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<strong>El</strong> respaldo de la silla actúa a modo de escudo de protección <strong>del</strong> cuerpo y puede transformar<br />
la personalidad y tornarla agresiva y dominante. Los hombres, además, tienen las<br />
piernas abiertas y realizan una importante exhibición de la entrepierna, sumándole determinación<br />
viril a la posición. La mayoría de hombres que se sientan a horcajadas son tipos<br />
dominantes que intentarán controlar a los demás cuando la conversación les aburra, y el<br />
respaldo de la silla les sirve de protección contra cualquier «ataque» de los demás miembros<br />
<strong>del</strong> grupo. <strong>El</strong> hombre que adopta esta posición suele ser discreto y puede pasar a la misma<br />
sin que prácticamente nadie se dé cuenta de ello.<br />
La forma más fácil de desarmar al hombre sentado a horcajadas es poniéndose en pie o<br />
sentándose detrás de él, haciendo así que se sienta vulnerable al ataque y obligándolo a<br />
cambiar de posición. Esto funciona bien en una situación de grupo, pues la espalda quedará<br />
expuesta y esto le obligará a cambiar a otra posición.<br />
¿Qué hacer con el hombre que se sienta a horcajadas en una silla giratoria? No tiene<br />
sentido intentar razonar con un hombre que exhibe su entrepierna desde un tiovivo, por lo<br />
tanto, la mejor defensa es la no verbal. Dirija la conversación poniéndose en pie, mirando<br />
desde arriba a la persona sentada a horcajadas y penetrando en su espacio personal. Esto le<br />
pondrá nervioso e incluso podrá caerse de espaldas de la silla en su intento de huir de la<br />
situación.<br />
La próxima vez que le visite una persona que tiene la costumbre de sentarse a horcajadas,<br />
asegúrese de instalarlo en una silla fija con brazos que le impida adoptar su posición<br />
favorita. Viendo que no puede sentarse como le gusta, su siguiente movimiento será utilizar<br />
la catapulta.<br />
La catapulta<br />
Se trata de la versión sentada de la posición de llevarse las manos a las caderas, aunque en<br />
este caso las manos se sitúan detrás de la cabeza y los codos señalan de forma amenazante<br />
hacia fuera. Una vez más, se trata básicamente de un gesto masculino que se utiliza para<br />
intimidar a los demás o que implica una actitud relajada cuyo objetivo es engatusar al interlocutor<br />
dándole un falso sentido de seguridad antes de tenderle una emboscada.<br />
Se trata de un gesto típico de profesionales como contables, abogados, directores de<br />
ventas o gente que se siente superior, dominante o confiada en algún tema. Si pudiéramos<br />
leer la mente de esta persona, estaría diciendo cosas como: «Tengo todas las respuestas»,<br />
«Todo está bajo control» o incluso «Quizá algún día llegues a ser tan inteligente como yo».<br />
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