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Fontanarrosa, Roberto – El mundo ha vivido equivocado - Lengua ...

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<strong>Fontanarrosa</strong>, <strong>Roberto</strong> <strong>–</strong> <strong>El</strong> <strong>mundo</strong> <strong>ha</strong> <strong>vivido</strong> <strong>equivocado</strong> y otros cuentosLA CARGA DE MEMBRILLARESGuadal de las Higuerillas. Corralón de Tapias. Cofre del Agua. Quebrada del Cujo.Cuño. Pilar Cruz. Arenal del Soto.Pedregullo y arbustos. Tierra irredenta. Lejos, se escuc<strong>ha</strong> el crepitar de lafusilería. <strong>El</strong> capitán Julio Entusiasmo Fervientes contiene, a lanza y sable, la caballeríadel coronel Epifanio Medina. Es él solo contra 523 hombres, pero cuenta con la ventajade la sorpresa. Sus compañeros aprovec<strong>ha</strong>n la maniobra para alejarse. Son 25desesperados. La venganza del coronel Medina, juramentada en público por el vencedorde Cañada de los Carpinchos al conocer que era llamado "Cabeza de C<strong>ha</strong>ncho" entre losperseguidos, les jadea en los garrones de la caballada ex<strong>ha</strong>usta.Los fugitivos se detienen para merendar frugalmente. En un alazán tostado llegael capitán Membrívez. Sofrena su cabalgadura y se deja caer a tierra. En verdad, cae atierra. Se pega un golpazo bárbaro contra La Rioja y se saca un hombro. Lo tiene tanfuera de lugar que sus soldados no saben si es el hombro derecho o el izquierdo.Membrívez no se queja. Por su denuedo suicida en los combates de Pico-Pico y Pozo delProde le <strong>ha</strong>n llamado: el "Lolo".Pero no sólo en sus ojos se lee el valor. Trae, desde <strong>ha</strong>ce justamente dos años, unalanza atravesándole el pecho. La mo<strong>ha</strong>rra de acero le aparece por delante del tórax. Y porla espalda, sobresalen tres cuartos de tacuara. Fue en Pastizales, cuenta. Y se santigua.Nunca se la quiso sacar. "Por precaución" dice. Pero todos saben que la lleva como unamedalla. Un testimonio. Una prueba de que cargó adelante.Sus hombres lo rodean. Son 25 desesperados. Ya casi no <strong>ha</strong>y munición y ellinimiento escasea. Los caballos se miran entre ellos, desalentados.Para colmo, el sargento Manuel Olazábal Olarán Ollarte está preocupado por suhijo. <strong>El</strong> chiquilín tiene solamente cuatro años y desde <strong>ha</strong>ce tres sigue a la tropa. <strong>El</strong>sargento <strong>ha</strong> dejado su rancho para unirse a Membrívez bajo una condición impuesta porsu mujer, la Cachimba: que se hiciera cargo del mocoso. Dos años sableándose con losirregulares de Paco Merayo, hostigando la indiada de Saturnino Rancún, siempre con elFlorindito en ancas. Y pisarle el puré. Cambiarle el chiripá breve. Contarle cuentos deaparecidos en los vivacs inquietos.Vuelven Perico Curti y dos gauchos que <strong>ha</strong>n salido a la descubierta. Han ido, pororden del Lolo Membrívez, a tantear el terreno detrás de Mojón del Cura. Quieren sabersi por ahí, <strong>ha</strong>y escape. Los hombres rodean a los recién llegados. Las noticias no sonbuenas: en aquella zona está lloviendo y se malogra la papa tardía.Lejos, detrás de Sierra del Pomelar, aún se oyen los ecos del entrevero.La escaramuza es un infierno, un remolino de lanzas, cuchillas, disparos,imprecaciones. <strong>El</strong> capitán Fervientes apoya su espalda contra el flanco de su caballo y sedispone a morir matando. Su caballo parte al galope y Fervientes cae sentado.—¡Ríndase!—reclama el coronel Epifanio Medina. Pero el capitán Fervientes no serinde. Sigue manteniendo su posición, sentado, a punta y <strong>ha</strong>c<strong>ha</strong> a pesar de que elenemigo lo supera numéricamente en una proporción de 523 a uno.—¡Ríndase! — vuelve a pedir Medina, asombrado por el valor ex<strong>ha</strong>ustivo de esecriollo. 230 hombres se le acercan por detrás y lo derriban a culatazos. CuandoFervientes vuelve en sí, enfrenta los ojos encendidos del coronel Medina.—Lo suyo fue una exageración de coraje —le dice éste— Pero, desde el comienzonomás, era una luc<strong>ha</strong> inútil. ¿Por qué no se rindió?—¿Por qué no me qué? — responde, altivo, Fervientes. No <strong>ha</strong> oído nada.Al comienzo del tiroteo lo <strong>ha</strong> ensordecido una bombarda. <strong>El</strong> mismo EpifanioMedina saca su sable y de un tajo limpio, degüella al prisionero.38

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