Descargar revista número 95 - Colegio oficial de Medicos de Navarra

anecdotario64De lo sublime a lo ridículo no haymás que un paso.Napoleón Bonaparte.Militar y Emperador francés. 1769-1821).IÑAKI SANTIAGOCuando yo era niño, en la época en laque las fotografías eran en blanco y negroy lo digital se ceñía simplemente a utilizarel dedo índice hurgando a la caza de algunasecreción nasal o el meñique en lagrata labor de arrascarse el conducto auditivoen busca de algo de cerumen (¡quétiempos aquellos!), como decía, cuandoéramos pequeños, en el cole, ante unasituación de intimidación por parte deotro escolar, como la máxima amenazaque se puede lanzar a un enemigo, solíamosdecir aquella bravata de: ¡Mira,que mi padre es policía y…!, dejando lafrase suspendida mientras levantábamosla barbilla en gesto de provocación, a loque nuestro oponente, como medida defensivay sin arredrarse ante tamaña insolencia,que a todas luces sonaba más falsaque un billete de 43 euros, soltaba un desafiante:¡Pues mi tío es Franco! (para losde la LOGSE, dictador español anterior ala creación e implantación de la LOGSE).Y esa intimidación sí que sonaba a mentiray gorda. Y así, todo acababa en cuatroempujones, hasta el día siguiente, quevolvíamos a ser tan amigos, con el padredel uno reconvertido en albañil de verdady el tío del otro en chofer de autobús.Ahora los niños son más autosuficientes.Ya no necesitan tener un familiar policíaimaginario que les defienda, no. Ahorase transmiten los pareceres e insultos através de “eseemeeses “, del “feisbuc” odel tuenti. ¿Se están perdiendo las formaso está cambiando la sociedad?Lo que parece que no cambia es la policía.Pero solo lo parece, porque a mispadres les oía decir que antaño a los polisse les llamaba guardias de asalto. Luegopasaron a ser la policía armada, lo que familiarmentellamábamos “los grises”, losque nos calentaban la badana en tiemposno muy pretéritos. Y después, a no séquién, se le ocurrió llamarlos policía nacionaly vestirlos de marrón, con lo cuál lode “grises” ya no pegaba, aunque sus porrassí lo seguían haciendo. No lo sé, peroigual ese color marrón fuera el motivo porel que se les comenzó a llamar “la madera”y el funcionario de porra y pistola setrocó en “madero”. Pero luego llegó unnuevo cambio, esta vez solo afectando alcolor del uniforme, comenzando a ir deazul hasta hoy día. Tengo que confesarque yo les sigo llamando “los grises” porqueme hace sentirme más joven.De todos modos, de gris, de marrón ode azul, es curioso ver cómo el cuerpo policialtiene múltiples nombres y acepcio-nes, al igual que el órgano viril de muchosde sus miembros (y valga la redundancia).Así, hablamos de agente, guardia, númeroo gendarme, como formas más finolis,y de polizonte, madero, pasma o bofia,como expresiones un poco más despectivas.Además se suelen emplear otrasacepciones que por su grueso calado ymalsonancia no voy a transcribir, más aúncuando son términos insultantes que puedenser empleados para dirigirse a cualquiergremio o profesión que no tengaa bien ser de nuestro completo agrado yque, más por la tendencia a la globalizaciónque por otros motivos, hace que llamara alguien hijoputa o cabrón no tenganada que ver con su profesión o actividadhabitual, sino con su forma de ser, estar eincluso parecer.En fin, que el policía tiene una funciónpública de mantenimiento del orden y denuestro cuidado, aunque nunca he entendidopor qué nos esperan después, y noantes, de esa curva peligrosa o montanel control de alcoholemia a la vuelta dela esquina, cuando ya no tienes escapatoriaposible. Mi vecino, que es de la benemérita,me dijo que era por prevencióny yo, sin pensarlo y en un acto impulsivoe irreflexivo le contesté que tururú. Ya nome saluda en la escalera. Sólo me hace unextraño gesto llevándose los dedos índicey corazón en forma de uve hacia sus ojosy luego volviéndolos hacia mí. Mi mujerme dijo que era un gesto avisándome deforma amenazante de que me vigilaba ala espera de no sé qué. Yo no me lo creo,porque la poli está para cuidarnos.Y hablando de cuidar, lo que se diceprotegidos lo estamos un rato, porqueentre la nacional, la guardia civil, la foral,la judicial, los munipas y la ertzantza, queme vigila cuando voy a ver a mi amigode Tolosa, me da la sensación de que elúnico ciudadano que va por ahí sin porray pistolón es un servidor.Además, por algo existirá el famoso dichopopular que reza: “La policía no estonta; ve una colilla y dice: aquí han fumado”.nº 95 | octubre 2011