Sexualidades migrantes. Género y transgénero - Feminaria
Sexualidades migrantes. Género y transgénero - Feminaria Sexualidades migrantes. Género y transgénero - Feminaria
un mínimo de 10.000 transexuales viviendo solo en la capital,Bangkok, y que se realizan más de 1.500 operaciones de cambiode sexo al año (implantación de pechos y cambio de órganosgenitales). No obstante l@s transexuales tailandeses no estánreconocidos legalmente, siguen siendo hombres en sus carnets deidentidad y no pueden casarse. No obstante el éxito ha sido tangrande que las autoridades sanitarias de uno de los principalesdestinos turísticos del país, la isla sureña de Phuket, han comenzadoa promocionar la región con la oferta de paquetes turísticos queincluyen sol, playa y cambio de sexo. (D. “Preecha Tiewtranon”.Reportaje Diario el Mundo)Vargas Llosa, en un artículo publicado por El País (España), alnarrar su visita a la Polinesia, se ocupó de los mahu, nombre queen lengua maorí remite a un hombre-mujer, una variante de los sereshumanos que existía desde tiempos inmemoriales en las culturas delPacífico. “Una prueba de ello son los cuadros que pintó Gauguinen sus nueve años de vida en Tahití y en las Marquesas, llenos deseres humanos de incierto género, que participan por igual de lofemenino y lo viril con una naturalidad y desenvoltura semejantesa la manera como sus personajes lucen su desnudez, se funden conel orden natural o se entregan al ocio”. El mahu puede practicar elhomosexualismo o ser casto. Lo que lo define no es cómo ni conquién hace el amor, sino, habiendo nacido con los órganossexuales del varón, haber optado por la femineidad, generalmentedesde la niñez, y, ayudado en ello por su familia y la comunidad,haberse convertido en mujer, en su forma de vestir, andar, hablar,cantar, trabajar y, a menudo también, claro está, pero no necesariamente,de amar”.En la India actual, gracias a la continuidad cultural de suscomunidades, las hijras siguen existiendo hoy día; están tradicionalmentesocializadas y protegidas, aunque sea en condiciones demarginalidad. Viven en pequeñas comunidades, casi conventualesbajo la custodia de una de ellas de mayor edad, y se ganan la vidaen el servicio doméstico o la prostitución, y con sus ingresos rituales,ya que se considera que transmiten fortuna a los casados o a losrecién nacidos, por lo que son invitadas a los matrimonios ynacimientos. Por la calle caminan entre el respeto general, acercán-48 Giberti
dose continuamente los viandantes a pedirles una imposición demanos o la bendición. En los peldaños inferiores de la escala socialde Paquistán, de los eunuch-transvestites, las hijras padecen unaexistencia dura. Se ganan su vida como mendigas, bailarinas yprostitutas. Hijra significa hermafrodita pero la mayoría son transvestiteshomosexuales, algunos de los cuales han pasado por uncambio de sexo. Las hijras viven en comunidades de personastransgénero y personas en condiciones de intersexualidad –en sumayoría hombres que se han castrado– presentes en todo el sur deAsia. Los kothis son hombres que tienen sexo con hombres y que sedefinen a sí mismos como femeninos en las relaciones sexuales. ElIslam, si no como moral –en lo que heredó la intransigencia de estospresupuestos– sí como cuerpo social, fue de hecho más tolerante.—VIÑETA EUROPEAPodrían recordarse los ejemplos tomados de Grecia y deRoma y de las civilizaciones que rodearon al Mediterráneo. Lo queinteresa de aquella historia es el triunfo de la moral yahvista quesuprimió durante un milenio y medio cualquier reconocimientopúblico de estas manifestaciones, relegadas a la más absolutaclandestinidad, unida personalmente a pavorosos sentimientos deculpa, o incluso a las llamas de las hogueras inquisitoriales. Apenassi se recuerdan los nombres, en la alta sociedad francesa delCaballero d’Eon y del Abate de Choisy, y en la tradición española,el de un aventurero por la península y las Indias como Antonio deErauso (la monja alférez) transgenérico masculino.Un recuerdo en nuestro paísLa historia de Mariela Muñoz (Giberti, E.1993) constituyó unparadigma. En el artículo que escribí en ese entonces sostuve: “Lapulsión escoptofílica se anudó alrededor de una noticia quearticulaba datos inquietantes y desordenadores: un hombre ¿o unamujer? funcionaba como madre desde un doble lugar de transgresión;el cambio de identidad de las criaturas a su cargo, inscriptascomo hijos biológicos, y la intervención quirúrgica destinada amodificar su anatomía”.Transgéneros: síntesis y aperturas 49
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un mínimo de 10.000 transexuales viviendo solo en la capital,Bangkok, y que se realizan más de 1.500 operaciones de cambiode sexo al año (implantación de pechos y cambio de órganosgenitales). No obstante l@s transexuales tailandeses no estánreconocidos legalmente, siguen siendo hombres en sus carnets deidentidad y no pueden casarse. No obstante el éxito ha sido tangrande que las autoridades sanitarias de uno de los principalesdestinos turísticos del país, la isla sureña de Phuket, han comenzadoa promocionar la región con la oferta de paquetes turísticos queincluyen sol, playa y cambio de sexo. (D. “Preecha Tiewtranon”.Reportaje Diario el Mundo)Vargas Llosa, en un artículo publicado por El País (España), alnarrar su visita a la Polinesia, se ocupó de los mahu, nombre queen lengua maorí remite a un hombre-mujer, una variante de los sereshumanos que existía desde tiempos inmemoriales en las culturas delPacífico. “Una prueba de ello son los cuadros que pintó Gauguinen sus nueve años de vida en Tahití y en las Marquesas, llenos deseres humanos de incierto género, que participan por igual de lofemenino y lo viril con una naturalidad y desenvoltura semejantesa la manera como sus personajes lucen su desnudez, se funden conel orden natural o se entregan al ocio”. El mahu puede practicar elhomosexualismo o ser casto. Lo que lo define no es cómo ni conquién hace el amor, sino, habiendo nacido con los órganossexuales del varón, haber optado por la femineidad, generalmentedesde la niñez, y, ayudado en ello por su familia y la comunidad,haberse convertido en mujer, en su forma de vestir, andar, hablar,cantar, trabajar y, a menudo también, claro está, pero no necesariamente,de amar”.En la India actual, gracias a la continuidad cultural de suscomunidades, las hijras siguen existiendo hoy día; están tradicionalmentesocializadas y protegidas, aunque sea en condiciones demarginalidad. Viven en pequeñas comunidades, casi conventualesbajo la custodia de una de ellas de mayor edad, y se ganan la vidaen el servicio doméstico o la prostitución, y con sus ingresos rituales,ya que se considera que transmiten fortuna a los casados o a losrecién nacidos, por lo que son invitadas a los matrimonios ynacimientos. Por la calle caminan entre el respeto general, acercán-48 Giberti