Sexualidades migrantes. Género y transgénero - Feminaria

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13.07.2015 Views

Los cuerpos del feminismoJosefina FernándezLa entrada del concepto de género al dominio feministaconstituyó un verdadero giro interpretativo que otorgó al movimientoun firme escenario de lucha tanto teórica como política. Elcuestionamiento a la fórmula biología es destino formó parteimportante de un modelo teórico de explicación de las diferenciasentre varones y mujeres y dio un sostenido empuje a las estrategiasfeministas a partir de los años ‘60. No obstante, el optimismo inicialderivado de entender estas diferencias como el resultado de laproducción de normas culturales, empezará a mostrar sus problemascon la categoría Mujer, capaz de representar de maneraindivisa a la totalidad del género femenino. Las voces de las mujereslesbianas y también las voces de las mujeres negras, serán lasprimeras en denunciar a un feminismo que, tras esa categoríaMujer, no reconoce la singularidad que asume la subordinación envirtud de la raza, la clase y/o la elección sexual.Así como en los primeros años de la década del ‘70, laslesbianas feministas comienzan a cuestionar la homofobia delfeminismo heterosexual, en los años ‘80 las mujeres negras alertansobre las actitudes racistas presentes en un movimiento cuyoprincipal compromiso es eliminar la opresión sexista. Como señalabell hooks (1982), buena parte de las feministas blancas dieron porsupuesto que al identificarse como oprimidas quedaban liberadasde ser opresoras. Los peligros de un proyecto político que, descuidandolas divisiones de clase y raza, mantiene intactos algunosaspectos de la jerarquía social ya estaban planteados. La supuestahermandad universal comenzaba a mostrar su pies de barro y la138 Fernández

identidad Mujer a dar cuenta de su carácter excluyente y, por tanto,violento. Las fragmentaciones que en esta categoría introdujeronentonces las feministas negras y las feministas lesbianas fueronantecedentes del posterior debate teórico sobre la utilidad de ladiferenciación entre sexo y género, situado ya en los años ‘90.Como dice Susan Bordo (1990), el rendimiento teórico y laproductividad de la categoría género comienza a ser motivo dedesconfianza y escepticismo.Aunque con cierto retraso respecto a los países centrales, estedebate llega a Argentina y se instala en los espacios académicosde estudios de género, quedando el correspondiente al activismoprácticamente ajeno a él. La gradual visibilización que a finales delos ‘90 adquieren en el país prácticas culturales como el travestismoy transexualismo constituyó una oportunidad para una nuevainterrogación al modelo binario sexo/género, una invitación arevisar no sólo los usos de la categoría género sino también la decuerpo y la constitución misma del sexo.Algunas activistas locales nos implicamos fuertemente en estaproblemática y, en ocasión de realizarse en el año 2000 unencuentro nacional feminista, propusimos la incorporación en él defeministas travestis en un intento de empezar a discutir los temasque, como señalé, circulaban hasta entonces por ámbitos académicosy sin diálogo con las mismas travestis. Para quienes hicimos estapropuesta, el travestismo se presentaba a nuestros ojos como aquelsujeto nómade del que nos habla Rosi Braidotti (1994), un sujeto queno tiene pasaporte –o tiene muchos– que le habilite la entrada alsistema sexo/género; una práctica cultural que se resiste al asentamientoen las maneras codificadas socialmente de pensamiento y deconducta, a las representaciones del yo dominantes. Las travestisllevan un cuerpo que no se ajusta a las normas del orden corporalmoderno y, en este sentido, transgreden los bordes del sexo ygénero normativos. Se trata de un cuerpo no alineado claramentea las prescripciones del sexo, del género y la elección sexual.Pero la iniciativa de incorporar feministas travestis a dichoencuentro devino en un fugaz debate electrónico que recogió finalmenteel rechazo, casi mayoritario, a la participación del grupo en cuestión.Las razones planteadas fueron diversas pero, en términos generales,Los cuerpos del feminismo 139

Los cuerpos del feminismoJosefina FernándezLa entrada del concepto de género al dominio feministaconstituyó un verdadero giro interpretativo que otorgó al movimientoun firme escenario de lucha tanto teórica como política. Elcuestionamiento a la fórmula biología es destino formó parteimportante de un modelo teórico de explicación de las diferenciasentre varones y mujeres y dio un sostenido empuje a las estrategiasfeministas a partir de los años ‘60. No obstante, el optimismo inicialderivado de entender estas diferencias como el resultado de laproducción de normas culturales, empezará a mostrar sus problemascon la categoría Mujer, capaz de representar de maneraindivisa a la totalidad del género femenino. Las voces de las mujereslesbianas y también las voces de las mujeres negras, serán lasprimeras en denunciar a un feminismo que, tras esa categoríaMujer, no reconoce la singularidad que asume la subordinación envirtud de la raza, la clase y/o la elección sexual.Así como en los primeros años de la década del ‘70, laslesbianas feministas comienzan a cuestionar la homofobia delfeminismo heterosexual, en los años ‘80 las mujeres negras alertansobre las actitudes racistas presentes en un movimiento cuyoprincipal compromiso es eliminar la opresión sexista. Como señalabell hooks (1982), buena parte de las feministas blancas dieron porsupuesto que al identificarse como oprimidas quedaban liberadasde ser opresoras. Los peligros de un proyecto político que, descuidandolas divisiones de clase y raza, mantiene intactos algunosaspectos de la jerarquía social ya estaban planteados. La supuestahermandad universal comenzaba a mostrar su pies de barro y la138 Fernández

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