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Nuestro trabajo con abogados nos mostró que los defendidos que antes de una audiencia<br />
se sentaban fuera de la sala <strong>del</strong> tribunal, tenían tres veces más probabilidades que<br />
los querellantes de sentarse con los tobillos firmemente cerrados bajo la silla, como una<br />
forma de controlar su estado emocional. Un estudio que realizamos con trescientos diecinueve<br />
pacientes de dentista nos mostró que el ochenta y ocho por ciento de los mismos<br />
cerraban los tobillos tan pronto como se sentaban en la silla <strong>del</strong> dentista. Los pacientes<br />
que sólo acudían a la consulta para someterse a una revisión cerraban los tobillo el sesenta<br />
y ocho por ciento de las veces, en comparación con el noventa y ocho por ciento<br />
que lo hacía cuando el dentista les ponía una inyección.<br />
Hay más gente que cierra los tobillos frente<br />
al inspector de hacienda que frente al dentista.<br />
Nuestro trabajo con funcionarios de policía, aduanas y Hacienda demostró que la mayoría<br />
de la gente que era entrevistada por ellos cerraba lo: tobillos al inicio de la entrevista,<br />
aunque seguramente era más por miedo que por sentimiento de culpa.<br />
Analizamos también la profesión de los recursos humanos y descubrimos que la mayoría<br />
de los entrevistados cierran los tobillos en el transcurso de las entrevistas, indicando con ello<br />
que reprimen una emoción o una actitud. Nierenberg y Calero descubrieron que cuando una<br />
de las partes cierra los tobillos durante un proceso de negociación suele significar que está<br />
reprimiendo una concesión importante. Descubrieron que mediante técnicas de interrogación<br />
podían animarle a abrir los tobillos y revelar esa concesión.<br />
Formular preguntas positivas sobre sus sentimientos<br />
suele llevar a que los demás separen los tobillos<br />
En las fases iniciales <strong>del</strong> estudio <strong>del</strong> cierre de tobillos descubrimos que la formulación de<br />
preguntas llevaba a un éxito relativo (un cuarenta y dos por ciento) en cuanto a que los<br />
entrevistados se relajaran y separaran los tobillos. Descubrimos, sin embargo, que cuando<br />
el entrevistador rodea la mesa ante la que se sienta el entrevistado y se sienta a su lado,<br />
eliminando con ello la barrera de la mesa, el entrevistado suele relajarse y separar los tobillos,<br />
y la conversación adopta un tono abierto y más personal.<br />
Estábamos en la tarea de asesorar a una empresa sobre técnicas de contacto telefónico<br />
con clientes cuando conocimos a un hombre que tenía el poco envidiable trabajo de cobrar<br />
las deudas de los clientes. Lo observamos realizando diversas llamadas y, a pesar de que su<br />
tono era relajado, nos dimos cuenta de que cuando hablaba con los clientes mantenía<br />
siempre los tobillos juntos debajo de la silla, cosa que no hacía cuando hablaba con nosotros.<br />
Cuando le preguntamos si le gustaba su trabajo, nos respondió: «¡Está bien! Es divertido».<br />
Aquella afirmación, sin embargo, era inconsistente con las señales no verbales<br />
que emitía, aunque parecía y sonaba convincente. «¿Está seguro?», le preguntamos. Hizo<br />
una breve pausa, separó los tobillos y, mostrando las palmas de las manos dijo: «¡La verdad<br />
es que me vuelve loco!». Explicó que recibía varias llamadas al día de clientes maleducados<br />
o agresivos y que había practicado el arte de reprimir sus emociones para no comunicarlas a<br />
los clientes. Grabamos también imágenes de vendedores a quienes no les gusta utilizar el<br />
teléfono y que suelen sentarse con la posición de los tobillos cerrados.<br />
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