iografías médicas60DomicianoEmperador <strong>de</strong> Roma (2ª parte)ÏJesús Repáraz PadrósÏ La Naumaquia <strong>de</strong> Ulpiano Checa.Uno <strong>de</strong> los escasos aspectos <strong>de</strong> labiografía <strong>de</strong> Domiciano sobre elque existe práctica unanimida<strong>de</strong>ntre los historiadores es el <strong>de</strong> suescandalosa vida sexual. Aunque es ciertoque, en general, los emperadores romanosno pue<strong>de</strong>n ser tomados como mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>continencia, no lo es menos que las cotas <strong>de</strong>perversidad alcanzadas por Domiciano en esteaspecto resultan difíciles <strong>de</strong> superar. Casadocon Domicia Longina en el año 70 d.C., susinfi<strong>de</strong>lida<strong>de</strong>s fueron públicas y notorias <strong>de</strong>s<strong>de</strong>el día mismo <strong>de</strong> la boda, y su afición porlas orgías alcanzó fama en todos los rincones<strong>de</strong>l Imperio. Pese a ello, él mismo no dudó enproclamarse censor vitalicio <strong>de</strong> Roma y, comotal, responsable <strong>de</strong> supervisar la moralidad y laconducta <strong>de</strong> los ciudadanos <strong>de</strong> la Urbe. En elejercicio <strong>de</strong> esta labor, Domiciano se distinguiópor la dureza <strong>de</strong> sus juicios. Así, con<strong>de</strong>nó a algunossenadores por prácticas <strong>de</strong>shonestas sindisponer <strong>de</strong> pruebas <strong>de</strong>finitivas contra ellos, y reprimió con severoscastigos los incestos <strong>de</strong> las vírgenes vestales, a una <strong>de</strong> las cuales-<strong>de</strong> nombre Cornelia- hizo enterrar viva. No sintió, en cambio, remordimientoalguno por haber provocado la muerte <strong>de</strong> su sobrinaJulia tras or<strong>de</strong>narle abortar un hijo concebido por él mismo. Y, sinembargo, junto con estas actitu<strong>de</strong>s cargadas <strong>de</strong> vileza, hipocresíay crueldad, Domiciano tuvo también comportamientos merecedores<strong>de</strong> elogio, sobre todo durante la primera parte <strong>de</strong> su reinado,cuando prohibió, por ejemplo, la castración <strong>de</strong> los esclavos o velópersonalmente por erradicar la corrupción y el soborno <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>lsistema <strong>de</strong> administración <strong>de</strong> justicia. No practicó el nepotismo ala hora <strong>de</strong> repartir cargos y nunca se mostró codicioso en lo quea bienes materiales se refiere sino que, más bien al contrario, amenudo hizo gala <strong>de</strong> generosidad y <strong>de</strong>sinterés tanto con sus colaboradoresmás próximos como con el pueblo.Como hombre <strong>de</strong> Estado y, en particular, como administrador<strong>de</strong>l dinero público, Domiciano fue -a <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> sus contemporáneos-un gobernante escasamente previsor, incauto y <strong>de</strong>rrochador.Semejante juicio no es compartido en absoluto por los historiadoresmo<strong>de</strong>rnos, quienes afirman haber <strong>de</strong>mostrado que,a la muerte <strong>de</strong> Domiciano, las finanzas <strong>de</strong>l Imperio se hallabanperfectamente saneadas. Pudiendo ser esto cierto, no lo es menosque Domiciano gastó gran<strong>de</strong>s sumas <strong>de</strong> dinero en asuntos<strong>de</strong> dudoso provecho y que, aun endureciendo la política fiscal<strong>de</strong> sus pre<strong>de</strong>cesores, <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ingresar numerosas <strong>de</strong>udas<strong>de</strong> ciudadanos particulares para con el erario. Por otra parte,y pasando <strong>de</strong>l aspecto económico al militar, es indudable quelas virtu<strong>de</strong>s castrenses que tanto habían brillado en Vespasianoy Tito no resultaron en Domiciano dignas <strong>de</strong> <strong>de</strong>stacar. En su<strong>de</strong>scargo cabe señalar, no obstante, que las circunstancias <strong>de</strong> sutiempo fueron difíciles y que nunca <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> proporcionarlemás preocupaciones que sosiego. A los problemas financierosgenerados por su propia política económica se vinieron a sumargraves amenazas exteriores. La principal <strong>de</strong> ellas fue la protagonizadapor el pueblo bárbaro <strong>de</strong> los dacios, que a mediados<strong>de</strong> la década <strong>de</strong>l 80 d.C. comenzó a presionar sobre la fronte-nº <strong>95</strong> | octubre 2011
iografías médicasra nororiental <strong>de</strong>l Danubio. En su ofensiva, losdacios penetraron en la provincia <strong>de</strong> Mesia (laactual Serbia) y dieron muerte al gobernadorromano local. Posteriormente, el rey dacio Decébalose complació en humillar a Roma comonadie hasta entonces lo había hecho, obligándola al pago <strong>de</strong>un tributo para mantener la paz en la zona. Algunos jefes militaresconsi<strong>de</strong>raron aquella situación intolerable; una cosa eraque el emperador se comportase como un necio en los asuntos<strong>de</strong> su vida privada, y otra muy distinta que Roma cediese alchantaje <strong>de</strong> una tribu <strong>de</strong> salvajes. A comienzos <strong>de</strong>l año 89 d.C.,cuando el conflicto dacio atravesaba su momento más crítico,estalló una sublevación entre las tropas imperiales que, bajo elmando <strong>de</strong> Lucio Antonio Saturnino, se hallaban <strong>de</strong>stacadas enGermania. Domiciano se vio así atrapado entre dos frentes y,por un breve tiempo, su situación pareció <strong>de</strong>sesperada. Sin embargo,un súbito <strong>de</strong>shielo impidió que Saturnino pudiese recibirrefuerzos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la orilla opuesta <strong>de</strong>l Rin, <strong>de</strong> modo que merceda este golpe <strong>de</strong> fortuna y no sin antes haber visto peligrar supropia vida, el emperador pudo en última instancia contener larevuelta.A partir <strong>de</strong> aquel momento <strong>de</strong> tensión extrema, una especie <strong>de</strong><strong>de</strong>lirio persecutorio se adueñó <strong>de</strong> la mente <strong>de</strong> Domiciano. Su carácter,<strong>de</strong> por sí áspero y <strong>de</strong>sconfiado, se hizo todo malevolenciay crueldad, y sus viejas suspicacias respecto a la fi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong> suscolaboradores dieron paso a una auténtica obsesión por las conjurascontra su persona. La naturaleza paranoica <strong>de</strong> Domiciano,reprimida hasta entonces, se <strong>de</strong>sbordó <strong>de</strong> modo incontenible,llevándole a empren<strong>de</strong>r una serie <strong>de</strong> juicios, procesamientos yejecuciones que transformaron la parte final <strong>de</strong> su reinado en unauténtico régimen <strong>de</strong> terror. Su actividad como censor se endurecióhasta extremos inauditos: prohibió las representaciones teatralespara evitar ser objeto <strong>de</strong> sátiras encubiertas, estableció lapena <strong>de</strong> muerte para los autores <strong>de</strong> libelos supuestamente subversivos,y, sobre todo, fomentó cuanto pudo la <strong>de</strong>lación entrelos ciudadanos. En una palabra, todos los actos <strong>de</strong>l emperadorquedaron supeditados a un único fin (la conservación <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>ra todo trance), <strong>de</strong> manera que cualquier medio que se precisarapara ello, por inmoral que pudiera ser,se le antojaba a Domiciano diáfanamentelícito; pues según él mismo afirmaba, “lacondición <strong>de</strong> los príncipes es muy digna <strong>de</strong>lástima, porque no se cree en las conjurascontra ellos sino cuando ya han sido asesinados”.Así pues, aprovechando el miedo generadopor las <strong>de</strong>laciones que <strong>de</strong> todas partessurgían, Domiciano dispuso a su capricho <strong>de</strong>la vida y hacienda <strong>de</strong> multitud <strong>de</strong> ciudadanos.Sin importar cuáles fueran la i<strong>de</strong>ntidad<strong>de</strong>l acusador o la naturaleza <strong>de</strong> la acusación,bastaba con que se <strong>de</strong>nunciara cualquierhecho o dicho presuntamente contrario a lapersona <strong>de</strong>l César para que las represalias seejercieran <strong>de</strong> inmediato. Entre las víctimas <strong>de</strong>aquella represión indiscriminada se contaron varios familiares y amigosíntimos <strong>de</strong>l propio Domiciano, su secretario personal, no pocossenadores, caballeros romanos, funcionarios <strong>de</strong> diverso rango y numerososmiembros <strong>de</strong> ciertas comunida<strong>de</strong>s religiosas que, como lajudía o la cristiana, eran consi<strong>de</strong>radas políticamente peligrosas. Dosjóvenes sobrinos <strong>de</strong>l emperador -que, según el Derecho romano,<strong>de</strong>bían suce<strong>de</strong>rle en el trono ya que Domiciano carecía <strong>de</strong> hijosfueronacusados <strong>de</strong> apostasía y ejecutados en el año <strong>95</strong> d.C., trashaber reconocido su conversión al cristianismo. Más afortunadoresultó el apóstol San Juan, quien, <strong>de</strong>sterrado en la isla <strong>de</strong> Patmos,escribió durante aquellos años el Libro <strong>de</strong>l Apocalipsis, en el quese i<strong>de</strong>ntifica a Roma con las fuerzas <strong>de</strong>l mal y se la <strong>de</strong>scribe como“la gran ramera (…) ebria <strong>de</strong> la sangre <strong>de</strong> los santos <strong>de</strong> Jesús”.“Su aficiónpor las orgíasalcanzó famaen todos losrincones <strong>de</strong>lImperio. Pese aello, él mismono dudó enproclamarsecensor vitalicio<strong>de</strong> Roma”61COLEGIO DE MÉDICOS DE NAVARRA