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Dossier

Esclavos-del-franquismo-Trabajos-forzados_VAL

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ocho. Las 1ª y 6ª trabajaron, fundamentalmente, en el Canal del Bajo Guadalquivir; la 2ª en<br />

las obras del canal de Montijo en Badajoz; las 3ª y 4ª en las localidades toledanas de Talavera<br />

de la Reina y Añover de Tajo encargadas de los trabajos de los canales del Alberche y<br />

Rosarito, en la margen derecha del río Tiétar; la 5ª en Toledo construyó el nuevo edificio para<br />

Academia de Infantería; la 7ª efectuó diversos encargos del Instituto Nacional de<br />

Colonización en Aragón y Cataluña y la 8ª en las obras del ferrocarril minero de Samper de<br />

Calanda a Andorra en la provincia de Teruel. Además, el SCPM disponía unas oficinas que<br />

acogían a los servicios administrativos centrales en Madrid y de un Parque o Almacén<br />

General en la localidad madrileña de Alcalá de Henares (16) .<br />

Los 29 penados que entraron a trabajar en enero de1940, eran más de 5000 a<br />

mediados de 1943. Después, el número fue disminuyendo hasta llegar a ser en 1953 menos de<br />

20 y, en noviembre de 1957 sólo cuatro (17) . Sin embargo, el SCPM no detuvo sus trabajos.<br />

Los presos fueron sustituidos por trabajadores “libres”. Los “libertos” en argot, que, como<br />

indica el término, en muchas ocasiones, eran los mismos que hasta entonces habían redimido<br />

pena. Presos que tenían los más variados oficios. Todos ellos necesarios para el tipo de obras<br />

que realizaba el Servicio. Así había ingenieros, arquitectos, peritos, topógrafos, médicos,<br />

farmacéuticos, practicantes, contables, capataces, listeros, carpinteros, herreros, electricistas,<br />

hormigoneros y, sobre todo, peones (18) .<br />

Era un inmenso negocio que movía cientos de millones de pesetas y que, en 1957, era<br />

en realidad<br />

“(…) un organismo ejecutor de obras del Estado, sin concurrir a subasta ni concurso, y<br />

que viene realizando aquellas que no interesan mayormente a los contratistas privados” (19) .<br />

Hecho que no obviaba que, en numerosas ocasiones, parte de estas obras adjudicadas<br />

de forma directa, “por administración” fueran subcontratadas a empresas privadas. Es lo que<br />

ocurrió con la empresa “Construcciones Gil Grávalos” en la provincia de Sevilla. Aunque,<br />

mientras que hubo un número suficiente de penados, éstos fueron preferidos porque, como se<br />

escribió para el Canal del Bajo Guadalquivir, su rendimiento solía superar al de los obreros<br />

contratados (20) .<br />

Máximos rendimientos y beneficios. A las prerrogativas que el SCPM tenía por ley,<br />

como las de que se le adjudicaran las obras que se creían convenientes o la autorización para<br />

funcionar como cualquier otra empresa privada, hay que sumar el sistema de financiación.<br />

Como se ha dicho, el personal penado era pagado por el ministerio de Justicia y el del<br />

Ejército se hacía cargo de los haberes de los oficiales y soldados destacados en las<br />

agrupaciones. El SCPM debía hacer frente al alojamiento y mantenimiento de los batallones<br />

de las agrupaciones. Para ello, el precio de la contrata era aumentado en un 16%. La mitad<br />

para hacer frente a estos gastos y la otra mitad para atender a los gastos originados por las<br />

remuneraciones para las direcciones y mutualidad de Obras Públicas, investigación y gastos<br />

generales. Lo que no obviaba que en caso de que hubiera que ajustar los precios acordados<br />

con el coste real de las obras se redactara el oportuno “reformado de precios”.<br />

Existe una fecha clave en la vida del SCPM: el año 1943. Hasta esa fecha los consejos<br />

de guerra habían proporcionado la posibilidad a casi catorce mil condenados tanto de escapar<br />

a las lamentables condiciones de vida en las cárceles, como de conseguir la reducción de las

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