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061 Sergio.p65 - Temas

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Resonancia de la Revolución no. 61: 61-72, mexicana enero-marzo en de Cuba 2010.Resonanciade la Revolución mexicanaen Cuba<strong>Sergio</strong> Guerra VilaboyProfesor. Universidad de La Habana.En este ambiente de agitación y experienciarevolucionaria, único en América, estoy comoen una universidad de pueblos, como en unmagno laboratorio de sociología aprendiendopara el obrero y campesino de Cuba.Julio Antonio MellaLa Revolución mexicana, iniciada en 1910 y coronadacon las radicales transformaciones del períodocardenista (1934-1940), produjo un extraordinarioimpacto en América Latina, dominada entonces porregímenes antidemocráticos, plegados al capitalextranjero y a las oligarquías locales. Las consignasagraristas y de reivindicación nacional, primero, y lareforma agraria y la nacionalización del petróleo,después, concitaron grandes expectativas en elhemisferio, acompañadas de una gran ola de solidaridady del despertar de sentimientos revolucionarios envastos sectores populares.La huella del imaginario mexicano puedeencontrarse en la gesta de Augusto César Sandino enNicaragua y en otros movimientos revolucionarios dela época, y se expresó en la fundación de nuevasorganizaciones obreras, campesinas y estudiantiles, entreellas las ligas antimperialistas y federaciones anticlericales.Varios procesos latinoamericanos de la primera mitaddel siglo XX fueron marcados de manera directa por laimpronta revolucionaria de México y, muy en concreto,por la reforma agraria y la expropiación de empresasextranjeras, como pudo advertirse en Cuba durante laRevolución del 30 y en la Constitución adoptada en laIsla en 1940, en cuyo articulado está la huella de la CartaMagna mexicana de 1917.A ello contribuyó que, desde los años 20, Méxicose había convertido en refugio de muchos perseguidospolíticos de América Latina, como fue el caso del jovenrevolucionario cubano Julio Antonio Mella. Otro líderestudiantil exiliado en ese país fue el peruano VíctorRaúl Haya de la Torre, quien al calor de la Revoluciónmexicana fundó allí, en 1924, la Alianza PopularRevolucionaria Americana (APRA), de pretensióncontinental. Haya de la Torre llegó a considerar que «laRevolución mexicana aparece y queda en la historia delas luchas sociales como el primer esfuerzo victoriosode un pueblo indoamericano contra la doble opresiónfeudal e imperialista». 161


<strong>Sergio</strong> Guerra VilaboyTambién otros externaron sus simpatías por eseproceso, como los socialistas argentinos Alfredo Palaciosy José Ingenieros, y el pensador marxista peruano JoséCarlos Mariátegui, quien, incluso, elaboró una síntesishistórica, en un artículo de enero de 1924, titulado«México y la Revolución». Otros trabajos suyos sobreel tema fueron «La reacción en México» (1926), «Laguerra civil en México» (1927), «Obregón y laRevolución mexicana» (1928), «La lucha eleccionaria enMéxico» (1929), entre otros. 2 Según la reseña periodísticade la conferencia dictada por Mariátegui en laUniversidad Popular de Lima, publicada en el periódicoperuano La Crónica, el martes 25 de diciembre de 1923:Mariátegui expuso los orígenes de la Revolución mexicana.Explicó la importancia sustantiva de la cuestión agraria enlos últimos acontecimientos de la historia de México. Y seocupó de los aspectos social y económico de la Revolución.Finalmente expuso los diversos aspectos del movimientosocial y proletario de México y concluyó invitando a lostrabajadores a saludar en la Revolución mexicana el primeralbor de la transformación del mundo hispano-americano. 4La influencia de la Revolución mexicana trascendióel ámbito político y social. El reconocimiento delelemento mestizo e indígena como componente esencialen la formación nacional de América Latina impregnódiferentes manifestaciones de la cultura —expresión deello fue, por ejemplo, el muralismo mexicano—e impulsó también novedosas investigaciones etnológicasencaminadas al conocimiento de las preteridaspoblaciones autóctonas del hemisferio. Gracias al climacreado por el proceso revolucionario de México, a finesde los años 20 y principios de los 30, se desarrolló enlos países latinoamericanos una nueva novelística queenfatizó la crítica social. Una muestra fue el crecienteinterés por reflejar en la literatura los problemasnacionales y, en particular, el tema de la explotación delcampesinado. Las campañas educativas masivas, comolas impulsadas por José Vasconcelos al frente de laSecretaría de Educación Pública de México, devinieronreferentes, imitados luego en varios lugares delhemisferio.Cuba fue, por su cercanía y sus lazos históricos, unode los países latinoamericanos donde mayorrepercusión tuvo, desde sus inicios, la Revoluciónmexicana. Además, el territorio cubano fue una especiede caja de resonancia de los acontecimientos mexicanosy en la mayor de las Antillas encontraron refugio variasoleadas de políticos y ciudadanos comunes de México,de acuerdo con las distintas etapas por las que atravesóese proceso.Cuba y el asesinato de MaderoAl prestigioso general del Ejército LibertadorEnrique Loynaz del Castillo, llegado a tierras mexicanasen julio de 1910 en calidad de ministro de Cuba, lecorrespondió ser testigo del estallido de la revolución,la caída de la dictadura de Porfirio Díaz y el ascenso deFrancisco I. Madero a la presidencia. A pesar de sucondición diplomática, el principal representante de laIsla en la capital mexicana manifestó en público suregocijo por la deposición de Díaz, y saludó conentusiasmo a Madero en ocasión de su entrada triunfala la ciudad de México. 4Pero fue a otro ministro de Cuba en México —elsexto desde que fue establecida la República en 1902—,Manuel Márquez Sterling, a quien le tocó presenciar lacrisis final del gobierno de Madero y hacer loablesesfuerzos por salvar la vida de este durante los díasconvulsos de la «decena trágica», desencadenada el 9de febrero de 1913. 5 La extraordinaria y valienteactuación del diplomático cubano ha pasado a laposteridad como un hito en las relaciones entre Cuba yMéxico.Como se sabe, Márquez Sterling, tras elderrocamiento de Madero por la componenda de losgenerales porfiristas Victoriano Huerta y Félix Díaz—fraguada en la legación de los Estados Unidos porsu máximo representante Henry Lane Wilson—,pretendió sacar de México a Madero en el cruceroCuba, a la sazón anclado en Veracruz. Este buque de lamarina de guerra cubana, con una compañía deinfantería a bordo, al mando del comandante JulioSanguily —sobrino del canciller cubano Manuel Sanguily—,había sido enviado a México el 12 de febrero de 1913por instrucción del presidente José Miguel Gómez, antelas primeras noticias de los levantamientos armadosantimaderistas, con el propósito de proteger a losnumerosos cubanos radicados en el puerto de Veracruz.El cuidado puesto por Márquez Sterling para noherir la susceptibilidad del presidente Madero por elinesperado arribo al puerto veracruzano del buque dela armada cubana —que podía ser interpretado comoparte de las maniobras intervencionistas de LaneWilson—, fue reconocido en aquellas dramáticasjornadas por el propio gobernante mexicano. Enconversación con el canciller mexicano Pedro Lascurain,este comentó, de forma oficial, al diplomático cubano:«Señor Ministro [...] su última nota acerca del cruceroCuba, ha causado, en el gobierno, en el presidenteMadero y, naturalmente, en mí, el efecto de un abrazoque se dan nuestras dos patrias». 6Las posteriores gestiones de Márquez Sterling,dirigidas a preservar la vida del presidente Madero,contaban con el pleno respaldo del gobierno de JoséMiguel Gómez —en cuyo entorno se encontrabanprestigiosas figuras como Manuel Sanguily, BartoloméMasó y Juan Gualberto Gómez, de clara posturaantimperialista y de defensa de la soberanía nacional—,62


como consta en el telegrama enviado por Sanguily, aMárquez Sterling:Presidente y Gobierno felicitan a usted por sus nobles yhumanitarias gestiones para ayudar al Gobierno de Méxicoa resolver actual situación, asegurando la vida del exPresidente Madero y del ex Vicepresidente, y fía. 7Según el testimonio del propio Márquez Sterling, alconocer el presidente mexicano sus intenciones, el 19de febrero de 1913 le expresó:Estoy muy agradecido a las gestiones de ustedes [...] Aceptoel ofrecimiento del crucero Cuba para marcharme. Es unpaís, la Gran Antilla, por el que tengo profunda simpatía.Entre un buque yanqui y uno cubano, me decido por elcubano. 8«De allí surgió el compromiso —expresó MárquezSterling—, para mí muy honroso, de llevar al señorMadero en automóvil a la estación del ferrocarril y deallí a Veracruz». 9El asesinato de Madero tuvo gran repercusión enCuba. El periódico liberal La Noche, en su edición del23 de febrero de 1913, puso en grandes titulares:«Madero ha sido muerto esta mañana. Fueronasesinados el presidente y el ex vicepresidente deMéxico. ¡Un atentado a la civilización humana!». Al díasiguiente, El Triunfo, otro periódico cubano vinculadoal presidente Gómez, señalaba: «Madero y Suárezasesinados. Último acto de la tragedia o primero deotra más horrible», mientras el renombrado diario LaDiscusión vaticinaba un «movimiento de protesta mundialante hechos tan abominables». 10En general, los principales periódicos cubanos dela época, El Mundo, La Discusión, La Prensa, Diario de LaMarina y El Día, se hicieron eco de los acontecimientosque estremecían a México, aunque en sus informacionesmuchos seguían las pautas impuestas por la gran prensade los Estados Unidos. Una de sus principales fuentesnoticiosas era entonces la agencia norteamericanaAssociated Press (AP). En cambio, diarios liberalescomo El Triunfo y Cuba reflejaron los sucesos mexicanoscon mayor objetividad. Como escribió MárquezSterling: «La tragedia mexicana fue un acontecimientomundial que produjo, en Cuba, extraordinaria sensación.Madero, traicionado, había estremecido a nuestropueblo. Madero, mártir, lo indignó». 11El jueves 27 de febrero de 1913, se organizó unextraordinario acto público en el céntrico Campo deMarte —donde hoy se encuentra el Parque de laFraternidad—, para esperar a los familiares de Madero.En él hicieron uso de la palabra el diputado yucatecoSerapio Rondón —quien poco después regresó aMéxico y fue asesinado por sus valientes denunciascontra Huerta en el Congreso mexicano— y el generalde la guerra de independencia Enrique Loynaz delResonancia de la Revolución mexicana en CubaCastillo, ex ministro cubano en México. Luego losparticipantes salieron en manifestación por las calles dela capital cubana hasta el Palacio Presidencial —antesde los Capitanes Generales— para exigir al gobiernola inmediata ruptura de relaciones con el régimengolpista de Huerta. En este sitio, Loynaz arengó a losmanifestantes con las siguientes palabras:Hemos llegado aquí movidos por el sentimiento del deber,por un generoso sentimiento de fraternidad hacia el pueblohispanoamericano que está más cerca de nosotros, haciaaquel que en horas de desgracia para Cuba, estuvo cerca denuestros corazones. Hemos llegado ante el representantedel gobierno cubano, y le hemos expuesto que el pueblode Cuba siente hondamente lo sucedido en la vecinaRepública, que desea que el gobierno cubano rompa susrelaciones con el gobierno impuesto en México por latraición, el asesinato y la cobardía. 12A altas horas de la noche del 1 de marzo de 1913,arribó a La Habana, en el crucero Cuba, la familia delex presidente Madero —su viuda, padres, hermanas,su tío Ernesto y su hermano Julio—, la que fue recibidapor las autoridades cubanas: el propio canciller Sanguilyy las hijas del presidente de la República, así como losdiputados mexicanos Serapio Rendón, Adrián AguirreBenavides —ex asesor jurídico de Madero— y VíctorMoya, junto a una gran multitud de habaneros que losacompañó después desde el puerto hasta el hotelTelégrafo. La Discusión publicó un amplio reportaje deestos acontecimientos, y dio a conocer una notafirmada por Francisco y Ernesto Madero, padre y tíorespectivamente del presidente asesinado, dondeagradecían el respaldo del pueblo, el gobierno y la prensade Cuba.Maderistas y huertistas en La HabanaEl gobierno de José Miguel Gómez no solo retiró asu ministro en México —30 de marzo de 1913— y senegó a reconocer el régimen de Huerta —de hecho, nohubo representación de ese rango en ninguna de las doscapitales hasta 1919—, sino que, además, abrió las puertasa los refugiados que huían de la despiadada represión.Entre los destacados políticos, militares e intelectualesmaderistas que arribaron ese mismo mes, estaban losperiodistas Solón Argüello y Matías Oviedo, que el 8 demarzo ofrecieron una conferencia sobre los trágicossucesos mexicanos en el teatro habanero Politeama.El 4 de marzo de 1913, el periódico El Mundo, deLa Habana —del cual Márquez Sterling había sido elprimer jefe de redacción—, en el artículo «El éxodode los mexicanos», invitaba a esta conferencia e incluíanoticias sobre la llegada de otros conspicuos maderistascomo Elías Ramírez, secretario particular del asesinadomandatario, y su hermano Julio, Rafael J. Hernández,63


<strong>Sergio</strong> Guerra Vilaboyex secretario de Gobernación, Luis Meza Gutiérrez, exdirector de Instrucción Pública, y el cubano GuillermoCarricarte, quien había estado al servicio de Madero.También pasaron por La Habana, José Vasconcelos yMartín Luis Guzmán.En realidad, la llegada masiva de refugiados políticosy de personas que huían del recrudecimiento de larepresión y de la difícil situación creada en México conel reinicio de los enfrentamientos armados, se produjodespués de la caída del gobierno de Madero. 13 A ellocontribuyó que Cuba estuviera ubicada en el caminonatural de los revolucionarios mexicanos que deseabanentrar por la frontera norte —donde VenustianoCarranza encabezaba la resistencia a los huertistas—, ala que llegaban vía Nueva Orleans tras pasar por LaHabana.En ese contexto, y en respuesta al llamado deCarranza —hasta entonces gobernador de Coahuila, yquien había asumido la dirección del constitucionalismocomo continuador de Madero— para luchar contra ladictadura huertista, un grupo de exiliados mexicanosen La Habana fundó, en abril de 1913, una JuntaRevolucionaria. Su objetivo principal era «estudiar loselementos con que se cuenta para la organización deexpediciones, compra de armas y parque». 14 Su primerpresidente fue Demetrio Bustamante, aunque en febrerode 1914 Carranza lo sustituyó por Juan ZubaránCapmany, hermano del secretario de gobernación desu gabinete. Poco después, el propio Carranza designóa Salvador Martínez Alomia como enviado diplomáticoen comisión especial ante el gobierno de Cuba, con elpropósito de obtener el reconocimiento de la Isla almovimiento constitucionalista.Después de la caída de Huerta en julio de 1914—acontecimiento celebrado por la mayoría de la prensaliberal habanera—, el gobierno cubano, que presidíadesde el 20 de mayo de 1913, el general conservadorMario García Menocal —educado en universidades delos Estados Unidos y representante en Cuba de unapoderosa empresa azucarera norteamericana—, decidióacoger con generosa hospitalidad a los partidarios delrégimen tiránico depuesto. Entre los encumbradosexiliados huertistas llegados a La Habana figuraban elcontrovertido poeta Salvador Díaz Mirón, que habíatenido que abandonar la dirección de El Imparcial deMéxico, y el ex diplomático Federico Gamboa, recibidopor el subsecretario de Estado de Cuba y varias vecespor el propio mandatario cubano. 15 Gamboa viviócuatro años en Cuba, hasta 1919. Entre los nuevosasilados también figuraban José María Lozano, secretariode Estado de Huerta, el escritor y poeta Luis G. Urbina—quien se radicó por unos meses en La Habana (1915-1916) y después fue corresponsal de El Heraldo de Cubaen Madrid—, el compositor Manuel M. Ponce y elmédico y periodista Luis Lara Pardo.Gamboa fue durante varios meses presidente delCírculo Mexicano de La Habana o Casino Mexicanode La Habana, un club aristocrático de mexicanos ricosrefugiados en la Isla, fundado en 1918 por ochenta ycuatro exiliados. Esta asociación, que se proponía«procurar a los emigrados mexicanos y a sus familiarestodas las diversiones sociales que las clases altas y cultasacostumbran», 16 tuvo entre sus miembros al ingenieroe historiador revisionista Francisco Bulnes, el yamencionado José María Lozano, Antonio de la Peña,antiguo secretario de la Presidencia mexicana, y elnotable orador parlamentario y periodista FranciscoM. de Olaguíbel, ex subsecretario de RelacionesExteriores. Los partidarios de Huerta también fundaronen La Habana un Centro Mexicano de Auxilios Mutuos,del que fue presidente el aristócrata y ex ministro generalCarlos Rincón Gallardo, duque de Regla y marqués deGuadalupe.Entre los más prominentes exiliados huertistas enCuba figuraban también los generales ManuelMondragón —artífice del levantamiento militar contraMadero, llegado a La Habana en 1917— y AurelianoBlanquet, quien traicionó al presidente e inspiró suasesinato. Blanquet desembarcó en la capital cubana amediados de enero de 1919, y organizó unaexpedición financiada por el ex gobernador deVeracruz, también refugiado en Cuba, TeodoroDehesa, y los ricos yucatecos José León del Valle, LuisRosado Vega y Manuel Iriguyen Lara, para lucharcontra los constitucionalistas. Los complotados, entreellos los generales Juan Montaño y Enrique Gonzálezy los coroneles Francisco Traslosheros y Luis Acosta,salieron en una embarcación del puerto de BahíaHonda, Pinar del Río, el 16 de marzo de ese mismoaño. La aventura le costó la vida a Blanquet. Elperiódico habanero El Mundo había dado a conocer,pocos días antes de su muerte, el manifiestocontrarrevolucionario preparado por este conocidomilitar huertista.En su mayoría, los recién llegados eran destacadosmiembros del clero, la política, el ejército o laintelectualidad, comprometidos con la sangrientadictadura de Huerta, como el poeta y diplomático deYucatán Antonio Mediz Bolio y el ex gobernadorde esa península, coronel Abel Ortíz Argumedo, quienfue trasladado a la Isla con su inmensa fortuna —ademásde fondos estatales, federales y de particulares— en elcrucero Cuba, en mayo de 1915. Este político, con elapoyo de la oligarquía henequera yucateca, habíaderrocado al gobierno constitucionalista yucateco paraimpedir las reformas sociales, aunque en marzo de 1915fue derrotado por las fuerzas del general Salvador64


Resonancia de la Revolución mexicana en CubaCuba fue, por su cercanía y sus lazos históricos, uno de lospaíses latinoamericanos donde mayor repercusión tuvo, desdesus inicios, la Revolución mexicana. El territorio cubano fueuna especie de caja de resonancia de los acontecimientosmexicanos y en él encontraron refugio políticos y ciudadanoscomunes de México, en distintas etapas del proceso.Alvarado. En esa misma embarcación de la Marina deguerra cubana, arribaron a la Isla decenas de yucatecosacaudalados y residentes cubanos que huían del avancede las fuerzas carrancistas sobre la península mexicana.Entre los emigrados yucatecos se encontraban tambiénAvelino Montes y Olegario Molina Solís, los principalespropietarios del henequén. Otros encumbradosrefugiados en Cuba fueron el arzobispo de Yucatán,Martín Tritschler 17 —también estuvo asilado en LaHabana el arzobispo de México, José Morra—, y elgeneral Prisciliano Cortés, gobernador del estadodurante el régimen huertista.Uno de los partidarios de Ortiz Argumedo,Temístocles Correa, ex jefe político de Tizimín, intentóorganizar otra expedición armada, en un buqueadquirido por su antiguo jefe, para regresar a la penínsulaa secundar el levantamiento contrarrevolucionario delgeneral Arturo Garcilazo, en Quintana Roo. Entre losinvolucrados en este grupo de conspiradores yucatecosque actuaba en La Habana estaba también el exgobernador Eleuterio Ávila.Algunos de los exiliados huertistas, enemigos juradosde Carranza, fundaron en la capital cubana la revistamensual conservadora América Española —al parecersolo salió durante unos meses de 1917— dirigida porel militante católico michoacano Francisco ElgueroIturbide, devenido pronto colaborador del periódicohabanero Diario de La Marina, donde publicó más detrescientos artículos en su columna «Efemérideshistóricas y apologéticas». En el mismo diario escribíanlos emigrados políticos Querido Moheno, abogadochiapaneco y ex ministro de Estado de Huerta, elperiodista José Elgueró, y los ya mencionados FranciscoM. de Olaguíbel, Antonio de la Peña y Reyes, y FedericoGamboa, quien también fue subdirector de la revistahabanera La Reforma Social. Esta última publicación,fundada en 1914 por Orestes Ferrara, editó variosartículos donde se criticaba con dureza la Constituciónmexicana de 1917.Estos años fueron los de mayor entrada demexicanos a Cuba, que alcanzó su cota máxima entre1915 y 1917, en correspondencia con la etapa másconvulsa de la lucha armada en México. En 1915 seregistró el arribo de 714 mexicanos; de ellos, 15 sedeclararon militares, 21 ingenieros, 25 abogados,8 maestros, 12 hacendados henequeneros y más de 400comerciantes, así como 56 sacerdotes y monjas, quehuían de las persecuciones religiosas en Yucatán. Al añosiguiente, 662, y en 1917, 526. Según los datos delcenso, en Cuba se duplicó la presencia de residentesmexicanos entre 1907 y 1919, año este último en quese alcanzó la cifra de 3 469. 18Ese fue el contexto en que se publicó en La Habana,en noviembre de 1914, la Carta Pastoral Colectiva, firmadapor un nutrido grupo de arzobispos y obisposmexicanos, entre ellos los de México, Oaxaca,Yucatán, Michoacán y Guadalajara. En este texto sepronunciaban contra la actual «persecución religiosa»en México, que impedía «el ejercicio de la jurisdiccióneclesiástica» y contra los que se apoderaban «de los bieneseclesiásticos o de sus rentas». 19 Como relata Pérez deSarmiento en documentado estudio:El éxodo de los miembros de la Iglesia mexicana no pasódesapercibido y fue ampliamente cubierto por el Diario dela Marina, periódico de carácter conservador, que en susección matutina y vespertina, titulada «Crónicas delPuerto», publicó reseñas detalladas sobre los desembarquesen la capital cubana. En estas se solía destacar sobre todo elarribo de personajes conocidos de la vida mexicana queplaneaban residir permanentemente en la isla o biencontinuarían viaje hacia otro destino. 20Ante el rechazo de una parte de la prensa liberalhabanera, que daba a conocer titulares como «Nos invadeuna ola de clericales», el propio Diario de La Marina divulgó,el 4 de septiembre de 1914, un artículo que llamaba asus lectores a rechazar esa campaña, puesni Cuba en general, ni el Seminario de San Carlos enparticular van a ser invadidos por esos cultos sacerdotes,esos jóvenes levitas, esos religiosos ejemplares, pues tienende sobra quienes les amen y protejan en su desventuradapatria; para ellos no será preciso levantar nuevosempréstitos, ni el erario cubano habrá de resentirse de suestancia entre nosotros. 21Algunos de los refugiados mexicanos comenzarona regresar a México desde 1919. La mayoría lo hizodurante el gobierno de Álvaro Obregón (1920-1924),como fue el caso de Salvador Díaz Mirón y Francisco65


<strong>Sergio</strong> Guerra VilaboyM. Olaguíbel. No obstante, durante la rebelión deAdolfo de la Huerta contra el propio Obregón, entre1923 y 1924, La Habana volvió a recibir nuevosexiliados y a ser otra vez centro de las actividades delos políticos mexicanos. Por la capital cubana pasó elpropio Adolfo de la Huerta, y dejó al general JuanBarragán como su representante, encargado de adquirirarmas y preparar expediciones para enviar a México.También estuvieron el periodista Adolfo León Osorio,Gilberto Bosques —quien luego sería embajador enLa Habana en los años 50 y principios de los 60—, 22 elcientífico y diplomático Luis Enrique Erro, así comoel político Froylán C. Manjares, constituyente del alanacionalista del carrancismo. Entre los opositores puedecitarse a los generales Rafael Cárdenas, Calixto RamírezGarrido, Alfonso Aguilar y otros altos oficialesmexicanos. Con posteridad, llegó a Cuba ManuelSánchez Azcona, vicepresidente del Partido NacionalAntirreeleccionista (PNA), quien después del asesinatode Obregón (1928) fundó en La Habana el ClubMexicano, contrario a Plutarco Elías Calles, en el quefiguraron los conocidos políticos carrancistas José LuisNovelo y Roque Estrada, ex secretarios privados deJosé María Pino Suárez y de Carranza, respectivamente.Tensiones diplomáticasLa política de sumisión a los dictados de los EstadosUnidos que caracterizara al gobierno del presidenteMenocal, y sus ostensibles simpatías por los exiliadoshuertistas, determinaron que Martínez Alomia, elenviado de Carranza, no fuera reconocido y tuviera queser retirado en julio de 1915. Su sustituto, en calidad decónsul general y luego como encargado de negociosde México en Cuba, fue Antonio Hernández Ferrer,quien fue aceptado por Menocal como representanteoficial del presidente de facto de México, en noviembrede ese año, siguiendo al pie de la letra las indicaciones deWashington, que solo un mes antes había dado sureconocimiento al gobierno de Carranza.A pesar de ello, las relaciones entre Cuba y Méxicocontinuaron muy tensas, pues el gobierno de la Isla,cumpliendo instrucciones de los Estados Unidos,fustigó al de Carranza para que rompiera su neutralidaden la Primera guerra mundial y declarara la guerra aAlemania. Esa presión —que incluía restricciones a lasimportaciones mexicanas de azúcar y otros productosy campañas de prensa acusando a México deinclinaciones germanófilas— alcanzó su puntoculminante en octubre de 1917, cuando el gobiernocubano le comunicó al representante mexicano en LaHabana que el presidente Menocal consideraba que lapostura de México en el conflicto mundial era«contraria, según creía, al restablecimiento de la paz y ala consolidación» del régimen constitucionalista. 23 Elgobierno mexicano reaccionó con dignidad y ratificóla independencia de su política exterior, al afirmar: «Poracuerdo del C. Presidente de la República, puede Ustedparticipar a ese Gobierno que el Gobierno de Méxicoestá dispuesto a conservar su neutralidad, en virtud deno haber recibido ningún agravio de ninguno de losGobiernos de las naciones beligerantes». 24 Paracomplicar más las cosas, en abril de 1918 fueronvioladas y saqueadas por aduaneros norteamericanos,en el puerto de La Habana, las valijas de diplomáticosmexicanos en tránsito por Cuba, entre ellos el excanciller carrancista Isidro Fabela, entonces ministro enArgentina. Ello condujo a la retirada del representantemexicano ante el gobierno cubano, Alberto C. Franco,y a la clausura de su legación, según la nota diplomáticadel 24 de mayo de ese año, aunque no se llegó a laruptura formal de relaciones.Este fue el punto de inflexión en las tirantesrelaciones entre los dos gobiernos, pues la llegada aCuba, al año siguiente, del antiguo constituyenteHeriberto Jara —quien viajó en la cañonera Zaragoza—para hacerse cargo de la representación mexicana, sintitular desde 1912, significó una cierta distensión. 25 Jaraencontró en Cuba un ambiente oficial muy hostila México, que en su opinión era resultado delesfuerzo de cuatro elementos: la prensa, losnorteamericanos interesados en presentar a México en lascondiciones más deplorables, la gran colonia española, malimpresionada por los clérigos españoles expulsados, y porlos comerciantes y judíos avaros, y los mexicanos traidoresque por el hecho de que no están en el poder, quisieran,para vengarse, que sobre México cayeran las desventurasmás grandes. A esto hay que agregar la circulaciónclandestina de algunos pasquines que circulan en esta capital,y que injurian al Gobierno de la manera más soez, comoRevolución, Omega, El Mañana, etc. 26No obstante la labor desplegada por Jara paramejorar las relaciones con el gobierno cubano, elpresidente Menocal no reconoció al de Obregón en 1920,con el pretexto de los sucesos violentos que habíanconducido al asesinato del depuesto presidente Carranzaese mismo año. Por ese motivo, las relaciones cubanomexicanasno se normalizaron hasta 1924, después queWashington reconoció al de México, a fines de agostode 1923, tras la firma de los acuerdos de Bucareli.Los sucesivos presidentes cubanos Alfredo Zayas yGerardo Machado, siguieron manifestando ciertahostilidad a su homólogo mexicano durante el restode la década de los 20, en correspondencia con lapolítica norteamericana que presionaba al nuevomandatario mexicano, Plutarco Elías Calles, por supolítica nacionalista en materia petrolera. Incluso, entre66


1925 y 1927, los Estados Unidos estuvieron a puntode romper sus relaciones diplomáticas con su vecino.Por eso, en la VI Conferencia Panamericana de LaHabana, en 1928, la delegación mexicana expresó susprotestas por la postura hostil de los anfitriones cubanos.Así lo reflejó el encargado de negocios de Cuba enMéxico, Ramón Castro Palomino, en un cable enviadoa su cancillería el 10 de febrero de 1928:Hoy visité subsecretario de Relaciones Exteriores [elmexicano Genaro Estrada (SGV)] para insistirnombramiento delegación Conferencia Inmigración [...]expúsome que duda hacerlo porque gobierno México estádisgustado por tratamiento que dice reciben sus delegadosVI Conferencia. Cordial y amistoso expresomeresentimiento gobierno mexicano por siguientes causas:que Cuba tolera campaña prensa católicos quienespretenden hacerse oír VI Conferencia repartiendo proclamasentre delegados; que policía cubana vigila dos delegadosmexicanos por suponerlos comunistas los cuales seránllamados en evitación dificultades; que doctor Ferrarahostiliza actuación delegados México; que presidente Garcíamanifestó desagrado a doctores Bustamante, MartínezOrtiz; que delegación México tenía instrucciones actuar enarmonía delegación cubana y hacer demostración afecto ysimpatía a gobierno y pueblo Cuba pero que se ha vistoobligada a retraerse por falta ambiente cordial; que noextrañaría esa conducta de otras delegaciones comoVenezuela, Perú, los Estados Unidos por dificultadesanteriores conocidas, pero sí de parte Cuba dadas excelentesrelaciones y carencia problemas internacionales. 27A contrapelo de las complicaciones diplomáticas yde la postura de Cuba contraria a los sucesivosgobiernos mexicanos del período, que desafiaban lahegemonía de los Estados Unidos, varias destacadasfiguras de la intelectualidad cubana se opusieron a esapolítica, como se puso de manifiesto en 1919 cuandoMéxico fue excluido de la Liga de las Naciones. Unade esas voces fue la del sabio polígrafo Fernando Ortiz,quien abogó, el 4 de febrero de 1920, en la Cámara deRepresentantes, por la inclusión del país vecino en elorganismo internacional. Otro ejemplo fue el doctorTeófilo González Radillo, quien en 1922 publicó en LaHabana el folleto titulado La exclusión, donde criticabala postura de los Estados Unidos dirigida a excluir aMéxico y a otros países de la Liga de las Naciones.El imaginario de la Revolución mexicanaDespués del derrocamiento de la dictadura deHuerta aparecieron en Cuba diversos libros, folletos yartículos que se referían a los problemas de México yal desarrollo de la revolución. En 1915 se distribuyó enLa Habana el libro Mi viaje a México. A propósito de laRevolución, del periodista canario Manuel FernándezCabrera, con prólogo del Conde Kostia y epílogo deFélix F. Palaviccini, ex secretario de Instrucción delResonancia de la Revolución mexicana en Cubagobierno de Carranza y corresponsal del periódicoHeraldo de Cuba, dirigido por Márquez Sterling. La obraera favorable a los constitucionalistas y muy en particulara Carranza y Obregón. La «expedición punitiva»norteamericana contra México, en 1916, encontró unextendido rechazo en los medios progresistas cubanos.En distintas publicaciones obreras y liberalesaparecieron artículos que denunciaban la políticaintervencionista de los Estados Unidos. En revistassatíricas, como La Política Cómica y La Metralla, salieroncon frecuencia caricaturas que criticaban la injerencianorteamericana y ridiculizaban los intentos por apresaral intrépido Pancho Villa, quien llegó a contar con unrepresentante en La Habana, Agustín Patrón Correa.En esta ciudad también residió por un tiempo suhermano Hipólito, y una de sus esposas, Luz Corral, ysu hijo.Otros libros que contribuyeron a dar a conocer loslogros del proceso mexicano y a difundir su imaginariofueron La revolución y el nacionalismo. Todo para todos (1916),del maderista Carlos Trejo Lerdo de Tejada, Mi juicioacerca de la Revolución mexicana (1920), del cónsul AntonioHernández Ferrer, y Episodios deshilvanados de la vida de uncaballero sin ventura (1921), de Jorge Useta. También enese listado debe figurar el ya mencionado libro Losúltimos días del presidente Madero (1917), de ManuelMárquez Sterling —a quien el gobierno de ÁlvaroObregón rindió sentido homenaje y luego fue de nuevoembajador de Cuba en México, entre 1929 y 1932—,al que precedieron artículos suyos sobre el mismo tema,aparecidos entre 1914 y 1915 en el periódico La ReformaSocial. Desde entonces, se hizo habitual que notablesescritores y periodistas de México colaboraran endiferentes publicaciones periódicas cubanas,contribuyendo a divulgar en Cuba las ideas y sucesosde la Revolución mexicana, como hicieron, entre otrosautores, Alfonso Reyes, Mariano Azuela, Carlos Pellicer,Jorge Cuesta y Genaro Estrada.Un lugar especial en la propaganda de laRevolución mexicana en Cuba le correspondió aYucatán, territorio muy vinculado a la mayor de lasAntillas. En diciembre de 1915 apareció en el número50 de la revista habanera El Fígaro un interesantetrabajo titulado «La situación en Yucatán: síntesis», queofrecía a los lectores un panorama de las realizacionesmás importantes emprendidas por el entoncesgobernador y comandante militar constitucionalistade esa península, general Salvador Alvarado. Entrelas medidas reformistas dictadas por él se encontrabanla expropiación de inmuebles eclesiásticos que fueronconvertidos en escuelas, la eliminación de laservidumbre indígena, la expulsión de sacerdotescontrarrevolucionarios y el impulso dado a lasorganizaciones sociales, en particular de trabajadores67


<strong>Sergio</strong> Guerra VilaboyAlgunos de los refugiados mexicanos comenzaron a regresara México desde 1919. La mayoría lo hizo durante el gobiernode Álvaro Obregón (1920-1924). No obstante, durante larebelión de Adolfo de la Huerta contra el propio Obregón,entre 1923 y 1924, La Habana recibió nuevos exiliados y fueotra vez centro de las actividades de los políticos mexicanos.y mujeres. El autor, Arturo R. Carricarte, elogiaba enese trabajo la gestión de Alvarado y se refería a lamanumisión del indio por la extinción de la deudahereditaria, a la nacionalización de los ferrocarriles, laproliferación de escuelas, etc. El articulista advertíaque esta experiencia yucateca podía ser un anuncio delo que iba a suceder en todo México cuando terminarala guerra civil.Las tendencias socialistas en esa región fueronperseguidas por Carranza, lo que obligó, en 1918, alsucesor del general Alvarado en la gobernación de eseestado, Carlos Castro Morales, un líder ferrocarrilero,a buscar refugio en Cuba hasta que pudo regresardespués de la muerte del mandatario mexicano. Duranteesta coyuntura, Felipe Carrillo Puerto se hizo cargo delgobierno yucateco (1922) y fue el responsable de darun segundo impulso al programa socialista en lapenínsula. Este incluía el rescate de la cultura maya, lostrabajos comunales, la aceleración del reparto agrario yla expropiación de las haciendas abandonadas por susdueños, para entregarlas en cooperativas a lostrabajadores. Pero en enero de 1924, cuando pretendíaembarcarse hacia Cuba, el líder socialista fue asesinadoen medio de una rebelión en su contra organizada porla contrarrevolución.Por su parte, el novelista y dirigente ferroviariocubano Carlos Loveira —quien había vivido en Yucatándesde febrero de 1913, donde llegó a dirigir la oficinade Información, Propaganda y Trabajo durante elgobierno de Salvador Alvarado— contribuyó a divulgaren la Isla la nueva realidad de ese territorio. Haciamediados de 1915, regresó a Cuba, enviado por elpropio general Alvarado, entonces gobernadorde Yucatán, para que representara a los trabajadores deese estado en un viaje de propaganda que incluía a Cuba,América Central y los Estados Unidos. Dicha comisióntenía como objetivo contrarrestar las campañas que sehacían en el extranjero en contra del constitucionalismomexicano. En carta al general Alvarado, a quien Loveirase refería como «distinguido amigo y respetable jefe»,el escritor cubano le informaba el 18 de septiembrede 1915:Para entera satisfacción de Ud. [...] empiezo esta cartadiciéndole que durante los últimos quince días, la prensade esta capital ha disminuido, casi hasta terminarlos, susataques a la causa constitucionalista. Hasta el Diario de laMarina y El Triunfo, dos de los diarios que más rudamentenos combatían, al referirse al 16 de septiembre, lo hanhecho en forma conciliadora, beneficiosa casi, para nosotros.Los artículos doctrinarios que por conducto del señorCónsul he remitido al Cuba, han quedado casi todos sinpublicar. Además, la cuestión obrero-socialista se hallamedio muerta en La Habana debido a lo recio de la reacciónconservadora imperante hoy en toda la República. A causade lo anterior, he recibido con agrado su orden de marchara New York. [...] en mi opinión y en la de la mayoría de laspersonas con quienes me relaciono, las tan movidas ycacareadas gestiones pacifistas de los Estados Unidos, alfin vendrán a concluir en el reconocimiento del Primer Jefe.Creo que de esto debe Ud. estar más enterado que yo, perono obstante, estimo que siempre es bueno que conozcaUd. la opinión predominante en esta celebérrima Habana. 28En la capital cubana, Loveira ofreció conferenciasen distintos centros obreros y escribió artículos acercade la realidad mexicana para varios órganos de prensa.En 1917, publicó el libro De los 26 a los 35. Lecciones de laexperiencia en la lucha obrera (1908-1917), que contiene uncapítulo completo consagrado a la Revoluciónmexicana, donde elogia la obra del constitucionalismoen Yucatán. También en su novela Juan Criollo y en sulibro Socialismo en Yucatán destaca las experiencias deque fue testigo en México. Entre sus artículos puedenmencionarse «Un gobierno socialista en América. Enla península de Yucatán», publicado en 1922 en la revistahabanera El Fígaro, al que siguió poco después «Elsocialismo en Yucatán», que apareció en CubaContemporánea en el número correspondiente a enerofebrerode 1923. En este, exaltaba el ideario socialista ylas transformaciones revolucionarias en ese estado,como los repartos de tierra entre los campesinosdesposeídos, el trabajo voluntario para la construcciónde caminos, el impulso a la educación popular, laica yracionalista y la formación de nuevos profesores.También el destacado filósofo cubano Enrique JoséVarona manifestó sus simpatías por la Revoluciónmexicana, en respuesta a preguntas formuladas aprincipios de 1926, por un periodista de El Universal.Expresó que el esfuerzo de México era «el primero enla historia de nuestra América, para elevar a todo unpueblo, a los millones de indígenas mexicanos, a un68


<strong>Sergio</strong> Guerra Vilaboyen nuestras filas contamos con un buen cubano, que connosotros ha luchado con lealtad y abnegación. Hacompartido como hermano nuestras alegrías y penalidades.Por su esfuerzo y adhesión a la causa popular, haconquistado el afecto del general en jefe y de cuantos lerodeamos. 37Solidaridad cubana con los gobiernos de Callesy CárdenasEl mencionado conflicto abierto desde 1924 entreMéxico y los Estados Unidos, durante el gobierno deCalles, también generó manifestaciones en Cubade respaldo a los revolucionarios mexicanos, entre ellaslas de los intelectuales reunidos en el Grupo Minorista,quienes enviaron, en mayo de 1927, un telegrama deapoyo, firmado, entre otros, por Rubén MartínezVillena, Gustavo Aldereguía y José Z. Tallet, y lasexternadas por Emilio Roig de Leuchsenring, quiencondenó la política intervencionista de los EstadosUnidos en el vecino país. En varios artículos de la revistaCarteles, en 1926 y 1927, Roig criticó la políticanorteamericana y las tergiversaciones de la prensainternacional sobre el conflicto, y expresó una opiniónfavorable sobre la Constitución mexicana de 1917.El conflicto de Calles con la Iglesia católica tambiéndespertó el interés de diversos sectores cubanos. Larevista El Anticlerical, órgano oficial de la FederaciónAnticlerical de Cuba, de la cual fue presidente JulioAntonio Mella, publicó varios editoriales, artículos yreportajes sobre la política callista, dirigida a limitar lapoderosa influencia de la Iglesia católica en México. Elpropio Mella había enviado el 17 de mayo de 1924 untelegrama al general Calles en respaldo a su campañapresidencial, en nombre de la mencionada federacióncubana, donde señalaba: «Magna asamblea FederaciónAnticlerical Cubana estudiantes obreros profesionalesespiritistas masones vitorearon Usted acordandoenviarle fraternales saludos deseando triunfo candidaturasuya para bien ideales libertarios repúblicas hermanas,Julio Mella, Presidente». 38 En un trabajo de su autoríatitulado «Desde México. Horizontes de viaje.Modalidades de la campaña anticlerical en México»,aparecido en la revista El Anticlerical, el 1 de abril de1926, Mella hizo un entusiasta reportaje desde elhermano país, en el cual manifestó su satisfacción porlas disposiciones anticlericales del gobierno mexicano.La radicalización de la reforma agraria y otrasmedidas revolucionarias decretadas durante el gobiernodel general Lázaro Cárdenas, que se extendió de 1934a 1940, tuvo también una enorme resonancia en Cuba,como ya la había tenido la propia fase armada de laRevolución mexicana de 1910 —y en particular elagrarismo zapatista— y despertó un gran respaldo entreel pueblo cubano, encabezado por sus fuerzas másprogresistas. Ese fue el caso de Juan Marinello, quienllegó a escribir:A mí me satisface mucho que un gobierno como el delgeneral Cárdenas mantenga una ejemplar vigilancia de lagarantía democrática y franquee y empuje realesreivindicaciones proletarias. Se sabe lo que es esto cuandose viene de países agobiados por el sable servidor delcapitalismo. Cuando se viene de Cuba, por ejemplo. 39Una de las más sinceras expresiones de la solidaridadcubana con el México de Cárdenas se produjo en 1938,en apoyo a la expropiación petrolera. El periódico ElPueblo dio a conocer artículos en defensa de la soberaníamexicana, mientras el semanario Mediodía realizó, el 13de junio de ese año una edición especial en homenaje aMéxico y sus conquistas revolucionarias, con trabajosde Juan Marinello, Salvador Massip, Ángel Augier, MirtaAguirre, Carlos Rafael Rodríguez y José LucianoFranco, entre otros. En su artículo, este historiadorcubano escribió:Lázaro Cárdenas ha roto, en la vida internacional, con elcomplejo de inferioridad impuesto a los países de laAmérica Nuestra por los financieros, las compañíasanónimas y los agentes del fascismo universal. 40El 12 de junio de 1938 se celebró en La Habana unacto multitudinario —asistieron unas sesenta milpersonas—, el más importante ocurrido en el mundopara respaldar esa disposición soberana. En estaoportunidad, Cárdenas habló por radio, desdeTampico, a los cubanos que se habían congregado enel estadio La Polar para mostrar su solidaridad con elgobierno mexicano, acosado entonces por las amenazasy represalias de Inglaterra y los Estados Unidos.Entonces dijo:Mutilada quedaría la autonomía política y espiritual de lasRepúblicas Hispanoamericanas de no afirmarse un conceptode solidaridad entre sus pueblos, en la lucha por los idealesde reivindicación social. A México, nada de lo que sucede alos países americanos en sus ansias legítimas demejoramiento colectivo, puede serle indiferente. Siemprehemos creído que nuestra revolución tiene unsentido humano, y no local, en cuanto significa, en el devenirhistórico, la resolución de los problemas económicos quenos afectan en común a los pueblos de uno y otroscontinentes. 41Las medidas radicales del gobierno de Cárdenas,que constituyeron el punto más alto alcanzado por laRevolución mexicana, terminaron por conformar unimaginario revolucionario para los pueblos de AméricaLatina, que aspiraban a dar solución a sus gravesproblemas, en particular los relacionados con ellatifundio y la dominación extranjera sobre los recursosnacionales. Para muchos progresistas y de izquierda,70


tanto cubanos como de otras regiones del continente,hombres y mujeres que siguieron de cerca la evoluciónde los acontecimientos en el hermano país, México fueconsiderado, desde los años 20, la punta de lanza de larevolución latinoamericana, que liquidaría las ancestralesinjusticias sociales y la dependencia neocolonial. A esaimagen cantó la poetisa cubana Mirta Aguirre, en versosinspirados por las transformaciones cardenistas: «¡AhMéxico, el de la liberación que viene /tiñendo de la luznueva las albas insurrectas!». 42Notas1. Víctor Raúl Haya de la Torre, El antimperialismo y el APRA,Editorial Monterrico S.A., Lima, 1986, p. 92.2. Véase Pablo Yankelevich, «La Revolución mexicana en el debatepolítico latinoamericano: Ingenieros, Palacios, Haya de la Torre yMariátegui», Cuadernos Americanos, Universidad Nacional Autónomade México, México, DF, a. XIX, n. 111, mayo-junio de 2005,pp. 161 y ss.3. José Carlos Mariátegui, Obras completas, t. 8, Empresa EditoraAmauta, Lima, 1973, pp. 166-7.4. Véase Manuel Márquez Sterling, Los últimos días del presidenteMadero, Imprenta Nacional de Cuba, La Habana, [1960], p. 121. Elbarco Ipiranga en que viajaba rumbo a Francia el depuesto presidenteDíaz hizo escala en La Habana, donde el ex dictador fue recibidopor José Francisco Godoy, representante diplomático de Méxicoen Cuba. Véase Carlos Tello, El exilio, retrato de una familia, Cal yARENA, México, 1990.5. Véase Gabriela Pulido Llano, «Un cubano entre la diplomacia yel maderismo. Manuel Márquez Sterling en México», en EnriqueCamacho y Margarita Espinosa, coords., México y Cuba: del porfiriatoa la revolución. Diplomáticos, diplomacia e historia política (1900-1920),UNAM, México, DF, 2008.6. Manuel Márquez Sterling, ob. cit., p. 203. El ministro cubano enMéxico había escrito al canciller Manuel Sanguily que «el desembarcode un solo soldado cubano precipitaba sobre México la invasiónamericana y esa gran responsabilidad —añadía el despacho— no he dehacerla pesar sobre el nombre de Cuba ni sobre el mío propio», ibídem,pp. 203-4 (Énfasis del original).7. Ibídem, p. 260.8. Ibídem, p. 229. Márquez Sterling llegó incluso a pernoctar en elPalacio Nacional para proteger a Madero.9. Ídem.10. Citado por Luis Ángel Argüelles Espinosa, «Cuba y la revoluciónmexicana de 1910», en Varios, México y Cuba. Dos pueblos unidos en lahistoria, t. I, Centro de Investigación Científica Jorge L. Tamayo,México, DF, 1982, pp. 425-6.11. Manuel Márquez Sterling, ob. cit., p. 293.12. Luis Ángel Argüelles Espinosa, ob. cit., p. 42713. Según Salvador Morales ya en 1912 había en Cuba mediocentenar de exiliados mexicanos de distintas tendencias políticas.Véase su libro Relaciones interferidas. México y el Caribe, 1813-1982,Secretaría de Relaciones Exteriores, México, DF, 2002, p. 237.Resonancia de la Revolución mexicana en Cuba14. Indra Labardini Fragoso, «El régimen de Venustiano Carranza.Una manera de ejercer la política mexicana: el caso de Cuba(1913-1920)», Ponencia presentada en el Taller internacionalRevoluciones e independencia en la Historia de América Latina y elCaribe, Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe(ADHILAC), La Habana, 9-12 de diciembre de 2008, p. 2.15. Ibídem, p. 5. Se sabe que el gobierno cubano le ofreció unapensión a Díaz Mirón. Labardini dice que Gamboa fue muy amigode Rafael Montoro, secretario de la presidencia de Menocal y antiguoautonomista. En abril de 1918, cuando Gamboa pasó a presidir elCasino Mexicano de La Habana, el propio presidente de la Repúblicaenvió al acto a un representante oficial. Véase también FedericoGamboa, Mi diario VI (1912-1919), Memorias Mexicanas/Conaculta, México, DF, 1995.16. Victoria Novelo, Yucatecos en Cuba: etnografía de una migración,Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en AntropologíaSocial (CIESAS)/Instituto de Cultura de Yucatán, México, DF,2009, p. 80.17. Sobre su vida en Cuba, donde residió hasta el 12 de mayo de1919, véase Marisa Pérez de Sarmiento, «El exilio de MartínTritschler y Córdova, arzobispo de Yucatán, en La Habana, Cuba»,en Enrique Camacho y Margarita Espinosa, ob. cit. Tritschler llegóa La Habana en el verano de 1914, procedente de Progreso, en elvapor Esperanza, acompañado del obispo Carlos de Jesús Mejía yvarios sacerdotes.18. Véase Victoria Novelo, ob. cit., pp. 58, 77, 206-7.19. Marisa Pérez de Sarmiento, ob. cit., p. 251.20. Ibídem, p. 254.21. Ibídem, p. 255.22. Sobre su gestión como embajador en La Habana puedeconsultarse su propio testimonio en Gilberto Bosques, Cuba1953-1964, El Colegio de Jalisco, Zapopan, 2007.23. Indra Labardini Fragoso, ob. cit., p. 7.24. Ibídem, p. 8.25. Véase Indra Labardini Fragoso, «Heriberto Jara, un general dedivisión como ministro para la reconciliación con Cuba (1919)», enEnrique Camacho y Margarita Espinosa, ob. cit.26. Ibídem, p. 298.27. Salvador Morales, ob. cit., p. 295.28. Citado por Victoria Novelo, ob. cit., pp. 78-9. El Diario de LaMarina había estado publicando los artículos contrarrevolucionariosde Aldo Baroni, de lo que se quejó el representante de Carranza enLa Habana, en 1916. Otros diarios habaneros contrarios alconstitucionalismo eran entonces El Mundo, La Discusión, La Prensay el conservador El Día. Una opinión más favorable difundían ElTriunfo y Cuba. Véase Salvador Morales, ob. cit., p. 250.29. Luis Ángel Argüelles Espinosa, ob. cit., p. 437.30. Salvador Morales, ob. cit., p. 254.31. Emiliano Zapata, Cartas, Ediciones Antorcha, México, DF,1987, pp. 83-6.32. Citado por Dulce María Rebolledo y Francisco Pineda,«Rebeldías sin fronteras: el zapatismo y Cuba. 1916-1920», Chacmool.Cuadernos de trabajo cubano-mexicanos, n. IV, Imagen Contemporánea,La Habana, 2006, p. 25.71

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