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1. La zona íntima: entre quince y cuarenta y cinco centímetros. De todas las distancias<br />
zonales es, de lejos, la más importante, y es la zona que la persona guarda<br />
como si fuera de su propiedad. Sólo pueden entrar en ella las personas emocionalmente<br />
más cercanas a nosotros es decir, amantes, padres, pareja, hijos, amigos<br />
íntimos y familiares, y las mascotas. Existe una subzona que se extiende hasta<br />
quince centímetros <strong>del</strong> cuerpo a la que se accede únicamente durante los momentos<br />
de contacto físico íntimo. Es la zona íntima más cerrada.<br />
2. La zona personal: entre cuarenta y seis y ciento veintidós centímetros. Es la<br />
distancia a la que nos mantenemos de los demás en fiestas de amistades, fiestas de<br />
trabajo, actos sociales y reuniones con amigos.<br />
3. La zona social: entre ciento veintidós y trescientos sesenta centímetros. Es la<br />
distancia a la que nos mantenemos de los desconocidos, <strong>del</strong> fontanero o <strong>del</strong> carpintero<br />
que viene a realizar algún trabajo en casa, <strong>del</strong> cartero, <strong>del</strong> tendero, <strong>del</strong><br />
nuevo empleado y de las personas a las que no conocemos muy bien.<br />
4. La zona pública: es superior a los trescientos sesenta centímetros. Siempre que<br />
nos enfrentamos a un grupo numeroso de gente, es la distancia en la que nos<br />
sentimos más cómodos.<br />
Todas estas distancias tienden a reducirse entre dos mujeres y aumentan entre dos hombres<br />
Aplicaciones prácticas de las distancias zonales<br />
Una persona puede entrar en nuestra zona íntima (entre quince y cuarenta y cinco centímetros)<br />
por una de estas dos razones: en primer lugar, porque el intruso es un familiar o un<br />
amigo íntimo, o porque está realizando algún tipo de avance sexual; en segundo lugar,<br />
porque el intruso es una persona hostil a punto de atacar. Aunque toleramos que desconocidos<br />
se adentren en nuestras zonas social y personal, la intrusión de un desconocido en<br />
nuestra zona íntima provoca cambios físicos en nuestro cuerpo. <strong>El</strong> corazón bombea con más<br />
fuerza, la adrenalina fluye dentro de las venas y la sangre bombea hacia el cerebro y los<br />
músculos para prepararse físicamente para una posible situación de lucha o huida.<br />
Esto significa que rodear con el brazo, de un modo amistoso, a alguien que acabamos de<br />
conocer puede dar como resultado que esa persona experimente sentimientos negativos<br />
hacia nosotros, a pesar de que sonría y parezca sentirse a gusto (lo hace por no ofendernos).<br />
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