Sexualidades migrantes. Género y transgénero - Feminaria

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pone de manifiesto la consideración de lo social como espacio dediferencias a articular por la política, es considerado como unaprecondición por las perspectivas políticas del debate contemporáneo.Ver Bhiku Parekh. “Algunas reflexiones sobre la filosofíapolítica occidental contemporánea”, La Política. Revista de Estudiossobre el Estado y la sociedad, N o 1, Barcelona, primer semestre de1996.8Aristóteles sostuvo que la “comunidad política” consiste enel establecimiento de “lo común” para una ciudad que jamás podráser unitaria. La dimensión política queda así diagramada comoinstancia que persigue la instauración de formas de conciliación enla que los ciudadanos de la “politeia” se reunen con miras a un bien.El mayor de estos bienes es definido por Aristóteles como la“amistad”, “ya que con ella se reducirán al mínimo los enfrentamientosciviles”. La “unidad” es considerada como un efecto de laamistad, y esta como producto de la existencia de un principiocomún y justo de propiedad. Ver Política. Madrid: Alianza Editorial,1986. (1262b)9Si bien la noción de “base públicamente reconocida” y“superposición” son nociones desarrolladas en la argumentaciónrawlsiana, estas son utilizadas también por el comunitarismo. Porejemplo Michael Walzer sostiene la noción de “convergenciapública” y “contexto de la actividad asociativa” como el ámbito enel que individuos y grupos “deliberan, debaten, toman decisionesy adquieren responsabilidades” comunes. Ver Walzer Michael. “Lacrítica comunitarista al liberalismo”, Political Theory, vol. 18, nro.I,febrero de 1999.10Utilizo el término “diversidad” y “fragmentación” parareferirme, indistintamente y conjuntamente, al carácter operativo dedistinción entre “diferencia” y “desigualdad”.11Rawls, Walzer, Rorty, Habermas, McIntyre, Nozick Ibidem12En este sentido resultan interesantes los debates que abarcandesde los problemas en torno a la existencia de una identidadcultural obrera hasta los debates sobre la identidad por orientaciónsexual y por género. Si bien el debate entre esencialistas yconstructivistas se centra en el modo en que las identidades seconstituyen, ambas posiciones concluyen en sostener la existencia112 Rapisardi

de experiencias identitarias culturales. Por esto, de ahora en más sedebe considerar a la noción de identidad, presente en las perspectivaspolíticas expuestas, como “cultural”, es decir, como implicandoun conjunto de experiencias “propias” y reconocibles. VerRapisardi F. “Identidad política y diferencia: la construcción de unaidentidad homosexual en los Gay and Lesbian Studies y en la QueerTheory” en Doxa. Cuadernos de Ciencias Sociales N o 17, Año 7,Buenos Aires, otoño de 1997.13Cabe señalar que el debate en torno a la constitución del“yo” no reconoce sólo dos posturas entre comunitaristas y universalistas.El republicanismo, una de las tendencias del pensamientocomunitarista, sostiene una posición más integrista que otroscomunitaristas, como Walzer, que señalan la precariedad deltradicionalismo frente a la doctrina del “unitarismo” tradicionalistay primario típico de “pequeña comunidad” que sostiene, porejemplo, Robert Bellah, para quien existe una “experiencia propia”de arraigo comunal, la que deberá “concentrarse” en el ámbitopolítico. Ver Bellah R. Habits of the Heart, Berkeley, University ofCalifornia Press, 1985.14El universalismo contractualista opera lo que AlejandraCiriza denomina como “esquizia del contractualismo”, es decir, lasescisiones ente sociedad civil y sociedad politica, entre economiay politica, que producen y justifican los modos de acceso diferenciadoy jerarquizados a los derechos y a los circuitos de participacion,de decisión y de consumo. El comunitarismo, por su parte, selamenta por la pérdida de la cultura obrera, pero la considera comouna “función de la raza y de la cultura”, al menos en lo que Walzerdenomina como “multiculturalismo temprano”, que es el de losgrupos más nuevos y débiles. La estratificación social es paraalgunos comunitaristas una “amenaza” que debe superarse en posde una inclusión multicultural. Argumenta Walzer: “Los militantessindicales, por ejemplo, comienzan participando en los piquetes yen los comités de huelga y terminan participando en la dirección deescuelas y en el ayuntamiento. Lo mismo pasa con los activistasreligiosos y étnicos, que empiezan por defender los intereses de supropia comunidad y terminan formando coaliciones políticas queluchan por unas candidaturas “equilibradas” y que hablan (alRegulaciones políticas: identidad, diferencia y desigualdad 113

de experiencias identitarias culturales. Por esto, de ahora en más sedebe considerar a la noción de identidad, presente en las perspectivaspolíticas expuestas, como “cultural”, es decir, como implicandoun conjunto de experiencias “propias” y reconocibles. VerRapisardi F. “Identidad política y diferencia: la construcción de unaidentidad homosexual en los Gay and Lesbian Studies y en la QueerTheory” en Doxa. Cuadernos de Ciencias Sociales N o 17, Año 7,Buenos Aires, otoño de 1997.13Cabe señalar que el debate en torno a la constitución del“yo” no reconoce sólo dos posturas entre comunitaristas y universalistas.El republicanismo, una de las tendencias del pensamientocomunitarista, sostiene una posición más integrista que otroscomunitaristas, como Walzer, que señalan la precariedad deltradicionalismo frente a la doctrina del “unitarismo” tradicionalistay primario típico de “pequeña comunidad” que sostiene, porejemplo, Robert Bellah, para quien existe una “experiencia propia”de arraigo comunal, la que deberá “concentrarse” en el ámbitopolítico. Ver Bellah R. Habits of the Heart, Berkeley, University ofCalifornia Press, 1985.14El universalismo contractualista opera lo que AlejandraCiriza denomina como “esquizia del contractualismo”, es decir, lasescisiones ente sociedad civil y sociedad politica, entre economiay politica, que producen y justifican los modos de acceso diferenciadoy jerarquizados a los derechos y a los circuitos de participacion,de decisión y de consumo. El comunitarismo, por su parte, selamenta por la pérdida de la cultura obrera, pero la considera comouna “función de la raza y de la cultura”, al menos en lo que Walzerdenomina como “multiculturalismo temprano”, que es el de losgrupos más nuevos y débiles. La estratificación social es paraalgunos comunitaristas una “amenaza” que debe superarse en posde una inclusión multicultural. Argumenta Walzer: “Los militantessindicales, por ejemplo, comienzan participando en los piquetes yen los comités de huelga y terminan participando en la dirección deescuelas y en el ayuntamiento. Lo mismo pasa con los activistasreligiosos y étnicos, que empiezan por defender los intereses de supropia comunidad y terminan formando coaliciones políticas queluchan por unas candidaturas “equilibradas” y que hablan (alRegulaciones políticas: identidad, diferencia y desigualdad 113

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