paratextuales adquiere,<br />
numerológicamente, la distribución capitular del texto, en total 66 capítulos,<br />
dando lugar a un plano de significación en clave simbólica, en el que se<br />
mezclan las creencias cristianas y las indígenas: interculturalidad de las<br />
representaciones simbólicas que trascienden la dimensión histórica de los<br />
acontecimientos narrados en el texto, aunque sin excluirla, y al mismo<br />
tiempo apunta hacia otros niveles de sentido. Castellanos, como el peruano<br />
José Carlos Mariátegui ―pensador marxista antidogmático―, parece<br />
decirnos que no hay revolución o cambio social que valga, si no se atiende<br />
y entiende la dimensión cultural de los sujetos históricos y las representaciones<br />
simbólicas que los orientan, a modo de determinaciones ―también<br />
históricas― en sus reacciones y acciones. Es decir, si no se toma en<br />
consideración en el nivel existencial, el carácter cultural-simbólico de las<br />
subjetividades en lo individual y en lo colectivo. Lo que supone, a diferencia<br />
del racionalismo a ultranza, considerar la producción mítica, mágica,<br />
religiosa: simbólica, de los seres humanos, en el rango de “otra” racionalidad<br />
distinta pero no exenta de pensamiento y juicio. En esto, entre otras<br />
cosas, consistió la visión avanzada de Castellanos en términos de multirreferencialidad.<br />
Esto demuestra la densa equivocidad de su escritura, lo<br />
que llamo “acertijos” narrativos de la autora chiapaneca.<br />
19<br />
V. Antonio García de Léon. Resistencia y utopía, México: Era, 1985 (2 tomos).<br />
36<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Con frecuencia se piensa que la función simbólica (imaginativa,<br />
trascendente), que opera analógicamente relacionando distintos planos de<br />
la realidad, es irreconciliable con el análisis objetivo de los hechos<br />
históricos. Pero no es así. Lo simbólico, connatural al fondo común del psiquismo<br />
humano, añade ciertos valores en el plano espiritual a los hechos<br />
concretos, sin anular sus valores propios en el plano de la realidad<br />
histórica. Cirlot lo explica de este modo:<br />
Este lenguaje de imágenes y emociones, basado en una<br />
condensación expresiva y precisa, que habla de las verdades<br />
trascendentes exteriores al hombre (orden cósmico) e<br />
interiores (pensamiento, orden moral, evolución anímica,<br />
destino del alma), presenta una condición (...) que le<br />
confiere indudable dramatismo. Efectivamente, la esencia<br />
del símbolo consiste en poder exponer simultáneamente los<br />
varios aspectos (tesis y antítesis) de la idea que expresa.<br />
Daremos de ello una explicación provisional; que el inconsciente,<br />
o “lugar” donde viven los símbolos, ignora los<br />
distingos de contraposición. O también, que la función simbólica<br />
hace su aparición justamente cuando hay una tensión<br />
de contrarios que la conciencia no puede resolver con sus<br />
solos medios. 20<br />
Bien, en la teoría simbólica los números adquieren significados, equivalentes<br />
a ideas, que se repiten a lo largo de las muy diversas épocas y<br />
culturas. Sin consideramos la división tripartita y capitular de Balún-Canán:<br />
24–18–24 (XXIV–XVIII–XXIV), salta a la vista que a 18 le faltan 6 para llegar<br />
a 24. O que a 24 le sobran 6 para equipararse con 18. La segunda parte<br />
es tan extensa como la suma de la primera y de la tercera. Incluso tiene<br />
capítulos muy largos en comparación con la brevedad de los capítulos de<br />
las otras dos. Con ese cuidado de la simetría que se observa en la<br />
distribución discursiva, no me pareció gratuita la diferenciación numérica<br />
entre las partes. Y, en efecto, si el núcleo de la acción es la segunda parte<br />
en cuanto ruptura del orden económico y social; en la tercera se asiste a la<br />
ruptura catastrófica del orden familiar de la niña por la muerte del hermano,<br />
el hijo varón preferido de los padres y depositario del linaje de los Argüellos.<br />
Mario muere en la novela a los seis años de edad, aunque sabemos que<br />
en la realidad muere a los siete. ¿Por qué el desajuste, en este caso, con<br />
lo autobiográfico? ¿Por qué la coincidencia de que falte o sobre un seis en<br />
los capítulos? ¿Falta el hijo y sobra la hija? Aunque, más bien, ¿qué<br />
significa simbólicamente el seis? En el Diccionario de los símbolos se dice<br />
que es la fuente de todas las ambivalencias, que inclina al bien y al mal, a<br />
20<br />
Juan-Eduardo Cirlot. Diccionario de símbolos, Barcelona: Editorial Labor, 1969, p. 35.<br />
37<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
la unión y a la desunión. En la Biblia es el número de la Creación: terminación<br />
de la tarea divina, pero también significa la oposición entre la<br />
criatura y el creador. A modo del ángel caído, al ser humano le falta lo<br />
divino y le sobra Luzbel, o simplemente el bien y el mal conviven<br />
irremediablemente en la “criatura” acercándolo algunas veces y apartándolo<br />
casi siempre de su Creador. 21<br />
Por otra parte, en el mismo Diccionario, se afirma que en la<br />
simbólica maya el sexto día pertenece a los dioses de la lluvia y de la<br />
tormenta. Seis es un número nefasto: es también el día de la muerte. 22<br />
Balún-Canán está llena de augurios y presagios de muerte. En relación con<br />
la experiencia de la niña, en la primera parte, ésta entra en contacto con la<br />
muerte cuando llega a la casa el indio macheteado:<br />
Venía desde lejos. Desde Chactajal. (...) Y allí, él.<br />
Desangrándose sobre una parihuela que cuatro compañeros<br />
cargaban. (...) Y al moribundo le alcanzó el aliento<br />
para traspasar el umbral de nuestra casa. (p. 31).<br />
La niña quiere saber, “necesita saber” por qué lo mataron y la nana<br />
le contesta:<br />
Lo mataron porque era de la confianza de tu padre. Ahora<br />
hay división entre ellos y han quebrado la concordia como<br />
una vara contra las rodillas. El maligno atiza a los unos<br />
contra los otros. Unos quieren seguir, como hasta ahora, a<br />
la sombra de la casa grande. Otros ya no quieren tener<br />
patrón. (p. 32).<br />
La conmoción de la niña se expresa en una especie de alucinación en la<br />
que la madre deja caer a los pies de una mujer pobre (la tullida), la entraña<br />
sanguinolenta de una res sacrificada. Y el padre, indiferente, está rodeado<br />
de esqueletos sonrientes, con una risa silenciosa y sin fin. Mientras, la nana<br />
lava la ropa de la casa en un río rojo y turbulento. (Cfr., pp. 32 y 33). Es en<br />
este capítulo, el X, cuando la niña refiriéndose al indio asesinado y a los<br />
cuidados de la nana, dice: “Es inútil. No logrará borrar lo que he visto.<br />
Quedará aquí, adentro, como si lo hubieran grabado sobre una lápida. No<br />
hay olvido.” (p. 31).<br />
En esta misma primera parte, Ernesto mata al venado, animal<br />
sagrado de la comunidad indígena. La niña y Mario se acercan y la primera<br />
describe así la escena:<br />
21<br />
Chevalier. “Seis”, en Op. cit., p. 919.<br />
22<br />
Ibid., p. 921.<br />
38<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
No sabíamos que fuera tan fácil morir y quedarse quieto.<br />
Uno de los indios, que está detrás de nosotros, se arrodilla<br />
y con la punta de una varita levanta el párpado del ciervo. Y<br />
aparece un ojo extinguido, opaco, igual a un charco de agua<br />
estancada donde fermenta la descomposición. (p. 68).<br />
Lo anterior, anticipa el desmoronamiento del orden señorial<br />
existente hasta entonces, rubricado en la segunda parte por el incendio del<br />
latifundio de César Argüello, y por el asesinato de Ernesto en venganza de<br />
la muerte del venado. En la tercera parte, muere Mario: ¿el sacrificado? Y<br />
la nana es despedida de la casa. ¿La muerte es la cifra del destino, la que<br />
falta o la que sobra en los deseos y proyectos humanos? ¿O es, por el<br />
contrario, el horizonte abierto a la renovación infinita de esos deseos y<br />
proyectos?<br />
Mario se malogra a los seis años, y con él también se malogra el<br />
futuro promisorio de los Argüellos. Para la niña-protagonista, se cancela la<br />
infancia ¿a los siete años? Es posible, por lo menos simbólicamente en el<br />
recuerdo. Con el enfrentamiento a la muerte, al derrumbe familiar y al del<br />
orden social, se esfuma la inocencia. Pero, al mismo tiempo, se abre una<br />
posibilidad “otra” aunque de signo incierto. ¿En esto consiste la existencia<br />
y la historicidad humanas? De cualquier manera, la niña ha dicho que “no<br />
hay olvido” y ha establecido, también, un pacto de reparación con la memoria<br />
agraviada de la nana indígena y con la de Mario: memoria<br />
comprometida de la cual la novela es un evidente resultado literario.<br />
Sin embargo, aún se pueden observar otros aspectos del manejo<br />
numerológico. El total de los capítulos de la novela, suman 66: en el 6 está<br />
implícito el 3 y en el 66 se dobletea el seis. Le falta otro seis para<br />
convertirse en 666: el número de la Bestia, del Anticristo en el Apocalipsis.<br />
Es una cifra de hombre, como el tzulúm, tal como lo describe la nana: es<br />
hermoso, nadie se le resiste si se topa con él. Este ser simboliza la voluntad<br />
de poder, de mando, y asociada al poder aparece la muerte según la<br />
creencia indígena. Es también la pasión sexual incapaz de ser satisfecha,<br />
por eso en la novela el tzulúm sólo se lleva, supuestamente, a Angélica y<br />
a Matilde –mujeres reprimidas a la sombra de los Argüellos (Cfr., pp. 20-<br />
21; y p. 219). En Balún-Canán, se mezcla el diablo de la mitología católica<br />
con el Catashaná ―el mismo diablo― de la mitología popular indígena.<br />
También lo representa el hermoso y maligno tzulúm. No son diferentes, en<br />
este caso, en el pensamiento mágico existente en las dos culturas, el<br />
diablo, Catashaná y el tzulúm: principio del mal, en contrapeso con un buen<br />
Dios-Padre ¿a quien le falta el hijo?<br />
Pero en el caso de la espiritualidad indígena, éstos también se han<br />
quedado sin dioses y sin su “palabra”, capaz de oponerse al mal. Motivo<br />
del acabamiento de su cultura, como lo indican los epígrafes en las tres<br />
39<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
partes de la novela. Se trata de remontar esta pérdida de la palabra<br />
sagrada, la de la memoria, tal como se plantea al inicio de Balún-Canán,<br />
en la voz de la nana en diálogo con la niña; “… Y entonces, coléricos, nos<br />
desposeyeron, nos arrebataron lo que habíamos atesorado: la palabra, que<br />
es el arca de la memoria.” (p. 9). También como se aprecia en la palabra<br />
escrita por el indio, que atestigua la propiedad de Chactajal en manos de<br />
los Argüellos, cuaderno que la niña lee: “la herencia de Mario”:<br />
“Yo soy el hermano mayor de mi tribu. Su memoria. Estuve<br />
con los fundadores de las ciudades sagradas. (...) . Aquí, en<br />
el lugar llamado Chactajal, levantamos nuestras chozas; (...)<br />
Ay, nos regocijaba creer que nuestra existencia era<br />
agradable a sus ojos. Pero ellos, en su deliberación, nos<br />
tenían reservado el espanto. Hubo presagios. (...) Altaneros,<br />
duros de ademán, fuertes de voz. Así eran los instrumentos<br />
de nuestro castigo. (...) Vimos todo esto, y en verdad, no<br />
morimos. (...) Vino primero el que llamaban Abelardo<br />
Argüello… [luego] José Domingo Argüello… Josefa<br />
Argüello… Rodulfo Argüello… Estanislao Argüello…” (pp.<br />
56, 57 y 58, cap. XVIII, primera parte).<br />
Pero ¿cómo remontar esta pérdida de la memoria colectiva y de la<br />
palabra sagrada? Además de con la palabra jurídica (leyes) que debe<br />
reparar la larga serie de atropellos históricos, también con la palabra<br />
comunicativa en el ejercicio cotidiano de una sociedad que se acepte a sí<br />
misma como intercultural. Aprovecho para subrayar ahora, la intercomunicación<br />
que existe entre las partes y entre sus capítulos en Balún-<br />
Canán. No trataré estas correspondencias que, igualmente en el modo de<br />
distribuir el discurso e interrelacionar los capítulos con los mismos<br />
números, amplia el sentido de los acontecimientos narrados. Como<br />
ejemplo sólo señalaré la relación del cap. XVIII de la primera parte (el de<br />
lo citado anteriormente), con el XVIII que cierra la segunda, y en el cual<br />
Ernesto va en camino hacia Tuxtla para llevar la carta de César en la que<br />
denuncia la insubordinación de los indios y los daños causados. La carta<br />
no llega, pues todavía en Chactajal la rompe una mano anónima, la misma<br />
que antes le disparó al entrecejo, asesinándolo: así queda vengada la<br />
muerte imprudente del venado totémico, que Ernesto llevó a cabo (cap.<br />
XXII, primera parte); y su escarnio a los indígenas como falso maestro, en<br />
complicidad con Argüello para burlarlos y burlar las leyes. Relacionados<br />
con los anteriores, en el cap. XVIII de la tercera parte, muere Mario ―la<br />
voluntad de los brujos de Chactajal se ha cumplido―, no habrá más<br />
herederos de los Argüellos.<br />
Queda patente que la voz de los dioses parece haber regresado<br />
para los indígenas; voz que históricamente es la de Cárdenas, oída por<br />
40<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Felipe en Tapachula y trasmitida a la comunidad. Lo mismo que la “voz”<br />
escrita de las nuevas leyes. La memoria indígena despierta y, por lo menos<br />
en el texto, se interrumpe la “dinastía” de los Argüellos, enumerados en el<br />
escrito del indio: Abelardo, José Domingo, Josefa, Rodulfo, Estanislao,<br />
Otilia… Nombres que aparecen como fallecidos en la cripta de los<br />
Argüellos, donde sólo falta la inscripción del nombre de Mario, reciéntemente<br />
muerto (p. 290, tercera parte, cap. XXII relacionado con la muerte<br />
del venado en el XXII de la primera parte). No estará el de Ernesto: Argüello<br />
pero “bastardo”. Si se lee la novela no en dirección lineal continua, sino<br />
saltando entre los capítulos encabezados por el mismo número en las tres<br />
partes, se observará que no cambia en conjunto la historia relatada, pero<br />
se revelan distintos planos de realidad y de significación, así como la<br />
polivalencia del sentido global de la narración.<br />
En la familia de la novela, falta finalmente Mario: es una ausencia, un vacío<br />
de valor como en la significación del cero, descubrimiento de los mayas mil<br />
años antes de que este concepto matemático fuera conocido por los<br />
europeos. En el Diccionario de los símbolos ―parece que aludiera a<br />
Mario― se dice lo siguiente:<br />
En la mitología del Popol Vuh el cero corresponde al<br />
momento del sacrificio del dios héroe del maíz por inmersión<br />
en el río, antes de que resucite para subir al cielo y<br />
convertirse en sol (...) este momento es el de la desintegración<br />
de la semilla en la tierra, antes de que la vida se<br />
manifieste de nuevo. (...) En la glíptica maya, el cero se<br />
representa mediante la espiral, lo infinito abierto por lo<br />
infinito cerrado. 23<br />
Las coincidencias significativas de los números con algunos de los<br />
contenidos narrativos más significativos, me parecen demasiadas para ser<br />
obras del azar, sobre todo si nos lleva mediante un esfuerzo hermenéutico,<br />
al encuentro de otros planos no explícitos de significación que amplifican<br />
el sentido de la novela: vida y muerte, los términos del ciclo constante de<br />
regeneración y desaparición de la naturaleza en las culturas agrarias. Es<br />
esta también la rueda cíclica de las generaciones en la historia humana. La<br />
misma que va de las certificaciones de apellido y propiedades a la<br />
inscripción final de nombres sobre una lápida funeraria. Vida-muerte-vidamuerte-vida-muerte…<br />
sin fin, recordando a José Gorostiza, poeta significativo<br />
para Castellanos. 24 ¿Se trata de esperanza o de desesperanzada<br />
23<br />
Ibid., pp. 276 y 277.<br />
24<br />
De Gorostiza Castellanos dice lo siguiente: “…leí Muerte sin fin, que me produjo una conmoción de la que no<br />
me he repuesto nunca. (...) Es el poema mexicano por excelencia. (...) Este tipo de poesía, que lleva la<br />
inteligencia a una combustión próxima a la luz, es el que yo quisiera escribir. (...)” . Y agrega que le disgusta la<br />
41<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
resignación? En la producción simbólica trascendente de las culturas y en<br />
sus literaturas, seguramente se encuentra la respuesta.<br />
MEMORIA(S): LO NARRADO Y LOS NARRADORES<br />
A cada historia corresponden dos voces narradoras y focalizaciones<br />
distintas. En las partes primera y tercera como ya se ha dicho, se cuenta<br />
la infancia de una niña de siete años, que no tiene nombre, narrada en<br />
primera persona y desde su punto de vista. Es la hija primogénita del<br />
matrimonio Argüello, que de la seguridad de un mundo familiar establecido<br />
―casi un paraíso―, descrito en la primera parte, transita ―pasando como<br />
testigo relativamente inconsciente de la segunda―, a una forzada madurez<br />
en la tercera donde afirma su deseo de sobrevivir: “Pero Mario no puede<br />
correr; está enfermo. Y yo no puedo esperar. No, me marcharé sola, me<br />
salvaré yo sola.”. (p. 280). En esta parte asume una realidad quebrada<br />
―expulsión del paraíso―, enfrentando separaciones que preludian la<br />
muerte y pérdidas irreparables: 1. La separación de la nodriza y nana india<br />
a quien despide la madre, también sin nombre en la novela, que es su<br />
fuente de amor y de conocimiento: “Entonces, como de costumbre cuando<br />
quiero saber algo, voy a preguntárselo a la nana.” (p. 27, cap. IX, primera<br />
parte). 2. La muerte del hermano –Mario– preferido de los padres por ser<br />
varón, el más querido, el más guapo, el más inteligente en comparación<br />
con ella. La niña tiene rivalidad y celos de Mario, lo que no excluye el amor,<br />
por eso el sentimiento de culpa a su muerte. (Cfr., pp. 281 a 283. cap. XVIII,<br />
tercera parte). 25 3. La ausencia del padre que se va a Tuxtla ―capital del<br />
Estado―; la ausencia de la madre que se recluye en su cuarto, por el dolor<br />
y el duelo a la muerte del hijo preferido. (Cfr. P, 285, cap. XX, tercera parte).<br />
El aspecto del hogar descrito por la niña hacia el final de la novela, es el<br />
de un sepulcro, el de la desolación y la muerte. La cocina, espacio por<br />
excelencia de la nana en su carácter nutricio, sin ella aparece congelada:<br />
Voy a la cocina. En el fogón el copo enfriado de ceniza. En<br />
las alacenas, durmiendo un sueño definitivo, los trastes. Las<br />
ollas con su gran panza de comadre satisfecha. Las tazas<br />
de ancha risa. Los tenedores con sus patitas de garza.<br />
Muertos.<br />
Y el comedor donde un orden frío impera. Y los muebles de<br />
la sala sobre cuyo dorso indefenso cae una lluvia de polvo.<br />
poesía sentimental, pues trata de experiencias que no se rescatan del devenir de la realidad. Carballo,<br />
“Castellanos”, Protagonistas…, p. 526.<br />
25<br />
– ¿No quieres ver a tu hermano por última vez? Vuelvo la cara con repugnancia. No, no lo podría soportar.<br />
Porque no es Mario, es mi culpa la que se está pudriendo en el fondo de ese cajón. (p. 283).<br />
42<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
El oratorio con su puerta cerrada. (Loc. cit., el énfasis es<br />
mío).<br />
Después de estas pérdidas, ingresa a un mundo inhóspito, sin vínculos<br />
afectivos, al mundo del desarraigo: una forma de exilio. Esta trayectoria,<br />
desde la parte primera a la tercera, es la que leo como un relato de<br />
aprendizaje condensado en el recuerdo, cuyo término a los efectos de la<br />
novela se lo hace coincidir con la muerte del hermano. Es decir, el<br />
transcurso y fin de una iniciación, se dramatiza como situación traumática.<br />
Entiendo lo atípica que resulta esta trayectoria, si aceptamos que la<br />
narradora y protagonista es una niña de siete años que sigue teniéndolos<br />
al final del relato. Aunque el cúmulo de experiencias traumáticas y<br />
significativas que conducen a la “madurez”, cancelando simbólicamente el<br />
estado infantil como en los relatos de iniciación, transitan por el pasaje del<br />
viaje a Chactajal de la familia Argüello y su ruina, en la segunda parte; y en<br />
la tercera por el viaje de regreso a Comitán, donde sobreviene la pérdida<br />
de la nana y donde muere el hermano. Esto supone la condensación de la<br />
vida emocional de una narradora que por encima del personaje, pero<br />
proyectándose en él, recrea dramatizadamente su infancia mediante un<br />
juego entre la memoria y la escritura: el pasado en el presente, interpretando<br />
los acontecimientos vividos desde una conciencia evidentemente<br />
adulta.<br />
A propósito de Balún-Canán, Castellanos expresó con claridad que<br />
el sistema de creación de la novela fue naciendo de recuerdos infantiles:<br />
A la novela llegué recordando sucesos de mi infancia. Así,<br />
sin darme cuenta, di principio a Balún-Canán; sin una idea<br />
general del conjunto, dejándome llevar por el fluir de los<br />
recuerdos. Después los sucesos se ordenaron alrededor de<br />
un mismo tema. 26<br />
Así pues, la escritura de la novela supone la concreción de un espacio de<br />
evocación, en el cual la narradora escenifica y explora los recuerdos de su<br />
yo infantil, viéndose a sí misma como niña desde la distancia consciente<br />
de un yo adulto. Una especie de regreso al origen que, en la experiencia<br />
estética, permite por condensación (la parte por el todo) y por recreación,<br />
repasar las faltas, ajustar cuentas con el pasado y, simbólicamente,<br />
propiciar un renacimiento: tal vez el redescubrimiento de las raíces<br />
profundas de la identidad a partir de las cuales puede autoconstruir su<br />
autonomía. De ahí el lirismo propio de la evocación que se aprecia en las<br />
partes primera y tercera de la novela. Entendido así, es evidente que la voz<br />
de la narradora está a cargo de un yo adulto, el cual no se revela más que<br />
26<br />
Carballo. “Castellanos” en Protagonistas…, p. 527.<br />
43<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
en el tipo de observaciones y en la destreza con el lenguaje. La niña y su(s)<br />
fantasma(s), es lo recordado y se objetiva en la creación del personaje: el<br />
mismo que actualiza en el presente de la narración pensamientos,<br />
emociones, acciones e interacciones pasadas.<br />
Debe distinguirse, entonces, entre la “niña”-narradora y la niña-personaje,<br />
no obstante la yuxtaposición lograda entre enunciación y<br />
enunciados mediante el uso de la primera persona. Por eso en la lectura<br />
pasa inadvertida dicha distinción, ya que en el recuerdo se identifican<br />
sujeto y objeto, interior y exterior. Además, vale observar que a partir del<br />
cap. XX de la primera parte, cuando la nana le dice: “Es hora de separarnos,<br />
niña” (p. 64), en los restantes capítulos (XXI, XXII, XXIII Y XXIV), la niña<br />
sigue narrando pero ahora en primera persona del plural, incorporándose<br />
mediante el “nosotros” a su grupo familiar y separándose de la nana. En<br />
estos capítulos se inicia el viaje a Chactajal, que culmina con la llegada.<br />
Pero todavía la niña no se separa del todo de su nana. Ya de noche y en<br />
su cama, cree verla llegar ―aunque con actitud distante, diferente― y se<br />
imagina que le dice estas palabras:<br />
–Yo estoy contigo, niña. Y acudiré cuando me llames (...) .<br />
Duerme ahora. Sueña que esta tierra dilatada es tuya; que<br />
esquilas rebaños numerosos y pacíficos; que abunda la<br />
cosecha en las trojes. Pero cuida de no despertar con el pie<br />
cogido en el cepo y la mano clavada contra la puerta. Como<br />
si tu sueño hubiera sido iniquidad. (p. 74, el énfasis es mío).<br />
La primera parte comenzó con la voz de la nana, induciendo a la<br />
niña a “recordar” que a los indígenas le arrebataron junto con su palabra,<br />
la memoria. A recordar el pasado remoto ―deuda histórica― que permitió<br />
que ella y su hermano disfruten en presente del latifundio de los Argüellos.<br />
(Cfr., p. 9). Y esta parte termina con la misma voz de la nana<br />
–ahora imaginada– que, profética, la induce a distinguir entre la realidad<br />
histórica y el sueño señorial que la oculta. Una vez más, la nana le anticipa<br />
los acontecimientos que están por venir y la hace depositaria de una<br />
memoria antigua y de un compromiso moral. Es ella, sin duda, el vínculo<br />
afectivo y ético con la memoria perdida sobre la que descansa la nación<br />
mexicana. El mundo que la niña creía homogéneo va escindiéndose y la<br />
enfrenta con un conflicto de lealtades entre el mundo indio y el mundo<br />
blanco y oligárquico al que pertenece: el mundo de los que mandan. Esta<br />
primera parte se sustenta en el diálogo externo e interno de la niña con la<br />
nana. Es ella quien revela la circunstancia histórica ―relatada también en<br />
el cuaderno “herencia de Mario―, que determina la división y el<br />
antagonismo entre indios y criollos. Por su parte, la nana se enfrenta<br />
también a un conflicto de lealtades entre su etnia y su amor por la niña<br />
44<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
blanca, que arropa como a una hija. Por eso, refiriéndose a los brujos de<br />
Chactajal, le dice:<br />
– Mira lo que me están haciendo a mí y alzándose el tzec, la<br />
nana le muestra una llaga rosada, tierna, que le desfigura la<br />
rodilla.<br />
– No digas nada, niña. (...) su maleficio alcanza lejos.<br />
– ¿Por qué te hacen daño?<br />
– Porque he sido crianza de tu casa.<br />
– ¿Es malo querernos?<br />
– Es malo querer a los que mandan, a los que poseen. Así<br />
dice la ley<br />
(...)<br />
Yo salgo triste por lo que acabo de saber. Mi padre despide<br />
a los indios (...) Ahora lo miro por primera vez. Es el que<br />
manda, el que posee.<br />
(...)<br />
– Nana, tengo frío<br />
Ella, como siempre desde que nací, me arrima a su regazo.<br />
Es caliente y amoroso. Pero tendrá una llaga. Una llaga que<br />
nosotros le habremos enconado. (pp. 16 y 17, el énfasis es<br />
mío).<br />
Los relatos, al mismo tiempo, míticos e históricos de la nana, van<br />
constituyendo parte de la memoria de la niña. Vale considerar la<br />
identificación afectiva de ésta con la nodriza, pues a través de esta relación<br />
crece su conocimiento de un pasado remoto cargado de vilezas. Un<br />
pasado que también le pertenece. La niña está cargada de ambivalencia<br />
con respecto a los seres que ama. Es juez y parte de sí misma y de los<br />
otros. Es heredera de culpas remotísimas e inmediatas. Dividida, va<br />
sufriendo una crisis de identidad. ¿Cómo la nación?<br />
Ahora bien, ese pasado remoto se actualiza en el presente de la<br />
narración en la segunda parte. La transición de la voz narrativa en primera<br />
persona singular y plural de la niña protagonista, a una voz narrativa en<br />
tercera persona relativamente omnisciente, tiene una peculiaridad: está<br />
marcada por un enunciado en cursivas a cargo de una voz anónima,<br />
impersonal, pero que asume una memoria colectiva. La misma que a modo<br />
de introductor(a) de un discurso dentro de otro, supone un preámbulo<br />
explicativo: “Esto es lo que se recuerda de aquellos días:” (p. 75). No puede<br />
ignorarse los dos puntos que dan paso a un texto que, supuestamente,<br />
también está compuesto de recuerdos de un “se” impersonal pero colectivo<br />
–¿la memoria del pueblo indígena de Chactajal? O quizás la memoria<br />
comprometida de la misma narradora de la primera y tercera partes que<br />
ahora, se transforma en voz colectiva que testimonia, cronifica recuerdos y<br />
45<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
une sus dos pertenencias y lealtades. Nada puede clarificar en el texto esta<br />
suposición. Lo evidente es que una vez en la finca, la niña narradora y<br />
protagonista se diluye. Pero sería imposible no preguntarse, según el<br />
enunciado introductorio, quién o quiénes recuerdan “aquellos días”.<br />
Enunciado claramente separado tipográficamente del número I que da<br />
entrada al primer capítulo de los dieciocho de esta segunda parte. En<br />
efecto, un(a) narrador(a) en tercera persona omnisciente, extradiegetico(a),<br />
que sin embargo asume un “se recuerda”, contextualiza la<br />
circunstancia histórico-social que determina la pérdida de rumbo de un<br />
destino familiar y el de la niña-personaje en particular. No obstante, esa<br />
circunstancia a pesar de los cambios históricos, sigue siendo en cierta<br />
forma la misma en Chiapas:<br />
Llama la atención la amplia y multiforme gama de espacios<br />
económicos, sociales y culturales de un territorio abigarrado.<br />
La persistencia tenaz de la comunidad agraria, de la<br />
servidumbre rural, del latifundio abierto o simulado, de la<br />
atmósfera social de los indios, de la lucha por la tierra<br />
persistente y crónica como una guerra continua, a veces<br />
silenciosa y olvidada. La apariencia inacabada de las cosas<br />
y de las imágenes, la rayada repetición… 27<br />
En la tercera y última parte de la novela, ya se ha iniciado el<br />
regreso a Comitán. La niña narradora y personaje, retoma el discurso en<br />
primera persona del plural, tal como lo dejó en la primera parte. Pasan por<br />
Palo María, donde tiene su hacienda la prima de Argüello, Francisca, casi<br />
rehén de los indígenas pero que todavía los controla haciéndose pasar por<br />
bruja. Ella increpa a César:<br />
–Pero yo soy la que se queda y ustedes los que se van. (...)<br />
Yo no cedo nunca lo mío. Ni muerta soltaré lo que me<br />
pertenece. Y así pueden venir todos y quebrarme las manos.<br />
Que no las abriré para soltar el puñado de tierra que me<br />
llevaré conmigo. (p. 219 y 220).<br />
Francisca no da hospitalidad a César por miedo a hacerse<br />
sospechosa ante sus antiguos siervos. A diferencia de su actitud cuando<br />
los Argüellos iban hacia Chactajal. Han cambiado las circunstancias y esta<br />
mujer terrateniente, da la espalda a su familia para seguir controlando su<br />
“propiedad”, ahora en disputa con la comunidad indígena. La niña la ve de<br />
lejos, “vigilada por cien pares de ojos oblicuos.” (p. 221). Los “siervos” han<br />
dejado de serlo y, por el momento, dominan el espacio agrario.<br />
27<br />
Antonio García de León. Op. cit., Tomo 1, p. 13.<br />
46<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Finalmente llegan a la casa ―su casa― de Comitán. La niña está<br />
deseando entregarle a la nana las piedritas que le trae como regalo de<br />
Chactajal. Se precipita la acción. La nana, una vez más profética, anuncia<br />
a Zoraida la muerte del hijo varón, Mario, según las deliberaciones de los<br />
ancianos de la tribu de Chactajal: “que no prosperen, que no se perpetúen.<br />
Que el puente que tendieron para pasar a los días futuros, se rompa.” (p.<br />
231). Zoraida golpea a la nana y la echa de la casa. Con ella se va el regazo<br />
amoroso, el estímulo de la imaginación de la niña, la mediadora entre<br />
mundos e intérprete de la realidad que la rodea. Pero la niña, identificada<br />
con la nana, ha interiorizado sus palabras y su memoria. Así la evoca en<br />
las noches: cuando cierro los ojos en la noche se me representa el lugar<br />
donde mi nana y yo estaremos juntas. (p. 246).<br />
Después de muchas peripecias en las que intervienen el miedo a<br />
hacer la primera comunión, asociada con la muerte, debido al relato<br />
popular en el cual la niña roba la llave del oratorio para conjurar el peligro<br />
de un Dios que castiga con el infierno: ella y su hermano son desobedientes,<br />
por lo tanto, según un cuento y juego popular ―interpretación<br />
sincrética del catolicismo―, morirán asfixiados por la hostia. Confundidos<br />
entre paganismo y doctrina católica, los hermanos entran en pánico. Mario<br />
enferma y muere. La niña cree haberse salvado pero es heredera, ahora,<br />
de otra culpa: supuestamente la de la muerte del hermano por no haber<br />
restituido la llave del oratorio ―según ella, la causa de su muerte― y,<br />
evidentemente, por haberlo sobrevivido en contra del deseo de los padres,<br />
en especial del de la madre. La niña, entonces, es culpable de vivir.<br />
A partir de la memoria evocativa de la narradora infantil en primera<br />
persona, se reconstruye una historia dolorosa de rechazo familiar en<br />
función de su género femenino y de la fantasía de estar usurpando la vida<br />
a cambio, supuestamente, de la del hermano. Después de visitar la cripta<br />
familiar, donde está enterrado Mario pero todavía sin inscripción, la niña<br />
―narradora y personaje– regresa a la casa-panteón, igualmente sepulcro<br />
de su infancia, y repara escrituralmente su culpa: es decir, inscribe el<br />
nombre de su hermano obsesivamente en toda la casa, convirtiéndola en<br />
tumba y mausoleo de Mario que, a diferencia de la verdadera tumba, éstos<br />
sí tienen su nombre inscripto por ella: la escritura tiene el don de exorcizar<br />
el mal, de reparar las faltas y cumplir las deudas:<br />
Cuando llegué a la casa busqué un lápiz. Y con mi letra<br />
inhábil, torpe, fui escribiendo el nombre de Mario. Mario en<br />
los ladrillos del jardín. Mario en las paredes del corredor.<br />
Mario en las páginas de mis cuadernos. Porque Mario está<br />
lejos. Y yo quisiera pedirle perdón. (p. 292, el énfasis es<br />
mío).<br />
47<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
La casa, en su conjunto, se convierte en una inscripción sepulcral. ¿Es<br />
Balún-Canán un largo epitafio? ¿Es la retribución de una deuda histórica y<br />
de una deuda personal en el terreno de lo familiar? Sin duda, es una de<br />
sus posibles lecturas.<br />
Sin embargo, aún no hemos terminado con los problemas del<br />
narrador(a) en esta novela. En los últimos enunciados de la niñaprotagonista<br />
y fin de la enunciación de la misma como supuesta narradora<br />
de la primera y tercera partes, se aprecia un distanciamiento de la voz<br />
narrativa con respecto al personaje. Hasta aquí la narradora había<br />
mantenido, en lo general, el uso del presente en el relato. Llama la atención<br />
su alejamiento al contar en pasado la última acción de la protagonista. La<br />
misma que recuerda la relación con el indio macheteado ―semejante a<br />
Cristo―, que la niña dijo: “Quedará aquí, adentro, como si lo hubieran<br />
grabado sobre una lápida. No hay olvido.” (p. 31). El indio, Cristo y Mario,<br />
parecen funcionar como analogía de los “hijos” sacrificados para redimir<br />
las culpas –o acumularlas– de la humanidad. Pero lo que quiero señalar es<br />
que parece haber una separación entre la narradora y el personaje.<br />
A lo largo de la novela en las partes primera y tercera, la narradora<br />
y el personaje se confundían en la presentificación dramatizada de la<br />
memoria compartida entre ambas instancias. Por otra parte, a menos que<br />
caigamos en la ingenuidad narratológica de confundirlos realmente,<br />
tendríamos que apelar a la instancia de un metanarrador(a) responsable<br />
de la cohesión entre las tres partes. Un metanarrador que se desdobla en<br />
la memoria –memorias– de la niña narradora en primera persona; y en la<br />
memoria colectiva de un(a) narrador(a) en tercera persona. No se<br />
entendería, de otra manera, la articulación de las partes y los cambios de<br />
la voz narrativa. Quizás el verdadero personaje protagónico de Balún-<br />
Canán es la memoria-memorias, a cargo de una misma narradora que<br />
adopta distintos puntos de vista y propósitos, de acuerdo con focalizaciones<br />
y personajes diversos. Las partes primera y tercera están<br />
narradas en fragmentos cortos y en cierta forma episódicos ―estampas<br />
las llamó Castellanos―, 28 al modo de imágenes ―recuerdos― como<br />
corresponde al funcionamiento de la memoria individual en una lógica<br />
existencial. La segunda parte, a cargo de una voz narrativa impersonal en<br />
tercera persona, que se hace cargo de lo que “se recuerda”, se aleja de los<br />
acontecimientos para atribuirles una lógica histórica a una memoria<br />
colectiva. Integrar dialécticamente lo individual y lo colectivo, lo existencial<br />
y lo social, lo privado y lo público, tiene el propósito de mostrar la<br />
interacción entre las subjetividades y la cristalización de los acontecimientos<br />
históricos (externos): mostrar la interacción entre la(s) memoria(s),<br />
la(s) historia(s) de la Historia, y la novela.<br />
28<br />
Carballo, “Castellanos”, en Op. cit., p. 327.<br />
48<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Planteado así, no existe falla estructural en Balún-Canán, sino una<br />
complejidad narrativa que a través de una memoria evocadora de carácter<br />
personal en primera persona, y otra colectiva en tercera persona,<br />
dramatizan la lucha íntima y social entre grupos representativos del antagonismo<br />
histórico y cultural que constituye a la nación. Subyace, en estos<br />
impulsos evocadores, un deseo de reparación del pasado y de un mejor<br />
futuro de reconciliación, en lo individual y lo colectivo, a los efectos de la<br />
tarea siempre inconclusa de construir la identidad personal y la nacional.<br />
CONTEXTOS, TIEMPOS Y ESPACIOS<br />
El tiempo de las acciones desarrolladas en el presente de la narración no<br />
es muy preciso. Se puede deducir una duración de nueve meses (¿alusiva<br />
a la gestación humana?), porque en el capítulo XII de la primera parte (pp.<br />
36 a 40) se describe la fiesta de San Caralampio, cuya celebración es en<br />
febrero; y en el capítulo XXII de la tercera, Amalia (la catequista solterona)<br />
y la niña visitan el panteón en noviembre, mes de los difuntos. (p. 288).<br />
Nueve meses que marcan vida (fiesta) y muerte: la tumba de Mario dentro<br />
del mausoleo familiar de la “dinastía” de los Argüellos.<br />
Las partes primera y tercera de Balún-Canán están situadas en<br />
Comitán, municipio fronterizo con Guatemala del estado de Chiapas,<br />
México. 29 Balún-Canán es el nombre nativo de Comitán, que en la<br />
mitología indígena se refiere a los nueve guardianes del pueblo, entre ellos<br />
el viento, personificado poéticamente por la niña narradora y protagonista<br />
como un ente sagrado:<br />
Ahora me doy cuenta de que la voz que he estado<br />
escuchando desde que nací es ésta, y ésta la compañía de<br />
todas mis horas. Lo que había visto ya, en invierno, venir<br />
armado de largos y agudos cuchillos y traspasar nuestra<br />
carne acongojada de frío. Lo he sentido en verano,<br />
perezoso, amarillo de polen, acercarse con –un gusto de<br />
miel silvestre entre los labios. Y anochece dando alaridos de<br />
furia. Y se remansa al mediodía, cuando el reloj del Cabildo<br />
da las doce. Y toca las puertas y derriba los floreros y<br />
revuelve los papeles del escritorio y hace travesuras con los<br />
vestidos de las muchachas. Pero nunca, hasta hoy, había<br />
venido a la casa de su albedrío. Y me quedo aquí, con los<br />
ojos bajos porque (la nana me lo ha dicho) es así como el<br />
respeto mira a lo que es grande. (...) Apenas llegamos a la<br />
casa busco a mi nana para comunicarle la noticia.<br />
29<br />
Lugar de residencia de la familia Castellanos y de la escritora hasta los 16 años, cuando ella y los padres se<br />
trasladan a la Ciudad de México para que la joven realice estudios superiores.<br />
49<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
– ¿Sabes? Hoy he conocido al viento.<br />
Ella no interrumpe su labor. Continúa desgranando el maíz,<br />
pensativa y sin sonrisa. Pero yo sé que está contenta.<br />
– Eso es bueno, niña. Porque el viento es uno de los nueve<br />
guardianes de tu pueblo. (pp. 22-23).<br />
El título apunta en los contextos mítico e histórico entrecruzados, a la<br />
recuperación de la memoria indígena soterrada en la cultura criolla,<br />
subrayando que esta etnia fue legítima dueña de ese lugar, antes de que<br />
los españoles y criollos se apropiaran de él. De este modo se alude a un<br />
problema de legitimidad en cuanto a la propiedad de la tierra. Problema<br />
que corre, sin resolverse a lo largo de toda la historia de México (contexto<br />
jurídico y económico). En Balún-Canán, el contexto histórico nacional, es<br />
determinante. Se trata de la gestión presidencial de Lázaro Cárdenas<br />
(1934-1940), quien implementó el reparto de tierras según las leyes de la<br />
Reforma Agraria, entregando títulos de propiedad a los campesinos<br />
indígenas. Asimismo decretó la obligación de los finqueros (denominación<br />
dada a los terratenientes en Chiapas), de dar escuela y alfabetización a los<br />
trabajadores de las fincas, lo que sólo se simula sin cumplir realmente la<br />
ley. Se prohibió además el viejo régimen de trabajo tributario, casi gratuito<br />
–el baldío–, mediante la institucionalización del contrato salarial. A partir de<br />
la política indigenista de Cárdenas, los finqueros se alarmaron y<br />
comenzaron sus reacciones de resistencia y protesta. Cerraron filas e<br />
intentaron detener los cambios. Se quejaban ante las autoridades gubernamentales<br />
de que los indios se organizaban e invadían sus tierras. El mismo<br />
padre de Rosario Castellanos participó en estas protestas. Como dato<br />
interesante que vincula los acontecimientos históricos con lo autobiográfico<br />
en el desarrollo de la novela, transcribo la siguiente información que nos<br />
ofrece el historiador García de León:<br />
También don César Castellanos exponía (en un alegato que<br />
por sí solo justifica la trama de la novela Balún-Canán) que<br />
“en Comitán el salario mínimo que nos obligaban a pagar<br />
hace incosteable la agricultura, y pregunto si estoy obligado<br />
a sostener escuelas en las fincas de mi propiedad”.<br />
Reishangen, de la finca cafetalera La Libertad, denunciaba<br />
también el exceso de control laboral que pretendían imponerle<br />
“agentes del gobierno de México”. 30<br />
30<br />
Antonio García de León, Op. cit., tomo 2, p. 199.<br />
50<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Debido a dichas leyes, se erradicaba el régimen señorial<br />
prevaleciente en el que todavía se heredaba junto con la propiedad la<br />
fuerza de trabajo de los indígenas; por lo mismo, los trabajadores se<br />
sacudían la condición de siervos y pasaban a ser trabajadores independientes.<br />
Esta situación histórica se recrea en la novela y suscita la<br />
violencia social en la segunda parte, la que conduce al derrumbamiento del<br />
latifundio oligárquico. Comento que en la historia del país, el periodo de<br />
Cárdenas fue una época muy esperanzadora en cuanto a la justicia social.<br />
Nunca se estuvo más cerca de un tránsito real a un régimen democrático.<br />
A la fecha, como se sabe, en México sólo existen dos modelos<br />
presidenciales paradigmáticos: Benito Juárez y Lázaro Cárdenas.<br />
Así, los finqueros ven disminuidos sus privilegios: poder económico,<br />
social y político, en el tránsito del orden económico casi precapitalista<br />
(feudal), al orden capitalista moderno, con base en las políticas nacionales<br />
que impulsaban la competitividad en el mercado mundial. La consecuencia,<br />
en lo estructural, tenía que ser el cambio de relaciones sociales a<br />
consecuencia del cambio en las relaciones de producción. Esto dio lugar a<br />
la intensificación del antagonismo de la oligarquía chiapaneca, que se<br />
resistía a los cambios, con el gobierno federal y estatal. También intensificó<br />
el antagonismo entre los trabajadores indígenas y los “señores”, por la<br />
exigencia de derechos de los primeros y el endurecimiento de medidas<br />
coercitivas de los segundos. Esta es la realidad referencial (contexto<br />
sociohistórico, político, jurídico y económico), que se recrea literariamente<br />
y sustenta la ficción.<br />
La segunda parte de la novela, se sitúa en Chactajal, localidad<br />
indígena y agraria cercana a Comitán, donde se ubica la finca ganadera y<br />
cañera de César Argüello. Aquí estalla violentamente la tensión social: los<br />
indígenas incendian los campos de caña, ya listos para levantar la cosecha<br />
y ser llevada al trapiche, y arruinan económicamente al finquero. Este acto<br />
–clímax de la historia relatada en la segunda parte–, supone también la<br />
emancipación de la condición del trabajo servil, y el ascenso de los<br />
trabajadores indios a la condición de actores históricos y sociales. En<br />
contraste, supone para la familia Argüello el descenso de su señorío<br />
“feudal”, y el ingreso a la condición competitiva de productores o<br />
empresarios agrícolas. La finca de Argüello en Chactajal y todos sus<br />
alrededores, había funcionado como una especie de gueto de la<br />
comunidad indígena ―límite y encierro. Cuando los trabajadores acceden<br />
a la conciencia histórica ―no fatalmente cíclica y mítica― rompen esos<br />
límites. Esta liberación de los espacios se dramatiza cuando un grupo de<br />
muchachos indios, “invaden” el río: la poza “de Zoraida” donde ella y sus<br />
hijos se están bañando (cap. X, segunda parte). Nadie tiene derecho ni a<br />
tomar agua del río ni a bañarse mientras los patrones están en él. Pero los<br />
51<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
chicos se echan al agua –“como si volvieran a su elemento propio” –,<br />
Zoraida retrocede y rubrica: “Van a ensuciar nuestra poza” (p. 151). Inicia<br />
la retirada como quien se despide “viendo largamente el río”.<br />
Así se subraya en lo familiar, el desplazamiento territorial de los<br />
Argüellos, obligados ahora a convivir con “los otros” en el río, a lo que<br />
Zoraida se niega. Al tiempo que se abren los espacios para los indígenas,<br />
se estrechan los de la familia representativa de los “señores” comitecos.<br />
Este desplazamiento y encierro, culmina al final de la novela (tercera parte),<br />
cuando Argüello tiene que movilizarse a Tuxtla para mover influencias y<br />
pedir favores, y la casa solariega se transforma en un sepulcro: movimiento<br />
de la fortuna, de los hados, de los dioses, del destino. Movimientos pendulares<br />
del devenir histórico. Las fuerzas de la vida y de la muerte en<br />
constante lucha, determinando los tiempos y los espacios de la existencia<br />
individual y colectiva. Coinciden pues los acontecimientos externos de la<br />
historia colectiva de la segunda parte, con los acontecimientos formativos<br />
que estructuran la subjetividad y la nueva posición identitaria de la niña<br />
(clímax de su historia individual, fin simbólico de la infancia en la tercera<br />
parte).<br />
De esta manera, los hechos de la segunda parte tienen que ver<br />
con el vertiginoso y traumático acceso de la niña a la conciencia social e<br />
histórica. Hechos que se insinúan en la primera parte por la nana (“trajeron<br />
malas noticias, como las mariposas negras”, p. 15); por el tío David (“ya se<br />
acabó el baldillito/de los rancheros de acá…” p. 24); por Amalia (“Dicen que<br />
va a venir el agrarismo, que están quitando las fincas a sus dueños y que<br />
los indios se alzaron contra los patrones”, p. 35); pero, sobre todo, en los<br />
acontecimiento de la primera parte, por el indio macheteado que llega a la<br />
casa: muerte que presencia la niña y cuya consecuencia es una grave<br />
conmoción, a la que se refiere cuando dice: “No hay olvido.” (p. 31). La<br />
reacción alucinatoria u onírica a esta experiencia traumática, implica la<br />
intuición de la culpa histórica de su clase con respecto al estado miserable<br />
de los indios, lo que justifica por ley de causa y efecto la desintegración de<br />
su entorno.<br />
La niña se caracteriza en la novela por su curiosidad, por su anhelo<br />
de saber, por su sensibilidad estimulada en el contacto afectivo con la nana<br />
y por el constante diálogo entre ellas. En estas conversaciones, la nana va<br />
ofreciéndole la experiencia y memoria de su mundo. La importancia de este<br />
personaje como memoria histórica de los indígenas, y como fabuladora<br />
mítica que deposita en la niña “la otra historia”, induciéndola también a<br />
recordar desde una perspectiva ética, se manifiesta porque es ella quien<br />
abre el texto novelístico:<br />
… Y entonces, coléricos, nos desposeyeron, nos<br />
arrebataron lo que habíamos atesorado: la palabra, que es<br />
52<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
el arca de la memoria. (...) Para que puedan venir tú y el que<br />
es menor que tú y les baste un soplo, solamente un soplo…<br />
(p. 63).<br />
La nana sitúa a la niña y al hermano en la línea de descendencia de los<br />
conquistadores, pero al mismo tiempo, a lo largo del texto, va imponiéndole<br />
a la niña la tarea de recuperar “la palabra” que ella le trasmite, “que es el<br />
arca de la memoria”.<br />
En la tercera parte, de nuevo en Comitán, la niña experimenta el<br />
derrumbe definitivo de la estabilidad familiar con la muerte del hermano.<br />
Esta otra muerte subraya la destrucción del antiguo régimen social,<br />
sustentado consanguínea y patriarcalmente en el hijo varón, heredero<br />
legítimo del apellido y de los bienes familiares. El padre se marcha a la<br />
capital del Estado para rescatar en lo posible sus privilegios y bienes. No<br />
sabe de la muerte de Mario. La madre reduce su espacio vital a los límites<br />
del encierro en su recámara. La novela termina, César no tiene certidumbre<br />
alguna sobre los trámites que realiza (Cfr., pp. 275-277), lo que también<br />
deja en suspenso la efectiva aplicación futura de las leyes de justicia social.<br />
Puede observarse que el contexto externo determinado por los hechos<br />
históricos, sociales, políticos y económicos del país, afectan en cadena al<br />
contexto familiar y, éste a la subjetividad e identidad de la niña,<br />
trastornando su posición existencial. A manera de conclusión de la novela,<br />
la niña cambia de estado dejando atrás la infancia: “ahora (...) ya conozco<br />
el sabor de la soledad (...)” (p. 290). Así, existencialmente, la niña es<br />
arrojada al mundo: a la intemperie, condenada ―como lo diría Sartre― a<br />
la libertad.<br />
CLAVES SIMBOLICAS: UN COFRE, UNAS PIEDRAS Y UNA LLAVE<br />
Chiapas tiene una larguísima historia de convivencia conflictiva entre dos<br />
mundos en permanente contradicción y, al mismo tiempo, en simbiosis.<br />
Entre luchas y luchas, rebeliones indígenas y represiones brutales, las más<br />
extrañas mezclas de creencias, mitos y situaciones van configurando una<br />
mentalidad intercultural, ya occidentalizada o ya indigenizada en continuo<br />
intercambio. Balún-Canán es una buena muestra de esto. La nana trasmite<br />
a la niña y a la familia en general los ancestrales relatos de su tribu<br />
mediante los cuales percibe la realidad, a la vez que invoca la protección<br />
de los santos católicos. Zoraida, junto con el catolicismo, incorpora<br />
prácticas como la cartomancia y la creencia en el poder maligno de los<br />
brujos de Chactajal. La niña y su hermano juegan con las sirvientas a los<br />
colores, y confunden a Dios con el diablo de las siete cuerdas sin poder<br />
delimitar la fantasía de la realidad ni el bien del mal en el relato de Vicenta,<br />
quien les cuenta que Conrado, un niño muy desobediente y malcriado,<br />
53<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
cuando iba a hacer la primera comunión Dios aprovechó para castigarlo<br />
transformando la hostia en una bola de plomo ―el alimento sagrado en<br />
arma mortífera―, por lo que murió asfixiado. Ellos están siendo catequizados<br />
y en breve harán la primera comunión. Después de oír la narración<br />
Mario le dice a la hermana que no quiere hacer la comunión. La niña,<br />
entonces, roba la llave del oratorio familiar donde esta ceremonia se<br />
llevaría a cabo, suponiendo así que impedirá la muerte de ambos ya que<br />
se reconocen como desobedientes, mentirosos y traviesos. En este caso,<br />
intentan engañar a Dios: tarea imposible pues él todo lo ve, lo oye, lo puede<br />
y cobrará su víctima. En el pensamiento mágico de los niños, esta es la<br />
situación a partir de la cual se desarrollarán los acontecimientos de la<br />
tercera parte. Por el lado de Zoraida, informada por la nada de que los<br />
brujos de Chactajal malograrán la vida de Mario, quiere apurar la comunión<br />
para conjurar la maldición contraponiéndole el sacramento cristiano.<br />
En el curso objetivo de la historia, se mezclan pasiones, supersticiones,<br />
perjuicios, discriminaciones diversas como el racismo y el<br />
sexismo, aberraciones múltiples que, en el conjunto de la sociedad, afloran<br />
fácilmente determinando motivaciones y conductas. Todos y todas comparten<br />
agravios reales o supuestos, profecías de distintos credos,<br />
hechicerías, trasvasamientos de creencias. La mentalidad premoderna<br />
convive con la moderna en un inquietante mundo de pulsiones primarias y<br />
razones establecidas que, en el mejor de los casos, constituye un universo<br />
mitopoético de gran potencia artística; pero, en el peor, constituye el núcleo<br />
de tensiones y angustias insuperables que obstaculizan el desarrollo de la<br />
conciencia histórica y la discriminación entre las esferas de la imaginación<br />
y la realidad, lo subjetivo y lo objetivo.<br />
En el caso de la protagonista infantil de Balún-Canán, la madre es<br />
incapaz de contener la angustia de sus hijos, y ayudarlos a desenvolver su<br />
madeja de confusiones. Primero que nada, la madre está igual de confusa<br />
y no posee el único calmante para la angustia: el amor. La nana se ha ido:<br />
su única referencia de orientación. De ella sólo ha quedado su cofre.<br />
En el cuarto de mi nana está todavía el cofre de madera con<br />
su ropa; el tzec nuevo, con sus listones de tantos colores; la<br />
camisa de vuelo; el perraje de Guatemala. Y, envuelta en un<br />
pedazo de seda, las piedrecitas que le traje de Chactajal.<br />
Vuelvo a cogerlas. Las guardo, para que se entibien entre<br />
mi blusa. Después voy a desayunar. (...) Luego, el vagabundeo<br />
solitario por la casa. ¡Qué grande es! (p. 238).<br />
En el régimen de permutaciones simbólicas, por contigüidad y<br />
condensación, el cofre ―seno materno― sustituye el cuerpo y la presencia<br />
de la nana. En la simbología universal, el cofre es un objeto que contiene<br />
54<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
tesoros, materiales o espirituales, e igualmente su apertura puede suponer<br />
revelaciones fundamentales para la vida o para la muerte, desde luego. En<br />
general, puede ser el continente del legado de la tradición y de la Ley,<br />
donde se conserva la memoria y el corazón de una cultura: el conocimiento.<br />
Ejemplo paradigmático es el Arca de la Alianza. 31 Adentro del cofre está<br />
todavía la ropa autóctona de la nana, y envueltas cuidadosamente las<br />
piedrecitas que la niña recogió para ella en Chactajal ―su tierra de origen<br />
amada y temida porque los brujos le atribuyen la traición a su raza: habla<br />
Español, sirve a los blancos, es india aladinada―. En el cofre, pues,<br />
permanecen simbólicamente las edades antiguas, los más remotos<br />
antepasados pero, sobre todo, el amor difícil y transculturado de la nana<br />
por la niña, a través del cual ella ha incorporado su memoria, sus palabras,<br />
sus relatos, su manera mágicamente “literaria” de ver y entender las cosas<br />
del mundo y de explicárselas. El cofre representa la memoria, el corazón―el<br />
amor― y el conocimiento trasmitidos sensible y afectuosamente.<br />
En el mismo orden de encadenamientos simbólicos, las piedrecitas<br />
de Chactajal unen el pasado con el presente, suponen un intercambio de<br />
dones y de vínculos entre la nana y la niña, entre los dos mundos siempre<br />
divididos y siempre constitutivos de la identidad colectiva. La nana<br />
indígena, en esta novela y en general en la familia mexicana mestiza o<br />
criolla, es el vínculo entre los dos mundos, el regazo amado aunque<br />
devaluado que provee las necesidades básicas de los(as) niños(as). En la<br />
novela, el regalo ―las piedrecitas― es regresado a la niña, que lo arropa<br />
ahora en su pecho para darle calor, como hasta aquí lo había hecho la<br />
nana con ella, quien como nodriza la alimentó con la leche de su pecho<br />
moreno. En distintas tradiciones culturales, las piedras no son inertes, en<br />
ellas habitan el alma de los dioses, son animadas, caen del cielo, objetos<br />
celestes de origen meteórico como los “meteoros” ―palabra predilecta de<br />
la niña―, cargados de sacralidad que unen la tierra con el cielo, invocan<br />
también el conocimiento y la fertilidad. En la Biblia, la piedra simboliza<br />
sabiduría. 32 Por otra parte, la niña se mantiene en constante contacto con<br />
la nana en sus ensoñaciones y construcciones imaginarias:<br />
Cuando cierro los ojos en la noche se me representa el lugar<br />
donde mi nana y yo estaremos juntas. (...) Y de pronto mi<br />
nana bajará los párpados y me obligará a bajarlos a mí<br />
también. Porque delante de nosotros estará el viento con su<br />
manto de gala. (...) Oiremos su gran voz, temblaremos bajo<br />
su fuerza. (...) Y mi nana y yo quedaremos aquí sentadas,<br />
cogidas de la mano, mirando para siempre. (pp. 246-247, el<br />
énfasis es mío).<br />
31<br />
Cfr. Chevalier. Op. cit., p. 315.<br />
32<br />
Cfr. Ibid., pp. 827 a 834.<br />
55<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Parece evidente que entre ambas, se abre un espacio sacralizado<br />
de contemplación, relacionado con las fuerzas de la naturaleza, con lo<br />
telúrico benéfico y respetado. La niña, obviamente, se identifica con esta<br />
tradición indígena en oposición al Dios castigador, al Cristo sacrificado y<br />
sangrante que le produce horror en las iglesias, con la tradición católica<br />
que rígidamente separa el bien del mal, excluye e incluye en función de<br />
una normatividad casi siempre incomprensible. En lo citado, se aprecia un<br />
espacio de paz, reverencia y adoración, mediante las amorosas manos<br />
unidas de la niña y la nana: un espacio de trascendencia humanizada.<br />
Por el contrario, en la progresión narrativa de la tercera parte, la<br />
realidad que está por delante es la comunión, supuestamente salvífica, que<br />
no obstante implica en el imaginario de los niños, la muerte.<br />
Mario y yo nos quedamos contemplando como hipnotizados<br />
ese pedazo de fierro que separa el oratorio de nosotros, del<br />
día de nuestra primera comunión. Empujada por un impulso<br />
irresistible fui y arranqué la llave de la cerradura.<br />
Mario retrocedió espantado.<br />
No quiso acompañarme. Se quedó allí mientras yo iba, sin<br />
testigos, a esconder la llave en el cofre de mi nana entre su<br />
ropa y las piedrecitas de Chactajal. (p. 263).<br />
Estamos en el capítulo XII de la tercera parte: la niña comete una<br />
transgresión contra Dios. En el capítulo XII de la segunda parte, Ernesto<br />
ofende a los indios presentándose borracho en la escuela, maltratando a<br />
un niño, renunciando a seguir impartiendo clases inexistentes porque no<br />
tiene nada que enseñarles. En el XII de la primera parte, otro indio que se<br />
atreve a hablar en español, es ridiculizado en la Feria al extremo que al<br />
subirse a la rueda de la fortuna, se le expone a un accidente no ajustándole<br />
la barra que debía detenerlo. La nana llora. Ahora la niña no interrumpe su<br />
dolor por el ser humillado, igual que ella, en las actividades públicas de la<br />
sociedad comiteca. La niña, igual que los indígenas, es también un ser<br />
excluido socialmente: en su caso por pertenecer al género femenino. Un<br />
ser prescindible, siempre al borde de una amenaza de muerte dentro de un<br />
mundo de pertenencia que tampoco comprende. La llave robada, implica<br />
un desafío a la religión dominante: ella quiere vivir y salvar a Mario.<br />
La llave, como sabemos, en el lenguaje de los símbolos supone<br />
tener el Poder, conferido en el catolicismo a San Pedro para abrir o cerrar<br />
las puertas del cielo, para enviar al infierno a los pecadores. Es símbolo,<br />
pues de dominio y poder de decisión. 33 La llave es escondida en el cofre<br />
de la nana: en su simbólico seno materno dador de vida, se reúne con las<br />
piedrecitas de Chactajal. Aquí la niña ejerce también su poder de decisión<br />
33<br />
Cfr. Ibid., pp. 669 a 671.<br />
56<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
por lo menos en su imaginación simbólica, para unir lo dividido, lo<br />
evidentemente antagónico en términos históricos. Dentro de ella, “no hay<br />
olvido” ni tampoco exclusiones. Las piedrecitas le confieren sabiduría, las<br />
llaves le dan el poder de abrir y cerrar según su albedrío. Es decir, de<br />
afirmarse en el mundo como un ser responsablemente autónomo: ¿dones<br />
conferidos por “el poder” del amor de la nana, por su imaginación creadora,<br />
por su afirmación como ser en el mundo con derecho a la palabra y a la<br />
memoria, a pesar de su doble devaluación social en cuanto mujer e india?<br />
Pero las cosas se complican. Mario, más convencional que la niña,<br />
no la acompaña en la transgresión. Claudica, siente terror ante el robo de<br />
la llave, desea devolverla. La niña, por el contrario, cada vez se afirma más<br />
en su decisión de “salvarse”. Si él no puede, podrá ella, aunque siente que<br />
está traicionando a Mario:<br />
Y Mario apretando los dientes, resistiendo enmedio de sus<br />
dolores y pensando que yo lo he traicionado. Y es verdad.<br />
Lo he dejado retorcerse y sufrir, sin abrir el cofre de mi nana.<br />
Porque tengo miedo de entregar esa llave. Porque me<br />
comerían los brujos a mí; a mí me castigaría Dios, a mí me<br />
cargaría Catashaná. ¿Quién iba a defenderme? Mi madre<br />
no. Ella sólo defiende a Mario porque es el hijo varón. (p.<br />
279).<br />
Todo está decidido, Mario morirá no se sabe bien si por apendicitis o por<br />
pánico. La niña, en sus sentimientos, hereda otra culpa: condenar a Mario<br />
con su decisión y sobrevivir ella. Tendrá que reparar esta falta. También lo<br />
hará simbólicamente restituyéndole a Mario la llave en su tumba, lo que<br />
sucederá en el capítulo XXII cuando visita el cementerio. (Cfr., p. 290).<br />
Antes de marcharse cumple su deuda:<br />
Pero antes dejo aquí junto a la tumba de Mario la llave del<br />
oratorio. Y antes suplico, a cada uno de los que duermen<br />
bajo su lápida, que sean buenos con Mario. Que lo cuiden,<br />
que jueguen con él, que le hagan compañía. Porque ahora<br />
que ya conozco el sabor de la soledad no quiero que lo<br />
pruebe. (p. 290, el énfasis es mío).<br />
La soledad es la consecuencia de su transgresión-afirmación, de su deseo<br />
de vivir, también del cambio de estado de la dependencia a la<br />
independencia con respecto a sus actos. Soledad y libertad se equiparan.<br />
Pero ¿qué pretende al devolverle la llave a Mario difunto, qué pretende que<br />
haga con ella? Tal vez abrir el reino de los cielos, su cielo al cual le mantuvo<br />
lealtad a pesar de la ambivalencia de sus sentimientos. Él fue el sacrificado.<br />
Ella seguirá en la encrucijada existencial entre la tierra y el cielo, sea esto<br />
57<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
lo que signifique. Asumiendo como la nana su condición humana e<br />
histórica, en los estrechos márgenes de la fractura entre los dos mundos<br />
que constituyen la nación. Sin embargo, la niña accede al enorme espacio<br />
de la imaginación simbólica y literaria.<br />
58<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Orlando Betancor<br />
Universidad de la Laguna, España<br />
<br />
INTRODUCCIÓN<br />
Este ensayo analiza el tema del infinito poder del amor en la novela<br />
Sayonara, Mio (Ima, ai ni yukimasu), escrita por el autor japonés Takuji<br />
Ichikawa en el año 2003. Asimismo, en esta emotiva historia, repleta de<br />
tintes autobiográficos, se abordan diferentes aspectos como son la inexorabilidad<br />
del destino, la nostalgia de un tiempo perdido que no puede volver<br />
y el dolor por la desaparición de los seres queridos. Entre lo real y lo<br />
imaginario, el pasado y el presente, la alegría y la tristeza, el escritor ha<br />
planteado en esta obra, llena de intimismo y sensibilidad, una sutil reflexión<br />
sobre la existencia humana y el triunfo del amor sobre la presencia de la<br />
muerte. El término “sayonara”, incluido en el título de la edición española,<br />
alude en japonés a una despedida definitiva, a un adiós para siempre.<br />
Aproximadamente un año después del fallecimiento de Mio, su<br />
marido Takumi y Yuji, su hijo de<br />
seis años, llevan una vida triste y<br />
desordenada. A este joven padre<br />
le resulta bastante complicado<br />
realizar las labores mínimas necesarias<br />
para ocuparse de su hogar,<br />
de su vástago y de sí mismo,<br />
debido a sus trastornos emocionales<br />
que limitan por completo su<br />
realidad cotidiana. Pasa las horas<br />
escribiendo una novela sobre su<br />
mujer, su vida en común y la hipotética<br />
existencia de ésta en el más<br />
allá. Poco antes de su partida, Mio<br />
les había hecho una promesa:<br />
“Pronto ya no estaré con vosotros,<br />
pero cuando llegue la estación de<br />
las lluvias, volveré para ver cómo<br />
os va”. Así, un día lluvioso del mes<br />
59<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
de junio, padre e hijo están dando un paseo por un bosque, cerca de una<br />
vieja fábrica abandonada, cuando encuentran frente a ellos la imagen de<br />
su esposa desaparecida. Esta figura espectral es igual que Mio, aunque un<br />
poco más joven. Posee los dos mismos lunares en la oreja derecha que<br />
ésta e idéntica apariencia, pero carece totalmente de memoria. El<br />
protagonista convence a esta mujer de que ella es en realidad su consorte<br />
y comienza con entusiasmo a reintegrarla a su antigua vida. En un<br />
principio, Takumi se comporta como si ella hubiera estado enferma y la<br />
amnesia fuera producto de una conmoción cerebral, consecuencia de una<br />
caída. Esta fémina se siente confundida ante una multitud de interrogantes<br />
que no logra comprender y contempla con extrañeza las dificultades de<br />
Takumi para cuidar de su casa y del pequeño. Su mujer ha regresado para<br />
estar con ellos, tal y como prometió, pero sólo hasta el final de dicha<br />
estación, momento en que habrá de retornar al lugar de donde ha venido.<br />
Pasarán aún muchos días juntos, y ella debe explicarles multitud de<br />
aspectos necesarios para la vida diaria antes de despedirse<br />
definitivamente de sus seres queridos.<br />
CAPACIDAD DE SACRIFICIO<br />
En primer lugar, encontramos en esta novela a la figura de Takumi Aio,<br />
personaje principal y narrador de esta obra, un hombre de 29 años,<br />
apocado y sencillo, que padece un grave trastorno de ansiedad. Este<br />
padecimiento ha condicionado su vida desde temprana edad y los<br />
síntomas de la enfermedad empeoran tras la muerte de su esposa. Los<br />
ataques de angustia afectan a su existencia diaria y es incapaz de subirse<br />
a un medio de locomoción, a un ascensor o a edificios altos. Tampoco,<br />
puede ir al cine, al teatro, a conciertos o a bodas, sin experimentar un<br />
terrible agobio. Además, este personaje se preocupa en exceso por todo y<br />
siente una enorme inquietud ante cualquier situación. Sufre crisis de pánico<br />
y sus obsesiones irracionales dominan por completo su mente. Él muestra<br />
una escasa confianza en sí mismo y en sus posibilidades de futuro. Las<br />
personas que le rodean le subestiman más de lo que debieran y le tratan<br />
como si fuera un discapacitado. Así, el protagonista dice lo siguiente: “A<br />
veces me considero un delicado animal vegetariano al borde de la<br />
extinción”.<br />
Tras el fallecimiento de su mujer, este personaje se sumerge en un<br />
profundo abatimiento y se siente perdido sin su presencia física, pues no<br />
concibe la existencia sin ella. Después, su vida da un drástico giro cuando<br />
contempla en el bosque la imagen resucitada de su esposa. En ese<br />
momento, padre e hijo hacen un pacto de silencio para evitar que este ser<br />
“espectral” regrese nuevamente al más allá. Así, quieren hacer creer a esta<br />
joven que siempre ha vivido con ellos y que ha estado enferma durante<br />
60<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
unos meses. Takumi sabe que el tiempo de estancia de su pareja en este<br />
mundo es breve y recuerda siempre sus palabras: “Volveré con la estación<br />
de las lluvias. Sí, vendré de visita con las lluvias, para asegurarme de que<br />
os las arregláis sin mí, y entonces, antes de que llegue el verano, me iré<br />
de nuevo. Ya sabes que no puedo soportar ese calor”.<br />
A lo largo de la novela, el protagonista le va narrando a esta<br />
muchacha detalles de su vida, de su infancia y de su familia. Además, le<br />
relata su agridulce historia de amor, un romance marcado por la atracción<br />
y el distanciamiento. Cuando ella y Takumi se conocieron tenían sólo<br />
quince años y estudiaban en el mismo instituto. Mio era una joven seria,<br />
alta y delgada, con gafas de montura plateada y con el cabello muy corto.<br />
El personaje principal de esta historia siempre se sintió atraído por ella,<br />
pero era un chico demasiado tímido y reservado para mostrarle sus<br />
sentimientos abiertamente. A partir del día de su graduación, se establece<br />
un mayor acercamiento entre ambos y ella va tomando posiciones en la<br />
danza de la seducción. Después de varias citas, espaciadas en el tiempo,<br />
nace entre ellos un verdadero amor. Luego, Takumi comienza a mostrar<br />
síntomas de un serio trastorno emocional y debe abandonar sus estudios<br />
superiores. En ese momento, él se siente incapaz de entregarse plenamente<br />
a esta muchacha, debido a sus problemas y limitaciones, transformadas<br />
en barreras infranqueables que le alejan de esta joven. Además,<br />
considera que ella sería más feliz en compañía de otro hombre y decide<br />
acabar con esta historia de amor para que ella pueda seguir su propio<br />
camino. Al año siguiente, cuando ya han cumplido los 21, las<br />
circunstancias de la vida les vuelven a reunir. Ella persevera en su empeño<br />
de conseguir su afecto y terminan casándose poco después. Desde ese<br />
instante, Mio vive totalmente pendiente de su marido y de su hijo.<br />
A medida que transcurre este relato, Takumi se va enamorando<br />
nuevamente de su mujer, la cual es totalmente receptiva a sus sentímientos.<br />
Asimismo, rememora con profunda nostalgia los instantes más<br />
bellos de su relación, considerada por éste como la etapa más hermosa y<br />
feliz de su vida. Finalmente, este hombre encuentra las claves que explican<br />
el enigmático regreso de su esposa y abre su mente a un amor más fuerte<br />
que el tiempo y los designios del destino. Junto a la figura de Takumi,<br />
encontramos la imagen de su hijo Yuji, un niño cariñoso, inteligente y<br />
abierto. Es un chico que posee una personalidad muy acusada para su<br />
edad. Tras escuchar un comentario de un miembro próximo a su familia, el<br />
pequeño se sentirá culpable por la prematura muerte de su progenitora,<br />
pues las condiciones de su alumbramiento pudieron causar sin quererlo su<br />
posterior fallecimiento. En verdad, su madre tuvo una serie de trastornos<br />
que la dejaron debilitada en el momento del parto y muchos de sus órganos<br />
internos dejaron de funcionar correctamente, pero Mio recuperó la salud<br />
61<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
tiempo después y llevó una vida completamente normal. De esta manera,<br />
no se puede establecer una relación directa entre el parto del niño y la<br />
muerte de su progenitora cinco años más tarde. También, a través de las<br />
páginas de este libro, conocemos la percepción de la realidad del menor y<br />
su infinita curiosidad infantil. Además, vislumbramos en esta obra la<br />
presencia del maestro Toyama, un anciano sabio y pragmático, el cual<br />
añora la imagen de la mujer a la que amó en su juventud. Takumi y su<br />
esposa solían reunirse con él con regularidad y éste trataba a Mio como si<br />
fuera su nieta. Cuando la muchacha vuelve a esta realidad, se encuentra<br />
de nuevo con ella y ayuda al protagonista en sus objetivos. Poco después,<br />
este hombre sufre un accidente cerebral que le ocasiona una parálisis<br />
parcial de las extremidades inferiores y será ingresado en un lejano<br />
hospital. Frente a estos personajes masculinos, encontramos la imagen de<br />
Mio, una mujer sencilla, discreta y práctica. Tras su regreso, se enamora<br />
nuevamente de su esposo y se siente dichosa de haber vivido su vida tal y<br />
como ha sido. En esta última etapa, todos sus esfuerzos se encaminan a<br />
lograr que su marido y su hijo lleven una existencia lo más normal y<br />
ordenada posible.<br />
LOS FÉRREOS LAZOS DEL AMOR<br />
El tema central de este libro es el poder del amor, que dura más allá de la<br />
muerte, convertido en un vínculo eterno que es capaz de superar el tiempo<br />
y el olvido. Asimismo, esta obra indaga en el valor de la memoria y del<br />
recuerdo: Takumi escribe la historia de su mujer para su vástago, al que<br />
quiere transmitir la imagen de su progenitora para que ésta no se<br />
desvanezca nunca de su mente. De esta manera, antes de que sus momentos<br />
de felicidad se borren para siempre, quiere transformarlos en<br />
palabras: “Perder la memoria significa que no puedes vivir de nuevo<br />
aquellos días. Es como si la vida se te deslizara entre los dedos”. Junto a<br />
este aspecto, encontramos la visión del más allá que se aprecia en la<br />
descripción, que realiza el protagonista a su hijo, de un lejano planeta<br />
imaginario, donde habitan las almas de los que abandonan el universo<br />
terrenal. Este cuerpo estelar se convierte en objeto de evocación de los<br />
ausentes, mientras son recordados en la tierra por sus seres queridos.<br />
Asimismo, el final de la existencia humana se observa en la visita que<br />
realiza la pareja a una ciudad cercana, durante la celebración del “Obon”,<br />
festival en conmemoración de los difuntos en Japón. También, se aprecia<br />
en esta novela el delicado aroma de la nostalgia, elemento constante en<br />
sus páginas, que se manifiesta en los recuerdos de Takumi que rememoran<br />
un pasado añorado que permanece vivo siempre en su pensamiento.<br />
Además, encontramos la fuerza inexorable del destino que consigue reunir<br />
62<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
a los miembros de esta pareja, dándoles una nueva oportunidad para<br />
encontrar la felicidad.<br />
De especial interés, en esta novela, son las limitaciones que sufre<br />
el protagonista, basadas en las propias experiencias personales de su<br />
autor. Así, Takuji Ichikawa dice sobre sí mismo lo siguiente en el epílogo<br />
de esta obra: “En cuestiones de personalidad, pertenezco claramente a la<br />
minoría. Creo que en toda sociedad debe haber personas como yo, a las<br />
que resulte difícil controlar sus sentimientos. Tales son las personas que<br />
mejor podrán comprender las acciones de mi personaje principal”.<br />
Igualmente, este texto analiza los vínculos emocionales de su autor con su<br />
progenitora y su mujer, que se reflejan en este libro a través de los<br />
personajes de Yuji y Takumi: “Mis relaciones con mi madre y mi esposa<br />
constituyen la base de esta obra. Mi madre arriesgó su vida por traer un<br />
hijo al mundo. En última instancia, el parto supuso un deterioro de su salud<br />
y luego cambió enormemente su vida. ¿Cómo debería abordar esa<br />
cuestión, yo, que soy ese hijo? ¿O qué decir de mi esposa, que decidió<br />
pasar su vida con un hombre como yo, con tantos defectos?”. De la misma<br />
manera, el sutil juego de palabras entre el nombre del autor, Takuji, y el<br />
patronímico del protagonista, Takumi, permite establecer un paralelismo<br />
entre ambos.<br />
CONCLUSIONES<br />
Sólo mes y medio después de su retorno y dos días antes de que finalizara<br />
la estación de las lluvias, Mio emprende el camino de regreso al lugar de<br />
donde procede. En este período, ella y su marido se han enamorado<br />
nuevamente y se han convertido en amantes. En un paseo por el bosque,<br />
junto a la vieja fábrica, en el mismo punto donde se reencontraron, ella<br />
siente cercana su partida definitiva. La joven se muestra tierna y serena en<br />
este instante y le indica a su marido el camino a seguir. Le promete volver<br />
a reunirse algún día, en otro lugar, y le expresa su inmensa dicha por el<br />
tiempo que han vivido juntos. Finalmente, Mio desaparece en ese momento<br />
ante su vista como una exhalación.<br />
Tras su marcha a un universo desconocido, el padre y su hijo, completamente<br />
desolados, retornan a su existencia cotidiana. Luego, Takumi<br />
realiza un viaje en tren, el primero en muchos de años, para ver al anciano<br />
maestro en el hospital. En ese momento, el profesor busca en un cajón y<br />
le da una carta, escrita por Mio, justo antes de su fallecimiento, y que ésta<br />
le pidió que entregara a su marido al cabo de un año, una vez finalizada la<br />
estación de las lluvias. Tras leer la misiva, el protagonista entiende realmente<br />
el enigma que rodea el regreso de su esposa a este mundo. Así, un<br />
día de junio, cuando Mio tenía 21 años y se encontraban distanciados el<br />
uno del otro, la atropelló un vehículo durante su trayecto cuando volvía en<br />
63<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
bicicleta hasta su casa. En este momento, sufre una conmoción cerebral y<br />
pierde la memoria. Luego, mientras estaba inconsciente en una clínica,<br />
emprende un sorprendente viaje en el tiempo: un salto hacia un futuro<br />
situado ocho años más tarde. En esa nueva realidad, se encuentra con su<br />
marido de 29 años y su hijo de seis. Cuando regresa a su verdadero<br />
tiempo, tras su despedida junto a la antigua fábrica, es decir a su pasado,<br />
sigue teniendo 21 años, no recuerda nada de este periplo singular y sigue<br />
distanciada de Takumi. Poco después, recupera plenamente los recuerdos<br />
de esta etapa de lo que será su existencia futura. A continuación, decide<br />
llamar a Takumi por teléfono y le deja el siguiente mensaje: “Tengo algo<br />
que decirte. Llámame, por favor. Te esperaré indefinidamente”. A partir de<br />
ese instante, su destino se cumplirá inevitablemente y ella será totalmente<br />
consciente de las circunstancias que viviría en el mañana, pero decide<br />
seguir hacia adelante con entereza y valentía.<br />
Después de la partida definitiva de su mujer, Takumi va superando<br />
lentamente sus problemas y se las arregla mejor que antes. Por su parte,<br />
su hijo mantiene vivo el recuerdo de su madre a través del cuidado diario<br />
de una planta del género Epimedium, de la variedad Kaguya-hime, comprada<br />
en el exterior del jardín botánico un día en el que él y sus padres<br />
fueron a visitarlo. Esta especie vegetal sirve para establecer un vínculo de<br />
unión entre la figura de Mio y la protagonista de la antigua leyenda del<br />
folclore japonés titulada El cuento del cortador de bambú (Taketori<br />
Monogatari). El personaje central del mismo es Kaguya-hime, una niña que<br />
provenía de la luna, la cual fue encontrada por un anciano, Taketori no<br />
Okina, en el interior de un tronco de bambú. Este hombre decide recogerla<br />
y llevarla a su casa junto a su esposa. Al final del relato, la muchacha<br />
regresa a su lugar de origen un día de luna llena.<br />
El estilo narrativo de este autor es sencillo y ligero, con un sutil<br />
sentido del humor. En este libro, hábilmente escrito, destaca la interesante<br />
descripción psicológica del protagonista y la manera en que éste se<br />
relaciona con su entorno. Asimismo, este personaje se comunica con su<br />
hijo, para hacer más fáciles sus explicaciones, a través de un lenguaje<br />
coloquial, lleno de imaginación e ingenuidad. También nos sorprende la<br />
ternura con la que este escritor describe los momentos de intimidad de la<br />
pareja. Igualmente, sobresale su forma de representar determinados<br />
ambientes como la vieja fábrica del bosque, el exterior de la casa del<br />
maestro Toyama y la atmósfera envolvente del jardín botánico. Entre<br />
algunas de las sugerentes metáforas que presenta esta novela se<br />
encuentra la siguiente: “Caminamos por un paisaje que parecía teñido con<br />
tinta china aguada. La luna menguante pendía sobre las copas de los<br />
árboles y rielaba en el agua de los arrozales rizada por la brisa”.<br />
64<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
El autor hace constantes referencias en esta novela a obras de la<br />
literatura infantil a través de los libros de Michael Ende, tales como Jim<br />
Botón y Lucas el maquinista, Momo o La historia interminable. También,<br />
menciona a diferentes escritores como John Irving, Kurt Vonnegut o Alan<br />
Sillitoe. Asimismo, esta obra se ha relacionado con el auge del “pure love”<br />
o “amor puro”, en japonés “jun’ai”, una tendencia sobre temas románticos,<br />
que tiene su reflejo en la literatura y en los programas televisivos, surgida<br />
a finales de la década de los noventa en el país del Sol Naciente. Otros<br />
libros, encuadrados dentro de esta corriente y traducidos al inglés, son<br />
Sekai no Chûshin de, Ai o Sakebu (Sócrates in love o Crying out Love, In<br />
the Center of the World), escrita por Kyoichi Katayama en 2001 y cuya<br />
adaptación cinematográfica fue dirigida por Isao Yukisada; y Densha otoko<br />
(Train Man), de Hitori Nakano, el cual dio lugar a una conocida serie de<br />
televisión en 2005, realizada bajo la dirección de Shosuke Murakami.<br />
En Sayonara, Mio, una mágica historia de apariciones y reencuentros, llena<br />
de delicadeza y fantasía, Takuji Ichikawa nos ha mostrado valores como la<br />
abnegación, el apoyo y la entrega mutua en el seno de la pareja.<br />
Igualmente, en esta conmovedora novela, su autor nos ha aportado su<br />
personal visión sobre la capacidad del ser humano de sobrellevar la<br />
adversidad y el infinito poder del amor que es capaz de superar todas las<br />
barreras.<br />
EL AUTOR DE LA OBRA<br />
Takuji Ichikawa nació en Tokio, Japón, en 1962. Es<br />
licenciado en Económicas por la Universidad de Dokkyo y<br />
pronto decidió dedicarse a la literatura. En 1997 comenzó<br />
a publicar sus relatos en Internet y, animado por la enorme<br />
repercusión conseguida, hizo su debut en 2002 con su<br />
libro Separation, que se convirtió en un gran éxito de<br />
ventas. Su esperada segunda novela y objeto de este<br />
estudio, Sayonara, Mio, logró un extraordinario triunfo comercial, ha sido<br />
traducida a distintos idiomas, dio lugar a un “manga” y ha sido llevada a la<br />
gran pantalla. La adaptación fílmica de la misma es Ima, ai ni yukimasu, en<br />
inglés Be With You, primera película del aclamado realizador televisivo<br />
Nobuhiro Doi y protagonizada por Yuko Takeuchi, Shido Nakamura y<br />
Akashi Takei. El guión es obra de Yoshikazu Okada y su director de<br />
fotografía es Takahide Shabanishi. Posteriormente, Ichikawa publica Renai<br />
Sashin: Mou Hitotsu no Monogatari (2003), también adaptada al cine<br />
bajo el título de Tada, kimi wo aishiteru (Heavenly Forest), bajo la dirección<br />
de Takehiko Shinjo. A ésta le seguirán Sono Toki Kare ni Yoroshiku (2004)<br />
y Oboete Itene (2004).<br />
65<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
BIBLIOGRAFÍA<br />
ICHIKAWA, Takuji: Sayonara, Mio. Madrid: Alfaguara, 2011.<br />
66<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Michel Torres<br />
El Colegio de México<br />
<br />
Benjamin Moser.<br />
Why this world. A biography of Clarice Lispector.<br />
Oxford University Press, 2009, 479 páginas<br />
Desde luego que es muy posible que no haya sucedido de este modo, pero<br />
bien podría haber sido: un día, un lector se asoma a la obra de una<br />
escritora que le han recomendado, y queda absolutamente prendado de lo<br />
que está leyendo. La impresión que la lectura causa en él es tan poderosa<br />
que lo llevará a rastrear por todos los rincones del mundo las huellas de<br />
quien fue capaz de crear ese mundo propio y el origen de cada uno de los<br />
elementos de los que está compuesto.<br />
El lector es Benjamin Moser, crítico<br />
literario y traductor; la escritora es Clarice<br />
Lispector, una de las figuras literarias<br />
brasileñas más conocidas y al mismo la<br />
más enigmática, y el resultado de ese<br />
ejercicio de investigación son las páginas<br />
de Why this world. A biography of<br />
Clarice Lispector. Meticuloso, sobrio y<br />
generoso, el libro es imprescindible para<br />
quien quiera saber más (o mejor dicho,<br />
saberlo todo) sobre Lispector.<br />
Desde la fotografía que ilustra la portada<br />
el texto hace uso de los alcances míticos<br />
de la autora: una elegante Clarice mira<br />
al lector sin disimulo, invitándolo a participar<br />
del misterio, a descifrarlo. Durante la lectura es evidente que el autor<br />
comparte no sólo los resultados de una investigación desarrollada con<br />
impresionante minuciosidad, también deja ver, con cuidadosa y elegante<br />
redacción, que ha establecido un vínculo con la autora, un genuino interés<br />
que va más allá de la relación, a menudo fría y esquemática, entre un<br />
investigador y su objeto de estudio. Moser comprende muy bien que está<br />
67<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
reconstruyendo la vida de una persona sumamente intrigante, poseedora<br />
de una gran inteligencia y de un enorme talento literario, pero, al mismo<br />
tiempo, una mujer profundamente sensible y vulnerable, que enfrentó<br />
desde el principio de su vida y en múltiples ocasiones dificultades extraordinarias,<br />
circunstancias que en cierta forma se trasladarían a lo literario,<br />
como el autor atinadamente señala a lo largo de toda la obra.<br />
Claya Lispector nació en Podolia, Ucrania, en 1920, unos meses<br />
antes de que su familia, de origen judío, iniciara un proceso de migración<br />
que terminaría en Brasil. La historia de las migraciones judías al paso de<br />
los siglos, pero especialmente en el siglo XX, a menudo es más intrincada<br />
y peculiar de lo que un lector no judío sospecha. Incluso podría pensarse<br />
que, hasta la llamada Segunda Guerra Mundial y el exterminio minuciosamente<br />
implementado por el ejército nazi, Europa era un remanso de paz<br />
para todos los judíos que la habitaban. Por ello, que tantas familias<br />
decidieran abandonar el continente para emprender el larguísimo viaje en<br />
barco y aventurarse a tratar de continuar con sus vidas en un continente<br />
enteramente desconocido, se explica cuando se conocen las terribles<br />
circunstancias que enfrentaban en su lugar de origen, causadas por la<br />
institucionalización de los sentimientos antisemitas que durante siglos se<br />
habían estado acumulando y que en Rusia, todavía sufriendo las consecuencias<br />
de la Revolución, se tradujo en los despiadados pogroms,<br />
ejercicios de limpieza étnica que diezmaron a las comunidades judías de<br />
la región. Así es como la familia formada por Pinkhas Lispector y Mania<br />
Krimgold y sus hijas Leah, Tania y Chaya, escapó primero, y en medio de<br />
enormes dificultades y peligros, hacia Rumania, para luego emprender el<br />
viaje en barco hasta Maceió, una pequeña ciudad al noreste del país,<br />
donde algunos parientes de Mania habían llegado antes, escapando del<br />
mismo conflicto. Al llegar, y para iniciar su nueva vida, cambiaron sus<br />
nombres: sus padres adoptaron los más comunes y latinizados Pedro y<br />
Marieta, respectivamente; Leah se llamó Elisa y la pequeña Chaya sería<br />
conocida en lo sucesivo como Clarice. Solamente Tania mantuvo su<br />
nombre.<br />
Sin embargo, como se fue haciendo tristemente evidente conforme<br />
se adaptaron a su nueva vida y su nuevo hogar, una cosa es estar a salvo<br />
y otra es estar bien. Toda la violencia de la que fueron víctimas y testigos<br />
dejó huellas muy profundas y dolorosas, y tuvo consecuencias que ya no<br />
fue posible remediar. Desde antes de abandonar el viejo continente la familia<br />
había visto desaparecer sus ingresos y, a pesar de todos los esfuerzos<br />
de Pedro, incluyendo mudarse a Recife, en la región de Pernambuco, la<br />
pobreza fue la constante a lo largo de la infancia y adolescencia de Clarice.<br />
Mania llegó a Brasil enferma y su condición se fue deteriorando cada vez<br />
más, hasta su muerte, cuando Clarice tenía nueve años. “Su infancia, con<br />
68<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
su felicidad perdida y sus constantes tragedias nunca abandonaron su<br />
mente” 1 , señala acertadamente Moser, quien sabe aprovechar todas las<br />
fuentes a su disposición: bibliográficas, hemerográficas, epistolares y sobre<br />
todo entrevistas, invaluables testimonios de quienes la conocieron de<br />
forma íntima o no tanto, de miembros de su familia que están al tanto del<br />
peso que Lispector tuvo durante su vida y mantiene todavía en el panorama<br />
cultural de Brasil, que enriquecen el retrato de una mujer que, incluso si<br />
nunca hubiera escrito, habría tenido una vida llena de episodios<br />
interesantes, materia prima de relatos.<br />
Como marco de estas circunstancias personales están los aspectos<br />
sociales de la vida brasileña de la primera mitad del siglo pasado, que<br />
Moser reconstruye con minuciosidad para ubicar los pasos de Clarice: el<br />
discurso nacionalista y conservador de Getúlio Vargas, quien a lo largo de<br />
veinticinco años, aunque con una interrupción importante, estuvo provisionalmente<br />
a cargo del gobierno. A diferencia del proceso independentista<br />
brasileño, ocurrido en el siglo XIX, que fue una transición pacífica, estas<br />
circunstancias políticas son más cercanas a las que sucedían o sucederían<br />
en los países de habla hispana del continente durante las dos décadas<br />
inmediatamente anteriores a la Segunda Guerra: gobiernos nacionalistas<br />
con discursos más o menos velados en contra de las migraciones masivas,<br />
concretamente de comunidades judías, pero que al mismo tiempo los<br />
dejaban establecerse por el impacto positivo que generalmente tenía para<br />
la economía, por no mencionar ciertos aspectos que enriquecían la vida<br />
cultural. A lo largo de su infancia y juventud, y hasta el momento en que<br />
finalmente se le otorga la nacionalidad brasileña en 1943 (condición<br />
obligatoria para contraer matrimonio), Clarice sería testigo de situaciones<br />
más o menos antisemitas, que lo mismo podían tratarse del rechazo de un<br />
cierto grupo de personas que de una política de estado que trataba de acotar<br />
la eufemísticamente llamada cuestión judía. En este sentido, lo que<br />
pasaba en Brasil tampoco estaba tan lejano de cómo se respondía a esa<br />
cuestión en otros países.<br />
La inteligencia y curiosidad intelectual de Clarice le ayudaron a<br />
sobreponerse a sus humildes circunstancias. En este sentido, es particularmente<br />
emotivo el análisis que Moser hace en torno a la forma en que la<br />
niña se ve impactada con la muerte de su madre. A diferencia de la<br />
experiencia de sus hermanas, Clarice la conoció enferma, inmóvil, sobreviviendo<br />
a los estragos de la violencia que en general sufrió la familia en<br />
Ucrania y ella, en particular. En medio de esta espantosa circunstancia, la<br />
pequeña busca desesperadamente la forma de ayudarle, devolverle su<br />
salud: le escribe historias que terminan con un final feliz cuando, de manera<br />
milagrosa, recupera la salud. Desde luego, la realidad no sigue las pautas<br />
1 p. 62. Traducción propia.<br />
69<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
de la ficción, pero la joven y voraz lectora descubrió entonces el poder, a<br />
veces catártico, que tiene la escritura: “creía que los libros eran como los<br />
árboles, como los animales: ¡algo que nacía! Eventualmente descubrí que<br />
tenían un autor. Así que decidí que eso era lo que quería.” 2<br />
El tiempo sigue su curso y la niña Clarice crece al cuidado de su<br />
padre y con su hermana Elisa tratando de suplir la ausencia de la madre.<br />
En 1935, buscando todavía mejores oportunidades para fortalecer la<br />
economía familiar, la familia se mudó a Rio de Janeiro. Alumna sobresaliente,<br />
no tuvo problemas en sus estudios, y desde muy joven supo que<br />
su verdadera vocación estaba en la literatura. Si bien esta decisión no<br />
significa ningún conflicto per se, no deja de ser peculiar que una niña de<br />
trece años tenga tan claro el deseo de integrarse a ese mundo que tanto<br />
la enriquecía, el literario. Como resultado de esta decisión, Clarice empezaría<br />
a publicar desde muy joven, pues entendió muy pronto que el oficio<br />
de escritor requiere una enorme disciplina, y que a menudo la inspiración<br />
enmudece si no se atrapa en el papel. A la par de la decisión vocacional<br />
de la escritora, Moser empieza a señalar un aspecto importante de su<br />
personalidad, y que con el paso del tiempo se haría cada vez más evidente:<br />
una tendencia, no del todo voluntaria, a ensimismarse, resultado desde<br />
luego de las dolorosas experiencias que iba acumulando en su vida,<br />
especialmente el fallecimiento de su madre. Sin embargo, no disfrutaba la<br />
soledad. Podía pensar en sí misma, analizarse, volverse su objeto de<br />
estudio, pero no buscaba aislarse. Además, conforme crecía, se hacía<br />
evidente que se estaba convirtiendo en una mujer de una belleza única.<br />
Todos las que la recuerdan en su juventud coinciden en su enorme<br />
atractivo físico. La autora estuvo siempre consciente de su singularidad,<br />
tanto en el aspecto físico como en el interior, y aunque a menudo le resta<br />
importancia, sabe del enorme atractivo que ejerce entre quienes la<br />
conocen.<br />
En 1937 Clarice ingresó a la Escuela de Derecho en la Universidad<br />
de Brasil. En los años que transcurrieron mientras cursó sus estudios<br />
superiores, se desarrolló una serie de eventos de gran trascendencia:<br />
siendo estudiante comenzó su trabajo periodístico, primero para la<br />
“Agência Nacional”, y a continuación para la revista “A Noite”; en mayo, en<br />
la revista “Pan” apareció su cuento, Triunfo, con lo que comenzaría a<br />
publicar regularmente. En agosto, después de una operación de la<br />
vesícula, falleció su padre, a la edad de 55 años. También en esa época<br />
conoció a uno de sus amigos más queridos, por quien, en un principio, tuvo<br />
sentimientos románticos no correspondidos: Lúcio Cardoso, uno de los<br />
protagonistas más importantes de la escena cultural brasileña del momento.<br />
Moser entiende muy bien la naturaleza de la relación entre Cardoso y<br />
2 p. 77<br />
70<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Lispector: un vínculo afectivo más allá de la amistad, establecido entre dos<br />
figuras cuya afinidad va más allá de lo intelectual y de la capacidad<br />
creativa.<br />
Antes de concluir sus estudios, Clarice conoció al que sería su<br />
marido, Maury Gurgel Valente. Algunos de los aspectos y prácticas de la<br />
religión habían dejado de ser importantes desde la muerte de su padre, por<br />
lo que contraer matrimonio con un gentil no fue un acto de rebeldía, aunque<br />
albergara dudas sobre la institución matrimonial. En esta parte del libro<br />
sería muy fácil apelar a cierto afán de discreción que omitiera circunstancias<br />
tanto personales como familiares que podrían resultar incómodas<br />
en torno a la decisión de Clarice, pero el autor las presenta y analiza con<br />
sobriedad y, lo más importante, sin caer en juicios sentimentales ni<br />
justificaciones. El mismo año en que contrajo matrimonio, su primera<br />
novela, Perto do Coraçao Selvagem vio la luz y tuvo un enorme éxito. La<br />
crítica especializada la recibió con gusto y admiración y lo mismo sucedió<br />
con los lectores. Lispector consolidaba su carrera de escritora, y Maury,<br />
poco tiempo después, daría inicio a su carrera en el servicio exterior, al<br />
otorgársele un puesto consular en Nápoles, a donde llegaron en 1944,<br />
menos de un año antes de que concluyera la Segunda Guerra Mundial en<br />
Europa. Así iniciaba un periodo de distancia de Brasil, cuyo abrupto final<br />
afectó profundamente a Clarice.<br />
Aunque con breves interrupciones, Maury y Clarice pasaron casi<br />
quince años fuera de Brasil. Moser recrea estos años con detalles que<br />
evidencian las múltiples maneras en las que Clarice padeció y resintió este<br />
periodo: lo que empezó con el entusiasmo de una joven esposa de un<br />
diplomático, terminó por convertirse en una obligación agobiante que la<br />
llenaba de aburrimiento y desesperación. Salvo por contadas excepciones,<br />
no encontraba mayor placer en los viajes y las actividades correspondientes<br />
a la esposa de un diplomático; se sentía generalmente a disgusto<br />
en un círculo social que, en su mayoría, estaba rodeado de frivolidades.<br />
Cambiar el escenario europeo por los Estado Unidos (llegaron en 1952),<br />
no cambió en mucho el panorama. Hizo algunos amigos entre la<br />
comunidad brasileña, pero la nostalgia crecía sin que hubiera forma de<br />
mitigarla. El nacimiento de sus hijos fue, en principio, motivo de alegría,<br />
pues, como ella misma declararía, Lispector encontraba una profunda<br />
satisfacción personal en ser madre. Pero incluso en este aspecto de su<br />
vida se vio forzada a lidiar con retos que pondrían a prueba la paciencia de<br />
cualquier persona. Uno de los más dolorosos fue la condición inestable de<br />
su hijo mayor, Pedro, quien desde su adolescencia fue diagnosticado con<br />
esquizofrenia. Eventualmente, Clarice se encontró abrumada y desesperada:<br />
decidió abandonar a Maury y regresó, junto con sus hijos, a Brasil en<br />
1959.<br />
71<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
El regreso al que nunca dudó en considerar su país marcó el<br />
principio de un periodo complejo que abarcaría las dos últimas décadas de<br />
su vida. Mientras en lo profesional retomó con entusiasmo la creación<br />
literaria, al grado de que fuera el más prolífico de su carrera, en lo personal<br />
nuevamente estuvo marcada por situaciones que la entristecían cada vez<br />
más, que la volvieron, en sus propias palabras, “menos conciliadora”. Su<br />
divorcio le provocó un enorme resentimiento hacia Maury, quien contrajo<br />
matrimonio por segunda vez, con una mujer más joven. Mantuvo una<br />
relación con Paulo Mendes Campos, poeta y escritor, casado, con quien<br />
se identificó completamente, como le había sucedido muchos años antes<br />
con Cardoso, en términos de sensibilidad y talento, pero la relación estaba<br />
destinada a durar muy poco. La decepción sentimental, el ensimismamiento<br />
y consecuente soledad contra los que luchó siempre, el desgaste<br />
ocasionado por la enfermedad de su hijo, la muerte de Cardoso, se sumaron<br />
a la que fue la última dificultad, que no pudo vencer: el cáncer.<br />
Clarice Lispector falleció el 9 de diciembre de 1977, un día antes antes de<br />
su cumpleaños que, además, fue en Sabbath, por lo cual fue sepultada,<br />
siguiendo todos los ritos de la religión judía, el 11 de diciembre.<br />
Pero la obra de Moser no concluye con la muerte de la autora: el<br />
relato de vida se enriquece con los paratextos, como las fotografías que,<br />
aunque están en la mitad del libro, le obsequian al lector un atisbo, aunque<br />
breve y apenas suficiente para despertar la curiosidad, de la vida de<br />
Lispector. También resulta sumamente interesante, y sobre todo de gran<br />
ayuda, el esquema genealógico de Clarice que abarca a sus familias<br />
materna, paterna y política; y los mapas que lo anteceden. Todos los elementos<br />
para formarse una imagen más clara de la escritora, dispuestos de<br />
tal forma que, lejos de agotar al lector, le dan razones, por si acaso le<br />
hicieran falta, para buscar, como siguiente paso, la cercanía con su obra.<br />
72<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Emanuel A. Aguilar Villagrán<br />
Universidad Autónoma Metropolitana<br />
<br />
El continuo desarrollo de la tecnología informática ha modificado casi todos<br />
los aspectos de la producción cultural del hombre. Un caso particular es el<br />
que atañe a la industria editorial y los hábitos de lectura del consumidor del<br />
objeto libro. Ya no se trata solamente de mantener informado a un sector<br />
determinado de la población como se<br />
pretende con cualquier texto impreso. Por el<br />
contrario, la dependencia cultural de la www<br />
ha dado paso a la existencia de un usuariolector<br />
participativo, creador textual en algún<br />
sentido no menos positivo.<br />
El eje de análisis y reflexión de Lucía Megías<br />
está compuesto de nueve capítulos que se<br />
integran a partir de tres temas fundamentales:<br />
las complicaciones de acarrear el<br />
surgimiento y adaptación del cambio de un<br />
soporte a otro, las relaciones multidisciplinarias<br />
que el nuevo soporte exige de los<br />
usuarios y, finalmente, la necesidad de comenzar a profundizar en su<br />
aplicación para obtener de éste todas las virtudes que sus precursores<br />
apenas imaginaron en un solo campo de conocimiento.<br />
Es claro para el lector que el ejercicio de lectura es la sucesión<br />
horizontal de una larga cadena portadora de significado. Pero ¿qué sucede<br />
cuando la escritura apoyada por la tecnología digital supera esa cadena<br />
horizontal de producción de sentido y se relaciona con otra que le permite<br />
la inclusión al escritor-lector a todos los niveles del proceso editorial?<br />
Buscar una respuesta desde la visión inclusiva de Lucía Megías resulta<br />
anodino, puesto que el planteamiento principal es invitar al usuario-lector-<br />
73<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
escritor actual a reflexionar sobre las posibilidades apenas exploradas del<br />
nuevo soporte de transmisión y acumulación textual. Continuar con esta<br />
línea significa considerar el cambio de hábito que supone la presencia de<br />
un nuevo soporte, que de paradójicamente no puede contenerse en los<br />
límites de la página impresa y que queda sugerido a través de la parcial<br />
descripción de dos videos y dos textos –“Un video y un texto (a modo de<br />
entrada)”: 11-20; “Un video y un texto (a modo de cierre)”: 135-140– que<br />
abren y cierran los comentarios del autor con respecto a las reticencias que<br />
se presentan en torno al mundo del libro y su final aceptación.<br />
La primera parte del análisis sugiere que hay una vuelta al principio<br />
de la historia. Si una sola persona puede desarrollar la labor de editor,<br />
impresor y librero, y la figura autoral queda sugerida por su independencia<br />
o participación en esa industria debido a su naturaleza y alcances, la<br />
reacción por parte de quienes mantenían la hegemonía debió ser la<br />
imposición de la unidad texto-libro como nuevo modelo de transmisión<br />
textual. Se trata, pues, de reparar en el impacto de la correlación que existe<br />
entre la escritura y el nuevo soporte: a diferencia de la escritura y las<br />
posibilidades de control y censura que permitió en un primer momento la<br />
naciente industria editorial, las nuevas tecnologías, fundamentadas en la<br />
participación activa de los lectores, permiten la apertura del medio de<br />
transmisión de información, gracias a la sencillez que caracteriza su<br />
funcionamiento.<br />
Lo anterior no separa la modernidad de la antigüedad, y eso hace<br />
notable las ideas con las que discute Megías cuando de fijar una base<br />
sólida para argumentar el cambio de paradigma a través del existente<br />
“entre la oralidad y la escritura [en el que] podremos encontrar claves que<br />
expliquen el cambio de paradigma de hoy (analógico) y el mañana (digital)<br />
en la difusión de la información y el conocimiento” (29). Esta relación, en<br />
cuya base se encuentra W. Ong, invita a reconsiderar el dinamismo que<br />
subyace entre lo escrito y la voz, pues en la “tercera oralidad” y en la<br />
“segunda textualidad” (p. 36) se da un intercambio de cualidades que<br />
hacen del entorno digital, no sólo de dinámico por excelencia, sino capaz<br />
de condensar fenómenos de otra naturaleza.<br />
De manera intermedia, el análisis es una revisión de los personajes<br />
más destacados en la historia del hardware, la www. entendida como<br />
soporte y tecnología de difusión “Sobre precursores y otros soñadores” (pp.<br />
39-50), “El ordenador de ordenadores. La red de redes. El buscador de<br />
buscadores. El usuario de usuarios…el hilo de Ariadna” (pp. 51-70). Es<br />
destacable, en este sentido, que la revisión histórica haga presente ante<br />
los ojos del lector aquéllos personajes que han hecho posible lo que un<br />
“nativo digital” da por común. Vannevar Bush, creador del Memex, una vez<br />
terminada la Segunda Guerra Mundial es iniciador de una cadena de<br />
74<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
investigación científica que continúa en Xeox Parc para producir<br />
ordenadores cada vez más eficientes y pequeños; por otro lado, Tim<br />
Barnes Lee, hará posible la existencia de la www abierta y, en el presente,<br />
Larry Page y Mark Zuckerberg facilitarán la ubicación de información y la<br />
comunicación entre usuarios de manera eficiente.<br />
Perfilándose hacia el final, se encuentra desarrollado, bajo el<br />
criterio de confiabilidad, el papel de las Humanidades en la nueva<br />
tecnología y soporte de transmisión semántico que supone la red. Aquí, sin<br />
duda, el filólogo moderno encontrará un campo minado con información<br />
que, fuera de proporcionar respuestas en lo correspondiente a las<br />
actividades relacionadas con su labor, sugiere preguntas para crear<br />
perfiles de trabajo multidisciplinarios. Así, por ejemplo, el Index Tomísticus<br />
de Roberto Busa iniciado en coordinación con IBM en 1949 atravesará un<br />
largo proceso hasta su proyección digital en el 2005.<br />
A estos antecedentes se integra la necesidad de contar con<br />
bibliotecas virtuales, que en palabras de Lucía Megías, es “Organizar los<br />
textos: las bibliotecas digitales” (pp. 89-108). Además de la urgencia de<br />
formar criterios de asociación, selección y presentación de contenidos,<br />
antes que por la gran cantidad de datos que ponen a disposición y que no<br />
siempre son del todo confiables. Grandes proyectos como Europeana,<br />
Hispana, Google Editions, Gallica no distan de ser bibliotecas textuales que<br />
repiten el formato analógico a través del medio digital, aunque comienzan<br />
a experimentar con herramientas de usuario.<br />
Por otro lado, se agradece la revisión de las diferencias básicas<br />
entre textos digitales y textos digitalizados, las cuales radican en su<br />
función, tecnología utilizada y relación con los medios de transmisión:<br />
“Reproducción digital de un manuscrito o libro impreso […] Creación o<br />
digitalización de textos con la pretensión de ser difundidos fuera del<br />
ambiente y de los medios de transmisión digitales, en especial en el medio<br />
impreso: libros, documentos, páginas impresas… […], y por último<br />
tendríamos lo que propiamente sería el texto digital, que utilizaría procesos<br />
de codificación más transparentes, pensados para poder ser visualizados<br />
en la pantalla del ordenador, aprovechando las posibilidades de la<br />
hipertextualidad, de la relación de la información en varios niveles<br />
(estructural y semántico). Lenguajes como HTML, XML o XHTML están en<br />
la base de los hipertextos, de estos textos digitales «propios»” (p. 116). Así<br />
es como “capas de información humana” y “capas de información<br />
matemática” según lo propuesto por María Clara Pixão de Sousa, son la<br />
clave de la conformación del texto digital “cuyo proceso de difusión consiste<br />
en la codificación de la información por los lenguajes artificiales” (p. 114).<br />
Ya no se trata, pues, de privilegiar la acumulación de materiales<br />
frente a la necesidad de crear nodos o adaptar los ya existentes como<br />
75<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
espacios de interacción entre los usuarios y la información. La creación de<br />
la web 2.0, cuyo auge pertenece a las redes sociales y a su peculiar<br />
manera de presentación de contenidos con los usuarios, es la propuesta<br />
renovadora que habrá de experimentar el texto, en continuo proceso de<br />
cambio, para su desarrollo y contribución a nuevos modelos textuales<br />
dinámicos, como el soporte. Sin embargo, bien sea que exista una política<br />
de continencia frente al formato digital que impida sacar ventaja de las<br />
posibilidades que ofrece al medio editorial, también aparecen otras trabas,<br />
económicas fundamentalmente, que impiden la participación de las<br />
instituciones universitarias.<br />
En esta línea, Lucía Megías ha dado seguimiento al tema desde<br />
hace varios años y ha ofrecido en otros artículos descripciones de los sitios<br />
más destacados para la Literatura Medieval y del Renacimiento, por lo que<br />
en el presente estudio no abunda en detalles sobre sitios o links de acceso,<br />
aunque hace referencia explícita a ellos. La intención principal del análisis<br />
es discutir la idea de repetición y de implantación del formato análogo en<br />
el digital, mostrar la relación de la tecnología informática con el texto y dejar<br />
en claro que se vuelve necesaria la participación del usuario- lector,<br />
dinamizar el texto dejando de lado la noción de jerarquía para, finalmente,<br />
dar entrada a la creación de nuevo conocimiento en el área de las<br />
humanidades, como sucedió en la década de los sesentas con las<br />
investigaciones sobre software. Es decir, “el usuario no sólo recibe<br />
información sino que puede introducir la suya al tiempo que opina y valora<br />
la ya existente en la Red, sin olvidar que este proceso de creación/recepción<br />
puede difundirse” (“Las plataformas de conocimiento”, p,<br />
127).<br />
En el apartado “Plataformas de conocimiento” (pp, 129-131) Lucia<br />
Megias argumenta que dentro de este nuevo sistema, una plataforma de<br />
conocimiento establecería perfectamente la relación entre usuarios y<br />
posibilitaría la asociación de información determinando a un tiempo nuevas<br />
formas de acreditarla. Baste con señalar que cada blog, foro o nodo de<br />
discusión está sometido a reglas impuestas por los contenidos que ofrece.<br />
Catalogar un acervo digital no es materia menos importante, sino que está<br />
implícita en la creación de redes temáticas que demanden la participación<br />
de los usuarios especialistas para moderar las discusiones y gestionar el<br />
contenido. Por otro lado, estos espacios de trabajo deben contar con tres<br />
cualidades específicas: la libertad de elección del entorno y herramientas<br />
de trabajo, estar contenidos o asociados con bibliotecas digitales y, por<br />
último, hacer uso de programas y aplicaciones que enlacen, según lo<br />
requiera el usuario, su información con la del resto de la existente sobre el<br />
tema estudiado en la red.<br />
76<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
En conclusión, Elogio del texto digital es un condesando análisis<br />
histórico en el que usuario-lector, “nativo digital” o “emigrante”, especialista<br />
en el área de humanidades o curioso, encontrará una llamada de atención<br />
para participar en la nueva modalidad textual y su práctica de lectura, así<br />
como para reflexionar sobre las virtudes de las herramientas informáticas<br />
en relación con la conservación, creación y difusión de textos, así como en<br />
el papel que desempeñan las instituciones a través de las cuales tiene<br />
acceso. Por supuesto, no es más una proyección para el futuro, sino una<br />
necesidad del presente que es contingente experimentar.<br />
77<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
CREACIÓN LITERARIA<br />
Nueva época ISSN: 2007-7483<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Juventino Sevilla Pineda<br />
<br />
Un ruido extraño, en mitad de la noche, hizo abrir los papudos ojos al<br />
abuelo. El aire inmóvil tenía pesantez y un olor a cosas viejas, todo cubierto<br />
de polvo e incertidumbre. Encamorrado se levantó a ver de qué se trataba;<br />
pues parecía el ir y venir de una pelota estrellándose contra las paredes de<br />
su viejo jacal. Habrá que recordar que la gente de pueblo se acuesta<br />
temprano para dejar, así, que sus fantasmas regresen. Echándose un<br />
desgastado poncho rojo sobre los vencidos hombros, y buscándose la<br />
cabeza con el sombrero de jipijapa, abrió la apolillada puerta.<br />
Sigiloso, procurando hacer el menor ruido posible, se abría paso<br />
entre las altas milpas, que él mismo había sembrado en torno a su casa.<br />
Tratando de amortiguar las pisadas de sus guaraches de llanta, metiéndolos,<br />
entre la abundante tierra suelta, iba avanzando despacio dentro de<br />
la gruesa niebla. Llegando al punto de origen del escándalo, se vio<br />
impedido para continuar su búsqueda frenética, pues una ancha barda, de<br />
piedra-bola sobrepuesta, se atravesaba en su camino. El ancho pretil<br />
dividía su propiedad de la casa vecina, en cuyo patio parecía que se llevaba<br />
a cabo una especie de contienda. Dicen que con la vejez se pierde el<br />
miedo. Sin darse por vencido recordó, en ese preciso instante, tener una<br />
escalera de madera recargada en algún lugar de la extensa pared. A<br />
tientas, pues para su desgracia esa noche la luna había sido cobijada por<br />
un par de nubarrones negros, logró dar con ella. Arrastrándola entre el<br />
barro fresco la colocó en la base misma de la muralla, y comenzó el penoso<br />
ascenso. Los peldaños crujían lastimosamente a cada paso, rechinando de<br />
una manera horripilante; llegó incluso a pensar que no resistirían su propio<br />
peso, resquebrajándose, en cualquier momento, en mil pedazos. Finalmente<br />
consiguió llegar hasta la cima donde, descubriéndose la cabeza<br />
terregosa, sus ojillos enfocaron entre la penumbra el patio vecino;<br />
encontrándose de frente con un dantesco espectáculo.<br />
Varios hombrecitos, de piel arrugada y baja estatura, surgían de la<br />
niebla como si salieran de la espesura del sueño, enfundados en trajecillos<br />
de brillante satín salpicado de múltiples colores. Corrían en tropel persiguiendo<br />
una pelota. Algunos portaban medievales gorros cónicos, otros<br />
sombreros de tres picos repletos de cascabeles, y un ancho cinturón de<br />
hebilla dorada sobresalía de sus abultadas barrigas.<br />
79<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Asustado bajó, tan de prisa como se lo permitía la vejez, la desvencijada<br />
escalera. Sentía la cabeza seca, como si se le hubieran agotado los<br />
profundos veneros del pensamiento, cuando se metió cautelosamente en<br />
su jacal. Y sacudiendo a la anciana abuela consiguió al fin hacerla<br />
despertar:<br />
—Abuela, ¿a qué no adivinas lo que acaban de ver mis ojos?<br />
—Viejo, échate a dormir y no me estés chingando.<br />
—En verdad, mujer, acabo de ver dende allá atrás del jacal, en el<br />
patio vecino, unos duendecillos jugando a la pelota. Si vieras las carreras<br />
que pegaban, y lo contentos que se veían. Han de haber venido a enterrar<br />
algún tesoro. Voy a vigilarlos hasta saber el sitio exacto donde lo van a<br />
ocultar, ¡ya verás que de esta nos hacemos ricos! Aluego regreso.<br />
Fue lo último que alcanzó a escuchar la avejentada humanidad de<br />
la ancianita, perdiéndose al instante en un cúmulo de ronquidos. El abuelo<br />
se colocó, de nueva cuenta, el sombrero de jipijapa y salió feliz cargando<br />
en la bolsa del pantalón una anforita con cinco dedos de aguardiente; del<br />
refino, quesque para el frío.<br />
Después de un par de horas, al fin, reaccionaba la vieja abuela.<br />
Primero abrió uno de los ojos, irrumpiendo la piel rugosa de su cara,<br />
después el otro afloró justo a un lado de la nariz, esta gran nariz que nacía<br />
en el entrecejo y se echaba al frente sobre la cara, para finalmente abrir las<br />
fauces de la boca desdentada. En un descuido se le fue un bostezo que<br />
más pareció un pequeño aullido. Casi de inmediato notó la incróspita<br />
ausencia a su lado, al tiempo que se le resbalaba en el oído la voz de la<br />
duda.<br />
—¡Ah Dio!, ¡dónde se habrá metido este viejito pendejo! —los<br />
recuerdos se agolparon—. De seguro salió a embriagarse con el pretexto<br />
de vigilar a esos pinches duendecillos.<br />
Ya en pie, junto al camastro, la anciana beata orgullosa de sus<br />
escapularios y rezos, buscó el viejo rebozo, de bolita, cribado de agujeros.<br />
Embozándose la cabeza y la cara abrió la puerta, esperando recibir el<br />
choque del sereno en pleno rostro y la miseria harapienta que se escondía<br />
por los rincones. Era la hora en que los gallos aún tartamudeaban cuando<br />
iba avanzando, lentamente entre la bruma del amanecer, soportando el frío<br />
que le mordía los huesos hasta la médula, con aquellos sus helados<br />
colmillos invisibles. Todo lo miraba con cansancio desde sus ojos sin<br />
infancia.<br />
—¿Abuelo, dónde te has metido?, ¡zoquete, ven acá! ¡Que te<br />
andas buscando una pulmonía cuata!<br />
En llegando hasta el sitio donde arrancaba la barda de piedra, se<br />
encontró con el poncho rojo del abuelo revolcado al pie de la escalera.<br />
Agarrándose como gato, haciendo mil malabares, comenzó a subir los<br />
80<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
delgados peldaños. Al llegar a la cima, sorprendida, divisó al grupo de<br />
duendecillos, que en animada chorcha corrían tras la pelota, yendo de aquí<br />
para allá, pateándola alegremente. Y en uno de esos lances la dichosa<br />
pelota fue a caer junto a la barda, justo por debajo de donde la abuela,<br />
burriciega, vigilaba la escena. La cruda luz de la alborada daba a las cosas<br />
una claridad de detalle.<br />
—Con que el abuelo no mentía, ¡vaya que son duendecillos!, y<br />
cómo se ríen los muy cabrones…<br />
No completó la frase. Al mirar detenidamente la pelota, su garganta<br />
dejó escapar un escalofriante grito de horror —que hizo esfumarse al<br />
instante, en el aire, al grupo de enanillos—, pues lo que parecía una pelota<br />
era en realidad la cabeza degollada del abuelo.<br />
81<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Belén Nasini Jasiner<br />
<br />
La fatiga y el agotamiento poseían su cuerpo. Los terribles recuerdos<br />
inundaban su mente. Demasiado recientes la tierra y la sangre, también el<br />
oscuro sacrificio y el penoso viaje de regreso. Sus fuerzas estaban<br />
prácticamente agotadas. Arrastraba su ánimo por los suelos, trayéndolo<br />
tras de sí a los tirones, sometiendo a la más dura de las pruebas a su<br />
vejada voluntad.<br />
Cada paso que daba lo alejaba un poco más de la fatídica guerra<br />
que había puesto fin a la vida de tantos de sus valerosos amigos. Muchos<br />
de ellos habían muerto en combate. Y otros tantos habían perecido en el<br />
trayecto de regreso. Pero él aún vivía. Y sus pies, aunque cansados,<br />
todavía lo obedecían.<br />
Divisó su hogar a lo lejos. Se alzaba intemporal frente a sus ojos,<br />
resplandeciente bajo la luz de la aurora. Las columnas que sostenían su<br />
techumbre lucían más robustas que nunca y los bajorrelieves que<br />
decoraban su fachada se apreciaban en toda su riqueza. Entonces pensó<br />
que el esplendor de aquel ostentoso edificio contrastaba graciosamente<br />
con su penoso estado. Pero pronto sería, una vez más, digno rey de su<br />
palacio.<br />
De pronto la estática majestuosidad de aquella deslumbrante<br />
imagen se quebró con la estridencia de un grito: “¡Señora! ¡Señora! ¡El rey<br />
ha vuelto! ¡El rey ya está aquí!”. Al oír estas palabras sintió que su vista se<br />
nublaba, pues las lágrimas inundaban sus ojos, y que el corazón le latía<br />
con tanta fuerza que tuvo que llevarse las manos al pecho para contenerlo<br />
dentro de sí. Las antaño vigorosas piernas entonces le flaquearon y hubo<br />
de arrojarse al suelo a esperar que los suyos acudieran en su ayuda.<br />
“¡Amado esposo mío!”, exclamó su mujer mientras se acercaba a<br />
toda velocidad. “¡Por fin has regresado! ¡Has vuelto! ¡Ya estás aquí! ¡Has<br />
sobrevivido! ¡No te imaginas cuánto te he echado de menos! ¡Y también<br />
tus hijos! ¡Qué contentos van a ponerse cuando te vean! ¡Oh, dichosa de<br />
mí!”. Y él no pudo más que sonreír, pues, finalmente, sus hazañas eran<br />
coronadas con la felicidad. “Los esclavos te conducirán hasta el interior de<br />
la casa y allí te prepararé un relajante baño para que olvides tus penas y<br />
sientas otra vez el calor del hogar”, prometió ella.<br />
Sus dos mejores servidores se aproximaron tímidamente, pero él<br />
asintió con la cabeza y ellos, perdiendo su timidez pero conservando su<br />
82<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
respeto, lo tomaron por debajo de los hombros con delicadeza, lo<br />
levantaron del suelo y lo llevaron con mucho cuidado y paciencia hasta el<br />
interior de su morada. Ellos estaban francamente contentos de volver a ver<br />
a su amo con vida y él, a su vez, de comprobar que sus antiguos hombres<br />
continuaban siéndole aún tan fieles. Entonces, habiendo comido y bebido<br />
todo lo que las sirvientas le trajeron, se dirigió al baño donde lo aguardaba<br />
su mujer.<br />
Sus dulces palabras pausadas retumbaron en la habitación de<br />
altos techos: “Acércate, esposo mío, deja que estas manos que antaño te<br />
acariciaron hoy te desnuden y laven tus heridas. Permite que estos dedos,<br />
que tantas veces hurgaron placenteramente en tu piel, desprendan los<br />
jirones de tus descocidas vestimentas endurecidas por la sangre seca”. La<br />
reacción no se hizo esperar. Se aproximó a su mujer, se arrodillo junto a<br />
ella, tomó ambas manos entre las suyas y las besó sentidamente. Aún<br />
podía recordar sus caricias y sus besos, y también el roce de su piel<br />
húmeda, que tantas veces había anhelado durante el asedio.<br />
Las manos de ella se soltaron de las de su esposo y comenzaron<br />
a trabajar con notable destreza. Primero desataron los nudos que le<br />
sujetaban la rotosa túnica de lino. Después arrancaron, con suaves<br />
tironcitos indoloros, los pedazos de tela que se habían quedado pegados<br />
a la piel. Y entonces, una vez más, él estuvo desnudo frente a su amada<br />
esposa.<br />
Su cuerpo presentaba numerosas cicatrices y también heridas aún<br />
abiertas. Sangre vieja y manchas de barro cubrían irregularmente su piel.<br />
Su trabada espalda imponente, la anchura de sus brazos fornidos y sus<br />
piernas marcadas testimoniaban la fortaleza y el poderío del que aquel<br />
hombre había hecho gala hace apenas unos cortos años.<br />
Ella lo guió hasta el interior de la bañera. Una vez sumergido en el<br />
agua tibia comenzó a frotarlo suavemente con una delicada esponja<br />
empapada de un jabón espumoso que exhalaba un exquisito perfume a<br />
flores. Mientras se endulzaban sus sentidos, espió a su mujer de reojo,<br />
que, tras sus espaldas, estaba agachada sobre la tina insinuando sus<br />
encantos. Su rosada piel era aún tersa y sus pequeños pechos se<br />
mantenían todavía firmes. Entonces, envuelto en aquella nube placentera,<br />
no pudo evitar desearla: “¡Oh, amor mío, tu belleza se conserva intacta!<br />
¡Ven aquí! ¡Quítate la ropa! ¡Sumérgete conmigo!”.<br />
Aflojó primero el adornado cinturón que le ceñía el vestido, luego<br />
desprendió el dorado broche que lo sujetaba y, por fin, el fino peplo se<br />
deslizó lentamente por su cuerpo hasta detenerse sobre el suelo. Sus<br />
pequeños pies se liberaron del enredo de la seda y marcharon hasta el<br />
agua, seguidos por su esbelta y graciosa figura… Pronto estuvo entre los<br />
83<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
brazos de su marido que la palpó y la besó, hasta que, satisfechas sus<br />
manos y su lengua, se unió a ella por última vez.<br />
Entonces ella abandonó sigilosamente la bañera al tiempo que él<br />
lloraba en silencio. De felicidad: porque había sobrevivido a la guerra y al<br />
viaje de regreso; porque había vuelto a ver su hogar y a los suyos; porque<br />
el amor que sentía hacia su esposa se mantenía incólume. Pero también<br />
de tristeza: porque la sangre filial había manchado sus manos; porque<br />
pronto pagaría por su horroroso crimen; y, sobre todo, porque su mujer<br />
sería el frágil objeto sobre el que se desataría la venganza de sus hijos.<br />
Entonces, en un desesperado intento por salvar al menos a su<br />
queridísima esposa del espantoso sino, estiró los brazos hasta el suelo<br />
para recoger sus desparramadas vestimentas. Se enjugó las lágrimas con<br />
el peplo de seda y, tomándolo entre los dedos de su mano izquierda, lo<br />
hundió en el agua para apretarlo sobre su pecho. Mientras tanto, con la<br />
derecha que temblaba imperceptiblemente, presionó con fuerza el broche<br />
sobre su cuello, hasta que sintió que su carne cedía al impulso.<br />
Cuando ella volvió con los artilugios para consumar el crimen,<br />
horrorizada, alcanzó ver el tono rojizo del agua. Conocedora por la<br />
desgracia de que el amor de su esposo era el más puro e incondicional de<br />
todos, lanzó un grito de dolor y, mientras maldecía las falsas promesas de<br />
su amante Egisto y su propia ingenuidad, blandió sus armas contra sí<br />
misma, se desplomó sobre la bañera y el agua tiñó de rojo su rostro<br />
sumergido.<br />
84<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Rossy Lima<br />
<br />
Cada palabra articulada<br />
lleva el peso de las lenguas del mundo,<br />
marejadas de imágenes,<br />
caracolas que aún no encuentran<br />
su forma perfecta.<br />
Cada palabra, fonema absoluto,<br />
nos da de beber en sus manos<br />
la idea de un pasado<br />
que creemos para siempre.<br />
La palabra, la unidad mínima<br />
de expresión ardiente,<br />
la base de la experiencia diaria,<br />
los ecos y el barro<br />
que se amoldan a nuestra apariencia.<br />
Cada palabra articulada<br />
va formando nuestra segunda piel,<br />
nos llena el paladar con susurros alocromáticos.<br />
Cada palabra articulada es la arena de nuestro mar,<br />
no existe ola que pueda llevarse el arenal<br />
de nuestra orilla, no hay sal que derrita o evapore<br />
el grano edificado por la palabra dicha.<br />
Sin importar la voz<br />
ni el temblor de la garganta<br />
la palabra siempre cae a nuestros pies<br />
convirtiéndose en piedra o en camino.<br />
85<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Washington Daniel Gorosito Pérez<br />
<br />
“Yo soy poeta”<br />
Octavio Paz<br />
En una placita de Mixcoac<br />
trina alegre y dulce un xenxontle<br />
entre el susurro del follaje<br />
las imágenes se oyen.<br />
Estampas y regalo de los dioses<br />
el in xóchitl in cuicatl* surgirá<br />
hasta enamorar la luna<br />
poesía en movimiento,<br />
memoria, palabra,<br />
elocuencia y silencio.<br />
Relámpagos grabados en papel,<br />
la rúbrica explosiva del rayo.<br />
El cielo se hace más espeso<br />
nubes errantes<br />
penetradas por un poeta solar,<br />
palabra y silencio: poesía.<br />
Los muros intangibles del tiempo<br />
te encierran<br />
y surgen laberintos de soledad.<br />
La rebelión del lenguaje<br />
fluye, transcurre<br />
y desemboca en un instante<br />
que se desvanece,<br />
libertad bajo palabra.<br />
Silencio profundo<br />
el fuego,<br />
una flecha,<br />
que parte el corazón del poeta<br />
del hombre árbol<br />
86<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
cuyo fruto son palabras<br />
el arco tiembla,<br />
la lira llora.<br />
Sonríen las constelaciones,<br />
tintinean gracilmente<br />
claman por ti, águila del sol<br />
muere el poeta… nace una estrella<br />
algunas se revelan<br />
rompen las constelaciones<br />
se acercan<br />
te reciben<br />
centelleante perla suspendida<br />
luz de un México en tinieblas.<br />
*in Xóchitl in cuicatl- Náhuatl - “flor y canto”= poesía<br />
87<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Leonardo Alezones Lau<br />
<br />
No remedo al ángel<br />
su costura<br />
que deshila<br />
la piel de tanto milagro.<br />
Alguna vez sentí<br />
lo huidizo de su risa<br />
estriándome<br />
en el calco de una mala palabra<br />
Reconociendo el mundo<br />
en el crecimiento de los árboles<br />
que nos reciben<br />
con plumas en lugar de hojas<br />
88<br />
Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com
Revista destiempos N°39<br />
Terminaste de leer el número 39<br />
de la REVISTA DESTIEMPOS.<br />
Correspondiente a Junio-Julio de 2014.<br />
Editada en México, Distrito Federal<br />
Junio – Julio 2014 ISSN: 2007-7483<br />
©2014 Derechos Reservados<br />
www.revistadestiempos.com