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que cada dos centímetros de altura por encima de la media de la empresa, sumaban unos<br />
seiscientos euros a su salario, independientemente de que fuera hombre o mujer. Investigaciones<br />
llevadas a cabo en Estados Unidos también demostraron que la altura está relacionada<br />
con el éxito económico en Wall Street, cada dos centímetros de altura sumaban quinientos<br />
euros a los resultados obtenidos en la bolsa. Se ha encontrado incluso la misma correlación<br />
en los departamentos gubernamentales y en las universidades, que supuestamente promocionan<br />
a la gente según su nivel de competencia y en igualdad, no por su altura. Un estudio<br />
llevado a cabo en Estados Unidos demostró que las personas altas no sólo obtienen los<br />
mejores puestos en las empresas, sino que además reciben los sueldos más elevados. Los que<br />
están por encima <strong>del</strong> metro noventa reciben un doce por ciento más de los que miden por<br />
debajo <strong>del</strong> metro ochenta y cinco.<br />
¿Por qué hay gente que parece más alta en televisión?<br />
Las personas «percibidas» como altas tienen también mejores resultados en los debates<br />
políticos televisados: en la pantalla televisiva, las personas miden tan sólo quince centímetros,<br />
por lo tanto, no nos queda otro remedio que decidir subconscientemente su altura.<br />
La altura que decidamos otorgarles y la cantidad de poder que les demos, se relaciona directamente<br />
con el poder y la autoridad de su presentación. Esta es la razón por la cual hay<br />
tantos actores, políticos y personalidades de talla baja que resultan tan bien en televisión:<br />
porque parecen altos. Por ejemplo, el primer ministro australiano, John Howard, se quedó<br />
con el mote de «Pequeño Johnny» porque en televisión se presentaba como una persona<br />
suave y tranquila. Las investigaciones que realizamos descubrieron que el electorado lo<br />
percibía con una altura de un metro sesenta y siete centímetros (una altura escasa para un<br />
hombre), mientras que en realidad medía un metro setenta y cinco. Uno de sus adversarios,<br />
el antiguo primer ministro Bob Hawke, siempre era percibido como de un metro ochenta y<br />
cinco de altura, y era así porque actuaba como una persona «alta». En realidad media sólo<br />
un metro setenta.<br />
En televisión, una convincente actuación hace parecer más alto.<br />
Una investigación pionera llevada a cabo por Wilson en 1968 descubrió que cuando un<br />
estudiante se dirigía a otros estudiantes, era percibido por estos como una persona que<br />
medía un metro setenta y cinco de altura. Cuando el mismo estudiante fue presentado<br />
posteriormente como profesor, el público lo percibió con una altura de un metro noventa.<br />
Una actuación convincente o un título que impresiona, hacen que los demás nos perciban<br />
como más altos de lo que en realidad somos.<br />
Sométase al test <strong>del</strong> suelo<br />
Si quiere poner a prueba la relación entre autoridad y altura, pruebe lo siguiente con un<br />
amigo. En primer lugar, tiéndase en el suelo y pídale a su amigo que se ponga de pie a su<br />
lado para maximizar la diferencia de altura.<br />
A continuación pídale a su amigo que lo regañe gritando lo más fuerte posible. Intercambien<br />
luego los puestos (usted de pie y su amigo en el suelo) y pídale que repita la<br />
regañina. Descubrirá que a su amigo no sólo le resulta casi imposible hacerlo, sino que<br />
además su voz sonará distinta y le faltará autoridad, por mucho que lo intente.<br />
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