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La gente bebe alcohol y se droga para intentar sentirse tal y como la gente feliz se siente<br />
normalmente.<br />
Paúl Ekman descubrió que una de las razones por las que nos sentimos atraídos hacia<br />
las caras que ríen y sonríen es porque afectan realmente a nuestro sistema nervioso autónomo.<br />
Cuando vemos una cara sonriente, sonreímos, y esto libera endorfinas en nuestro<br />
organismo. Si está usted rodeado de gente triste e infeliz, tenderá a reflejar sus expresiones<br />
y a sentirse más triste o deprimido.<br />
Trabajar en un entorno de infelicidad va en detrimento de la salud.<br />
¿Cómo funcionan los chistes?<br />
La base de la mayoría de los chistes es que en el<br />
momento álgido, a alguien le sucede algo desastroso<br />
o doloroso. En efecto, el final inesperado<br />
«asusta» a nuestro cerebro y reímos emitiendo sonidos<br />
similares a los <strong>del</strong> chimpancé que alerta a sus<br />
compañeros de un peligro inminente. Aunque<br />
conscientemente sabemos que el chiste no es un<br />
suceso real, nuestra risa libera endorfinas para<br />
anestesiarnos, como si el chiste fuera un suceso<br />
real. Si así fuera podríamos pasar al llanto y el<br />
cuerpo también liberaría sus endorfinas. <strong>El</strong> llanto es<br />
a menudo una extensión <strong>del</strong> ataque de risa y esta es la razón por la que en una crisis<br />
emocional grave, como la noticia de un fallecimiento, el individuo que no puede aceptar<br />
mentalmente la muerte, puede ponerse a reír. Cuando se choca con la realidad, la risa se<br />
convierte en llanto.<br />
La habitación de la risa<br />
En la década de los ochenta varios hospitales norteamericanos introdujeron el concepto de<br />
la «Habitación de la Risa». Basándose en las experiencias de Norman Cousin y en investigaciones<br />
llevadas a cabo por el doctor Match Adams, prepararon una habitación con libros<br />
de chistes, cintas de películas de risa y comedias y con visitas y actuaciones de cómicos y<br />
payasos los pacientes se sometían a sesiones diarias de entre treinta y sesenta minutos. <strong>El</strong><br />
resultado fue impresionante: una mejora drástica en la salud de los pacientes y un tiempo de<br />
hospitalización más breve. Las habitaciones de la risa mostraron asimismo un descenso en<br />
la cantidad de analgésicos suministrados a los pacientes, además de una mejora en el trato<br />
personal. De modo que podríamos decir que hoy en día la profesión médica se toma la risa<br />
en serio.<br />
<strong>El</strong> que ríe, vive más años.<br />
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