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Pease-Allan El lenguaje del-Cuerpo1

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las que nos sentimos cómodos hablando, hay otras que nos hacen sentir incómodos o no nos<br />

parecen de fiar. De entrada, esto tiene que ver con el tiempo que se pasan mirándonos o con<br />

el tiempo que nos sostienen la mirada.<br />

Michael Argyle, pionero británico de la psicología social y de las habilidades de comunicación<br />

no verbal, descubrió que cuando los occidentales conversan, pasan como media<br />

un sesenta y uno por ciento <strong>del</strong> tiempo mirándose, dividiéndose esta media general en<br />

un cuarenta y uno por ciento de miradas mientras hablan, un setenta y cinco por ciento<br />

mientras escuchan y un treinta y uno por ciento intercambiando miradas. La duración media<br />

de la mirada quedó registrada en 2,95 segundos y la duración de un intercambio de<br />

miradas en 1,18 segundos. Nosotros descubrimos que la cantidad de contacto visual en una<br />

conversación típica oscila entre el veinticinco y el cien por cien, dependiendo de quién<br />

habla y a qué cultura pertenece. Cuando hablamos, mantenemos entre un cuarenta y un<br />

sesenta por ciento de contacto visual, mientras que cuando escuchamos, la media de contacto<br />

visual es <strong>del</strong> ochenta por ciento. La destacada excepción a la regla la encontramos en<br />

Japón y en algunas culturas asiáticas y sudamericanas donde el contacto visual prolongado<br />

se considera agresivo o irrespetuoso. Los japoneses tienden a apartar la vista o al mirar a la<br />

garganta, lo que puede resultar desconcertante para occidentales sin experiencia.<br />

Argyle descubrió que cuando a la persona A le gusta la persona B, la persona A mira<br />

mucho a la B. Esto lleva a la persona B a pensar que le gusta a la persona A, de modo que la<br />

persona B responderá mostrando también su agrado hacia la persona A. Es decir, que en la<br />

mayoría de las culturas, cuando se produce un encuentro y se pretende establecer buenas<br />

relaciones, las miradas deberían encontrarse durante un sesenta o un setenta por ciento <strong>del</strong><br />

tiempo de duración <strong>del</strong> encuentro. No es de sorprender, por lo tanto, la poca confianza que<br />

inspira la persona nerviosa y tímida que cruza la mirada con su interlocutor menos de una<br />

tercera parte <strong>del</strong> tiempo de duración <strong>del</strong> encuentro. Esta es la razón por la cual en las negociaciones<br />

es importante evitar las gafas oscuras, pues podrían crear en el interlocutor la<br />

sensación de que estamos mirándolo fijamente o que intentamos evitarlo.<br />

Se casó con ella por su aspecto, pero no por el aspecto que está mostrándole últimamente.<br />

Igual que sucede con la mayor parte <strong>del</strong> <strong>lenguaje</strong> <strong>del</strong> cuerpo y de los gestos, la duración<br />

de las miradas puede venir culturalmente determinada. Asegúrese en todo momento de<br />

tener en cuenta las circunstancias culturales antes de extraer conclusiones. La mejor regla a<br />

seguir cuando se viaja a lugares como Japón, es tratar de imitar el tiempo de mirada que<br />

utilizan los nativos <strong>del</strong> país.<br />

Cuando dos personas se conocen y establecen contacto visual por primera vez, la primera<br />

en apartar la vista suele ser la persona subordinada. Esto significa que no apartar la<br />

vista es una manera sutil de desafiar una opinión o un punto de vista o de mostrar<br />

desacuerdo con los mismos. Cuando la otra persona ostenta un estatus superior (por ejemplo,<br />

cuando esa persona es nuestro jefe), el hecho de mantener la mirada durante unos<br />

segundos más de lo que normalmente sería aceptable, podría enviar un claro mensaje de<br />

desacuerdo. No es buena idea hacerlo regularmente con el jefe si se desea conservar el<br />

puesto de trabajo.<br />

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