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aCTO ÚNICO<br />
DESDE QUE DIOS AMANECE<br />
Mujer: Sí, es la ciudad… Ella me conoce y yo la conozco (Se sienta).<br />
Muchacho: Nunca la había visto desde lo alto.<br />
(Ni el Hombre Uno ni el Viejo comprenden ese cambio repentino de la<br />
Mujer hacia el Muchacho).<br />
Hombre: ¿Se van a ir o no?<br />
Mujer: No, señor, no nos podemos ir, él es mi hermano y a él le<br />
gustó esto… Déjennos unos días, después nos vamos… Solo estábamos<br />
jugando… Jugamos a robarnos… Déjennos quedar aquí por unos días<br />
hasta que se le quite el ensueño…<br />
Viejo: Por mí, se pueden quedar, por los demás no sé…<br />
Hombre Uno: ¡Nos pudieron envainar! (A la Mujer) Te vas conmigo, y<br />
que el carajito se quede con el viejo.<br />
(El Muchacho se llega hasta el Viejo y se sienta junto a él. El Hombre<br />
Uno se va empujando la carretilla mientras toca la armónica. La Mujer<br />
lo sigue después de dejarle la rueda al Muchacho, quien baja y comienza<br />
a jugar con ella).<br />
Muchacho: ¿Tú eres el que cuida esto?<br />
Viejo: ¡Sí, yo soy el que cuida la puerta del cielo!<br />
Muchacho: ¿Tú nunca has entrado al cielo?<br />
Viejo: ¡No, no he entrado porque no me da la gana y porque no tengo<br />
ropa decente!<br />
(El Muchacho ha subido los escalones y se fija en la ciudad).