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Goldmann, Lucien y otros - Sociologia de la creacion literaria

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Nos lo confirma un aspecto técnico particu<strong>la</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> <strong>de</strong>Sue. Se trata <strong>de</strong> un artificio narrativo basado en una repetición<strong>de</strong>l tipo <strong>de</strong> "[Dios mío, qué sed tengo!"Aludimos a una vieja broma cuyo protagonista es un personajeque fastidia a sus compañeros <strong>de</strong> viaje con <strong>la</strong> constanterepetición <strong>de</strong> "[Dios mío, qué sed tengo!" Exasperados, los <strong>otros</strong>viajeros, no bien llegan a <strong>la</strong> primera parada, se precipitan a<strong>la</strong>s portezue<strong>la</strong>s y le traen al infeliz bebidas <strong>de</strong> todo tipo. Eltren vuelve a partir. Hay un momento <strong>de</strong> silencio. Y luego elcuitado recomienza con su cantilena inacabable: "¡Dios mío,qué sed tenía!"Ahora bien, he aquí una escena típica <strong>de</strong> Sue: un grupo <strong>de</strong>infortunados (los Morel, <strong>la</strong> Lechuza en prisión y Flor <strong>de</strong> Maríaen por lo menos tres o cuatro situaciones) no cesan <strong>de</strong> gemir ylloriquear mientras re<strong>la</strong>tan sus <strong>de</strong>sgracias. Cuando <strong>la</strong> tensión<strong>de</strong>l lector alcanza su punto máximo, Rodolfo -o uno <strong>de</strong> sus enviados-llega y arreg<strong>la</strong> <strong>la</strong>s cosas. Luego, nuevamente, todo recomienza;los mismos protagonistas conversan entre sí o con <strong>otros</strong>recién llegados, cuentan en qué aprieto tan gran<strong>de</strong> se hal<strong>la</strong>banhace un instante y cómo Rodolfo los sacó <strong>de</strong> <strong>la</strong> lóbrega <strong>de</strong>sesperación.Cierto es que al público le agradaba oír repetir y confirmarlo que había sucedido y que cualquiera que fuese <strong>la</strong> lectoraque se compa<strong>de</strong>cía <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong>de</strong>sventuras <strong>de</strong> un personaje se habríacomportado <strong>de</strong> <strong>la</strong> misma manera si se hubiera hal<strong>la</strong>do en unasituación análoga. No obstante, <strong>la</strong> secreta razón <strong>de</strong>l mecanismo<strong>de</strong>l "[Dios mío, qué sed tengo!" nos parece distinta. Se trata<strong>de</strong> un mecanismo que permite <strong>de</strong>volver <strong>la</strong>s situaciones exactamenteal punto don<strong>de</strong> estaban antes <strong>de</strong> ser modificadas. Lamodificación <strong>de</strong>sata un nudo, pero no cambia <strong>la</strong> cuerda.El equilibrio y el or<strong>de</strong>n, interrumpidos por <strong>la</strong> violencia informativa<strong>de</strong>l golpe teatral, quedan restablecidos sobre <strong>la</strong>s mismasbases emotivas que antes. Y, sobre todo, los personajes no cambian.Nadie "cambia" en Los mi$terios. El que se convierte yaera bueno antes; el que era malo muere impenitente. No suce<strong>de</strong>nada que pueda preocupar a alguien. El lector es reconfortadoporque ocurren centenares <strong>de</strong> acontecimientos extraordinarios y,a <strong>la</strong> vez, porque éstos no alteran en nada el movimiento ondu<strong>la</strong>nte<strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas. Lágrimas, alegría, dolor y p<strong>la</strong>cer no alteranel movimiento regu<strong>la</strong>r <strong>de</strong>l mar. El libro <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>na una serie121

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