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Pease-Allan El lenguaje del-Cuerpo1

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que además explica muy bien por qué hay personas que recurren al<br />

gesto de tirar <strong>del</strong> cuello de la camisa cuando mienten y sospechan<br />

que las han pillado. <strong>El</strong> aumento de la presión sanguínea que provoca<br />

la mentira hace que el cuello sude cuando la persona que<br />

miente tiene la sensación de que su interlocutor sospecha que no<br />

está diciendo la verdad.<br />

Se produce también cuando una persona se enfada o se<br />

siente frustrada y necesita alejar el cuello de la camisa <strong>del</strong> cuello<br />

para que circule el aire fresco. Siempre que vea que alguien utiliza<br />

este gesto, pregúntele: «¿Podría, por favor, repetirme lo que acaba<br />

de decir?» o «¿Podría, por favor, aclararme este punto?». Con ello<br />

puede conseguir que el mentiroso en potencia decida abandonar su juego.<br />

8. Los dedos en la boca<br />

Se trata de un intento inconsciente de volver a la seguridad <strong>del</strong> niño que se alimentaba <strong>del</strong><br />

pecho de su madre y se produce cuando una persona se siente bajo presión. <strong>El</strong> niño sustituye<br />

el pulgar o una manta por el pecho de su madre y, de adulto, se lleva los dedos a la boca y<br />

chupa cigarrillos, pipas, bolígrafos, gafas y chicles.<br />

La mayoría de gestos de llevarse la mano a la boca pueden relacionarse con la mentira o<br />

el engaño, pero el gesto de los dedos en la boca indica, claramente, una necesidad interna de<br />

confianza. Por tanto, resulta positivo dar a esa persona garantías y confianza.<br />

Gestos de evaluación y procrastinación<br />

Se dice que el buen orador es aquel que conoce por «instinto» cuándo su público está interesado<br />

por lo que está diciendo y cuándo ha oído ya demasiado. Un buen vendedor intuye<br />

cuándo está tocando la «tecla sensible» <strong>del</strong> cliente y descubre el verdadero interés <strong>del</strong><br />

comprador. Todo aquel que da un discurso conoce la sensación de vacío que se siente<br />

cuando está hablando y el público apenas pregunta y se limita a permanecer sentado mirándolo.<br />

Por suerte, existen diversos gestos de llevarse la mano a la mejilla y llevarse la<br />

mano a la barbilla que pueden utilizarse, a modo de termómetro, para verificar lo «caliente»<br />

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