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determinados. Por ejemplo, en varias especies de aves el macho se contonea <strong>del</strong>ante de la<br />
hembra, le ofrece una exhibición vocal, infla las plumas y realiza diversos movimientos<br />
corporales intrincados para llamar su atención. La hembra, mientras tanto, muestra escaso o<br />
nulo interés. <strong>El</strong> ritual es similar al que lleva a cabo el ser humano en los inicios <strong>del</strong> cortejo.<br />
<strong>El</strong> flirteo humano incluye secuencias de gestos y expresiones que tienen mucho que ver<br />
con las danzas de cortejo de las aves y otros animales que hemos presenciado en reportajes<br />
sobre el mundo animal.<br />
En resumen, cuando una persona quiere atraer a un componente <strong>del</strong> sexo opuesto, lo<br />
hace subrayando las diferencias sexuales. Y para desanimar al sexo opuesto, disimulamos u<br />
ocultamos estas diferencias.<br />
<strong>El</strong> destacar las diferencias de género es lo que proporciona a una persona un aspecto<br />
«sexy».<br />
La técnica de Graham consistía, en primer lugar, en detectar a las mujeres cuyo <strong>lenguaje</strong><br />
<strong>del</strong> cuerpo indicara que estaban disponibles y luego responderles con sus gestos de cortejo<br />
masculino. Las interesadas le respondían con las señales femeninas correspondientes,<br />
dándole luz verde no verbal para pasar a la siguiente fase.<br />
<strong>El</strong> éxito que las mujeres tienen en los encuentros íntimos se relaciona directamente con<br />
su habilidad para enviar señales de cortejo a los hombres y para decodificar los que se les<br />
envían. Para el hombre, el éxito en el juego <strong>del</strong> emparejamiento reposa, principalmente, en<br />
su habilidad para leer las señales que se le envían, a diferencia de ser capaz de iniciar sus<br />
propios movimientos. Las mujeres suelen darse cuenta de las señales <strong>del</strong> cortejo, pero los<br />
hombres son mucho menos perceptivos y a menudo ni siquiera las ven, razón por la cual a<br />
los hombres les cuesta tanto encontrar parejas potenciales. La dificultad de las mujeres en<br />
lo que a encontrar pareja se refiere, no está tanto en saber leer las señales, sino en encontrar<br />
al hombre que encaje con sus criterios.<br />
Graham sabía exactamente qué buscar y las mujeres lo describían como un hombre<br />
sexy, masculino, con sentido <strong>del</strong> humor y como «alguien que me hace sentir femenina».<br />
Así reaccionaban a la atención constante que él les prestaba y a las señales de cortejo que<br />
utilizaba. Los hombres, por otro lado, lo describían como un hombre agresivo, poco sincero,<br />
arrogante y no especialmente divertido (su reacción a la competencia que Graham<br />
representaba). En consecuencia, y por motivos evidentes, Graham tenía pocos amigos<br />
hombres, ya que a ningún hombre le gusta tener un rival para las atenciones que puedan<br />
prestarle las mujeres. Este capítulo está dedicado a las señales femeninas que Graham era<br />
capaz de detectar y al <strong>lenguaje</strong> <strong>del</strong> cuerpo que utilizaba para devolverlas.<br />
¿Por qué las mujeres siempre tiran los «tejos»?<br />
Pregunte a cualquier hombre quién lleva a cabo el primer movimiento en el proceso de<br />
cortejo, e invariablemente le responderá que el primer paso lo dan siempre los hombres.<br />
Pero todos los estudios sobre el tema muestran que las mujeres son las que inician el cortejo<br />
en el noventa por ciento de las ocasiones. La mujer lo hace enviando al hombre objetivo<br />
una serie de señales sutiles con los ojos, el cuerpo y la cara, y el hombre, suponiendo<br />
que sea lo bastante sutil como para captarlas, responde a ellas. Hay hombres que abordan a<br />
las mujeres en un club o en un bar, sin que antes ellas les hayan puesto el semáforo en verde<br />
y, aunque algunos normalmente tienen éxito encontrando pareja, su porcentaje estadístico<br />
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