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Pease-Allan El lenguaje del-Cuerpo1

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<strong>El</strong> respaldo de la silla actúa a modo de escudo de protección <strong>del</strong> cuerpo y puede transformar<br />

la personalidad y tornarla agresiva y dominante. Los hombres, además, tienen las<br />

piernas abiertas y realizan una importante exhibición de la entrepierna, sumándole determinación<br />

viril a la posición. La mayoría de hombres que se sientan a horcajadas son tipos<br />

dominantes que intentarán controlar a los demás cuando la conversación les aburra, y el<br />

respaldo de la silla les sirve de protección contra cualquier «ataque» de los demás miembros<br />

<strong>del</strong> grupo. <strong>El</strong> hombre que adopta esta posición suele ser discreto y puede pasar a la misma<br />

sin que prácticamente nadie se dé cuenta de ello.<br />

La forma más fácil de desarmar al hombre sentado a horcajadas es poniéndose en pie o<br />

sentándose detrás de él, haciendo así que se sienta vulnerable al ataque y obligándolo a<br />

cambiar de posición. Esto funciona bien en una situación de grupo, pues la espalda quedará<br />

expuesta y esto le obligará a cambiar a otra posición.<br />

¿Qué hacer con el hombre que se sienta a horcajadas en una silla giratoria? No tiene<br />

sentido intentar razonar con un hombre que exhibe su entrepierna desde un tiovivo, por lo<br />

tanto, la mejor defensa es la no verbal. Dirija la conversación poniéndose en pie, mirando<br />

desde arriba a la persona sentada a horcajadas y penetrando en su espacio personal. Esto le<br />

pondrá nervioso e incluso podrá caerse de espaldas de la silla en su intento de huir de la<br />

situación.<br />

La próxima vez que le visite una persona que tiene la costumbre de sentarse a horcajadas,<br />

asegúrese de instalarlo en una silla fija con brazos que le impida adoptar su posición<br />

favorita. Viendo que no puede sentarse como le gusta, su siguiente movimiento será utilizar<br />

la catapulta.<br />

La catapulta<br />

Se trata de la versión sentada de la posición de llevarse las manos a las caderas, aunque en<br />

este caso las manos se sitúan detrás de la cabeza y los codos señalan de forma amenazante<br />

hacia fuera. Una vez más, se trata básicamente de un gesto masculino que se utiliza para<br />

intimidar a los demás o que implica una actitud relajada cuyo objetivo es engatusar al interlocutor<br />

dándole un falso sentido de seguridad antes de tenderle una emboscada.<br />

Se trata de un gesto típico de profesionales como contables, abogados, directores de<br />

ventas o gente que se siente superior, dominante o confiada en algún tema. Si pudiéramos<br />

leer la mente de esta persona, estaría diciendo cosas como: «Tengo todas las respuestas»,<br />

«Todo está bajo control» o incluso «Quizá algún día llegues a ser tan inteligente como yo».<br />

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