Sexualidades migrantes. Género y transgénero - Feminaria
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todas compartieron al menos un argumento: el peso de las diferenciasentre ser mujer y ser travesti. Estas diferencias, que no llegaron adetallarse, condujeron a un concluyente “para ser una feministahabilitada a participar en estos encuentros hay que ser mujer”. 1De alguna manera, la discusión trajo los sones de lo que fueuno de los más tempranos y significativos debates de las mujeresfeministas en EE.UU. e Inglaterra: varones en el feminismo. Si bienpara algunas, los varones podían unirse a nuestros círculos bajocumplimiento de una serie de condiciones, para la mayoría ellos nopodían ser realmente feministas. La diferencia sexual fue percibidacomo un obstáculo insalvable para devenir una feminista “real”; serequiere para esto un tipo de cuerpo sexuado. Entre este cuerpo yel ser feminista, está el género; sea usada esta categoría enoposición al sexo, a lo que es biológicamente dado, o consideradacomo una construcción social vinculada a la distinción masculino/femenino que incluye al cuerpo mismo. Buena parte de estosargumentos por medio de los cuales varón y feminista son términosmutuamente excluyentes, se reactualizaron frente a la propuesta deincorporar travestis al encuentro mencionado.Si bien no es el objetivo de esta presentación tratar detalladamentelos términos de aquel debate electrónico, utilizaré estasituación como punto de partida para reflexionar sobre el sexo, elgénero, el cuerpo. Las relaciones establecidas entre estas categoríasasumen, bajo diferentes perspectivas teóricas, compromisos ontológicosque vale la pena revisar ya que son estas relaciones –y sussupuestos subyacentes– las que habilitan o no las prácticas identitariasy las estrategias políticas admitidas por los diferentes feminismos.Corriendo un primer riesgo de reduccionismo, ordenarédichas relaciones en torno a dos perspectivas teóricas que, corriendoun segundo riesgo reduccionista, ligo una al paradigmamoderno y otra a la perspectiva deconstructivista.La mirada modernaEl concepto moderno de cuerpo presenta a éste como unaunidad orgánica autónomamente integrada, que es como es por140 Fernández
designio de la naturaleza. Congruente con este supuesto, la sexualidad,el género y también la raza, son a menudo consideradosatributos de un cuerpo que se presenta a sí mismo como una superficiepasiva, como un objeto prediscursivo con una estructura orgánica yjerárquica de funciones. La diferencia sexual constituye la base sobrela cual se imprimen significados culturales y éstos son diferentes segúnse trate de “machos” o “hembras”. Lo sexual se mantiene en el ordende lo natural, como categoría biológica prediscursiva.Esta perspectiva sobre el cuerpo –dependiente del modelocartesiano– se encuentra presente en buena parte del pensamientofeminista y Elizabeth Grosz (1994) nos muestra las consecuenciasde ello. A juicio de esta autora, la oposición sexo/género se hamantenido en el feminismo demasiado “pegada” al dualismomente/cuerpo. Esto vale para dos grupos de feministas. En elprimero de ellos, Grosz incluye a pensadoras tan diversas comoSimone de Beauvoir, Shulamith Firestone, Mary Wollstonecraft, afeministas liberales y humanistas e incluso a ecofeministas. En elsegundo grupo Grosz enrola a las construccionistas sociales.En el primer conjunto, la autora identifica una versiónnegativa y otra positiva del cuerpo femenino. Por el lado negativo,dice, los cuerpos de las mujeres son considerados como unalimitación para el logro de la igualdad y la trascendencia. Lanaturaleza particular del cuerpo femenino, sus ciclos corporales,impiden el acceso de las mujeres a los derechos y privilegios de lacultura patriarcal. La propuesta es moverse más allá de los límitesdel cuerpo desarrollando nuevos medios tecnológicos de regulaciónde la reproducción y la eliminación de los efectos que labiología femenina tiene sobre las mujeres y sus roles sociales, talcomo lo sugiere, por ejemplo, Shulamith Firestone. Por el ladopositivo, el cuerpo femenino es un medio de acceso al conocimientoy a la vida, los cuerpos y experiencias de las mujeres dotan a éstasde recursos especiales que los varones no tienen.Sea en su versión positiva o negativa, este grupo de feministascomparten supuestos tales como: una noción de cuerpo determinadobiológicamente y ajeno a logros culturales e intelectuales; unadistinción entre una mente sexualmente neutra y un cuerpo sexualmentedeterminado; la idea de que la opresión de las mujeres esLos cuerpos del feminismo 141
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designio de la naturaleza. Congruente con este supuesto, la sexualidad,el género y también la raza, son a menudo consideradosatributos de un cuerpo que se presenta a sí mismo como una superficiepasiva, como un objeto prediscursivo con una estructura orgánica yjerárquica de funciones. La diferencia sexual constituye la base sobrela cual se imprimen significados culturales y éstos son diferentes segúnse trate de “machos” o “hembras”. Lo sexual se mantiene en el ordende lo natural, como categoría biológica prediscursiva.Esta perspectiva sobre el cuerpo –dependiente del modelocartesiano– se encuentra presente en buena parte del pensamientofeminista y Elizabeth Grosz (1994) nos muestra las consecuenciasde ello. A juicio de esta autora, la oposición sexo/género se hamantenido en el feminismo demasiado “pegada” al dualismomente/cuerpo. Esto vale para dos grupos de feministas. En elprimero de ellos, Grosz incluye a pensadoras tan diversas comoSimone de Beauvoir, Shulamith Firestone, Mary Wollstonecraft, afeministas liberales y humanistas e incluso a ecofeministas. En elsegundo grupo Grosz enrola a las construccionistas sociales.En el primer conjunto, la autora identifica una versiónnegativa y otra positiva del cuerpo femenino. Por el lado negativo,dice, los cuerpos de las mujeres son considerados como unalimitación para el logro de la igualdad y la trascendencia. Lanaturaleza particular del cuerpo femenino, sus ciclos corporales,impiden el acceso de las mujeres a los derechos y privilegios de lacultura patriarcal. La propuesta es moverse más allá de los límitesdel cuerpo desarrollando nuevos medios tecnológicos de regulaciónde la reproducción y la eliminación de los efectos que labiología femenina tiene sobre las mujeres y sus roles sociales, talcomo lo sugiere, por ejemplo, Shulamith Firestone. Por el ladopositivo, el cuerpo femenino es un medio de acceso al conocimientoy a la vida, los cuerpos y experiencias de las mujeres dotan a éstasde recursos especiales que los varones no tienen.Sea en su versión positiva o negativa, este grupo de feministascomparten supuestos tales como: una noción de cuerpo determinadobiológicamente y ajeno a logros culturales e intelectuales; unadistinción entre una mente sexualmente neutra y un cuerpo sexualmentedeterminado; la idea de que la opresión de las mujeres esLos cuerpos del feminismo 141