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El duende quiso madrugar. nº 6

Mis más cordiales saludos al lector, que acoge con paciencia estas páginas cargadas de cultura, por parte de los grande autores reconocidos históricamente, y también de opinión de un servidor que, una vez más, dice lo que siente, y siente lo que dice.

Mis más cordiales saludos al lector, que acoge con paciencia estas páginas cargadas de cultura, por parte de los grande autores reconocidos históricamente, y también de opinión de un servidor que, una vez más, dice lo que siente, y siente lo que dice.

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EL DUENDE QUISO<br />

MADRUGAR<br />

Revista Literaria<br />

SEXTO NÚMERO. MARZO 2016.<br />

MARIANO JOSÉ DE LARRA<br />

NOS ENTUSIASMA CON DOS<br />

ARTÍCULOS.<br />

MARZO, EL MES QUE MÁS<br />

CUESTIONA LA BELLEZA.<br />

LA POESÍA DE PETRARCA, LA<br />

INFLUENCIA DEL SONETO.<br />

PRODUCIDO POR<br />

Ejemplar gratuito<br />

Publicado en internet


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VISÍTANOS EN:<br />

PÁGINA 2


EL DUENDE QUISO MADRUGAR<br />

<strong>El</strong> <strong>duende</strong> <strong>quiso</strong> <strong>madrugar</strong><br />

Número quinto. Marzo de 2016.<br />

Publicación de Francisco Javier González de<br />

Córdova.<br />

Es una revista literaria de publicación mensual<br />

de difusión gratuita vía internet.<br />

Esta publicación se terminó de editar el 2 de<br />

marzo de 2016 en Ciudad de México.<br />

<strong>El</strong> contenido de los textos es responsabilidad<br />

del autor, cuya libertad de expresión viene<br />

amparada en la Carta de Derechos Humanos.<br />

Publicación sin fines de lucro. No patrocinada<br />

por ninguna organización o empresa.<br />

PROHIBIDA SU VENTA<br />

Pintura de logotipo: Caprichos de <strong>duende</strong>s y monjes, <strong>nº</strong> 70, de Francisco<br />

de Goya.<br />

Pintura de portada: Las dos Fridas (1939), de Frida Kahlo.<br />

Revista de edición libre para:<br />

http://hamartia-world.blogspot.com.es/<br />

Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative<br />

Commons Atribución-NoComercial-<br />

SinDerivar 4.0 Internacional. Para ver una copia<br />

de esta licencia, visita http://<br />

creativecommons.org/licenses/by-ncnd/4.0/.<br />

PÁGINA 3


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PÁGINA 4


Cuando decidí iniciar esta revista literaria no<br />

sabía hasta dónde podía llegar. Demasiado ambicioso<br />

era el proyecto, al igual que difícil difundirlo como<br />

uno quisiera. Pero no es la fama la finalidad de estas<br />

páginas que, mes tras mes voy publicando para aquellos<br />

lectores a quienes llegan o puedan llegar en un<br />

futuro, si es que el destino lo permite. Todo depende,<br />

finalmente, del destino o el Sino, que no siempre gusta<br />

hablar de los últimos momentos, sino de aquello tan<br />

preciado que también se alcanza en esta vida. Además,<br />

la fama nunca lleva consigo nada bueno. De ella se<br />

nutren los envidiosos, más de su visualización que de<br />

su vivencia; y el que la vive ha de padecer de los malos<br />

pensamientos de quienes la desean. Pero, como todo<br />

en la vida, hay varios caminos por los que se llegan a<br />

ella, desde el trabajo honrado y duro, hasta por venderse<br />

al mejor postor y aceptarla prácticamente regalada.<br />

Mejor es quedarnos como estamos, humildes<br />

pero con la cabeza muy alta. Tal vez no tengamos buenas<br />

expectativas futuras, socialmente hablando, pero<br />

no es una preocupación que nos quite el sueño. En el<br />

trascurso de estas páginas entenderán de lo que les<br />

hablo cuando hago mención a la sociedad. Uno como<br />

editor (si es que se me puede llamar así) espera haber<br />

elegido temas que puedan llamar la atención a un<br />

hipotético lector, si es que los hay. Como autor, uno<br />

escribe, quizás sin la conciencia de un público presente,<br />

pero sólo así se hace posible entregar un alma desnuda,<br />

que también se espera puedan comprender.<br />

No distraeré más al que visita esta revista. Les<br />

dejo un mes más con otro nuevo número y la promesa<br />

de volver renovado en el siguiente.<br />

Mis más cordiales saludos al lector, que acoge<br />

con paciencia estas páginas cargadas de cultura, por<br />

parte de los grande autores reconocidos históricamente,<br />

y también de opinión de un servidor que, una vez<br />

más, dice lo que siente, y siente lo que dice.<br />

Índice<br />

“Lo que no se puede decir, no se debe<br />

decir”, de Mariano José de Larra.<br />

7<br />

Noticias Pifias.<br />

Marzo.<br />

9<br />

10<br />

La gran verdad descubierta, de Mariano<br />

José de Larra.<br />

12<br />

Cuestiones literarias.<br />

Hamartía.<br />

Rincón de la Poesía: Petrarca.<br />

Citas célebres.<br />

Lectura recomendada.<br />

13<br />

15<br />

16<br />

18<br />

19<br />

Francisco Javier González de Córdova<br />

<strong>El</strong> teatro del fin del mundo.<br />

20<br />

PÁGINA 5


Publicidad<br />

PÁGINA 6


MARIANO JOSÉ DE LARRA<br />

Lo que no se puede decir, no se debe decir<br />

por Mariano José de Larra<br />

Hay verdades de verdades, y a imitación<br />

del diplomático de Scribe, podríamos clasificarlas<br />

con mucha razón en dos: la verdad que no es verdad,<br />

y... Dejando a un lado las muchas de esa especie<br />

que en todos los ángulos del mundo pasan<br />

convencionalmente por lo que no son, vamos a la<br />

verdad verdadera, que es indudablemente la contenida<br />

en el epígrafe de este capítulo.<br />

Una cosa aborrezco, pero de ganas, a saber:<br />

esos hombres naturalmente turbulentos que<br />

se alimentan de oposición, a quienes ningún Gobierno<br />

les gusta, ni aun el que tenemos en el día;<br />

hombres que no dan tiempo al tiempo, para quienes<br />

no hay ministro bueno, sobre todo desde que<br />

se ha convenido con ellos en que Calomarde era el<br />

peor de todos; esos hombres que quieren que las<br />

guerras no duren, que se acaben pronto las facciones,<br />

que haya libertad de imprenta, que todos sean<br />

milicianos urbanos... Vaya usted a saber lo que<br />

quieren esos hombres. ¿No es un horror?<br />

Yo no. Dios me libre. <strong>El</strong> hombre ha de ser<br />

dócil y sumiso, y cuando está sobre todo en la clase<br />

de los súbditos, ¿qué quiere decir esa petulancia<br />

de juzgar a los que le gobiernan? ¿No es esto la<br />

débil y mezquina criatura pidiendo cuentas a su<br />

Criador?<br />

La ley, señor, la ley. Clara está y terminante,<br />

impresa y todo: no es decir que se la dan a<br />

uno de tapadillo. Ése es mi norte. Cójame Zumalacárregui,<br />

si se me ve jamás separarme un ápice<br />

de la ley.<br />

Quiero hacer un artículo, por ejemplo.<br />

No quiero que me lo prohíban, aunque no sea más<br />

que por no hacer dos en vez de uno. ¿Y qué hace<br />

usted?, me dirán esos perturbadores que tienen<br />

siempre la anarquía entre los dedos para soltársela<br />

encima al primer ministro que trasluzcan, ¿qué hace<br />

usted para que no se lo prohíban?<br />

¡Qué he de hacer, hombres exigentes! Nada:<br />

lo que debe hacer un escritor independiente en<br />

tiempos como estos de independencia. Empiezo por<br />

poner al frente de mi artículo, para que me sirva de<br />

eterno recuerdo: «Lo que no se puede decir, no se<br />

debe decir». Sentada en el papel esta provechosa<br />

verdad, que es la verdadera, abro el reglamento de<br />

censura: no me pongo a criticarlo, ¡nada de eso!, no<br />

me compete. Sea reglamento o no sea reglamento,<br />

cierro los ojos, y venero la ley, y la bendigo, que es<br />

más. Y continúo: «Artículo 12. No permitirán los<br />

censores que se inserten en los periódicos:<br />

»Primero: artículos en que viertan máximas<br />

o doctrinas que conspiren a destruir o alterar la religión,<br />

el respeto a los derechos y prerrogativas del<br />

trono, el Estatuto Real y demás leyes fundamentales<br />

de la Monarquía».<br />

Esto dice la ley. Ahora bien: doy el caso que<br />

me ocurra una idea que conspira a destruir la religión.<br />

La callo, no la escribo, me la como. Éste es el<br />

modo.<br />

No digo nada del respeto a los derechos y<br />

prerrogativas del trono, el Estatuto, etc., etc. ¿Si les<br />

parecerá a esos hombres de oposición que no me<br />

ocurre nada sobre esto? Pues se equivocan, ni cómo<br />

he de impedir yo que me ocurran los mayores disparates<br />

del mundo. Ya se ve que me ocurriría entrar<br />

en el examen de ese respeto, y que me ocurriría<br />

investigar los fundamentos de todas las cosas más<br />

fundamentales. Pero me llamo aparte, y digo para<br />

mí: ¿No está clara la ley? Pues punto en boca. Es<br />

verdad que me ocurrió; pero la ley no condena ocurrencia<br />

alguna. Ahora, en cuanto a escribirlo, ¿no<br />

fuera una necedad? No pasaría. Callo, pues; no lo<br />

PÁGINA 7


pongo, y no me lo prohíben. He aquí el medio<br />

sencillo, sencillísimo. Los escritores, por otra parte,<br />

debemos dar el ejemplo de la sumisión. O es<br />

ley, o no es ley. ¡Mal haya los descontentadizos!<br />

¡Mal haya esa funesta oposición! ¿No es buena<br />

manía la de oponerse a todo, la de querer escribirlo<br />

todo?<br />

Que no pasan las «sátiras» e «invectivas»<br />

contra la autoridad; pues no se ponen tales sátiras<br />

ni invectivas. Que las prohíben, aunque se<br />

«disfracen» con «alusiones» o «alegorías». Pues no<br />

se disfrazan. Así como así, ¡no parece sino que es<br />

cosa fácil inventar las tales alusiones y alegorías!<br />

Hecho mi examen de la ley, voy a ver mi<br />

artículo; con el reglamento de censura a la vista, con<br />

la intención que me asiste, no puedo haberlo infringido.<br />

Examino mi papel; no he escrito nada, no he<br />

hecho artículo, es verdad. Pero en cambio he cumplido<br />

con la ley. Este será eternamente mi sistema;<br />

buen ciudadano, respetaré el látigo que me gobierna,<br />

y concluiré siempre diciendo: «Lo que no se<br />

puede decir, no se debe decir».<br />

Octubre de 1834.<br />

Publicado en la Colección de 1835.<br />

Los «escritos injuriosos» están en el mismo<br />

caso, aun cuando vayan con «anagramas» o en<br />

otra cualquiera forma, «siempre que los censores<br />

se convenzan de que se alude a personas determinadas».<br />

En buen hora; voy a escribir ya; pero llego<br />

a este párrafo y no escribo. Que no es injurioso,<br />

que no es libelo, que no pongo anagrama. No importa;<br />

puede convencerse el censor de que se alude,<br />

aunque no se aluda. ¿Cómo haré, pues, que el<br />

censor no se convenza? Gran trabajo: no escribo<br />

nada; mejor para mí; mejor para él; mejor para el<br />

Gobierno: que encuentre alusiones en lo que no<br />

escribo. He aquí, he aquí el sistema. He aquí la<br />

gran dificultad por tierra. Desengañémonos: nada<br />

más fácil que obedecer. Pues entonces, ¿en qué se<br />

fundan las quejas? ¡Miserables que somos!<br />

Los «escritos licenciosos», por ejemplo.<br />

¿Y qué son escritos licenciosos? ¿Y qué son costumbres?<br />

Discurro, y a mi primera resolución,<br />

nada escribo; más fácil es no escribir nada, que ir a<br />

averiguarlo.<br />

Buenas ganas se me pasan de injuriar a<br />

algunos «soberanos y gobiernos extranjeros». Pero<br />

¿no lo prohíbe la ley? Pues chitón.<br />

PÁGINA 8


NOTICIAS PIFIAS<br />

PÁGINA 9


ARTÍCULO CRÍTICO<br />

Marzo<br />

Marzo, mes de las flores, no de la belleza<br />

que algunos se van a encargar de desprestigiar.<br />

Iniciará otra primavera sin el florecimiento adecuado,<br />

porque el frío y la oscuridad, una vez más,<br />

se impondrán en una estación que ha perdido fuerza,<br />

y que irá desapareciendo a medida que el ser<br />

humano siga durmiendo. Muchos llegaron a decir<br />

que todos los libros estaban ya escritos, así como<br />

los géneros literarios que en ellos podemos encontrar;<br />

quizás sea cierto y no haya guión nuevo que<br />

podamos descubrir, sobre todo para aquel que<br />

siente haber visto de todo, tanto en literatura como<br />

en la vida diaria, y contando con que siempre<br />

será imposible para el ser humano leerlo todo (al<br />

menos lo bueno), a menos que el todo sea reducido<br />

como redujeron el arte arquitectónico los que<br />

pretenden rehacer la historia de la humanidad.<br />

Cuantos más guiones sociales hemos visto, mejor<br />

podemos distinguir la escasa diferencia que existen<br />

entre ellos. Los discursos en este mundo están tan<br />

repetidos, que sería patético entablarse en la hipocresía<br />

queriendo hacer ver que uno no se enteró<br />

de las intenciones de su interlocutor (ejemplo de<br />

ello es el discurso político que, aún siendo el mismo<br />

de siempre, pero más maquillado, la sociedad<br />

o no quiere o no puede ver que, una vez más, le<br />

están tomando el pelo). Así, la mentira va, como<br />

en velero, con sus velas al viento mostrando una<br />

majestuosidad, a la par que en ese mismo barco,<br />

quien lo mueve, tiene instalado secretamente un<br />

motor eléctrico, y no quiere que sus pasajeros lo<br />

vean, prefiriendo finalmente, entre todos, contemplar<br />

las velas como si fuesen el alma del barco,<br />

en vez de descubrir el verdadero espíritu que le<br />

hace desplazarse.<br />

Quizás estemos rodeados de una sociedad<br />

que prefiere mil veces que le digan mentiras, hasta<br />

el punto de exigirlas, antes de saber la verdad, no<br />

sea que ésta sea más cruda en el despertar que el<br />

sueño de una irrealidad segura, pero no más bella.<br />

Al final la belleza es la gran desconocida del mundo.<br />

No podemos definir la belleza dentro de los<br />

cánones de la moda, tan cambiante y absurda, a la<br />

vez que aceptada por la masa social que cree que<br />

sólo así va de la mano de los últimos tiempos. La<br />

Belleza, expresada en mayúsculas, en su término<br />

más absoluto, no puede cambiar así como nuestra<br />

impresión de las cosas. <strong>El</strong> ser humano cambia<br />

constantemente dada su imperfección. ¿Acaso<br />

cambia Dios con el tiempo, o cambia la idea de<br />

Dios que tiene el ser humano a través de los siglos?<br />

Seguramente, la segunda opción; y creo que<br />

está demás tratar aquí esos cambios y los intereses<br />

políticos y económicos que habría detrás de ellos,<br />

como hablar de las instituciones que estaban o<br />

están detrás de los procedimientos del cambio y<br />

sus intereses socio-económicos al respecto.<br />

No, Dios no puede cambiar, como tampoco<br />

cambian las ideas del Bien y el Mal, pero sí<br />

las formas de proceder ante ciertos hechos relacionados<br />

con ellas. Tampoco tiene sentido la explicación<br />

de la transición de un dios injusto a un dios<br />

compasivo de un día para otro, como nos cuentan<br />

que sucedió en el año cero. <strong>El</strong> Bien siempre fue y<br />

será el Bien, y actuó y actuará así eternamente. No<br />

podemos creer que fuese con la venida de Jesucristo<br />

a la tierra que ya se empezó a perdonar los<br />

pecados y construyó un Cielo que albergaría las<br />

almas buenas. Si eso nos ha contado la historia del<br />

cristianismo lo debemos entender como una forma<br />

de romper con la creencia romana politeísta, para<br />

dejar paso a una comunidad que cada vez se volvía<br />

más poderosa y ponía en peligro los intereses del<br />

Imperio Romano. Si queremos entender el porqué<br />

está la sede católica en Roma, debemos atender a<br />

este hecho histórico de la institución de la religión<br />

PÁGINA 10


católica en tiempos del imperio.<br />

Después de la institución católica han surgido<br />

nuevas religiones también cristianas que no<br />

han estado de acuerdo con la anterior, aunque no<br />

podemos asegurar por ello que estén más cercanas<br />

al dios que profesan. Obviamente, la sociedad perteneciente<br />

a una religión, muchas veces no se entera<br />

de lo que se mueve en la religión de otra sociedad,<br />

y viven de la información (que muchas<br />

veces desinforma) que les da los medios de comunicación,<br />

también apegados a sus mismas creencias.<br />

Cuando la mayor parte de los católicos sepan<br />

que el Islam es también una religión de raíces cristianas,<br />

no van a entender la amenaza con que los<br />

medios les han tenido expuesta durante más de<br />

una década. Pero como todo en la vida, quien no<br />

quiere informarse no va a aceptar nunca la verdad,<br />

y por tanto va a caer más fácilmente en los errores<br />

de las malas voluntades, alejándose de ese Bien,<br />

del que están seguros que se basa su religión.<br />

No podemos cambiar la forma de pensar<br />

de la gente, pero menos se puede cambiar el significado<br />

del Bien, aún por mucho que las sociedades<br />

de los distintos tiempos pretendan imponer nuevas<br />

normas. Mientras que para muchos el bien se<br />

halla en la capacidad para aguantar a su prójimo, a<br />

pesar de que el prójimo pueda ser el mayor asesino<br />

de la historia o la peor persona que nos podamos<br />

imaginar; para otros, el Bien consiste en no<br />

aceptar todo lo que el mal se propone. Difíciles<br />

definiciones para un mundo tan falto de ideales e<br />

ideas. Pero no seré yo quien se atreva a dar aquí<br />

las definiciones del bien y del mal, las cuales ya<br />

deberían haber sido aprendidas y aceptadas por la<br />

sociedad; porque una cosa sí es cierta, y es que la<br />

sociedad en que vivimos difícilmente quiere aceptar<br />

las cosas tal y como son, prefiriéndole poner<br />

máscaras a todo lo que le resulta complicado comprender.<br />

Si se lo pueden explicar en programas<br />

televisivos durante, como mucho, dos minutos,<br />

pero siempre acompañado de dibujos, es preferible<br />

por la mayoría a pesar de que lo que expliquen<br />

resulte lo contrario a lo que es realmente.<br />

Por todo lo anterior, está más difícil ver la<br />

Belleza, o las sombras de ésta, en nuestro mundo.<br />

En muchos países, es marzo el mes donde se proyecta<br />

esta Belleza, a través de la venida de la primavera,<br />

también conocido como “mes de las flores”.<br />

En una idea simple, a la vez que compleja,<br />

nos centraremos: lo bello es esencialmente bueno;<br />

idea platónica que muchas personas no llegarán a<br />

entender por el simple hecho de que no comprenden<br />

ni lo bello ni lo bueno. Muchos religiosos,<br />

durante el siglo XX y este siglo XXI, nos llevan<br />

diciendo que este mundo es propiedad del mal, de<br />

ahí la lucha que el ser humano ha de hacer para<br />

que venza el bien, y éste se haga presente en una<br />

realidad llena de fealdad y maldad; es una lucha<br />

apocalíptica en la que, según las escrituras, el fin<br />

está escrito, siendo la victoria del Bien el resultado<br />

final de este mundo y el inicio de una nueva era<br />

sin la presencia del mal. Tengamos por seguro que<br />

ese nuevo mundo nunca se podrá dar en esta realidad<br />

sensible, al mismo tiempo que imperfecta.<br />

Quizás la Belleza no esté nunca al alcance<br />

del ser humano, ya sea porque no se la merezca o,<br />

simplemente, no sepa apreciarla (pudiendo significar<br />

esto que sí la tiene al alcance, pero no la ve,<br />

porque sus ojos no están hechos para ver más allá<br />

de sus narices). Otro supuesto sería que sólo lo<br />

bueno contempla o atrae a lo bello; de ahí la explicación<br />

de las visiones místicas. Tampoco podemos<br />

ser muy radicales en estos aspectos, y debemos<br />

aceptar la medianía, así como los regalos divinos<br />

que consiguen que un corazón no tan noble pueda<br />

ver en algún momento de su vida la contemplación<br />

de la Belleza, que tal vez lo purifique, si es<br />

que consigue entender lo que ve. Bienaventurados<br />

son los que contemplan lo Bello, porque a ellos les<br />

ha hablado Dios.<br />

Francisco Javier González de Córdova<br />

PÁGINA 11


MARIANO JOSÉ DE LARRA<br />

La gran verdad descubierta<br />

por Mariano José de Larra<br />

Dirán que los grandes trastornos políticos<br />

no sirven para nada. ¡Mentira! ¡Atroz mentira!<br />

Del choque de las cosas y de las opiniones nace la<br />

verdad. De dos días de discusión nace un principio<br />

nuevo y luminoso. ¿Saben ustedes lo que se ha<br />

descubierto en España, en Madrid, ahora, hace<br />

poco, hace dos días no más? Se ha descubierto, se<br />

ha decidido, se ha determinado que «la ley protege<br />

y asegura la libertad individual». Cosa recóndita,<br />

de nadie sabida, ni nunca sospechada. Han sido<br />

precisos todos los sucesos de La Granja, la caída<br />

de tres ministerios, una amnistía, la vuelta de todos<br />

los emigrados, la rebelión de un «mal aconsejado<br />

príncipe», una Cuádruple Alianza, una guerra<br />

en Vizcaya, una jura, una proclamación, un Estatuto,<br />

unas leyes fundamentales resucitadas en traje<br />

de Próceres, una representación nacional, dos estamentos,<br />

dos discusiones, una corrección ministerial,<br />

un empate y la reserva de un voto importante,<br />

que no hacía falta, para sacar del fondo del<br />

arca política la gran verdad de que «la ley protege<br />

y asegura la libertad individual». Pero ahora ya lo<br />

sabemos. «Girolamo, lo sappiamo», responderá alguno.<br />

«Sappete un!!!» Ahora es, y no antes, cuando<br />

verdaderamente lo sabemos, y ya nunca se nos<br />

olvidará.<br />

¡Que nos quiten esa ventaja! A un dos por<br />

tres descubrió Copérnico que la Tierra es la que<br />

gira; en un abrir y cerrar de ojos descubrió Gassendi<br />

la gravedad de los cuerpos; Newton halló su<br />

prisma en un mal vidrio; Linneo encontró los<br />

sexos de las plantas entre rama y rama. Pero han<br />

sido necesarios siglos de opresión y una corrección<br />

ministerial para descubrir que la ley protege y asegura<br />

algo. He aquí la diferencia que hay de las verdades<br />

físicas a las verdades políticas: aquéllas suelen<br />

encontrarse detrás de una mata; éstas están<br />

siglos enteros agazapadas detrás de una corrección<br />

ministerial. Ábrase la discusión, discútase el punto,<br />

pronúnciese la modificación ministerial, et<br />

voilà la vérité, que salta como un chorro, y salpica a<br />

los circunstantes. ¡Uf! «La ley protege y asegura la<br />

libertad individual.» Luego que esto esté escrito y<br />

sancionado, ya quisiera yo saber quién es el que no<br />

anda derecho. ¿Qué ladrón vuelve a robar, qué<br />

asesino mata, qué facción vuelve a levantar cabeza,<br />

y qué carlista, en fin, no se apea de su destino? La<br />

discusión, la discusión; he aquí el secreto. «La ley<br />

protege», es decir, que la ley no es cosa mala, como<br />

se había creído hasta ahora; «la ley», por último,<br />

he aquí la gran verdad escondida. Loor a la<br />

revolución, loor a las discusiones largas y peliagudas,<br />

loor a las correcciones ministeriales, y loor en<br />

fin, para siempre, y más loor a la gran verdad descubierta.<br />

Revista Española, n.º 332,<br />

16 de septiembre de 1834.<br />

Firmado: Fígaro.<br />

PÁGINA 12


CUESTIONES LITERARIAS<br />

La comprensión lectora: ¿Sabemos lo que leemos?<br />

Una y otra vez los docentes subrayamos la importancia que tiene la lectura, tanto en los alumnos<br />

como en la gente en general. Sólo con un amplio prisma literario se puede alcanzar la crítica necesaria para<br />

determinar el tipo de libro que llega a nuestras manos; en definitiva, si estamos ante una obra buena o mala.<br />

En lo personal, no veo motivo de vergüenza admitir que hemos leído una mala obra; lo importante,<br />

como ya mencioné antes, es estar capacitados para distinguirla. Es normal que cuando el lector está<br />

iniciando su andadura por el fantástico mundo de la literatura se cruce con una mala obra a la que pueda<br />

incluso valorar positivamente por el único hecho de que le ha mantenido entretenido. Pero en lo general,<br />

cuando se comienza a leer las grandes obras, uno se suele dar cuenta del nivel de enseñanza que ésta suele<br />

transmitir; porque eso es lo que tienen las grandes obras, que se vuelven inolvidables en nuestras vidas,<br />

pasando a través de los tiempos y siendo valoradas cientos de años después por un nuevo público.<br />

Desgraciadamente, en la actualidad, estamos en un momento cultural de nivel lo suficientemente<br />

bajo para que algunos escritores utilicen sus artes “pícaras” (por llamarlo de una forma agradable), haciendo<br />

un uso del lenguaje y el símbolo que muchos jóvenes, por su nivel bajo cultural, no atiende a comprender.<br />

Una de estas obras ha sido recientemente un bestseller en España y, si no me equivoco, en algunos<br />

otros países de habla castellana; se trata de la novela Si tú me dices ven lo dejo todo… pero dime ven, de<br />

Albert Espinosa. Muchos lectores, de los cuales la mayoría son adolescentes, han hecho una crítica de la<br />

misma donde puntualizan el alto nivel espiritual y de superación que presenta el autor; mientras una mayoría<br />

de detractores lo han calificado como “débil” o que esperaban más de él (incluso algunos de éstos,<br />

que desaprueban los escritos de Coelho, llegan a comparar despectivamente este libro de Espinosa con los<br />

del mencionado autor brasileño).<br />

Tenemos, por otro lado, la crítica periodística, la cual no ha querido entrar en un análisis de esta<br />

obra, ya sea por los intereses creados en torno a ésta (como el análisis sociológico de nuestra sociedad de<br />

lectores, basado en su nivel cultural), o con el fin de que se incrementen las ganancias de dicha obra (al<br />

margen de la polémica, que entre líneas de la misma, el autor se expone a ser altamente censurado). Sea<br />

respeto al autor o táctica periodística, sólo muy pocos lectores se han atrevido o han sido capaces de escribir<br />

sin tapujos el verdadero sentido de Espinosa en este libro, el cual, como maña o sin ella, ha hecho ver<br />

que la cultura española necesita urgentemente ser reparada para mostrar al mundo que realmente somos<br />

capaces de llevar un país a la cumbre, borrando el fantasma que repite constantemente la terrible fórmula<br />

del “tenemos lo que nos merecemos”.<br />

Seré breve con respecto al tema principal de esta obra de Espinosa, Si tú me dices ven lo dejo<br />

todo… pero dime ven, en la cual, muchos lectores, a pesar de que han leído la pista que deja el autor al<br />

final del libro, no se muestran capacitados para encontrarle sentido en el mismo. <strong>El</strong> tema de fondo es la<br />

pederastia y las relaciones homosexuales entre un joven muchacho (que actúa como protagonista de la<br />

obra) y sus descubrimientos y prácticas sexuales desde que descubre su homosexualidad, hasta practicarla<br />

con otros menores una vez que se hace adulto. <strong>El</strong> autor juega con los símbolos fálicos de los faros para darle<br />

un toque nostálgico, e incluso romántico, que muchos lectores no han sabido apreciar. Su simbolismo<br />

consigue burlar al lector, haciéndole creer que está ante un libro de superación personal, cuando realmente<br />

está ante una obra que expresa una acción sexual continua, donde el terrible tema de la pederastia es el<br />

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máximo tema, así como el descubrimiento de la homosexualidad en la adolescencia. Unos pueden ver una<br />

obra terrorífica por estos aspectos que maneja su autor tan sutilmente, pero sinceramente hay que alabar<br />

sin duda la capacidad a la que lleva a burlarse de muchos lectores, mostrando la incapacidad de miles de<br />

ellos al no saber apreciar, ni con las pista al final de la novela, el tema principal de la misma.<br />

He aquí la importancia de influir en la sociedad para que lea y sepa apreciar, con una mirada crítica<br />

elevada, toda obra que se les presente en sus manos. No siempre los bestseller que nos lleguen van a ser<br />

buenas obras literarias (si no, el tiempo lo dirá). Así que mi consejo se limita en apoyarles a que sigan leyendo<br />

mucho, y que de vez en cuando se acuerden de que existen los clásicos, aquellos libros que han perdurado<br />

a través de décadas porque están reconocidos por muchas sociedades como verdaderas obras maestras.<br />

Os aseguro que muchos de estos libros sirven como aprendizaje para la vida y para reconocer ante sí<br />

una verdadera obra literaria cuando llega a nuestras manos.<br />

Francisco Javier González de Córdova<br />

Publicado en Rincón Filológico,<br />

el 14 de febrero de 2014.<br />

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RINCÓN DE LA POESÍA<br />

FRANCESCO PETRARCA<br />

Francesco Petrarca (Arezzo, 20 de julio de 1304 – Arquà Petrarca, Padua, 19 de julio de 1374) fue un<br />

lírico y humanista italiano, cuya poesía dio lugar a una corriente literaria que influyó en autores como Garcilaso<br />

de la Vega (en España), William Shakespeare y Edmund Spenser (en Inglaterra), bajo el sobrenombre<br />

genérico de Petrarquismo. Tan influyente como las nuevas formas y temas que trajo a la poesía, fue su<br />

concepción humanista, con la que intentó armonizar el legado grecolatino con las ideas del Cristianismo.<br />

Por otro lado, Petrarca predicó la unión de toda Italia para recuperar la grandeza que había tenido en la<br />

época del Imperio romano.<br />

Fuente: Wikipedia.<br />

Los que, en mis rimas sueltas, el sonido<br />

oís del suspirar que alimentaba<br />

al joven corazón que desvariaba<br />

cuando era otro hombre del que luego he sido;<br />

del vario estilo con que me he dolido<br />

cuando a esperanzas vanas me entregaba,<br />

si alguno de saber de amor se alaba,<br />

tanta piedad como perdón le pido.<br />

Que anduve en boca de la gente siento<br />

mucho tiempo y, así, frecuentemente<br />

me advierto avergonzado y me confundo;<br />

y que es vergüenza, y loco sentimiento,<br />

el fruto de mi amor é claramente,<br />

y breve sueño cuanto place al mundo.<br />

**********<br />

Amor lloraba, y yo con él gemía,<br />

del cual mis pasos nunca andan lejanos,<br />

viendo, por los efectos inhumanos,<br />

que vuestra alma sus nudos deshacía.<br />

Ahora que al buen camino Dios os guía,<br />

con fervor alzo al cielo mis dos manos<br />

y doy gracias al ver que los humanos<br />

ruegos justos escucha, y gracia envía.<br />

Y si, tornando a la amorosa vida,<br />

por alejaros del deseo hermoso,<br />

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foso o lomas halláis en el sendero,<br />

es para demostrar que es espinoso,<br />

y que es alpestre y dura la subida<br />

que conduce hacia el bien más verdadero.<br />

**********<br />

Mis venturas se acercan lentamente,<br />

dudando espero, el ansia en mí renace,<br />

y aguardar y apartarme me desplace,<br />

pues se van, como el tigre, velozmente.<br />

Ay de mí, nieve habrá negra y caliente,<br />

sierras con peces, mar que olas no hace,<br />

y el sol se acostará por donde nace<br />

Eufrate y Tigris de una misma fuente,<br />

antes que ella una tregua, o paz, me ofrezca,<br />

o Amor otro uso enseñe a mi señora,<br />

que en contra mía ya han pactado alianza:<br />

que si algo hay dulce, tras la amarga hora,<br />

hace el desdén que el gusto desfallezca;<br />

y de sus gracias nada más me alcanza.<br />

**********<br />

En la muerte de Laura<br />

Sus ojos que canté amorosamente,<br />

su cuerpo hermoso que adoré constante,<br />

y que vivir me hiciera tan distante<br />

de mí mismo, y huyendo de la gente,<br />

Su cabellera de oro reluciente,<br />

la risa de su angélico semblante<br />

que hizo la tierra al cielo semejante,<br />

¡poco polvo son ya que nada siente!<br />

¡Y sin embargo vivo todavía!<br />

A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,<br />

surca mi nave la extensión vacía...<br />

Aquí termine mi amoroso canto:<br />

seca la fuente está de mi alegría,<br />

mi lira yace convertida en llanto.<br />

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CITAS CÉLEBRES<br />

“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”.<br />

PABLO NERUDA<br />

“En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche,<br />

viene una aurora sonriente”.<br />

KHALIL GIBRAN<br />

“La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida. En la primavera de la<br />

juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en<br />

el invierno de la vejez, y por último, en la hora de la muerte”.<br />

JUAN PABLO II<br />

“Cual la generación de las hojas, así la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el<br />

suelo, y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una<br />

generación humana nace y otra perece”.<br />

HOMERO<br />

“Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas”.<br />

BLAISE PASCAL<br />

“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos<br />

y está hecho de nuestros pensamientos”.<br />

BUDA<br />

“Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa<br />

pensar es un cobarde”.<br />

SIR FRANCIS BACON<br />

“<strong>El</strong> no y el sí son breves de decir pero piden pensar mucho”.<br />

“En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.<br />

BALTASAR GRACIÁN<br />

ANTONIO MACHADO<br />

“Ciertos pensamientos son plegarias. Hay momentos en que, sea cual fuere la actividad del<br />

cuerpo, el alma está de rodillas”.<br />

VICTOR HUGO<br />

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LECTURA RECOMENDADA<br />

“Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y<br />

cantares”, de Miguel León-Portilla.<br />

Este libro es altamente recomendado a todo aquel<br />

que quiera acercarse a una breve, pero eficaz e instructiva,<br />

historia de México durante la época precolombina. <strong>El</strong> trabajo<br />

de investigación que nos ofrece Miguel León-Portilla,<br />

mediante la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica,<br />

es toda una joya para el que quiera adentrarse en el estudio<br />

inicial del México prehispánico.<br />

Tenemos un amplio conocimiento, a pesar de estar<br />

lejos de ser completado, de los cantares medievales que<br />

recorrían el continente europeo. Ahora podremos acercarnos,<br />

gracias a esta obra, a los cantares prehispánicos<br />

(algunos seguramente coetáneos a aquellos europeos) que<br />

muestran una amplia manifestación de la lengua (en este<br />

caso el náhuatl) que manifestaba una riquísima cultura tanto<br />

literaria como mitológica y filosófica de los pueblos que<br />

formaban lo que hoy conocemos como México, así como<br />

áreas próximas al país azteca. Sólo a través de estas páginas<br />

nos daremos cuenta, aunque sea en una mínima parte, de la<br />

inmensa cultura que se perdió tras la invasión por los pueblos europeos.<br />

Porque cada pueblo tiene el deber y el derecho de conocer sus raíces, recomiendo esta magnífica<br />

obra, a modo de introducción de un amplísimo estudio de la cultura prehispánica americana, para que se<br />

siga divulgando la historia de este inmenso y rico territorio que abarca México. En este sentido, los gobiernos<br />

son los encargados de fomentar la cultura de su propio pueblo.<br />

Quien haya leído los consejos de los padres a sus hijos y recuerde los ideales de la educación prehispánica, conoce ya el<br />

valor dado por los antiguos mexicanos a la persona humana. Quien piense en la estructura del pueblo del Sol, reconocerá<br />

al mismo tiempo un profundo sentido social. En la tensión de los polos extremos, individuo y sociedad, la cultura de<br />

Anáhuac halló un justo equilibrio. Por eso hubo en ella rostros distintos, fisonomías definidas. Conscientes de ello, sus<br />

poetas afirmaron el valor supremo de la persona y de la amistad que acerca a los rostros distintos y los une en lo que<br />

ellos llamaron cohuáyotl, comunidad:<br />

He llegado, oh amigos nuestros,<br />

con collares os ciño,<br />

con plumas de guacamaya os adorno…<br />

Con oro yo pinto,<br />

rodeo a la hermandad…<br />

Con círculo de cantos<br />

a la comunidad yo me entrego…<br />

Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, de Miguel León-Portilla.<br />

Artículo publicado en Rincón Filológico, el 30 de agosto de 2014,<br />

por Francisco Javier González de Córdova.<br />

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EL TEATRO DEL FIN DEL MUNDO<br />

Cuando se cierra el telón, y el público abandona su asiento, y todo el teatro queda vacío, termina<br />

toda representación quedando el lugar desnudo, sin las tramas expuestas en él y sin las emociones que haya<br />

podido trasmitir al espectador. Es entonces cuando se puede observar la verdadera alma de la escena, la<br />

tranquilidad inundada de un extraño sentimiento marcado por el tiempo de vida del teatro y las experiencias<br />

vividas en él. Lo mismo sucede en la soledad del individuo, tras las relaciones sociales; mientras unas<br />

encuentran la tranquilidad en la soledad, tras haber convivido con otros, pudiendo disfrutar de su sola presencia,<br />

otros, por el contrario, parecen tener miedo de mirar en su interior, y no quieren aceptar la soledad<br />

de su espíritu, por eso van siempre tras la búsqueda del bullicio que les entretenga, antes de tener que<br />

enfrentarse a sí mismo, a su alma que le perturba.<br />

Vivimos en una sociedad que maneja múltiples definiciones de lo que es la amistad; obviamente<br />

nos encontramos con un serio problema, pues al igual que el Amor, la Amistad sólo puede ser entendida<br />

de una única forma y, sin duda, está estrechamente asociada con el Amor, tanto que, en muchas ocasiones,<br />

éste último surge a partir del primero. No podemos hablar de distintos tipos de amistades, pero la Amistad,<br />

como el Amor, es incondicional, siendo el Amor producto de ella. Pero no entiendan el amor en los<br />

términos pseudo-románticos que manejan actualmente las novelas y las películas. Quizás nos debamos<br />

acercar a ese Amor que se expresa a través de los libros sagrados, en que un dios es capaz de dar la vida por<br />

el producto de su creación. A veces así quieren representar las instituciones religiosas a la humanidad, como<br />

un “producto”, como si un determinado dios fuera un empresario en busca de una buena materia prima;<br />

es ahí donde debemos preguntarnos quiénes son los que nos ven como productos, si ese determinado<br />

dios, o esa institución que pretende lucrarse mediante la fe del ser humano. Es entonces donde surge una<br />

segunda pregunta: ¿nos muestran un libro sagrado transcrito a partir de la enseñanza de un dios; o es un<br />

libro institucional, donde seleccionan aquello que consideran oportuno para la estabilidad y permanencia<br />

de dicha institución? Que recuerde cada cual internamente, mientras intentamos en este instante dar una<br />

definición cercana a la Amistad. Sea la Amistad aquella a la que el Amor abraza y es capaz de dar la vida, e<br />

incluso el alma, por ella. Sólo comprendiendo el Bien supremo se puede llegar a entender la verdadera<br />

amistad. Nunca definamos como tal las relaciones que buscan un fin independiente a ésta. No hay mayor<br />

beneficio que contar con un amigo de verdad; es entonces cuando comienzan a formarse las verdaderas<br />

familias, puesto que la sangre en sí es un mero accidente de la Naturaleza, que no explica el Alma del<br />

Mundo, en su sentido más romántico (nada que ver, advierto nuevamente, con lo que las empresas editoriales<br />

y las productoras de cine y televisión nos intentan imponer).<br />

<strong>El</strong> ser humano es un ser social. Pero, ¿la sociedad existiría sin la hipocresía y la paciencia que uno<br />

debe tener para la subsistencia de ésta? La tolerancia es la base del grupo social, y en muchas ocasiones esta<br />

tolerancia llega a la enfermedad de soportar a lo despreciable, como sería la mentira e incluso el crimen. A<br />

pesar de que se promociona el valor de no ser intolerante, cuando hay momentos en que se debiera serlo,<br />

la sociedad no lo es, como pasa con el tirano y sus zánganos, que ya describiera perfectamente Platón en La<br />

República. Encontramos un gran problema también con la definición de fidelidad, o lo que entienden como<br />

tal muchas personas, confundiéndola muy a menudo con el fanatismo que llegan a sentir por terceros. A<br />

tal punto llega a ser una enfermedad que, como muchas veces la historia nos ha demostrado, la obsesión de<br />

un fan acaba con la vida de aquél o aquélla a quien dice amar.<br />

No puedo evitar observar los rituales sociales complejos, a la vez que sencillos. Serán simples para<br />

aquellos acostumbrados a soportar y tolerar las banalidades por las que, muchas veces, el grupo se mueve y<br />

lo mantienen unido. Por lo general, cuando en lo individuos se da una cultura e inteligencia considerablemente<br />

alta, no suelen acomodarse tan fácilmente dentro de un grupo, el cual sólo puede moverse en<br />

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términos democráticos, conforme a la opinión y voluntad de la mayoría. Bien es cierto que en cada sociedad<br />

democrática quien sobresale es el líder político que, mediante el discurso vago y la oferta populista de<br />

un opio para el pueblo, consigue convencer a la mayoría en beneficio de sus fines personales; y, a su vez, la<br />

minoría, que por determinadas razones no esté de acuerdo, ya sea porque sigue a otro líder, ya sea porque<br />

tiene mayores valores alimentados por la inteligencia, se ven obligados a aceptar nuevas leyes de quienes<br />

gobiernan, conociendo que ir contra ellos puede suponer el pago de una pena mayor. Cuando este problema,<br />

al que se tiene que enfrentar un individuo, se da en un grupo pequeño, lo más fácil es apartarse de él;<br />

pero cuando esto se da en todo un país, la complicación está en huir de él, aunque la globalización lo hace<br />

cada vez más difícil.<br />

Al final tenemos que estar en la expectativa de que se abra nuevamente el telón, a la espera de la<br />

nueva función de quienes se dicen líderes. Intolerantes serán las mentes pensantes, ante lo que nunca nadie<br />

debiera tolerar; que nadie se crea que al inteligente le pueda afectar tal calificativo. Aguantar es otra cosa,<br />

pero siempre se ha de aguantar hasta el límite que uno pueda. No serán éstas las leyes de la sociedad actual,<br />

aunque deberían, porque de otro modo no se podrá crear una sociedad mejor, mejorando ampliamente lo<br />

presente. En cada acto del teatro de la vida hay buenos y malos actores; virtuosos son los que actúan mal,<br />

porque llevarán consigo la verdad.<br />

Francisco Javier González de Córdova<br />

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Esta obra pretende acercar al alumno,<br />

tanto de secundaria como universitario, a<br />

una visión más amplia del mundo histórico<br />

literario que nos envuelve. A través<br />

de una limitada selección de obras se servirá<br />

al estudiante para encontrar los<br />

ejemplos a la hora de iniciarse en la realización<br />

de un comentario de texto, así<br />

como los indicios de búsqueda para aventurarse<br />

en la investigación que requiere<br />

el estudio filológico.<br />

Lea este libro gratuitamente en:<br />

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Hasta el próximo número

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