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<strong>del</strong> público haya empezado a conocer su existencia a partir de nuestro libro <strong>El</strong> <strong>lenguaje</strong> <strong>del</strong><br />
cuerpo, publicado en 1978. La mayoría sigue creyendo que el <strong>lenguaje</strong> hablado es nuestra<br />
principal forma de comunicación. <strong>El</strong> habla ha formado parte de nuestro repertorio de comunicación<br />
sólo en época reciente, en términos evolutivos, y se utiliza básicamente para<br />
transmitir hechos y datos. Seguramente empezó a desarrollarse entre dos millones y quinientos<br />
mil años atrás, momento en el que nuestro cerebro triplicó su capacidad. Antes, el<br />
<strong>lenguaje</strong> <strong>del</strong> cuerpo y los sonidos emitidos por la garganta eran las principales formas de<br />
transmisor de emociones y sentimientos, y hoy en día siguen siéndolo. Pero como nos<br />
centramos principalmente en las palabras que pronuncia la gente, no estamos lo bastante<br />
informados sobre el <strong>lenguaje</strong> <strong>del</strong> cuerpo, y mucho menos de la importancia que tiene en<br />
nuestra vida.<br />
Nuestro <strong>lenguaje</strong> hablado, sin embargo, reconoce la importancia <strong>del</strong> <strong>lenguaje</strong> <strong>del</strong> cuerpo<br />
en la comunicación; si no, pensemos en algunas de las frases que comúnmente utilizamos:<br />
A lo hecho, pecho. No tuerzas la boca.<br />
Mantente a un palmo de distancia.<br />
Levanta la barbilla. Avanza con buen pie. Bésame el trasero.<br />
Algunas de estas frases son difíciles de asimilar, pero imaginamos que comprenderá que<br />
tenemos razón. Ante ellas podemos cruzarnos de brazos o darle la espalda, pero esperamos<br />
que cumplan la función de hacer comprensible el concepto.<br />
Al principio...<br />
Los actores de cine mudo, como Charles Chaplin, fueron los pioneros <strong>del</strong> dominio <strong>del</strong><br />
<strong>lenguaje</strong> <strong>del</strong> cuerpo, ya que en pantalla sólo disponían de este medio de comunicación. La<br />
habilidad de los actores quedaba clasificada como buena o mala por su capacidad de utilizar<br />
gestos y señales <strong>del</strong> cuerpo para comunicarse con el público. Cuando el cine sonoro se hizo<br />
popular y los aspectos no verbales de la actuación pasaron a un segundo plano, muchos de<br />
los actores <strong>del</strong> cine mudo cayeron en las sombras y sólo sobrevivieron los que poseían<br />
buenas habilidades, tanto si eran verbales como si no.<br />
Por lo que al estudio académico <strong>del</strong> <strong>lenguaje</strong> <strong>del</strong> cuerpo se refiere, quizá la obra más<br />
influyente anterior al siglo XX fuera La expresión de las emociones en el hombre y los<br />
animales, de Charles Darwin, publicada en 1872. Aunque su obra solían leerla sólo los<br />
académicos, influyó en los estudios modernos de las expresiones, faciales y <strong>del</strong> <strong>lenguaje</strong> <strong>del</strong><br />
cuerpo, y muchas de las ideas y observaciones de Darwin han sido validadas desde entonces<br />
por investigadores <strong>del</strong> mundo entero. Desde aquella época los investigadores han anotado y<br />
registrado casi un millón de indicios y señales no verbales. Albert Mehrabian, investigador<br />
pionero <strong>del</strong> <strong>lenguaje</strong> <strong>del</strong> cuerpo durante la década de 1650, descubrió que, <strong>del</strong> impacto total<br />
<strong>del</strong> mensaje, un siete por ciento es verbal (sólo palabras), un treinta y ocho por ciento es<br />
vocal (incluyendo tono de voz, inflexión y otros sonidos) y un cincuenta y cinco por ciento<br />
es no verbal.<br />
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