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Pease-Allan El lenguaje del-Cuerpo1

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Las mujeres se acercan algo más las unas a las otras,<br />

se miran y se tocan más que los hombres entre ellos.<br />

Si quiere que la gente se sienta a gusto a su alrededor, aplique la regla de oro de «mantener<br />

las distancias». Cuanto más íntima es nuestra relación con los demás, más nos permitirán<br />

adentrarnos en sus zonas. Por ejemplo, un nuevo empleado puede sentir de entrada<br />

que los demás se muestran fríos con él, cuando lo único que hacen es mantenerlo en la zona<br />

social hasta conocerlo mejor. A medida que vayan conociéndolo mejor, la distancia entre<br />

ellos irá disminuyendo hasta que, finalmente, obtiene el permiso para pasar a sus zonas<br />

personales y, en algunos casos, a sus zonas íntimas.<br />

¿Quién avanza sobre quién?<br />

La distancia entre las caderas de dos personas que se abrazan da pistas sobre la relación<br />

existente entre ellas. Los amantes presionan sus cuerpos y se mueven en las mutuas zonas<br />

íntimas. Esto no tiene nada que ver con el beso que podamos recibir de un desconocido el<br />

día de Noche Vieja, <strong>del</strong> mejor amigo de su esposa o de la vieja tía Esther, ya que todos ellos<br />

mantienen su zona pélvica a más de quince centímetros de distancia de usted.<br />

Una de las excepciones a la regla de distancia e intimidad se produce cuando la distancia<br />

espacial se basa en la posición social de una persona. Por ejemplo, el director general de una<br />

empresa puede ser el compañero de pesca de fin de semana de uno de sus subordinados y<br />

cuando van a pescar pueden moverse dentro de las respectivas zonas intimas o personales.<br />

En la oficina, sin embargo, el director general mantiene a su compañero de pesca a la distancia<br />

social necesaria para conservar las reglas <strong>del</strong> código no escrito de los estratos sociales.<br />

¿Por qué odiamos subir en ascensores?<br />

Las multitudes que se acumulan en conciertos, cines, trenes o autobuses dan como resultado<br />

una intrusión inevitable en las zonas íntimas de los demás y es fascinante observar las<br />

reacciones de la gente. Existe una lista de reglas no escritas que la mayoría de las culturas<br />

sigue rígidamente cuando se enfrenta a una situación de multitudes, como un ascensor<br />

abarrotado, la cola en una tienda o un transporte público.<br />

Estas son las reglas <strong>del</strong> ascensor:<br />

1. No hablar con nadie, ni con los que conocemos.<br />

2. Evitar en todo momento el contacto visual con los demás.<br />

3. Mantener la «cara de póquer»: no se permite demostrar ningún tipo de emoción.<br />

4. Si llevamos un libro o un periódico, simular estar profundamente inmerso en su<br />

lectura.<br />

5. En multitudes de tamaño grande no se permite ningún movimiento corporal.<br />

6. Observar, en todo momento, cómo los números de los pisos van cambiando.<br />

Este comportamiento recibe el nombre de «máscara» y es común en todas partes. Se<br />

trata, simplemente, <strong>del</strong> intento de esconder las emociones a los demás poniéndonos una<br />

máscara de neutralidad.<br />

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