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Coro (Pausado): ¡Hizo un solo lamento sobre la tierra!<br />
Claudio Castillo: <strong>TEATRO</strong> <strong>COMPLETO</strong><br />
La Sayona: Por todo eso, Rafaelito, después del juicio, te voy a acompañar<br />
cuando te acuestes y te levantes, por los siglos de los siglos de la eternidad.<br />
¡Y lo tuyo será un día largo de lamentos!<br />
Coro: ¡Por siempre lamentos, siempre lamentos!<br />
La Sayona: Hemos llegado, Rafaelito.<br />
Coro: Llegamos, Machado.<br />
(Sale el Coro, quedan la Sayona y Rafael Machado. Semipenumbra,<br />
lamentos. Entran los poderes y el Ángel de la Guarda)<br />
Rafael Machado: Oye…, ¿esto es el cielo?<br />
(El Ángel de la Guarda afirma con la cabeza).<br />
Rafael Machado: Pero esto es bien serio aquí.<br />
Poder Militar: ¡Ángel de la guarda, haga el favor de traer al finado<br />
hasta aquí…! ¿Su nombre?<br />
Rafael Machado: Rafael Machado, señor.<br />
Poder Militar: ¿Por qué se murió?<br />
Rafael Machado (Se rasca la cabeza, dubitativo): Eso es lo mismo que si me<br />
preguntaran que para qué nací… No sé…, no sé… Lo primero fue así como el<br />
día de hoy. Yo estaba a la orilla de mis hijos. Les contaba de cuando las cosas eran<br />
tiernas, así como ojos de niños, y poquito a poco las cosas se van endureciendo en<br />
la vista y en el corazón, o se le hacen duras a uno…, y contándoles que el pellejo<br />
de los pobres no es igual a otros pellejos; porque nos van cayendo costras del cielo<br />
y de la tierra. Esto… (Se hala la piel) es duro para lo amargo y aguantador para