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Es propio de los directivos, y cuando alguien es ascendido a esta categoría empieza a utilizarlo<br />
aunque antes no lo hiciera. Lo utilizan también las personas «sabelotodo» y es un<br />
gesto que intimida a la mayoría de la gente. Es característico de los hombres a quienes les<br />
gusta que sepamos lo listos que son. Este gesto también puede utilizarse como un signo<br />
territorial que demuestra que la persona domina esa área en concreto.<br />
Normalmente se presenta en conjunto con la posición de las piernas en figura de cuatro<br />
o con la exhibición de la entrepierna, lo que demuestra que esa persona no sólo se siente<br />
superior, sino que es probable que pretenda discutir o dominar. Hay diversas formas de<br />
enfrentarse a este gesto, dependiendo de las circunstancias. Puede inclinarse hacia a<strong>del</strong>ante<br />
con las palmas de las manos hacia arriba y decir: «Veo que entiendes de esto. ¿Te importaría<br />
comentarlo?», luego sentarse otra vez hacia atrás y esperar una respuesta.<br />
Las mujeres desarrollan rápidamente su repulsa hacia 1os que utilizan la catapulta en las<br />
reuniones profesionales.<br />
Puede colocar algún objeto al alcance de su mano y preguntarle: «¿Has visto esto?»,<br />
obligándolo a inclinarse hacia a<strong>del</strong>ante. Si es usted hombre, tal vez la forma más fácil de<br />
afrontar la catapulta sea imitándola, pues la imitación genera igualdad. Pero esto no funciona<br />
para las mujeres, pues las lleva a exhibir su pecho y por ello las deja en desventaja.<br />
Incluso las mujeres con poco pecho que intentan practicar la catapulta son descritas como<br />
agresivas, tanto por hombres como por mujeres.<br />
La catapulta no funciona para las mujeres, ni para las que tienen poco pecho.<br />
Si es usted mujer y un hombre practica la catapulta <strong>del</strong>ante de usted, prosiga la conversación<br />
poniéndose en pie. Esto obligará al hombre a cambiar de posición para poder<br />
seguir conversando. Cuando deje de hacer la catapulta, vuelva a sentarse. Si repite el gesto,<br />
póngase de nuevo en pie. Es una forma no agresiva de entrenar a los demás para que no<br />
intenten intimidarla. Por otro lado, si la persona que adopta el gesto de la catapulta es su<br />
superior y está echándole una reprimenda, podrá intimidarlo copiándole el gesto. Por<br />
ejemplo, dos personas <strong>del</strong> mismo nivel utilizarán la catapulta para demostrar igualdad y<br />
coincidencia, pero si lo hiciese un niño frente al director <strong>del</strong> colegio después de que este le<br />
hubiera hecho llamar por mala conducta, el director se pondría hecho una fiera.<br />
En una compañía de seguros descubrimos que veintisiete de los treinta directivos hombres<br />
utilizaban regularmente la catapulta con sus vendedores y subordinados, pero que rara<br />
vez la utilizaban en presencia de sus superiores. Cuando estaban con estos, utilizaban<br />
grupos de gestos de sumisión y subordinación.<br />
Gestos que muestran cuándo una persona está preparada<br />
Uno de los gestos más valiosos que un negociador puede aprender a reconocer es el que<br />
indica que una persona sentada está preparada para ponerse en acción. Imagínese que está<br />
usted presentando una propuesta y su interlocutor adopta esta postura al final de la presentación.<br />
Sería el momento de pedir cerrar el trato y, a buen seguro, de conseguirlo.<br />
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