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Descargar revista número 95 - Colegio oficial de Medicos de Navarra

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iografías médicasra nororiental <strong>de</strong>l Danubio. En su ofensiva, losdacios penetraron en la provincia <strong>de</strong> Mesia (laactual Serbia) y dieron muerte al gobernadorromano local. Posteriormente, el rey dacio Decébalose complació en humillar a Roma comonadie hasta entonces lo había hecho, obligándola al pago <strong>de</strong>un tributo para mantener la paz en la zona. Algunos jefes militaresconsi<strong>de</strong>raron aquella situación intolerable; una cosa eraque el emperador se comportase como un necio en los asuntos<strong>de</strong> su vida privada, y otra muy distinta que Roma cediese alchantaje <strong>de</strong> una tribu <strong>de</strong> salvajes. A comienzos <strong>de</strong>l año 89 d.C.,cuando el conflicto dacio atravesaba su momento más crítico,estalló una sublevación entre las tropas imperiales que, bajo elmando <strong>de</strong> Lucio Antonio Saturnino, se hallaban <strong>de</strong>stacadas enGermania. Domiciano se vio así atrapado entre dos frentes y,por un breve tiempo, su situación pareció <strong>de</strong>sesperada. Sin embargo,un súbito <strong>de</strong>shielo impidió que Saturnino pudiese recibirrefuerzos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la orilla opuesta <strong>de</strong>l Rin, <strong>de</strong> modo que merceda este golpe <strong>de</strong> fortuna y no sin antes haber visto peligrar supropia vida, el emperador pudo en última instancia contener larevuelta.A partir <strong>de</strong> aquel momento <strong>de</strong> tensión extrema, una especie <strong>de</strong><strong>de</strong>lirio persecutorio se adueñó <strong>de</strong> la mente <strong>de</strong> Domiciano. Su carácter,<strong>de</strong> por sí áspero y <strong>de</strong>sconfiado, se hizo todo malevolenciay crueldad, y sus viejas suspicacias respecto a la fi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong> suscolaboradores dieron paso a una auténtica obsesión por las conjurascontra su persona. La naturaleza paranoica <strong>de</strong> Domiciano,reprimida hasta entonces, se <strong>de</strong>sbordó <strong>de</strong> modo incontenible,llevándole a empren<strong>de</strong>r una serie <strong>de</strong> juicios, procesamientos yejecuciones que transformaron la parte final <strong>de</strong> su reinado en unauténtico régimen <strong>de</strong> terror. Su actividad como censor se endurecióhasta extremos inauditos: prohibió las representaciones teatralespara evitar ser objeto <strong>de</strong> sátiras encubiertas, estableció lapena <strong>de</strong> muerte para los autores <strong>de</strong> libelos supuestamente subversivos,y, sobre todo, fomentó cuanto pudo la <strong>de</strong>lación entrelos ciudadanos. En una palabra, todos los actos <strong>de</strong>l emperadorquedaron supeditados a un único fin (la conservación <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>ra todo trance), <strong>de</strong> manera que cualquier medio que se precisarapara ello, por inmoral que pudiera ser,se le antojaba a Domiciano diáfanamentelícito; pues según él mismo afirmaba, “lacondición <strong>de</strong> los príncipes es muy digna <strong>de</strong>lástima, porque no se cree en las conjurascontra ellos sino cuando ya han sido asesinados”.Así pues, aprovechando el miedo generadopor las <strong>de</strong>laciones que <strong>de</strong> todas partessurgían, Domiciano dispuso a su capricho <strong>de</strong>la vida y hacienda <strong>de</strong> multitud <strong>de</strong> ciudadanos.Sin importar cuáles fueran la i<strong>de</strong>ntidad<strong>de</strong>l acusador o la naturaleza <strong>de</strong> la acusación,bastaba con que se <strong>de</strong>nunciara cualquierhecho o dicho presuntamente contrario a lapersona <strong>de</strong>l César para que las represalias seejercieran <strong>de</strong> inmediato. Entre las víctimas <strong>de</strong>aquella represión indiscriminada se contaron varios familiares y amigosíntimos <strong>de</strong>l propio Domiciano, su secretario personal, no pocossenadores, caballeros romanos, funcionarios <strong>de</strong> diverso rango y numerososmiembros <strong>de</strong> ciertas comunida<strong>de</strong>s religiosas que, como lajudía o la cristiana, eran consi<strong>de</strong>radas políticamente peligrosas. Dosjóvenes sobrinos <strong>de</strong>l emperador -que, según el Derecho romano,<strong>de</strong>bían suce<strong>de</strong>rle en el trono ya que Domiciano carecía <strong>de</strong> hijosfueronacusados <strong>de</strong> apostasía y ejecutados en el año <strong>95</strong> d.C., trashaber reconocido su conversión al cristianismo. Más afortunadoresultó el apóstol San Juan, quien, <strong>de</strong>sterrado en la isla <strong>de</strong> Patmos,escribió durante aquellos años el Libro <strong>de</strong>l Apocalipsis, en el quese i<strong>de</strong>ntifica a Roma con las fuerzas <strong>de</strong>l mal y se la <strong>de</strong>scribe como“la gran ramera (…) ebria <strong>de</strong> la sangre <strong>de</strong> los santos <strong>de</strong> Jesús”.“Su aficiónpor las orgíasalcanzó famaen todos losrincones <strong>de</strong>lImperio. Pese aello, él mismono dudó enproclamarsecensor vitalicio<strong>de</strong> Roma”61COLEGIO DE MÉDICOS DE NAVARRA

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