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lución de la moneda variaba de cultura en cultura, dependiendo de cuál fuese la frecuencia<br />
normal de contacto en cada sitio en particular. Por ejemplo, tocando el codo, se obtuvo la<br />
devolución de la moneda por parte de un setenta y dos por ciento de los australianos, un<br />
setenta por ciento de los ingleses, un ochenta y cinco por ciento de los alemanes, un cincuenta<br />
por ciento de los franceses y un veintidós por ciento de los italianos. Este resultado<br />
muestra que tocar el codo funciona mejor en los lugares donde el contacto no es la norma<br />
cultural. Hemos tomado nota de la frecuencia de contacto físico entre personas en cafés de<br />
muchos de los países que visitamos con regularidad y concluido con doscientos veinte<br />
contactos por hora en Roma, ciento cuarenta y dos por hora en París, veinticinco por hora en<br />
Sydney, cuatro por hora en Nueva York y cero por hora en Londres. Esto confirma que<br />
cuanto más británica o alemana sea la herencia, menos probable es que se toque a los demás<br />
y, por lo tanto, mayor éxito se conseguirá tocando el codo.<br />
Si es usted de origen británico o alemán, es más fácil que sea una<br />
víctima <strong>del</strong> contacto que cualquier otro.<br />
En general, hemos descubierto que las mujeres presentan cuatro veces más probabilidades<br />
de tocar a otra mujer que un hombre de tocar a otro hombre. En muchos lugares, tocar<br />
a un desconocido por encima o por debajo <strong>del</strong> codo no produce los mismos resultados<br />
positivos que tocando directamente el codo y, a menudo, genera reacciones negativas.<br />
Tocar durante más de tres segundos recibe también una respuesta negativa y la persona<br />
tocada mira, automáticamente, la mano de quien la toca para saber qué está haciendo.<br />
Toque también su mano<br />
Otro estudio se realizó con bibliotecarias que cada vez que entregaban un libro a quien lo<br />
solicitaba, acariciaban ligeramente la mano de la persona que lo recibía. Fuera de la biblioteca<br />
se entrevistaba a los receptores de los libros y se les solicitaba su impresión sobre<br />
el servicio ofrecido por la biblioteca. Los que habían recibido la caricia respondían más<br />
favorablemente a todas las preguntas formuladas y recordaban mejor el nombre de la bibliotecaria.<br />
Estudios llevados a cabo en supermercados británicos donde se tocaba ligeramente<br />
la mano de los clientes en el momento de entregarles el cambio, mostraron respuestas<br />
similarmente positivas. <strong>El</strong> mismo experimento se ha realizado también en Estados<br />
Unidos con camareras que obtienen una buena parte de sus ingresos a partir de las propinas<br />
que reciben. Las camareras que tocaban el codo y la mano de sus clientes masculinos recibieron<br />
un treinta y seis por ciento más de propinas que las que no los tocaban y los camareros<br />
hombres aumentaron sus ganancias en un veintidós por ciento, independientemente<br />
<strong>del</strong> sexo de las personas que tocaron.<br />
La próxima vez que conozca a alguien y le estreche la mano, extienda su brazo izquierdo,<br />
tóquele ligeramente el codo o la mano mientras da la mano, repita el nombre de esa persona<br />
para confirmar que lo ha oído correctamente y observe su reacción. No sólo conseguirá que<br />
esa persona se sienta importante, sino que además le ayudará a recordar su nombre gracias a<br />
la repetición.<br />
Tocar el codo y la mano, siempre que se haga con discreción, llama la atención, refuerza<br />
un comentario, aumenta su influencia sobre los demás, subraya un concepto, hace que los<br />
demás lo recuerden mejor y genera impresiones positivas.<br />
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