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Louis Althusser: mito y realidad - Temas

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María del Pilar Díaz Castañónno. 64: 100-108, octubre-diciembre de 2010.<strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>:<strong>mito</strong> y <strong>realidad</strong>María del Pilar Díaz CastañónProfesora. Universidad de La Habana.Nuestra pertenencia a este tiempo estuvoirrevocablemente marcada por él; por susbúsquedas, experimentos y riesgos.Jacques DerridaDiscurso ante la tumba de <strong>Althusser</strong>Hay muchas razones para escribir un texto. UmbertoEco sostuvo que había escrito El nombre de la rosaporque quería matar a un monje. Las líneas que siguenson resultado de la sorpresa. La cólera de Neptunoenvió en 1993 a la desde entonces bien provistabiblioteca submarina La imaginación al poder: ensayos sobreel marxismo althusseriano, y la autora —también de estaslíneas— decidió dedicarse a otros empeños. Ello noobsta para constatar, con el debido asombro, que aúnse habla del <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong> de la primera etapa comodel único, que se considera que «la ciencia en la queestaba pensando <strong>Althusser</strong> era la biología» 1 en el Cursode filosofía para científicos, o que se afirma que del filósofogalo solo quedarán «las hermosas y poéticas cartas a suamante Franca». 2Las Lettres à Franca (1961-1973) 3 fueron publicadasen 1998, y como señalara Élisabeth Roudinesco sonla historia de un hombre que ama a una mujer, hastala locura, pero también la revelación de cuánta ayudaobtuvo el profesor galo de la brillante generación dealumnos de la École Normale Supérieure (ENS)no comprometidos en acciones concretas como susmayores (resistencia o luchas anticoloniales), sinohabitados por la utopía de una Revolución ideal que seríacapaz de cambiar el lenguaje al estilo de Arthur Rimbaudy de modificar al hombre a la luz de Marx y de Freud. 4De hecho, a ellos se debe Leer El Capital, que, enpropiedad, <strong>Althusser</strong> nunca leyó con detenimiento. 5La extrañeza aumenta cuando un ex alumno, queinsiste en estudiar filosofía y además en Alemania,comenta que los jóvenes de izquierda de ese paístienen como canon «Ideología y aparatos ideológicosdel Estado», texto por demás paradójico, pertenecientea la tercera etapa del autor. Como catalizador, fuesuficiente. Georg W. F. Hegel tenía un hijo ilegítimo yescribió la Ciencia de la Lógica en seis meses, reconociendoque hubiera necesitado un año para llegar a la formaconveniente, pero que necesitaba dinero. 6 La Lógicacontinúa siendo ineluctable. Lo que sigue es el muyapretado resultado de quince años de impacienteinvestigación, luchas en bibliotecas, reservas amarillas o100


de otro color, y sobre todo contribuciones de amistadesde cualquier lugar del planeta. Como diría Kant, Sapereaude.Si Paul Valéry, Arthur Rimbaud y Charles Baudelairemerecieron en su tiempo el calificativo de «poetasmalditos», Georges Lukács, Karl Korsch, Ernst Bloch,Anton Pannekoek, Antonio Gramsci y <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>han disfrutado durante lustros el honor de ser los«filósofos malditos» de nuestra época. Fue el precio quedebieron pagar por avizorar nuevos rumbos.Pero no todos los herejes corrieron igual suerte. La de<strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong> (1918-1990) es, en muchos sentidos, única.En primer lugar, creó una escuela en vida; en segundo,su pensamiento se desplegó en constante evolución,marcando etapas que no fueron comprendidas, ni aunpor sus seguidores; por último, se convirtió en «piedrade toque» del marxismo dogmático, en la década de los80 del siglo pasado, para el que refutar las provocativastesis del filósofo francés devino procedimiento idealpara validar los esquemas del canon. Y last but notleast, alcanzó una última y triste notoriedad mundial alasesinar a su mujer, lo que condenó su último deceniode vida a una muda reclusión total.Así, en la época del dogmatismo rampante, cualquierartículo que abordase la relación ciencia-ideología, elproblema de la periodización de las obras de Marx, laespecificidad teórica de El Capital, o el problema delhumanismo —por solo mencionar los aspectos másdifundidos— incluía inevitablemente una destructivareferencia crítica a los planteamientos althusserianos. Deeste modo, se enjuiciaba la totalidad de la produccióndel pensador a partir de sus escritos del lapso 1960-65,y se ignoraba, además, la peculiar coyuntura teóricopolíticaque reflejan. De igual manera se podría calificara Marx de no marxista si únicamente se tiene en cuentasu tesis de doctorado.Lo dicho indica la paradoja siguiente: el famoso<strong>Althusser</strong> es generalmente desconocido, pese a losinnumerables estudios que sus seguidores y/o críticoshan hecho de una u otra parte de su obra. Conocerlapermite afirmar que, al igual que sus compañeros«malditos», realiza una reflexión que sugiere másinterrogantes que respuestas. El mérito radica enhaberlas planteado. Amén de ello, posibilita unaconclusión: sin pretenderlo, el profesor comunistafrancés reproduce el viejo estilo de pensar dogmáticoque critica.Filosofía = políticaDemostrar lo dicho exige esbozar, siquierasomeramente, los aspectos más significativos que, desde<strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>: <strong>mito</strong> y <strong>realidad</strong>el punto de vista teórico —y para nuestros propósitos—conformaron el panorama del marxismo anquilosado. 7En esta fase de comprensión estrecha de losobjetivos, funciones y problemas del ideario marxista,la teoría filosófica fue reducida a su función ideológicopolítica,divulgable y comprensible solo a través dela sistematización didáctica de los manuales y textosde instrucción. Como consecuencia de lo anterior,interrogantes claves que la revolución teórica habíabrindado a la polémica filosófica fueron tratadas de modosuperficial o simplemente eliminadas como tales.Así, la enigmática tesis engelsiana sobre el fin dela filosofía se repetía sin analizarla, asumiendo comorespuesta lo que era solamente una indicación para lareflexión; la relación Hegel-Marx se abordaba de modomecánico, por entender que todo idealismo era erróneo yestéril; el análisis de la historia de la filosofía devinoesquemática exposición sucesiva de escuelas, dondeel materialismo siempre resultaba triunfante frente alnocivo idealismo; el estudio filosófico de El Capital era,desde semejantes premisas, imposible, y se sustituía porel análisis económico y muchas veces economicista.Textos claves como «Sobre el materialismomilitante» e «Insistiendo sobre los errores de Trotskyy Bujarin» simplemente no se consultaban; inclusolos fragmentarios pero canónicos Cuadernos filosóficos,publicados por vez primera —y con omisiones—en 1929, fueron tratados, al igual que los restantesescritos de Carlos Marx, Federico Engels y VladimirI. Lenin, como un compendio de citas para avalar, conla autoridad de «los clásicos», cualquier cuestión quese plantease. Amén de ello, la formal división de lateoría en diamat e hismat resucitaba la vieja ontología yla sociología objetivista, haciendo regresar al marxismoa un pasado ya superado aun por el erróneamentedespreciado Hegel. Los estudios originales sobreEl Capital y los Grundrisse se desdeñaban, e inclusoun especialista como Roman Rosdolsky sufrió elcampo de concentración estalinista después de habersobrevivido al hitleriano.Desde luego, el triste panorama arriba esbozado noexcluye la labor seria y reflexiva de brillantes especialistassoviéticos, cuyas contribuciones resultan, aún hoy,de extraordinario valor. No obstante, tales aportesaislados —amén de otros cuya publicación se impidióen la época y cuya divulgación solo comenzaría tras eldesplome— no lograron cambiar el pedestre estilo detrabajo existente.Sin embargo, las prácticas que el estalinismo fuefijando por oposición al estilo leninista promovieron,desde mediados de los años 20, sordas polémicasdentro del marxismo. Las numerosas interrogantesque estallaron en los planos político, moral, ideológico,estético y científico abordaban cuestiones periféricas, sin101


María del Pilar Díaz Castañónreconocer el verdadero problema en el que ahondaban:la especificidad y valía de la filosofía marxista comoteoría revolucionaria, abierta, progresiva y crítica.Pero tampoco fructificaron los intentos dedicados alasunto. Los planteamientos acerca del lugar histórico delmarxismo en la historia de la filosofía y las reflexionessobre su método; las indagaciones acerca del papel deLenin en la formación de la filosofía y la política; lasideas acerca de la relación Hegel-Marx, la concienciade clase y el marxismo ortodoxo; la consideración delmarxismo como utopía realizable y por tanto ideológica,entre otras, fueron descalificados desde el punto de vistapolítico sin ser sometidos a crítica teórica. No obstante,las preguntas continuaban sin respuesta.Hermenéutica y teoría: la búsquedadel verdadero MarxResulta lógico que la ruptura del esquema políticopropiciada en febrero de 1956 generase una conmoción.El impacto moral, político y emocional provocado porlas revelaciones del XX Congreso del PCUS desatóuna oleada de escepticismo y ansias renovadoras, loque produjo dos tendencias principales, inspiradasambas en el rechazo total a la teoría marxista-leninistadogmatizada. Pero se diferenciaban en sus propósitosy consecuencias. De un lado, se agrupaban quienesnegaban toda valía al marxismo, considerándolo yauna propuesta superada, ya un sistema anquilosadoque debía actualizarse a la luz de las nuevas condicioneshistóricas; de otro, aquellos que pretendían realizarel rescate del verdadero Marx, a partir de la lecturadetallada de sus textos y de la oposición al diamat.La necesidad de definición se veía mediada porun reconocimiento dual. Por una parte, resucitabanlas viejas interrogantes planteadas por Lukács,Korsch, Pannekoek y Bloch, prestigiadas tanto porla persecución sufrida como por el silencio que lascondenó. Por otra, la nueva época obligaba a reconocerla existencia de problemas eminentemente filosóficos,que el marxismo manualesco no se atrevió a abordar.Los vacíos generados por esta ausencia reflexiva fueronocupados por la filosofía no marxista contemporánea,que así quedaba validada por omisión.Vale decir que razonar el marxismo en la décadade los 60 no significaba comprender los textos de «losclásicos», ni solo tomar una posición ante el debate quetan tardíamente resurgía y cuya actualidad era innegable,sino, sobre todo, enfrentarse a un espacio «ocupado»por las preguntas —y respuestas— que se ofrecíancomo alternativa al marxismo. Y como ellas aparecíanfuertemente entrelazadas con coyunturas culturalesespecíficas, era preciso también tomar una posición alrespecto. Urgía una interpretación nueva.Francia, 1960: la eclosión culturalEl auge de la búsqueda intelectual en la Francia delos 60 se expresó en dominios bien diversos. La muyfijada tradición epistemológica se reafirmó a través dela polémica sobre la racionalidad o no de la ciencia; 8 enel campo psicológico, la reintroducción del freudismopor Jacques Lacan provocó alteraciones y escisionesprofundas, cuyas consecuencias se extendieron a toda laintelectualidad francesa; 9 el resurgimiento de la lingüísticaestructural impregnó a los pensadores de la época de unespíritu sistémico, presto a aplicarse a cualquier dominioteórico. Por sí mismo, el estructuralismo ofrecía, a travésde su interpretación de la historia, una normatividadfácilmente aceptable en el mundo convulsionado dela posguerra.Si a lo dicho se suma la reflexión existencialista sobreel hombre y su soledad alienante, resulta comprensibleque toda indagación sobre el marxismo provocadapor el choque del XX Congreso no pudiese ignorar—en ninguna de las dos vertientes indicadas— lasexpectativas despertadas por la eclosión cultural aquíesbozada grosso modo.Paradójicamente, se impone recordar que elpanorama teórico antes diseñado no desconocía elmarxismo. Como señalara Max Weber, en el campo delas ciencias sociales era imposible hacerlo. Y esto explicael «lenguaje común» que por un lustro compartieronposiciones tan diversas como las de Jean Paul Sartre,Michel Foucault, Jacques Derrida, Claude Lévy Straussy <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>.El famoso <strong>Althusser</strong>: ciencia vs. ideologíaEs en Por Marx 10 donde <strong>Althusser</strong> declaraexplícitamente su propósito de rescatar la radicalidady originalidad teórica del pensamiento de Marx. A sujuicio, la versión existente era el resultado de la diluciónde la filosofía en la ideología política, disciplinas queen modo alguno podían identificarse sin pérdida de laespecificidad teórica de lo filosófico.Tal es el leit motiv de la primera y más famosa etapa (l960-l967) de la producción de este autor. En ella caracteriza elsurgimiento del marxismo como resultado de un «corteepistemológico», 11 cuya consecuencia es la aparición de dosdisciplinas simultáneas: la filosofía, o teoría de las prácticasteóricas, 12 y el materialismo histórico o ciencia de la historia.El «corte», situado en 1845 (Tesis sobre Feuerbach y redacciónde La ideología alemana), divide la historia del pensamientofilosófico en dos momentos: el ideológico, anterior a él, yel científico, cuya existencia inaugura con el surgimientode la nueva problemática.102


Ya desde aquí se aprecia la contraposición ciencia/ideología, eje de todo el quehacer althusseriano.Las obras anteriores al corte son ideológicas, i.e.,humanistas y empiristas; las posteriores son realmentecientíficas, pues expresan un conocimiento objetivode lo real. La reproducción de la usual divisiónmaterialismo dialéctico-materialismo histórico intentasubrayar el grado de cientificidad del marxismomediante la objetivista ciencia de la historia, mientrasla filosofía deduce su cientificidad de su carácter noideológico.Pero como ni siquiera el «corte» garantiza lainmunidad ante la penetración «idealista, nociva ydeformante» de la ideología, la filosofía es concebidacomo Teoría de las prácticas teóricas: i.e., metateoríaque sirve a la clase obrera como arma revolucionaria,al brindarle el mecanismo de producción deconocimientos 13 que permite distinguir entre loideológico deformante y lo científico revolucionario.Como ciencia de los modos de producción, de susestructuras y formas de transición, la «ciencia de lahistoria» sustenta la explicación que como metateoríaofrece la filosofía, describiendo la sociedad comoun «todo complejo estructurado ya dado», cuyas«estructuras en dominante» hallan su fundamentoteórico en la contradicción superdeterminada.La confusa terminología empleada revela lainfluencia del estructuralismo y el psicoanálisislacaniano y una ausencia: Hegel. Es que <strong>Althusser</strong>considera que no hay ni puede haber relación algunaentre el materialista Marx y el idealista Hegel, hastael punto de calificar la problemática del joven Marxcomo kantiano-fichteana.El rechazo a la dialéctica hegeliana, huella del viejoestilo de pensamiento dogmático que quiere superar, 14lo conduce a sostener la especificidad cualitativa dela contradicción marxista respecto a la hegelianaeliminando toda mediación entre los polos contrarios.La superdeterminación solo supone la subordinaciónde un polo al otro, lo que excluye toda autonegatividady presuposición real de los elementos que componenuna relación de contradicción. 15Nadie puede repudiar impunemente la dialéctica.En el caso del pensador que nos ocupa, ello tuvocomo consecuencia una versión esquemática deltodo social, donde el elemento material (siempresuperdeterminado) condiciona inevitablemente elideal, que carece de la más mínima independencia.Tal modelo resultó extraordinariamente atractivo enAmérica Latina (especialmente en México y Chile) puessugería la idea de concentrar la lucha revolucionariaen los aspectos materiales de la sociedad, cuyasuperdeterminación garantizaría automáticamente elcambio de los niveles estructurales. 16La paradoja de los «anti»<strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>: <strong>mito</strong> y <strong>realidad</strong>Pero <strong>Althusser</strong> no rechaza solo a Hegel, sino a todoidealismo. A su juicio, las filosofías «del origen o delsujeto» son ideológicas y enturbian la visión correcta dela <strong>realidad</strong>. Es por ello que caracteriza las enfermedadespadecidas por el marxismo a través de sus célebres«anti»: humanismo abstracto, historicismo, empirismoy economicismo.Las tesis del «anti», que tanto ruido hicieron, tienenun fundamento racional. Efectivamente, la versióndogmática de la filosofía se veía plagada de economicismoy empirismo: todo se explicaba directamente por laacción de la base económica, mientras los nuevosdatos que podían contradecir la teoría se incorporabanmecánicamente a ella sin ser procesados. Ciertamente,<strong>Althusser</strong> tiene razón cuando, al tomar partido enla polémica de los Manuscritos, declara que Marx nopostuló jamás un humanismo abstracto, sino bienconcreto, referido al hombre socialmente entendido yno a una entelequia de valores espirituales inmutables.La explicación fue desoída, y el intenso debate giróen torno a la provocativa formulación: Marx era,teóricamente, antihumanista.Lo mismo ocurrió con el antihistoricismo: negandoque el marxismo postulara una sucesión mecánicade acontecimientos, sostiene la sujeción a leyes deldevenir social, mensurable a través del tiempo histórico.Sin embargo, en torno a la afirmación se desató unaencendida polémica, uno de cuyos momentos másrelevantes fue el debate encabezado por Pierre Vilaracerca de la especificidad de la historia como cienciasocial. 17 Pero ya con ello la cuestión se trasladaba a unterreno que le era ajeno.Los «anti» esconden aún otra paradoja: <strong>Althusser</strong>reproduce sus famosos «anti» en su obra. Demandandoun humanismo real, la visión del sujeto que resulta de la«ciencia de la historia» es pasiva y mecánica; luchandocontra el economicismo, lo reproduce en su «todocomplejo estructurado ya dado», 18 donde lo único quepermite la autonomía de las estructuras es precisamentelo que lo impide, la contradicción superdeterminada;criticando el empirismo en la teoría (y acusando a Engels yHegel de partidarios de la teoría empirista del concepto)lo plasma en Leer El Capital, 19 cuando intenta explicarel proceso de ascenso de lo abstracto a lo concretoconsiderando lo abstracto como un aspecto específicodel pensamiento ausente de lo concreto real.Por otra parte, el esfuerzo por superar la escisiónentre teoría y práctica mediante el concepto de prácticateórica resultó solo una fusión aparente. La teoría«absorbe» para sí una práctica que no es precisamentela real, sino un proceso «práctico» (transformador) dela teoría en la producción de un nuevo conocimiento.103


María del Pilar Díaz CastañónAsí, se reduce la relación teoría-práctica a mero ejercicioepistemológico. Adscribiendo la práctica materiala un dominio exclusivamente gnoseológico, de hechoobvia la especificidad de lo ideal, cuya actividad nopresenta diferencia alguna respecto a la material.Ello le impide, entre otras cosas, la comprensióncabal de la subjetividad, defecto que Marx imputara almaterialismo que lo precedió.La contraposición racionalista ciencia/ideologíapesa con demasiada fuerza sobre el filósofo francés.Especialmente el fantasma de la ideología, que no loabandonará en todo su quehacer.Considerando en la primera etapa la ideologíacomo prisma deformante de la actividad del sujeto, peroresultado de ella, <strong>Althusser</strong> afirma que ya la Generalidad I,como resultado de la III, posee naturaleza ideológica.La ideología en el conocimiento penetra a través dela problemática y elementos que lo conforman;extendida al todo social, resulta presupuesto detoda práctica teórica y, por tanto, necesaria al actocognoscitivo; premisa e inevitable resultado suyo. Yaaquí indica una de sus preocupaciones esenciales: cómolibrar al sujeto de la deformación ideológica que élmismo produce. Sin embargo, no la resuelve, y fuerzaes declarar que la ideología no constituye preocupaciónsustancial del primer <strong>Althusser</strong>.Pese a ello, en un texto de transición reflexionasobre el asunto, y caracteriza la ideología no solo entanto conocimiento empírico deformador, sino como«cierta representación del mundo que liga a los hombrescon sus condiciones de existencia y a los hombresentre sí». 20 Esta representación necesaria es un reflejofalso, adultera las relaciones reales justificando el poderde la clase dominante y transformando sus ideas enasimilables para los dominados. Puesto que la ideologíafunge como mediadora ideal entre las determinacionesestructurales y las disposiciones de la superestructura,a la que pertenece, su función es lograr la cohesiónsocial.Siendo tan objetiva y heterogénea como las propiasrelaciones materiales que la generan, la ideología nopuede estudiarse a través de sus elementos aislados(representaciones, imágenes, señales, símbolos, ideas)sino como sistema, y tal labor solo puede emprenderlala filosofía, como «laboratorio» para la elaboraciónteórica de la ideología.Sin duda, esta proposición es deudora de lasconsideraciones gramscianas al respecto. En el contextode la primera etapa, queda a nivel de indicación; en laúltima adquirirá su máximo desarrollo, y es muy evidentela coincidencia con las tesis del pensador italiano.El propio <strong>Althusser</strong> valoraría su primera etapacomo teoricista, y la relación ciencia-ideología comoun «boceto especulativo». 21 De igual forma, considerósu tesis de la filosofía como teoría de las prácticasteóricas.Como se ha visto, no se trata únicamente deespeculación, sino de la reproducción negativa de lascondiciones teóricas en que está inmerso. Trabajandocontra la dilución de la filosofía en ideología política,la convierte en metateoría; luchando contra eleconomicismo, el empirismo y el humanismo abstracto,los reproduce; promoviendo la lectura marxista de ElCapital, ofrece una visión de la obra que destruye laesencia del método de Marx.¿Qué explica entonces la repercusión mundial deesta primera etapa, y la ignorancia casi total de lasdos siguientes, mucho más ricas? Recuérdese cuálera la versión de la filosofía imperante. El lenguajealthusseriano, dubitativo y provocador, sacaba a la luzproblemas hasta entonces omitidos, y lejos de proponersoluciones finitas, incitaba a la reflexión. Por otra parte,incorporaba a sus ideas las nuevas corrientes culturales,despojando a otras tendencias filosóficas del privilegiode su tratamiento.En esencia, <strong>Althusser</strong> proponía a los comunistashartos del canon una vuelta a Marx mismo, desechandolos textos que pretendieron explicarlo. Claro que,como señalaba Marx, nadie se libra del estilo depensamiento de su época; sus seguidores hicieronde <strong>Althusser</strong> un nuevo canon que contrapusieron alexistente. Por tal razón, muchos de ellos ignoraron lafecundidad posterior de su pensamiento, y prefirieronquedarse en Por Marx y Leer El Capital.El desconocido <strong>Althusser</strong>: la filosofíaespontánea de los científicosLa fase más interesante del pensamiento de esteautor es, realmente, un tránsito. Ubicada en los años67-69, incluye dos textos fundamentales: Lenin y lafilosofía y Curso de filosofía para científicos. En este momentode su quehacer, aborda con más seriedad el problemade la relación filosofía-ciencia, siempre en búsquedade la especificidad de la primera. Concebida ahoracomo «línea de demarcación» entre lo científico y loideológico, ella define límites también para el interiorde sí misma. Pero no es ciencia ni ideología y, sinembargo, distingue entre «lo científico de las ciencias ylo ideológico de las ideologías». 22¿Qué puede significar afirmación tan paradójica?<strong>Althusser</strong> pretende demostrar a los científicos la utilidadde la filosofía, y determinar a su vez la distinción con laciencia. De ahí que, a través de las 25 tesis de su Curso...,establece tres índices diferenciadores principales:104


<strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>: <strong>mito</strong> y <strong>realidad</strong>La filosofía marxista-leninista solo podrá fungir como arma dela revolución si se transforma a sí misma, o sea, si realiza una«nueva práctica de la filosofía». Lograrla significa rescatar lafunción cosmovisiva que esta había perdido, al diluirse en losviejos esquemas.1. El criterio verdad-error, típico de la ciencia, no esválido para la filosofía, cuyas tesis serán «justas» ono en dependencia de su acertada relación con lapráctica.2. Es la ideología, paradójicamente, el vínculo entrela filosofía y la ciencia, por cuanto subyace en laprimera. Esta será tanto ideología teórica (científica ode los científicos) como práctica (normas valorativasque rigen la conducta del sujeto). La última serádeterminante, y es la ideología espontánea de lapráctica científica el resultado de su interacción.3. Puesto que el carácter deformante de la ideologíase mantiene, la ciencia no puede eliminarla nidistinguirla; compete esta labor a la filosofía como«línea de demarcación» entre lo científico y loideológico.Así, la filosofía realiza una función dual, puesdemarca también para sí misma. Es ella quien articulala ciencia y la ideología (sin ser ninguna de las dos), yquien distingue lo ideológico de las ciencias rescatandosu cientificidad, y supera, por la misma razón, loideológico que la constituye y entorpece la «justeza»de su línea política. Deviene el elemento que garantizala cientificidad de la política y la política en la ciencia.La intervención de la filosofía en la ciencia se manifiestacomo política científica, i.e., su táctica y estrategia.<strong>Althusser</strong> brinda una excelente idea al insistiren que, debido a la diferencia en objeto, estructura,método y criterio de validación, la filosofía no puedeintervenir directamente en la ciencia; lo hace a travésde la Filosofía Espontánea de los Científicos (FEC), esdecir, aquella que brota de la reflexión realizada por elinvestigador sobre su propio quehacer. Mas tampocola FEC está a salvo de la nociva ideología, pues suselementos constituyentes la incluyen: el Elemento 1es materialista, pues proviene del interior de la ciencia;pero el Elemento 2, extracientífico, es idealista, porcuanto lo constituye la interrelación de las ideologíasteóricas y prácticas. Así, la FEC no puede sistematizarse:debe acudir a un sistema propiamente filosófico, quela estructure a partir del método que solo la filosofíaofrece. Siguiendo a Engels, destaca que el éxito deesta empresa dependerá del cuerpo sistematizador quese emplee; a su juicio, el triunfo lo garantiza solo ladialéctica materialista.La idea anterior constituye uno de los aportes másbrillantes de <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>. Durante lustros, losfilosofemas de manual se limitaron a afirmar la relaciónde la filosofía con la ciencia a partir del método queesta le brinda, a cambio del cual recibe conocimientocientífico. Tal esquemática afirmación dejaba sinresolver el modo en que la filosofía, como tipo desaber especial, interactúa con el saber científico, y laconvertía en asimiladora virtual de los resultados deeste último. De aquí la proliferación de los numerosos«problemas filosóficos de las ciencias», algunos de loscuales tuvieron derivaciones risibles.<strong>Althusser</strong> sigue aquí la lapidaria afirmación deEngels en Dialéctica de la Naturaleza, según la cual nadiepuede pensar sin categorías, y aquel que cree hacerlose limita a tomar el instrumental ofrecido por lasfilosofías de moda. Por otra parte, sugiere la idea deque la ciencia solo puede ofrecer un cuadro científicode lo real; necesita de la filosofía si tiene pretensionescosmovisivas.Pero el viejo teoricismo althusseriano resurge enla calificación y contraposición de los elementos de laFEC. De otro lado, la filosofía se halla en una posturabien incómoda, pues sin ser ciencia ni ideología debe«demarcar» entre ellas. Aunque establece que la filosofíademarca también en su propio interior, el autor solomuestra las diferencias filosofía-ciencia, pero nofilosofía-ideología, que es solo una negación abstractade la ciencia.Del mismo modo, el criterio de validación dela filosofía —lo «justo» o no— resulta externo, enun intento más por incluir la determinabilidad de lapráctica. De hecho, el sustrato de la referencia prácticade lo filosófico se reduce a la política, con lo cual lafilosofía pierde su condición intrínseca de validarsea sí misma en el despliegue lógico de sus propiasdeterminaciones.En otras palabras, este esfuerzo no hace más quereproducir la premisa contra la que el propio <strong>Althusser</strong>trabaja: la versión de la filosofía como ideología política.Aunque la ideología desempeña en esta etapa el rol dereproductora de las funciones sociales del sujeto, estosolo ocurre a nivel intelectual, por cuanto la ideologíaes un elemento de la «cultura». 23105


María del Pilar Díaz CastañónPese a la dualidad que la condena, es en esta fase detránsito que la filosofía alcanza la caracterización máscabal en la obra del pensador francés. En efecto: esen este período donde <strong>Althusser</strong> distingue con mayorrigor entre la filosofía y la ciencia, e indica con ello elcamino para abordar la especificidad de la primera.Lamentablemente, tropieza con dos obstáculos que leimpiden culminar su labor.En primer lugar, la filosofía no se define por símisma, sino en su relación distintiva con la ciencia.Esta es, además, según el profesor galo, «constitutiva»de la filosofía. Las vagas indicaciones que se hallanen el Curso... acerca del objeto, método y estructurade la filosofía solo estimulan la reflexión sin brindardeterminación alguna.En segundo lugar, el teórico que nos ocupatropieza con un fantasma cuya corporeidad lo rehúye:la ideología. Constatando su existencia e intuyendoalgo de su función social, ella queda limitada al ámbitoculturológico, y resulta, por eso mismo, ajena a lafilosofía.Como se aprecia, la riqueza de esta etapa radica másen lo que sugiere que en lo que afirma. De ella emanandos problemas que resolver: la dualidad de la filosofíay el papel de la ideología en el todo social.Ideología y aparatos ideológicos del EstadoEs en la tercera etapa (1969-1978) donde <strong>Althusser</strong>responde a estas interrogantes, al considerar que suexistencia se debía a su olvido de la determinación delo político en lo teórico. Así, definirá la filosofía como«lucha de clases en la teoría», mientras que la ideologíaes al fin explicada como constituyente y reproductordel papel que todo sujeto desempeña en una sociedaddada, a partir de su tesis sobre los aparatos ideológicosdel Estado (AIE).Afirmar la filosofía como «lucha de clases en lateoría» significa, para el pensador francés, que enella se reproduce la lucha social, pero en niveles máscomplejos. Apoyado en el Manifiesto Comunista, diseñala historia de la filosofía y de las ciencias como unconstante «campo de batalla» teórico de tendenciasopuestas, que reproduce el antagonismo materialismo/idealismo.Asumiendo directamente la contradicción clasistacomo lucha de tendencias filosóficas, el autor llegaa una inevitable conclusión: la filosofía divide, ya que sufunción es elegir entre una u otra tendencia en la teoríay tomar partido al respecto. No obstante, considera quela división en el campo teórico no es fácil, pues la luchade clases en la teoría expresa la lucha ideológica y esenmascarada por ella.La vieja idea althusseriana acerca del carácter nocivode la ideología reaparece aquí en dos direcciones que secomplementan. Por una parte, todo idealismo filosóficoes nocivo, o sea, ideológico, y representa una variantereaccionaria; por otra, también el materialismo se hallapreso en las redes deformantes de una ideología que nogenera, sino hereda de la clase dominante.A diferencia de momentos anteriores, el filósofocomunista francés establece el origen de la ideologíaen la contradicción fuerzas productivas/relaciones deproducción, 24 e indica, siguiendo a Gramsci, el lugardonde se mueve y la función especial que desempeña.Reproduciéndose a la vez que la fuerza de trabajo,se inscribe en la superestructura, pero no de manerapura. De hecho, la ideología dominante cumple sufunción de fijar al sujeto en una posición convenientepara la clase en el poder, de la que no puede —ni leinteresa— salir.Pero no realiza esta función por sí misma, sinoa través de los AIE, integrados por las institucionesreligiosas, jurídicas, escolares, políticas, sindicales, deinformación cultural y masiva, etc. Como se ve, incluyenlas direcciones más importantes de la actividad espiritualdel sujeto social, para quien pasan completamenteinadvertidos por cuanto no parecen tener relaciónalguna con el Estado, ni cumplir función represivaevidente.El papel de los AIE es garantizar el estatismo socialen virtud del carácter autorreproductor de la ideología.De ello resulta que es la ideología dominante quienunifica, en última instancia, las diversas actividadesque los AIE generan. La pregunta que se impone es:¿puede el sujeto librarse de los AIE y emprender unalabor subversiva social? Para <strong>Althusser</strong> la respuesta esnegativa, por cuanto considera la historia como unproceso sin sujeto ni fin. 25Repitiendo su viejo prejuicio contra «las filosofíasdel origen o del sujeto», afirma que a Marx le escompletamente ajena una visión de la historia quetenga al sujeto como protagonista. En consecuencia,el hombre no es sujeto de la historia, sino en la historia,a cuyas leyes se adapta, pues lo conducen objetivistamentepor la tendencia del progreso social.De hecho, el condicionamiento que los AIE suponenavala ya la pasividad del sujeto; la tesis del proceso sinsujeto ni fin no es más que su consecuencia obligada.Por eso la ideología —que no tiene historia— es elúnico «cemento» social aglutinador que existe en ellade modo temporal, garantizándola.Como se ve, la comunidad con Gramsci quesugería la formulación de la ideología como elementocohesionador a través de los AIE culmina en unadiferencia radical. Si el teórico italiano la utiliza paraexplicar cómo lograr la revolución, el francés lo hacepara caracterizar el estatismo burgués. Vale aclarar106


que este autor confía en la vitalidad de la ideologíaproletaria, a la que adscribe la capacidad de anticiparlos aparatos ideológicos de la transición socialista ycontribuir, por ese medio, a «la supresión del Estadoy la supresión de los aparatos ideológicos del Estado enel comunismo». 26 Sin embargo, tal tesis queda soloa nivel de indicación.La transformación de la filosofía: el último<strong>Althusser</strong>La contradicción entre la forzada pasividad delsujeto y la necesidad de subvertir el orden socialimperante representada por su propia ideología parecehallar una solución en la última obra independiente deeste pensador: La transformación de la filosofía (1976).En esta conferencia, ofrecida en la Universidad deGranada, <strong>Althusser</strong> postula que la filosofía marxistaleninistasolo podrá fungir como arma de la revoluciónsi se transforma a sí misma, o sea, si realiza una «nuevapráctica de la filosofía». Lograrla significa rescatar lafunción cosmovisiva que esta había perdido, al diluirseen los viejos esquemas. La transformación de la filosofíaocurre en la medida en que ella incorpora y ordenatodas las formas de saber y las devuelve al mundocategorialmente traducidas, labor que puede lograrúnicamente a través de un agente externo: la ideología.Gracias a su función cohesionadora, esta funge para lafilosofía como prisma refractante de toda la actividadsocial. La filosofía desempeña entonces «su papel decimiento teórico para la unidad de esta ideología». 27Gracias a la filosofía sería posible trascender los AIE,pues realiza su nueva práctica estructurando el resultadode la actividad espiritual y fijándolo en categorías queportan el germen de la nueva concepción del mundo.Se hace evidente en esta proposición la influenciadel teoricismo que marcó la primera etapa, ahora conresultados mucho más positivos. <strong>Althusser</strong> se inscribeaquí en el rescate de la especificidad de la filosofíacomo teoría revolucionaria, al destacar la función quelos instrumentos lógicos desempeñan como síntesis dela práctica social.Infortunadamente, la idea de la filosofía comoarma revolucionaria quedó solo a nivel de consigna.El carácter discontinuo y polémico de los trabajos delpensador francés explica los <strong>mito</strong>s en torno a su obra,nacida de un ambiente contradictorio y convulso. Paralos jóvenes que lucharon en París y Santiago Tlatelolco,<strong>Althusser</strong> será siempre el profesor de la Escuela NormalSuperior que hablaba de un Marx creador y propicióla publicación de los Cuadernos marxistas-leninistas; paraotros, un teórico conservador que no rompió con laortodoxia del Partido Comunista Francés (PCF). Que<strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>: <strong>mito</strong> y <strong>realidad</strong>se haya presentado un buen día ante el atónito conserjede la Rue d´Ulm para preguntar el horario de sus cursoscuando ya no daba ninguno, 28 poco importa. En supapel de caïman (preparador de los futuros agregadosen filosofía, tarea competitiva si las hay) influyó tantoa sus casi contemporáneos como a discípulos tardíos dela talla de Jacques Derrida y Michel Foucault. 29Más allá de loas y denuestos, la obra de este autormarcó a una generación y fue marcada por ella. Unestudio ponderado de su obra muestra la necesidad derecorrer los fértiles caminos que indicó para convertirrealmente la filosofía en arma de la Revolución.Notas1. Néstor Kohan, El Capital. Historia y método. Una introducción,Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004, p. 40.2. León Rozitchner, «La tragedia del althusserianismo teórico»,en Néstor Kohan, ob. cit., p. 485. Este impresionante textotransporta, en contrapunteo continuo, al olvidado <strong>Althusser</strong> haciala contemporaneidad.3. <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>, Lettres à Franca (1961-1973), Stock-IMEC, París,1998.4. Élisabeth Roudinesco, «L’éblouissement d’<strong>Althusser</strong>», Le Monde,París, 30 de octubre de 1998.5. Al parecer, se limitó a ojearlo para el seminario que daría lugar allibro. Testimonio de Pierre-Françcois Moreau (París, 1999), quienfuera discípulo de <strong>Althusser</strong> y es hoy un brillante especialista,mundialmente reconocido, sobre la filosofía de Baruch Spinoza. Yaunque toda autobiografía ha de tomarse con reservas, el propio<strong>Althusser</strong> lo afirma en Les faits (1976) y en L’avenir dure longtemps(1985), publicados por Stock-IMEC y C.F.L., París, 1992.6. Véase este y otros detalles en Jacques D’Hondt, Hegel, Calmann-Lévy, París, 1998.7. Para ello se empleará una periodización en tres etapas de la obraalthusseriana, resultante del estudio acucioso que quien suscriberealizara durante algo más de un decenio sobre la obra, época einfluencia en Europa y América Latina del profesor galo.8. Es en este momento que renace el interés por las concepciones deGastón Bachelard acerca de la ciencia, fundamentalmente gracias alos cursos de Alexandre Koyré. Para <strong>Althusser</strong> es un viejo conocido,pues fue Bachelard quien dirigió en 1948 su tesis de doctorado enFilosofía, cuyo tema tuvo como eje la Fenomenología del espíritu, y sedefendió en 1948 como tesis de agrégation en Filosofía bajo el título«La noción de contenido en la filosofía de Hegel».9. Aunque las proposiciones lacanianas dividieron no solo a lospsicoanalistas, sino a toda la intelectualidad francesa en torno a sureevaluación de Freud, la influencia más general de Jacques Lacanreconocida en la época fue la de los juegos del lenguaje, constatabledesde el primer <strong>Althusser</strong> hasta la descontextualización derridiana ylas propuestas de Georges Bataille y Gilles Deleuze. Véase ÉlisabethRoudinesco, Histoire de la psychanalyse en France. 1925-1985, v. II,Éditions du Seuil, París, 1986.10. <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>, Por Marx, Editora Revolucionaria, La Habana,1966.11. Ibídem, pp. 21-7.107


María del Pilar Díaz Castañón12. <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>, Leer El Capital, t. 1, Editora Revolucionaria,La Habana, p. 65.13. Sujeto, objeto y medio de conocimiento teórico, casualmentemuy similares a la relación sujeto, objeto y medios de producción.14. Y difícil de entender por parte de un especialista en la «Cienciade la experiencia de la conciencia», como Hegel subtitula a laFenomenología. Pero como aclaró <strong>Althusser</strong> en su primer ensayoautobiográfico, L’avenir dure longtemps, hubo de intervenir en unacoyuntura en la cual el principal difusor de Hegel en Franciaera Alexandre Kojève, quien a su juicio no había comprendidouna palabra de Hegel ni de Marx. En cuestiones de interpretación…15. Para quien hizo la tesis en el contenido de la filosofía hegeliana,más valía que hubiera explorado la forma en que la contradicciónse determina, traspasa y despliega. Véase Georg W. F. Hegel, Cienciade la Lógica, t. 1, «La infinitud afirmativa», o t. 2, «Doctrina de laesencia».16. De hecho, es la amplia difusión —esquemática— de las primerastesis althusserianas lo que explica la convicción del Gobierno dela Unidad Popular en Chile sobre que, una vez nacionalizadas lasminas de cobre, la superestructura —Ejército incluido— seguiríaautomáticamente el movimiento de la base económica.17. Pierre Vilar et al., Dialectique marxiste et pensée structurale: à proposdes travaux d’<strong>Althusser</strong>, Maspero, París, 1986.18. Es en esta etapa, y gracias precisamente a la relación que imponea las diversas estructuras autónomas mediante un «tiempo histórico»sintético externo, que <strong>Althusser</strong> hubo de enfrentar la acusaciónde estructuralismo, que aún lastra los juicios sobre su obra. Igualque ocurre con la de Michel Foucault, quien dedicó un irónicocomentario a «los estructuralistas que no lo fueron». Véase MichelFoucault, «Structuralisme et post structuralisme», Dits et écrits. 1954-1988, t. 4, Gallimard, París, 1994, p. 442.19. Este texto, como se dice claramente en él, es el resultado deun seminario en donde los entonces más destacados alumnos delmaestro —Etienne Balibar, Jacques Rancière, Pierre Mancherey—sostuvieron amplios debates cuyas conclusiones quedaron plasmadaspor escrito. Sorprendente resulta su difusión e influencia, explicableentre los estudiosos de El Capital solo por la prestigiosa aura delfilósofo francés.20. <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>, «Teoría, práctica teórica y formación teórica.Ideología y lucha ideológica», Casa de las Américas, n. 34, La Habana,enero-febrero de 1966, p. 20.21. Véase <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>, Elementos de autocrítica, Editorial Diez,Buenos Aires, 1975.22. <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>, Curso de filosofía para científicos, Planeta-Agostini,Barcelona, 1985, p. 26.23. El autor se refiere aquí a la cultura oficial, fijada en la enseñanza,cuya consecuencia es su reproducción a través de los cuadrosintelectuales. Véase <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>, Curso..., ed. cit., p. 42.24. Véase <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>, «Idéologie et appareils idéologiquesd’état. Notes pour une recherche», La Pensée, n. 151, París, juniode 1970.25. <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>, Réponse à John Lewis, Maspero, París, 1973.26. <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>, «Nota sobre los AIE» (diciembre de 1976),Nuevos escritos, Laia, Barcelona, 1978, p. 105.27. <strong>Louis</strong> <strong>Althusser</strong>, La transformación de la filosofía, Universidad deGranada, Granada, 1976, p. 38.28. Testimonio de Pierre-François Moreau, ed. cit.29. Y lamentablemente, también a discípulos díscolos como elmexicano Raúl Olmedo, a quien tuvo que desautorizar públicamente(«Carta a Raúl Olmedo, 8 de enero de 1975», Historia y Sociedad,n. 17, México, D.F., 1978) o demasiado devotos, como la chilenaMarta Harnecker, respecto a la cual Néstor Kohan señalóacertadamente la increíble labor de difusión que realizara en AméricaLatina, y especialmente en el Chile de Salvador Allende. VéaseNéstor Kohan, ob. cit, pp. 52-3 y p. 248, nota 1.©, 2010108

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